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Aun los chacales cuidan de sus cachorros,
pero mi amada ciudad es cruel como avestruz del desierto.

Tanta sed tienen los niños de pecho
que la lengua se les pega al paladar;
los pequeñitos piden de comer,
¡y no hay quien los alimente!

Tendidos por las calles yacen
los que comían delicados platillos;
los que antes se vestían de púrpura,
hoy se aferran a los basureros.

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