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Yo soy el que ha experimentado el sufrimiento
    bajo los golpes de la furia del Señor.
Me ha llevado a regiones oscuras,
    me ha hecho andar por caminos sin luz;
una y otra vez, a todas horas,
    descarga su mano sobre mí.

Ha hecho envejecer mi carne y mi piel,
    ha hecho pedazos mis huesos;
ha levantado a mi alrededor
    un cerco de amargura y sufrimientos;
me ha hecho vivir en las sombras,
    como los que murieron hace tiempo.

Me encerró en un cerco sin salida;
    me oprimió con pesadas cadenas;
aunque grité pidiendo ayuda,
    no hizo caso de mis ruegos;
me cerró el paso con muros de piedra,
    ¡cambió el curso de mis senderos!

10 Él ha sido para mí como un león escondido,
    como un oso a punto de atacarme.
11 Me ha desviado del camino, me ha desgarrado,
    ¡me ha dejado lleno de terror!
12 ¡Tensó el arco y me puso
    como blanco de sus flechas!

13 Las flechas lanzadas por el Señor
    se me han clavado muy hondo.
14 Toda mi gente se burla de mí;
    a todas horas soy el tema de sus burlas.
15 El Señor me ha llenado de amarguras;
    amarga es la bebida que me ha dado.

16 Me estrelló los dientes contra el suelo;
    me hizo morder el polvo.
17 De mí se ha alejado la paz
    y he olvidado ya lo que es la dicha.
18 Hasta he llegado a pensar que ha muerto
    mi firme esperanza en el Señor.

19 Recuerdo mi tristeza y soledad,
    mi amargura y sufrimiento;
20 me pongo a pensar en ello
    y el ánimo se me viene abajo.
21 Pero una cosa quiero tener presente
    y poner en ella mi esperanza:

22 El amor del Señor no tiene fin,
    ni se han agotado sus bondades.
23 Cada mañana se renuevan;
    ¡qué grande es su fidelidad!
24 Y me digo: ¡El Señor lo es todo para mí;
    por eso en él confío!

25 El Señor es bueno con los que en él confían,
    con los que a él recurren.
26 Es mejor esperar en silencio
    a que el Señor nos ayude.
27 Es mejor que el hombre se someta
    desde su juventud.

28 El hombre debe quedarse solo y callado
    cuando el Señor se lo impone;
29 debe, humillado, besar el suelo,
    pues tal vez aún haya esperanza;
30 debe ofrecer la mejilla a quien le hiera,
    y recibir el máximo de ofensas.

31 El Señor no ha de abandonarnos
    para siempre.
32 Aunque hace sufrir, también se compadece,
    porque su amor es inmenso.
33 Realmente no le agrada afligir
    ni causar dolor a los hombres.

34 El pisotear sin compasión
    a los prisioneros del país,
35 el violar los derechos de un hombre
    en la propia cara del Altísimo,
36 el torcer la justicia de un proceso,
    son cosas que el Señor condena.

37 Cuando algo se dice, cuando algo pasa,
    es porque el Señor lo ha ordenado.
38 Tanto los bienes como los males
    vienen porque el Altísimo así lo dispone.
39 Siendo el hombre un pecador,
    ¿de qué se queja en esta vida?

40 Reflexionemos seriamente en nuestra conducta,
    y volvamos nuevamente al Señor.
41 Elevemos al Dios del cielo
    nuestros pensamientos y oraciones.
42 Nosotros pecamos y fuimos rebeldes,
    y tú no perdonaste.

43 Nos rodeaste con tu furia, nos perseguiste,
    ¡nos quitaste la vida sin miramientos!
44 Te envolviste en una nube
    para no escuchar nuestros ruegos.
45 Nos has tratado como a vil basura
    delante de toda la gente.

46 Todos nuestros enemigos
    abren la boca en contra de nosotros;
47 temores, trampas, destrucción y ruina,
    ¡eso es lo que nos ha tocado!
48 Ríos de lágrimas brotan de mis ojos
    ante la destrucción de mi amada ciudad.

49 Lloran mis ojos sin descanso,
    pues no habrá alivio
50 hasta que el Señor del cielo
    nos mire desde lo alto.
51 Me duelen los ojos hasta el alma,
    por lo ocurrido a las hijas de mi ciudad.

52 Sin tener ningún motivo,
    mis enemigos me han cazado como a un ave;
53 me enterraron vivo en un pozo,
    y con una piedra taparon la salida.
54 El agua me ha cubierto por completo,
    y he pensado: «Estoy perdido.»

55 Yo, Señor, invoco tu nombre
    desde lo más profundo del pozo:
56 tú escuchas mi voz,
    y no dejas de atender a mis ruegos.
57 El día que te llamo, vienes a mí,
    y me dices: «No tengas miedo.»

58 Tú me defiendes, Señor, en mi lucha,
    tú rescatas mi vida.
59 Tú ves, Señor, las injusticias que sufro,
    ¡hazme justicia!
60 Tú ves sus deseos de venganza
    y todos los planes que hacen contra mí.

61 Escucha, Señor, sus ofensas
    y todos los planes que hacen contra mí;
62 las habladurías de mis enemigos,
    que a todas horas hablan en contra mía.
63 ¡Mira cómo en todas sus acciones
    soy objeto de sus burlas!

64 Dales, Señor, su merecido,
    dales lo que sus hechos merecen.
65 Enduréceles el entendimiento,
    y pon sobre ellos tu maldición.
66 Persíguelos con furia, Señor,
    ¡haz que desaparezcan de este mundo!

En Dios está la esperanza de liberación

Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su enojo.
Él me ha guiado, me ha llevado por tinieblas y no por la luz;
ciertamente contra mí vuelve sin cesar su mano todo el día.

Él hizo envejecer mi carne y mi piel y quebrantó mis huesos;
levantó baluartes contra mí y me rodeó de amargura y trabajo.
Me dejó en oscuridad, como los que murieron hace ya mucho tiempo.

Me cercó por todos lados y no puedo salir; ha agravado mis cadenas.
Aunque clamo y doy voces, él cierra los oídos a mi oración.
Él cercó mis caminos con piedra labrada, torció mis senderos.

10 Fue para mí como un oso en acecho, como un león que se agazapa.
11 Torció mis caminos y me despedazó; me dejó desolado.
12 Tensó su arco y me puso por blanco de la saeta.

13 Ha clavado en mis entrañas las saetas de su aljaba.
14 Soy el escarnio de todo mi pueblo, el objeto de su burla día tras día.
15 Me ha llenado de amargura, me ha embriagado de ajenjo.

16 Mis dientes quebró con guijarros y me cubrió de ceniza.
17 Y mi alma se alejó de la paz, me olvidé del bien
18 y dije: «Perecieron mis fuerzas y mi esperanza en Jehová.»

19 Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel.
20 Aún lo tengo en la memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí.
21 Pero esto consideraré en mi corazón, y por esto esperaré:
22 Que por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias;
23 nuevas son cada mañana. ¡Grande es tu fidelidad!
24 «Mi porción es Jehová; por tanto, en él esperaré», dice mi alma.

25 Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que lo busca.
26 Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová.
27 Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud.

28 Que se siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso;
29 ponga su boca en el polvo, por si aún hay esperanza;
30 dé la mejilla al que lo hiere y sea colmado de afrentas.

31 El Señor no rechaza para siempre;
32 antes bien, si aflige, también se compadece según su gran misericordia,
33 pues no se complace en afligir o entristecer a los hijos de los hombres.

34 Desmenuzar bajo los pies a todos los encarcelados de la tierra,
35 torcer el derecho del hombre ante la presencia del Altísimo
36 o trastornar al hombre en un proceso, son cosas que el Señor no aprueba.

37 ¿Quién puede decir que algo sucede sin que el Señor lo mande?
38 ¿Acaso no proceden de la boca del Altísimo los bienes y los males?
39 ¿Por qué se lamenta el hombre, si está vivo a pesar de su pecado?

40 Escudriñemos nuestros caminos, busquemos y volvámonos a Jehová;
41 levantemos corazón y manos al Dios de los cielos.
42 Nosotros nos rebelamos y fuimos desleales, y tú no perdonaste.

43 Desplegada tu ira, nos perseguiste; mataste, y no perdonaste;
44 te ocultaste en una nube para que no te llegara nuestra oración;
45 nos convertiste en oprobio y abominación en medio de los pueblos.

46 Todos nuestros enemigos abrieron su boca contra nosotros;
47 Temor y lazo vinieron sobre nosotros, asolamiento y quebranto.
48 Ríos de lágrimas brotan de mis ojos por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

49 Mis ojos destilan sin cesar, porque no habrá alivio
50 hasta que Jehová mire y vea desde los cielos.
51 Mis ojos me han entristecido el alma a causa de todas las hijas de mi ciudad.

52 Mis enemigos, sin tener por qué, me han dado caza como a un ave;
53 me ataron vivo en una cisterna, y la cerraron con una piedra.
54 Las aguas cubrieron mi cabeza, y dije: «¡Muerto soy!»

55 Jehová, tu nombre invoqué desde la cárcel profunda,
56 y oíste mi voz. ¡No escondas tu oído del clamor de mis suspiros!,
57 pues te acercaste el día que te invoqué y dijiste: «No temas.»

58 Abogaste, Señor, la causa de mi alma, redimiste mi vida.
59 Jehová, tú que has visto el agravio que me hacen, ¡defiende mi causa!
60 Tú has visto toda su venganza, todos sus pensamientos contra mí.

61 Has oído, Jehová, sus ultrajes, todas sus maquinaciones contra mí,
62 los dichos de quienes contra mí se levantaron, y su designio contra mí todo el día.
63 Su sentarse y su levantarse mira, porque yo soy su canción.

64 ¡Dales el pago, Jehová, que merece la obra de sus manos!
65 ¡Entrégalos al endurecimiento de corazón y caiga tu maldición sobre ellos!
66 ¡Persíguelos, Jehová, en tu furor y quebrántalos debajo de los cielos!