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Yo soy el que ha experimentado el sufrimiento
    bajo los golpes de la furia del Señor.
Me ha llevado a regiones oscuras,
    me ha hecho andar por caminos sin luz;
una y otra vez, a todas horas,
    descarga su mano sobre mí.

Ha hecho envejecer mi carne y mi piel,
    ha hecho pedazos mis huesos;
ha levantado a mi alrededor
    un cerco de amargura y sufrimientos;
me ha hecho vivir en las sombras,
    como los que murieron hace tiempo.

Me encerró en un cerco sin salida;
    me oprimió con pesadas cadenas;
aunque grité pidiendo ayuda,
    no hizo caso de mis ruegos;
me cerró el paso con muros de piedra,
    ¡cambió el curso de mis senderos!

10 Él ha sido para mí como un león escondido,
    como un oso a punto de atacarme.
11 Me ha desviado del camino, me ha desgarrado,
    ¡me ha dejado lleno de terror!
12 ¡Tensó el arco y me puso
    como blanco de sus flechas!

13 Las flechas lanzadas por el Señor
    se me han clavado muy hondo.
14 Toda mi gente se burla de mí;
    a todas horas soy el tema de sus burlas.
15 El Señor me ha llenado de amarguras;
    amarga es la bebida que me ha dado.

16 Me estrelló los dientes contra el suelo;
    me hizo morder el polvo.
17 De mí se ha alejado la paz
    y he olvidado ya lo que es la dicha.
18 Hasta he llegado a pensar que ha muerto
    mi firme esperanza en el Señor.

19 Recuerdo mi tristeza y soledad,
    mi amargura y sufrimiento;
20 me pongo a pensar en ello
    y el ánimo se me viene abajo.
21 Pero una cosa quiero tener presente
    y poner en ella mi esperanza:

22 El amor del Señor no tiene fin,
    ni se han agotado sus bondades.
23 Cada mañana se renuevan;
    ¡qué grande es su fidelidad!
24 Y me digo: ¡El Señor lo es todo para mí;
    por eso en él confío!

25 El Señor es bueno con los que en él confían,
    con los que a él recurren.
26 Es mejor esperar en silencio
    a que el Señor nos ayude.
27 Es mejor que el hombre se someta
    desde su juventud.

28 El hombre debe quedarse solo y callado
    cuando el Señor se lo impone;
29 debe, humillado, besar el suelo,
    pues tal vez aún haya esperanza;
30 debe ofrecer la mejilla a quien le hiera,
    y recibir el máximo de ofensas.

31 El Señor no ha de abandonarnos
    para siempre.
32 Aunque hace sufrir, también se compadece,
    porque su amor es inmenso.
33 Realmente no le agrada afligir
    ni causar dolor a los hombres.

34 El pisotear sin compasión
    a los prisioneros del país,
35 el violar los derechos de un hombre
    en la propia cara del Altísimo,
36 el torcer la justicia de un proceso,
    son cosas que el Señor condena.

37 Cuando algo se dice, cuando algo pasa,
    es porque el Señor lo ha ordenado.
38 Tanto los bienes como los males
    vienen porque el Altísimo así lo dispone.
39 Siendo el hombre un pecador,
    ¿de qué se queja en esta vida?

40 Reflexionemos seriamente en nuestra conducta,
    y volvamos nuevamente al Señor.
41 Elevemos al Dios del cielo
    nuestros pensamientos y oraciones.
42 Nosotros pecamos y fuimos rebeldes,
    y tú no perdonaste.

43 Nos rodeaste con tu furia, nos perseguiste,
    ¡nos quitaste la vida sin miramientos!
44 Te envolviste en una nube
    para no escuchar nuestros ruegos.
45 Nos has tratado como a vil basura
    delante de toda la gente.

46 Todos nuestros enemigos
    abren la boca en contra de nosotros;
47 temores, trampas, destrucción y ruina,
    ¡eso es lo que nos ha tocado!
48 Ríos de lágrimas brotan de mis ojos
    ante la destrucción de mi amada ciudad.

49 Lloran mis ojos sin descanso,
    pues no habrá alivio
50 hasta que el Señor del cielo
    nos mire desde lo alto.
51 Me duelen los ojos hasta el alma,
    por lo ocurrido a las hijas de mi ciudad.

52 Sin tener ningún motivo,
    mis enemigos me han cazado como a un ave;
53 me enterraron vivo en un pozo,
    y con una piedra taparon la salida.
54 El agua me ha cubierto por completo,
    y he pensado: «Estoy perdido.»

55 Yo, Señor, invoco tu nombre
    desde lo más profundo del pozo:
56 tú escuchas mi voz,
    y no dejas de atender a mis ruegos.
57 El día que te llamo, vienes a mí,
    y me dices: «No tengas miedo.»

58 Tú me defiendes, Señor, en mi lucha,
    tú rescatas mi vida.
59 Tú ves, Señor, las injusticias que sufro,
    ¡hazme justicia!
60 Tú ves sus deseos de venganza
    y todos los planes que hacen contra mí.

61 Escucha, Señor, sus ofensas
    y todos los planes que hacen contra mí;
62 las habladurías de mis enemigos,
    que a todas horas hablan en contra mía.
63 ¡Mira cómo en todas sus acciones
    soy objeto de sus burlas!

64 Dales, Señor, su merecido,
    dales lo que sus hechos merecen.
65 Enduréceles el entendimiento,
    y pon sobre ellos tu maldición.
66 Persíguelos con furia, Señor,
    ¡haz que desaparezcan de este mundo!

¡Cómo se ha empañado el oro!
    ¡Cómo perdió su brillo el oro fino!
¡Esparcidas por todas las esquinas
    están las piedras del santuario!

Los habitantes de Sión, tan estimados,
    los que valían su peso en oro,
ahora son tratados como ollas de barro
    hechas por un simple alfarero.

Hasta las hembras de los chacales dan la teta
    y amamantan a sus cachorros,
pero la capital de mi pueblo es cruel,
    cruel como un avestruz del desierto.

Tienen tanta sed los niños de pecho
    que la lengua se les pega al paladar.
Piden los niños pan,
    pero no hay nadie que se lo dé.

Los que antes comían en abundancia,
    ahora mueren de hambre por las calles.
Los que crecieron en medio de lujos,
    ahora viven en los muladares.

La maldad de la capital de mi pueblo
    es mayor que el pecado de Sodoma,
la cual fue destruida en un instante
    sin que nadie la atacara.

Más blancos que la nieve eran sus hombres escogidos,
    más blancos que la leche;
su cuerpo, más rojizo que el coral;
    su porte, hermoso como el zafiro.

Pero ahora se ven más sombríos que las tinieblas;
    nadie en la calle podría reconocerlos.
La piel se les pega a los huesos,
    ¡la tienen seca como leña!

Mejor les fue a los que murieron en batalla
    que a los que murieron de hambre,
porque éstos murieron lentamente
    al faltarles los frutos de la tierra.

10 Con sus propias manos,
    mujeres de buen corazón cocieron a sus hijos;
sus propios hijos les sirvieron de comida
    al ser destruida la capital de mi pueblo.

11 El Señor agotó su enojo,
    dio rienda suelta al ardor de su furia;
le prendió fuego a Sión
    y destruyó hasta sus cimientos.

12 Jamás creyeron los reyes de la tierra,
    todos los que reinaban en el mundo,
que el enemigo, el adversario,
    entraría por las puertas de Jerusalén.

13 ¡Y todo por el pecado de sus profetas,
    por la maldad de sus sacerdotes,
que dentro de la ciudad misma
    derramaron sangre inocente!

14 Caminan inseguros, como ciegos,
    por las calles de la ciudad;
tan sucios están de sangre
    que nadie se atreve a tocarles la ropa.

15 «¡Apártense, apártense —les gritan—;
    son gente impura, no los toquen!»
«Son vagabundos en fuga —dicen los paganos—,
    no pueden seguir viviendo aquí.»

16 La presencia del Señor los dispersó,
    y no volvió a dirigirles la mirada.
No hubo respeto para los sacerdotes
    ni compasión para los ancianos.

17 Con los ojos cansados, pero atentos,
    en vano esperamos ayuda.
Pendientes estamos de la llegada
    de un pueblo que no puede salvar.

18 Vigilan todos nuestros pasos;
    no podemos salir a la calle.
Nuestro fin está cerca, nos ha llegado la hora;
    ¡ha llegado nuestro fin!

19 Más veloces que las águilas del cielo
    son nuestros perseguidores;
nos persiguen por los montes,
    ¡nos ponen trampas en el desierto!

20 Preso ha caído el escogido del Señor,
    el que daba aliento a nuestra vida,
el rey de quien decíamos:
    «A su sombra viviremos entre los pueblos.»

21 ¡Ríete, alégrate, nación de Edom;
    tú que reinas en la región de Us!
¡También a ti te llegará el trago amargo,
    y quedarás borracha y desnuda!

22 Tu castigo ha terminado, ciudad de Sión;
    el Señor no volverá a desterrarte.
Pero castigará tu maldad, nación de Edom,
    y pondrá al descubierto tus pecados.

Recuerda, Señor, lo que nos ha pasado;
    míranos, ve cómo nos ofenden.

Todo lo nuestro está ahora en manos de extranjeros;
    ahora nuestras casas son de gente extraña.

Estamos huérfanos, sin padre;
    nuestras madres han quedado como viudas.

¡Nuestra propia agua tenemos que comprarla;
    nuestra propia leña tenemos que pagarla!

Nos han puesto un yugo en el cuello;
    nos cansamos, y no nos dejan descansar.

Para llenarnos de pan, tendemos la mano
    a los egipcios y a los asirios.

Nuestros padres pecaron, y ya no existen,
    y nosotros cargamos con sus culpas.

Ahora somos dominados por esclavos,
    y no hay quien nos libre de sus manos.

El pan lo conseguimos a riesgo de la vida
    y a pesar de los guerreros del desierto.

10 La piel nos arde como un horno,
    por la fiebre que el hambre nos causa.

11 En Sión y en las ciudades de Judá,
    mujeres y niñas han sido deshonradas.

12 Nuestros jefes fueron colgados de las manos,
    los ancianos no fueron respetados.

13 A los hombres más fuertes los pusieron a moler;
    los jóvenes cayeron bajo el peso de la leña.

14 Ya no hay ancianos a las puertas de la ciudad;
    ya no se escuchan canciones juveniles.

15 Ya no tenemos alegría en el corazón;
    nuestras danzas de alegría acabaron en tristeza.

16 Se nos cayó de la cabeza la corona;
    ¡ay de nosotros, que hemos pecado!

17 Por eso tenemos enfermo el corazón;
    por eso se nos nubla la vista.

18 El monte Sión es un montón de ruinas;
    en él van y vienen las zorras.

19 Pero tú, Señor, por siempre reinarás;
    ¡siempre estarás en tu trono!

20 ¿Por qué has de olvidarnos para siempre?
    ¿Por qué has de abandonarnos tanto tiempo?

21 ¡Haznos volver a ti, Señor, y volveremos!
    ¡Haz que nuestra vida sea otra vez lo que antes fue!

22 Pero tú nos has rechazado por completo;
    mucho ha sido tu enojo con nosotros.

Esperanza de liberación por la misericordia de Dios

Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el látigo de su enojo.

Me guio y me llevó en tinieblas, y no en luz;

Ciertamente contra mí volvió y revolvió su mano todo el día.

Hizo envejecer mi carne y mi piel; quebrantó mis huesos;

Edificó baluartes contra mí, y me rodeó de amargura y de trabajo.

Me dejó en oscuridad, como los ya muertos de mucho tiempo.

Me cercó por todos lados, y no puedo salir; ha hecho más pesadas mis cadenas;

Aun cuando clamé y di voces, cerró los oídos a mi oración;

Cercó mis caminos con piedra labrada, torció mis senderos.

10 Fue para mí como oso que acecha, como león en escondrijos;

11 Torció mis caminos, y me despedazó; me dejó desolado.

12 Entesó su arco, y me puso como blanco para la saeta.

13 Hizo entrar en mis entrañas las saetas de su aljaba.

14 Fui escarnio a todo mi pueblo, burla de ellos todos los días;

15 Me llenó de amarguras, me embriagó de ajenjos.

16 Mis dientes quebró con cascajo, me cubrió de ceniza;

17 Y mi alma se alejó de la paz, me olvidé del bien,

18 Y dije: Perecieron mis fuerzas, y mi esperanza en Jehová.

19 Acuérdate de mi aflicción y de mi abatimiento, del ajenjo y de la hiel;

20 Lo tendré aún en memoria, porque mi alma está abatida dentro de mí;

21 Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré.

22 Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.

23 Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.

24 Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré.

25 Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca.

26 Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová.

27 Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud.

28 Que se siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso;

29 Ponga su boca en el polvo, por si aún hay esperanza;

30 Dé la mejilla al que le hiere, y sea colmado de afrentas.

31 Porque el Señor no desecha para siempre;

32 Antes si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias;

33 Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres.

34 Desmenuzar bajo los pies a todos los encarcelados de la tierra,

35 Torcer el derecho del hombre delante de la presencia del Altísimo,

36 Trastornar al hombre en su causa, el Señor no lo aprueba.

37 ¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?

38 ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno?

39 ¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado.

40 Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová;

41 Levantemos nuestros corazones y manos a Dios en los cielos;

42 Nosotros nos hemos rebelado, y fuimos desleales; tú no perdonaste.

43 Desplegaste la ira y nos perseguiste; mataste, y no perdonaste;

44 Te cubriste de nube para que no pasase la oración nuestra;

45 Nos volviste en oprobio y abominación en medio de los pueblos.

46 Todos nuestros enemigos abrieron contra nosotros su boca;

47 Temor y lazo fueron para nosotros, asolamiento y quebranto;

48 Ríos de aguas echan mis ojos por el quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

49 Mis ojos destilan y no cesan, porque no hay alivio

50 Hasta que Jehová mire y vea desde los cielos;

51 Mis ojos contristaron mi alma por todas las hijas de mi ciudad.

52 Mis enemigos me dieron caza como a ave, sin haber por qué;

53 Ataron mi vida en cisterna, pusieron piedra sobre mí;

54 Aguas cubrieron mi cabeza; yo dije: Muerto soy.

55 Invoqué tu nombre, oh Jehová, desde la cárcel profunda;

56 Oíste mi voz; no escondas tu oído al clamor de mis suspiros.

57 Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas.

58 Abogaste, Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida.

59 Tú has visto, oh Jehová, mi agravio; defiende mi causa.

60 Has visto toda su venganza, todos sus pensamientos contra mí.

61 Has oído el oprobio de ellos, oh Jehová, todas sus maquinaciones contra mí;

62 Los dichos de los que contra mí se levantaron, y su designio contra mí todo el día.

63 Su sentarse y su levantarse mira; yo soy su canción.

64 Dales el pago, oh Jehová, según la obra de sus manos.

65 Entrégalos al endurecimiento de corazón; tu maldición caiga sobre ellos.

66 Persíguelos en tu furor, y quebrántalos de debajo de los cielos, oh Jehová.

El castigo de Sion consumado

¡Cómo se ha ennegrecido el oro!

¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo!

Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles.

Los hijos de Sion, preciados y estimados más que el oro puro,

¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!

Aun los chacales dan la teta, y amamantan a sus cachorros;

La hija de mi pueblo es cruel como los avestruces en el desierto.

La lengua del niño de pecho se pegó a su paladar por la sed;

Los pequeñuelos pidieron pan, y no hubo quien se lo repartiese.

Los que comían delicadamente fueron asolados en las calles;

Los que se criaron entre púrpura se abrazaron a los estercoleros.

Porque se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma,(A)

Que fue destruida en un momento, sin que acamparan contra ella compañías.

Sus nobles fueron más puros que la nieve, más blancos que la leche;

Más rubios eran sus cuerpos que el coral, su talle más hermoso que el zafiro.

Oscuro más que la negrura es su aspecto; no los conocen por las calles;

Su piel está pegada a sus huesos, seca como un palo.

Más dichosos fueron los muertos a espada que los muertos por el hambre;

Porque estos murieron poco a poco por falta de los frutos de la tierra.

10 Las manos de mujeres piadosas cocieron a sus hijos;(B)

Sus propios hijos les sirvieron de comida en el día del quebrantamiento de la hija de mi pueblo.

11 Cumplió Jehová su enojo, derramó el ardor de su ira;

Y encendió en Sion fuego que consumió hasta sus cimientos.

12 Nunca los reyes de la tierra, ni todos los que habitan en el mundo,

Creyeron que el enemigo y el adversario entrara por las puertas de Jerusalén.

13 Es por causa de los pecados de sus profetas, y las maldades de sus sacerdotes,

Quienes derramaron en medio de ella la sangre de los justos.

14 Titubearon como ciegos en las calles, fueron contaminados con sangre,

De modo que no pudiesen tocarse sus vestiduras.

15 ¡Apartaos! ¡Inmundos! les gritaban; ¡Apartaos, apartaos, no toquéis!

Huyeron y fueron dispersados; se dijo entre las naciones:

Nunca más morarán aquí.

16 La ira de Jehová los apartó, no los mirará más;

No respetaron la presencia de los sacerdotes, ni tuvieron compasión de los viejos.

17 Aun han desfallecido nuestros ojos esperando en vano nuestro socorro;

En nuestra esperanza aguardamos a una nación que no puede salvar.

18 Cazaron nuestros pasos, para que no anduviésemos por nuestras calles;

Se acercó nuestro fin, se cumplieron nuestros días; porque llegó nuestro fin.

19 Ligeros fueron nuestros perseguidores más que las águilas del cielo;

Sobre los montes nos persiguieron, en el desierto nos pusieron emboscadas.

20 El aliento de nuestras vidas, el ungido de Jehová,

De quien habíamos dicho: A su sombra tendremos vida entre las naciones, fue apresado en sus lazos.

21 Gózate y alégrate, hija de Edom, la que habitas en tierra de Uz;

Aun hasta ti llegará la copa; te embriagarás, y vomitarás.

22 Se ha cumplido tu castigo, oh hija de Sion;

Nunca más te hará llevar cautiva.

Castigará tu iniquidad, oh hija de Edom;

Descubrirá tus pecados.

Oración del pueblo afligido

Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido;

Mira, y ve nuestro oprobio.

Nuestra heredad ha pasado a extraños,

Nuestras casas a forasteros.

Huérfanos somos sin padre;

Nuestras madres son como viudas.

Nuestra agua bebemos por dinero;

Compramos nuestra leña por precio.

Padecemos persecución sobre nosotros;

Nos fatigamos, y no hay para nosotros reposo.

Al egipcio y al asirio extendimos la mano, para saciarnos de pan.

Nuestros padres pecaron, y han muerto;

Y nosotros llevamos su castigo.

Siervos se enseñorearon de nosotros;

No hubo quien nos librase de su mano.

Con peligro de nuestras vidas traíamos nuestro pan

Ante la espada del desierto.

10 Nuestra piel se ennegreció como un horno

A causa del ardor del hambre.

11 Violaron a las mujeres en Sion,

A las vírgenes en las ciudades de Judá.

12 A los príncipes colgaron de las manos;

No respetaron el rostro de los viejos.

13 Llevaron a los jóvenes a moler,

Y los muchachos desfallecieron bajo el peso de la leña.

14 Los ancianos no se ven más en la puerta,

Los jóvenes dejaron sus canciones.

15 Cesó el gozo de nuestro corazón;

Nuestra danza se cambió en luto.

16 Cayó la corona de nuestra cabeza;

¡Ay ahora de nosotros! porque pecamos.

17 Por esto fue entristecido nuestro corazón,

Por esto se entenebrecieron nuestros ojos,

18 Por el monte de Sion que está asolado;

Zorras andan por él.

19 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre;

Tu trono de generación en generación.

20 ¿Por qué te olvidas completamente de nosotros,

Y nos abandonas tan largo tiempo?

21 Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos;

Renueva nuestros días como al principio.

22 Porque nos has desechado;

Te has airado contra nosotros en gran manera.

Álef

[a]Yo soy aquel que ha sufrido la aflicción
    bajo la vara de su ira.
Me ha hecho andar en las tinieblas
    y no en la luz.
Todo el día, una y otra vez,
    su mano se ha vuelto contra mí.

Bet

Ha hecho que mi carne y mi piel envejezcan;
    me ha quebrantado los huesos.
Me ha tendido un cerco
    de amargura y tribulaciones.
Me obliga a vivir en las tinieblas,
    como a los que hace tiempo murieron.

Guímel

Me tiene encerrado, no puedo escapar;
    me ha puesto pesadas cadenas.
Por más que grito y pido ayuda,
    él rechaza mi oración.
Cerró mi camino con bloques de piedra;
    ha torcido mis senderos.

Dálet

10 Me acecha como oso,
    como león escondido.
11 Me aparta del camino para despedazarme;
    ¡me deja sin ayuda!
12 Con el arco tenso,
    me ha hecho blanco de sus flechas.

He

13 Me ha partido el corazón
    con las flechas de su aljaba.
14 Soy el motivo de risa de todo mi pueblo;
    todo el día me cantan parodias.
15 Me ha llenado de amargura,
    me ha hecho beber hiel.

Vav

16 Con piedras me ha quebrado los dientes;
    me ha hecho morder el polvo.
17 Me ha quitado la paz;
    ya no recuerdo lo que es la dicha.
18 Y digo: «Me he quedado sin fuerzas
    y sin esperanza en el Señor».

Zayin

19 Recuerda que estoy afligido y ando errante,
    que estoy saturado de hiel y amargura.
20 Recuerdo esto bien
    y por eso me deprimo.
21 Pero algo más me viene a la memoria,
    lo cual me llena de esperanza:

Jet

22 Por el gran amor del Señor no hemos sido consumidos[b]
    y su compasión jamás se agota.
23 Cada mañana se renuevan sus bondades;
    ¡muy grande es su fidelidad!
24 Me digo a mí mismo:
    «El Señor es mi herencia.
    ¡En él esperaré!».

Tet

25 Bueno es el Señor con quienes esperan en él,
    con todos los que lo buscan.
26 Bueno es esperar calladamente
    la salvación del Señor.
27 Bueno es que el hombre aprenda
    a llevar el yugo desde su juventud.

Yod

28 ¡Déjenlo estar solo y en silencio,
    porque el Señor se lo ha impuesto!
29 ¡Que hunda el rostro en el polvo!
    ¡Tal vez haya esperanza todavía!
30 ¡Que dé la otra mejilla a quien lo hiera,
    y quede así cubierto de deshonra!

Caf

31 El Señor nos ha rechazado,
    pero no será para siempre.
32 Nos hace sufrir, pero también muestra compasión,
    porque es muy grande su amor.
33 El Señor nos hiere y nos aflige,
    pero no porque sea de su agrado.

Lámed

34 Cuando se aplasta bajo el pie
    a todos los prisioneros de la tierra,
35 cuando en presencia del Altísimo
    se le niegan al pueblo sus derechos
36 y no se hace justicia,
    ¿el Señor no se da cuenta?

Mem

37 ¿Quién puede anunciar algo y hacerlo realidad
    sin que el Señor dé la orden?
38 ¿No es acaso por la boca del Altísimo
    que acontece lo bueno y lo malo?
39 ¿Por qué habría de quejarse en vida
    quien es castigado por sus pecados?

Nun

40 Examinemos y pongamos a prueba nuestras conductas
    y volvamos al Señor.
41 Elevemos al Dios de los cielos
    nuestro corazón y nuestras manos.
42 Hemos pecado, hemos sido rebeldes
    y tú no nos has perdonado.

Sámej

43 Te cubriste de ira y nos persigues;
    nos matas sin piedad.
44 Te cubriste con una nube
    para no escuchar nuestra oración.
45 Como a escoria despreciable
    nos has arrojado entre las naciones.

Pe

46 Todos nuestros enemigos abren la boca
    para hablar mal de nosotros.
47 Hemos sufrido terrores y trampas,
    ruina y destrucción.
48 Ríos de lágrimas corren por mis mejillas
    porque ha sido destruida la hija de mi pueblo.

Ayin

49 Se inundarán en llanto mis ojos,
    sin cesar y sin consuelo,
50 hasta que el Señor
    contemple desde el cielo y vea.
51 Me duele en lo más profundo del alma
    ver sufrir a las mujeres de mi ciudad.

Tsade

52 Mis enemigos me persiguen sin razón,
    y quieren atraparme como a un ave.
53 Me quieren enterrar vivo
    y me tiraron piedras.
54 Las aguas me han cubierto la cabeza;
    tal parece que me ha llegado el fin.

Qof

55 Desde lo más profundo de la fosa
    invoqué, Señor, tu nombre,
56 y tú escuchaste mi plegaria:
    «No cierres tus oídos a mi clamor de alivio».
57 Te invoqué, y viniste a mí;
    «No temas», me dijiste.

Resh

58 Tú, Señor, te pusiste de mi parte;
    tú redimiste mi vida.
59 Tú, Señor, viste el mal que me causaron;
    ¡hazme justicia!
60 Tú notaste su sed de venganza
    y todas sus maquinaciones en mi contra.

Shin

61 Señor, tú has escuchado sus insultos
    y todos sus planes en mi contra;
62 tú sabes que todo el día mis enemigos
    murmuran y se confabulan contra mí.
63 ¡Míralos! Hagan lo que hagan,[c]
    se burlan de mí en sus canciones.

Tav

64 ¡Dales, Señor, su merecido
    por todo lo que han hecho!
65 Pon un velo sobre sus corazones,
    ¡y caiga sobre ellos tu maldición!
66 Persíguelos, Señor, en tu enojo,
    y bórralos de debajo de tus cielos.

Álef

[d]¡Cómo ha perdido el oro su brillo!
    ¡Se ha empañado el oro fino!
¡Regadas por las esquinas de las calles
    se han quedado las joyas sagradas!

Bet

A los valiosos hijos de Sión,
    que antes valían su peso en oro,
hoy se les ve como vasijas de barro,
    como la obra de un alfarero.

Guímel

Hasta los chacales ofrecen el pecho
    y dan leche a sus cachorros,
pero mi pueblo[e] ya no tiene sentimientos;
    ¡es como los avestruces del desierto!

Dálet

Tanta es la sed que tienen los niños
    que la lengua se les pega al paladar.
Piden pan los pequeñuelos,
    pero nadie se lo da.

He

Quienes antes comían los más ricos manjares
    hoy desfallecen de hambre por las calles.
Quienes antes se vestían de fina lana color púrpura
    hoy se revuelcan en medio de la basura.

Vav

Más grande que los pecados de Sodoma
    es la iniquidad de mi pueblo;
¡fue derribada en un instante
    y nadie tendió la mano para ayudarla!

Zayin

Más radiantes que la nieve eran sus príncipes
    y más blancos que la leche;
más rosado que el coral era su cuerpo;
    su apariencia era la del zafiro.

Jet

Pero ahora se ven más sucios que el hollín;
    en la calle nadie los reconoce.
Su piel, reseca como la leña,
    se les pega a los huesos.

Tet

¡Dichosos los que mueren por la espada,
    más que los que mueren de hambre!
Torturados por el hambre desfallecen,
    pues no cuentan con los frutos del campo.

Yod

10 Con sus manos, mujeres compasivas
    cocinaron a sus propios hijos,
y esos niños fueron su alimento
    cuando mi pueblo fue destruido.

Caf

11 El Señor dio rienda suelta a su enojo;
    dejó correr el ardor de su ira.
Prendió fuego a Sión
    y la consumió hasta sus cimientos.

Lámed

12 No creían los reyes de la tierra,
    ni tampoco los habitantes del mundo,
que los enemigos y adversarios de Jerusalén
    cruzarían alguna vez sus puertas.

Mem

13 Pero sucedió por los pecados de sus profetas,
    por las iniquidades de sus sacerdotes,
¡por derramar sangre inocente
    en las calles de la ciudad!

Nun

14 Manchados de sangre
    andan por las calles como ciegos.
No hay nadie que se atreva
    a tocar siquiera sus vestidos.

Sámej

15 «¡Largo de aquí, impuros!», les grita la gente.
    «¡Fuera! ¡Fuera! ¡No nos toquen!».
El pueblo de otras naciones paganas les dice:
    «Son unos vagabundos que andan huyendo.
    No pueden quedarse aquí más tiempo».

Pe

16 El Señor mismo los ha dispersado;
    ya no se preocupa por ellos.
Ya no hay respeto para los sacerdotes
    ni compasión para los ancianos.

Ayin

17 Para colmo, desfallecen nuestros ojos
    esperando en vano que alguien nos ayude.
Desde nuestras torres estamos en espera
    de una nación que no puede salvarnos.

Tsade

18 A cada paso nos acechan;
    no podemos ya andar por las calles.
Nuestro fin se acerca, nos ha llegado la hora;
    ¡nuestros días están contados!

Qof

19 Nuestros perseguidores resultaron
    más veloces que las águilas del cielo;
nos persiguieron por las montañas,
    nos acecharon en el desierto.

Resh

20 También cayó en sus redes el ungido del Señor,
    que era el aliento de nuestras vidas.
Era él de quien decíamos:
    ¡Viviremos bajo su sombra entre las naciones!

Shin

21 ¡Regocíjate y alégrate, hija de Edom,
    que vives como reina en la tierra de Uz!
¡Pero ya tendrás que beber de esta copa,
    y quedarás embriagada y desnuda!

Tav

22 Tu castigo se ha cumplido, hija de Sión;
    Dios no volverá a desterrarte.
Pero a ti, hija de Edom, te castigará por tu maldad
    y pondrá al descubierto tus pecados.

¡Recuerda, Señor, lo que nos ha sucedido!
    ¡Contempla y ve nuestra deshonra!
Nuestra heredad ha caído en manos extrañas;
    nuestro hogar, en manos de extranjeros.
No tenemos padre, hemos quedado huérfanos;
    viudas han quedado nuestras madres.
El agua que bebemos, tenemos que pagarla;
    la leña, tenemos que comprarla.
Los que nos persiguen nos pisan los talones;[f]
    estamos fatigados y no hallamos descanso.
Entramos en tratos[g] con Egipto y con Asiria
    para conseguir alimentos.
Nuestros antepasados pecaron y murieron,
    pero a nosotros nos tocó el castigo.
Ahora nos gobiernan los esclavos
    y no hay quien nos libre de sus manos.
Conseguimos pan a riesgo de nuestras vidas,
    al enfrentar las espadas del desierto.
10 La piel nos arde como un horno;
    de hambre nos da fiebre.
11 Las mujeres fueron violadas en Sión
    y las vírgenes, en las ciudades de Judá.
12 A nuestros príncipes los colgaron de las manos
    y a nuestros ancianos no los honraron.
13 A nuestros mejores jóvenes los pusieron a moler;
    los niños tropezaban bajo el peso de la leña.
14 Ya no se sientan los ancianos a las puertas de la ciudad;
    ni se escucha la música de los jóvenes.
15 En nuestro corazón no hay gozo;
    nuestra danza se convirtió en lamento.
16 Nuestra cabeza se ha quedado sin corona.
    ¡Ay de nosotros que hemos pecado!
17 Desfallece nuestro corazón;
    se apagan nuestros ojos,
18 porque el monte Sión se halla desolado,
    y sobre él rondan los chacales.

19 Pero tú, Señor, reinas eternamente;
    tu trono permanece de generación en generación.
20 ¿Por qué siempre nos olvidas?
    ¿Por qué nos abandonas tanto tiempo?
21 Permítenos volver a ti, Señor, y volveremos;
    renueva nuestra vida como antes.
22 La verdad es que nos has rechazado
    y te has excedido en tu enojo contra nosotros.

Notas al pie

  1. Lm 3 Este capítulo es un poema acróstico, que sigue el orden del alfabeto hebreo.
  2. 3:22 Por el gran … consumidos (TM); El gran amor del Señor nunca se acaba (Siríaca y Targum).
  3. 3:63 ¡Míralos! Hagan lo que hagan. Lit. Su sentarse y su levantarse mira.
  4. Lm 4 Este capítulo es un poema acróstico, que sigue el orden del alfabeto hebreo.
  5. 4:3 mi pueblo. Lit. la hija de mi pueblo; también en vv. 6 y 10.
  6. 5:5 Los que … los talones. Lit. Sobre nuestro cuello nos persiguen.
  7. 5:6 Entramos en tratos. Lit. Dimos la mano.

Tercer lamento acróstico[a]

El profeta

Yo soy el que ha sufrido
el duro castigo de Dios.
Él me forzó a caminar
por los caminos más oscuros;
no hay un solo momento
en que no me castigue.

4-6 Oscura tumba es mi vida;
¡es como si ya estuviera muerto!
Dios me rodeó por completo
de la miseria más terrible.
Me dejó sin fuerzas;
¡no tengo un solo hueso sano!

7-9 Se niega Dios a escucharme,
aunque siempre le pido ayuda.
A cada paso me pone tropiezos
y me hace perder el camino.
Me tiene preso y encadenado.
¡No puedo escaparme de él!

10-12 Objeto soy de sus ataques;
¡soy el blanco de sus flechas!
Como animal feroz me vigila,
esperando el momento de atacarme.
¡Me obliga a apartarme del camino
para que no pueda defenderme!

13-15 Ya me partió el corazón
con sus terribles flechas.
Dios ha llenado mi vida
de tristeza y amargura.
Todo el día y a todas horas,
la gente se burla de mí.

16 Estoy completamente derrotado,
porque Dios me hizo caer.
17 Ya no tengo tranquilidad;
la felicidad es sólo un recuerdo.
18 Me parece que de Dios
ya no puedo esperar nada.

19 Los más tristes recuerdos
me llenan de amargura.
20 Siempre los tengo presentes,
y eso me quita el ánimo.
21 Pero también me acuerdo
de algo que me da esperanza:

22 Sé que no hemos sido destruidos
porque Dios nos tiene compasión.
23 Sé que cada mañana se renuevan
su gran amor y su fidelidad.
24 Por eso digo que en él confío;
¡Dios es todo para mí!

25 Invito a todos a confiar en Dios
porque él es bondadoso.
26 Es bueno esperar con paciencia
que Dios venga a salvarnos,
27 y aprender desde nuestra juventud
que debemos soportar el sufrimiento.

28 Es conveniente callar
cuando Dios así lo ordena.
29-30 Y olvidar la venganza
cuando alguien nos golpea.
Debemos esperar con paciencia
que Dios venga a ayudarnos.

31 Realmente Dios nos ha rechazado,
pero no lo hará para siempre.
32-33 Nos hace sufrir y nos aflige,
pero no porque le guste hacerlo.
Nos hiere, pero nos tiene compasión,
porque su amor es muy grande.

34-36 Violar los derechos humanos
es algo que Dios no soporta.
Maltratar a los prisioneros
o no darles un juicio justo,
es algo que Dios no aprueba.

37 ¡Oye bien esto: Nada puedes hacer
sin que Dios te lo ordene!
38 ¡Todo lo bueno y lo malo
pasa porque él así lo ordena!
39 ¡No tenemos razón para quejarnos
si nos castiga por nuestros pecados!

40-42 Si pecamos contra Dios,
y él no quiere perdonarnos,
pensemos en qué lo hemos ofendido.
Dirijamos al Dios del cielo
nuestras oraciones más sinceras,
y corrijamos nuestra conducta.

43-44 Una nube envuelve a Dios;
no le deja escuchar nuestra oración.
Lleno de enojo, Dios nos persigue;
nos destruye sin ninguna compasión.
45 Nos ha expuesto ante las naciones
como si fuéramos lo peor.

46 Fuimos la burla del enemigo.
47 Sufrimos en carne propia
los horrores de la destrucción.
48 Cuando vi destruida mi ciudad
no pude contener las lágrimas.

49-51 Realmente me duele ver sufrir
a las mujeres de Jerusalén.
Se me llenan de lágrimas los ojos,
pero no hay quien me consuele.
¡Espero que desde el cielo
Dios nos mire y nos tenga compasión!

52-53 ¡Intentaron matarme,
y no sé por qué razón!
Mis enemigos me atraparon,
me encerraron en un pozo.
54 Estuve a punto de ahogarme;
¡creí que había llegado mi fin!

55 En la profundidad de ese pozo
te pedí ayuda, Dios mío,
56 y tú atendiste mis ruegos;
¡escuchaste mi oración!
57 Te llamé, y viniste a mí;
me dijiste que no tuviera miedo.

58 No me negaste tu ayuda,
sino que me salvaste la vida.
59 Dios mío, ¡ayúdame!
Mira el mal que me causaron,
60 mira el mal que piensan hacerme,
¡quieren vengarse de mí!

61 Tú sabes cómo me ofenden;
tú sabes que me hacen daño.
62 Tú bien sabes que mis enemigos
siempre hacen planes contra mí.
63 ¡Míralos! No importa lo que hagan,
siempre están burlándose de mí.

64-66 ¡Espero que los castigues
con toda tu furia!
¡Bórralos de este mundo!
Mi Dios, ¡dales su merecido
por todo lo que han hecho!
¡Maldícelos y hazlos sufrir!

Cuarto lamento acróstico[b]

El profeta

¡Perdió el oro su brillo!
¡Quedó totalmente empañado!
¡Por las esquinas de las calles
quedaron regadas las joyas del templo!

¡Oro puro! Así se valoraba
a los habitantes de Jerusalén,
¡pero ahora no valen más
que simples ollas de barro!

Bondadosas se muestran las lobas
cuando alimentan a sus cachorros,
pero las crueles madres israelitas
abandonan a sus hijos.

Reclaman pan nuestros niños,
pero nadie les da nada.
La lengua se les pega al paladar,
y casi se mueren de sed.

En las calles se mueren de hambre
los que antes comían manjares;
entre la basura se revuelcan
los que antes vestían con elegancia.

Cayó Jerusalén, pues ha pecado
más de lo que pecó Sodoma.
¡De pronto se vino abajo
y nadie pudo ayudarla!

Increíblemente hermosos
eran los líderes de Jerusalén;
estaban fuertes y sanos,
estaban llenos de vida.

Tan feos y enfermos se ven ahora
que nadie los reconoce.
Tienen la piel reseca como leña,
¡hasta se les ven los huesos!

A falta de alimentos,
todos mueren poco a poco.
¡Más vale morir en la guerra
que morirse de hambre!

10 ¡Destruida ha quedado Jerusalén!
¡Hasta las madres más cariñosas
cocinan a sus propios hijos
para alimentarse con ellos!

11 El enojo de Dios fue tan grande
que ya no pudo contenerse;
le prendió fuego a Jerusalén
y la destruyó por completo.

12 ¡Terminaron entrando a la ciudad
los enemigos de Jerusalén!
¡Nadie en el mundo se imaginaba
que esto pudiera ocurrir!

13 Injustamente ha muerto gente
a manos de profetas y sacerdotes.
Dios castigó a Jerusalén
por este grave pecado.

14 Juntos andan esos asesinos
como ciegos por las calles.
Tienen las manos llenas de sangre;
¡nadie se atreve a tocarlos!

15 En todas partes les gritan:
«¡Fuera de aquí, vagabundos!
¡No se atrevan a tocarnos!
¡No pueden quedarse a vivir aquí!»

16 Rechazados por Dios,
los líderes y sacerdotes
vagan por el mundo.
¡Dios se olvidó de ellos!

17 Una falsa esperanza tenemos:
que un pueblo venga a salvarnos;
pero nuestros ojos están cansados.
¡Nadie vendrá en nuestra ayuda!

18 Se acerca nuestro fin.
No podemos andar libremente,
pues por todas partes nos vigilan;
¡nuestros días están contados!

19 Aun más veloces que las águilas
son nuestros enemigos.
Por las montañas y por el desierto
nos persiguen sin descanso.

20 La sombra que nos protegía
era nuestro rey;
Dios mismo nos lo había dado.
¡Pero hasta él cayó prisionero!

21 Esto mismo lo sufrirás tú,
que te crees la reina del desierto.
Puedes reírte ahora, ciudad de Edom,
¡pero un día te quedarás desnuda!

22 No volverá Dios a castigarte,
bella ciudad de Jerusalén,
pues ya se ha cumplido tu castigo.
Pero a ti, ciudad de Edom,
Dios te castigará por tus pecados.

Quinto lamento

El pueblo de Jerusalén

Dios mío, fíjate en nuestra desgracia;
date cuenta de que nos ofenden.

Nuestras tierras y nuestra patria
han caído en manos de extranjeros.

Nos hemos quedado sin padre;
nuestras madres han quedado viudas.

¡Hasta el agua y la leña
tenemos que pagarlas!

El enemigo nos persigue.
Nos tiene acorralados.

¡A nuestros peores enemigos,
tenemos que pedirles alimento!

Pecaron nuestros antepasados,
¡y Dios nos castigó a nosotros!

Los esclavos se creen reyes,
¡y no podemos librarnos de ellos!

Para conseguir alimentos,
arriesgamos la vida en el desierto.

10 Tanta es el hambre que tenemos
que hasta deliramos.

11 En todas nuestras ciudades
violaron a nuestras mujeres.

12 No respetaron a nuestros jefes;
¡los colgaron de las manos!

13 Nuestros jóvenes y niños
cargan leña como esclavos.

14 Ya los jóvenes no cantan
ni se reúnen los ancianos.

15 No tenemos motivo de alegría;
en vez de danzas, hay tristeza.

16 ¡Pobres de nosotros!
Por el pecado perdimos el reino.

17 Vamos perdiendo las fuerzas;
estamos a punto de morir.

18 El monte Sión ha quedado desierto;
sólo se ven animales salvajes.

19 Pero tú, Dios nuestro,
reinas para siempre.
¡Tú eres nuestro rey!

20 ¿Por qué te olvidas de nosotros
y nos abandonas tanto tiempo?

21 ¡Déjanos volver a ti, y volveremos!
¡Devuélvenos el poder que tuvimos!

22 En verdad nos diste la espalda;
¡se te fue la mano!

Notas al pie

  1. Lamentaciones 3:1 Acróstico: Véase nota en 1.1.
  2. Lamentaciones 4:1 Acróstico: Véase nota en 1.1.

Lamentación del afligido

Yo soy el hombre que ha visto la aflicción
bajo la vara de su furor(A).
Él me ha llevado y me ha hecho andar
en tinieblas y no en luz(B).
Ciertamente contra mí ha vuelto y revuelto
su mano(C) todo el día.
Ha hecho que se consuman mi carne y mi piel,
ha quebrado mis huesos(D).
Me ha sitiado[a] y rodeado
de amargura[b](E) y de fatiga(F).
En lugares tenebrosos me ha hecho morar,
como los que han muerto hace tiempo(G).
Con muro me ha cercado y no puedo salir(H),
ha hecho pesadas mis cadenas[c](I).
Aun cuando clamo y pido auxilio,
Él cierra el paso a mi oración(J).
Ha cerrado[d] mis caminos con piedra labrada,
ha hecho tortuosos mis senderos(K).
10 Él es para mí como oso en acecho,
como león en lugares ocultos.
11 Ha desviado mis caminos y me ha destrozado(L),
me ha dejado desolado.
12 Ha entesado su arco(M)
y me ha puesto como blanco de la flecha(N).
13 Hizo que penetraran en mis entrañas[e]
las flechas[f] de su aljaba(O).
14 He venido a ser objeto de burla de todo mi pueblo(P),
su copla(Q) todo el día.
15 Él me ha llenado de amargura,
me ha embriagado con ajenjo(R).
16 Ha quebrado con guijarro(S) mis dientes(T),
ha hecho que me revuelque en el polvo(U).
17 Y mi alma ha sido privada[g] de la paz(V),
he olvidado la felicidad[h].
18 Digo, pues: Ha perecido mi vigor,
y mi esperanza(W) que venía del Señor.

19 Acuérdate de mi aflicción y de mi vagar[i],
del ajenjo y de la amargura[j](X).
20 Ciertamente lo recuerda y se abate
mi alma(Y) dentro de mí(Z).
21 Esto traigo a mi corazón,
por esto tengo esperanza(AA):
22 Que las misericordias del Señor jamás terminan[k](AB),
pues nunca fallan sus bondades(AC);
23 son nuevas cada mañana(AD);
¡grande es tu fidelidad(AE)!
24 El Señor es mi porción —dice mi alma(AF)
por eso en Él espero(AG).
25 Bueno es el Señor para los que en Él esperan(AH),
para el alma que le busca(AI).
26 Bueno es esperar en silencio
la salvación del Señor(AJ).
27 Bueno es para el hombre llevar
el yugo en su juventud.
28 Que se siente solo(AK) y en silencio
ya que Él se lo ha impuesto;
29 que ponga su boca en el polvo(AL),
quizá haya esperanza(AM);
30 que dé la mejilla(AN) al que lo hiere;
que se sacie de oprobios.
31 Porque no rechaza para siempre el Señor(AO),
32 antes bien, si aflige, también se compadecerá
según su gran misericordia(AP).
33 Porque Él no castiga por gusto[l],
ni aflige a los hijos de los hombres(AQ).
34 Aplastar bajo los[m] pies
a todos los prisioneros de un país,
35 privar del[n] derecho a un hombre
en presencia del Altísimo(AR),
36 defraudar[o] a un hombre en su litigio:
estas cosas no aprueba[p] el Señor(AS).
37 ¿Quién es aquel[q] que habla y así sucede,
a menos que el Señor lo haya ordenado(AT)?
38 ¿No salen de la boca del Altísimo
tanto el mal como el bien(AU)?

39 ¿Por qué ha de quejarse el ser viviente?
¡Sea valiente frente a sus pecados(AV)!
40 Examinemos nuestros caminos y escudriñémoslos,
y volvamos al Señor(AW);
41 alcemos nuestro corazón en nuestras manos[r]
hacia Dios en los cielos(AX).
42 Nosotros hemos transgredido y nos hemos rebelado(AY);
tú no has perdonado(AZ).
43 Te has cubierto de ira y nos has perseguido(BA);
has matado y no has perdonado(BB).
44 Te has cubierto de una nube(BC)
para que no pase la oración(BD).
45 Basura y escoria nos has hecho
en medio de los pueblos(BE).
46 Han abierto su boca contra nosotros
todos nuestros enemigos(BF).
47 Terror y foso nos han sobrevenido(BG),
desolación y destrucción.
48 Arroyos de agua derraman mis ojos
a causa de la destrucción[s] de la hija de mi pueblo(BH).
49 Mis ojos fluyen sin cesar,
ya que no hay descanso(BI)
50 hasta que mire y vea
el Señor desde los cielos(BJ).
51 Mis ojos causan dolor a mi alma
por todas las hijas de mi ciudad.
52 Constantemente me han dado caza(BK) como a un ave(BL)
mis enemigos, sin haber causa;
53 silenciaron mi vida en la fosa(BM),
pusieron piedra[t](BN) sobre mí.
54 Cubrieron las aguas mi cabeza,
dije: ¡Estoy perdido(BO)!
55 Invoqué tu nombre, oh Señor,
desde la fosa más profunda(BP).
56 Tú oíste mi voz(BQ): No escondas
tu oído a mi clamor(BR), a mi grito de auxilio.
57 Te acercaste el día que te invoqué(BS),
dijiste: No temas(BT).
58 Tú has defendido, oh Señor, la causa de mi alma(BU),
tú has redimido mi vida(BV).
59 Tú has visto, oh Señor, mi opresión(BW),
juzga mi causa(BX).
60 Has visto toda su venganza,
todas sus tramas contra mí(BY).
61 Has oído sus oprobios, oh Señor,
todas sus tramas contra mí(BZ);
62 los labios de mis agresores y sus murmuraciones
están contra mí todo el día(CA).
63 Se sienten o se levanten, míralos(CB),
yo soy el objeto de su copla(CC).
64 Tú les darás su pago, oh Señor,
conforme a la obra de sus manos(CD).
65 Les darás dureza[u] de corazón(CE),
tu maldición será sobre ellos.
66 Los perseguirás con ira y los destruirás(CF)
de debajo de los cielos del Señor(CG).

Sufrimientos a causa del sitio

¡Cómo se ha ennegrecido el oro,
cómo ha cambiado el oro puro!
Esparcidas están las piedras sagradas
por las esquinas[v] de todas las calles(CH).
Los hijos preciados de Sión,
que valían su peso en oro puro,
¡cómo son tenidos por vasijas de barro,
obra de manos de alfarero(CI)!
Aun los chacales dan las ubres,
dan de mamar a sus crías(CJ);
pero la hija de mi pueblo se ha vuelto cruel(CK)
como los avestruces(CL) en el desierto.
La lengua del niño de pecho se le pega
al paladar por la sed(CM);
los pequeños piden pan(CN),
pero no hay quien lo reparta.
Los que comían manjares
andan desolados por las calles(CO);
los que se criaron entre púrpura[w]
abrazan estercoleros[x].
La iniquidad de la hija de mi pueblo
es mayor que el pecado de Sodoma(CP),
que fue derribada(CQ) en un instante
sin que manos actuaran contra[y] ella.
Sus consagrados[z] eran más puros que la nieve(CR),
más blancos que la leche,
más rojizos de cuerpo[aa] que los corales,
como el zafiro(CS) su apariencia.
Más negro que el hollín es su aspecto,
no se les reconoce por las calles;
se ha pegado su piel a sus huesos(CT),
se ha marchitado, se ha vuelto como madera(CU).
Más dichosos son los que mueren[ab] a espada
que los que mueren[ac] de hambre,
que se consumen[ad](CV), extenuados,
por falta de los frutos de los[ae] campos(CW).
10 Las manos de mujeres compasivas
cocieron a sus propios hijos(CX),
que les sirvieron de comida(CY)
a causa de la destrucción de la hija de mi pueblo.
11 El Señor ha cumplido su furor,
ha derramado su ardiente ira;
y ha encendido un fuego(CZ) en Sión
que ha consumido sus cimientos(DA).
12 No creyeron los reyes de la tierra,
ni ninguno de los habitantes del mundo(DB),
que pudieran entrar el adversario y el enemigo
por las puertas de Jerusalén(DC).
13 A causa de los pecados de sus profetas
y de las iniquidades de sus sacerdotes,
quienes derramaron en medio de ella
la sangre(DD) de los justos(DE),
14 vagaron ciegos por las calles(DF),
manchados de sangre(DG),
sin que nadie pudiera tocar sus vestidos(DH).
15 ¡Apartaos! ¡Inmundos! gritaban de sí mismos[af](DI).
¡Apartaos, apartaos, no toquéis!
Así que huyeron y vagaron(DJ);
entre las naciones se decía[ag]:
No seguirán residiendo entre nosotros.
16 La presencia del Señor los dispersó,
no volverá a mirarlos.
No honraron a[ah] los sacerdotes(DK),
ni tuvieron piedad de los ancianos.
17 Aun nuestros ojos desfallecían,
buscar ayuda[ai] fue inútil(DL).
En nuestro velar hemos aguardado[aj](DM)
a una nación incapaz de salvar.
18 Ponían trampas a nuestros pasos(DN)
para que no anduviéramos por nuestras calles.
Se acercó nuestro fin,
se cumplieron nuestros días,
porque había llegado nuestro fin(DO).
19 Nuestros perseguidores eran más veloces
que las águilas del cielo;
por los montes nos persiguieron,
en el desierto nos tendieron emboscadas(DP).
20 El aliento de nuestras vidas[ak](DQ), el ungido del Señor(DR),
fue atrapado en sus fosos,
aquel de quien habíamos dicho(DS): A su sombra(DT)
viviremos entre las naciones.
21 Regocíjate y alégrate, hija de Edom(DU),
la que habitas en la tierra de Uz;
también a ti pasará la copa(DV),
te embriagarás y te desnudarás.
22 Se ha completado el castigo de tu iniquidad, hija de Sión:
no volverá Él a desterrarte(DW);
mas castigará tu iniquidad, hija de Edom;
pondrá al descubierto tus pecados(DX).

Plegaria de Jeremías por el pueblo

Acuérdate, oh Señor, de lo que nos ha sucedido;
mira y ve nuestro oprobio(DY).
Nuestra heredad ha pasado a extraños(DZ),
nuestras casas a extranjeros(EA).
Hemos quedado huérfanos, sin padre,
nuestras madres, como viudas(EB).
Por el agua que bebemos tenemos que pagar[al],
nuestra leña nos llega por precio(EC).
Sobre nuestros cuellos están nuestros perseguidores[am];
no hay descanso para nosotros, estamos agotados(ED).
A Egipto y a Asiria nos hemos sometido[an]
para saciarnos de pan(EE).
Nuestros padres pecaron, ya no existen,
y nosotros cargamos con sus iniquidades(EF).
Esclavos dominan sobre nosotros(EG),
no hay quien nos libre de su mano(EH).
Con peligro de nuestras vidas[ao] conseguimos nuestro pan(EI),
enfrentándonos a la espada del desierto.
10 Nuestra piel quema como un horno,
a causa de los ardores[ap] del hambre(EJ).
11 Violaron a las mujeres en Sión(EK),
a las vírgenes en las ciudades de Judá.
12 Los príncipes fueron colgados de sus manos,
los rostros de los ancianos no fueron respetados(EL).
13 Los jóvenes trabajaron en[aq] el molino(EM),
y los muchachos cayeron bajo el peso de la leña(EN).
14 Los ancianos se han apartado de[ar] las puertas,
los jóvenes de su música(EO).
15 Ha cesado el gozo de nuestro corazón,
se ha convertido en duelo nuestra danza(EP).
16 Ha caído la corona de nuestra cabeza(EQ).
¡Ay de nosotros, pues hemos pecado(ER)!
17 Por esto está abatido nuestro corazón(ES),
por estas cosas se nublan nuestros ojos(ET),
18 por el monte Sión que está asolado(EU);
las zorras merodean en él(EV).

19 Mas[as] tú, oh Señor, reinas[at] para siempre,
tu trono permanece de generación en generación(EW).
20 ¿Por qué te olvidas para siempre de nosotros,
y nos abandonas a perpetuidad[au](EX)?
21 Restáuranos a ti, oh Señor, y seremos restaurados(EY);
renueva nuestros días como antaño(EZ),
22 a no ser que nos hayas desechado totalmente(FA),
y estés enojado en gran manera contra nosotros(FB).

Notas al pie

  1. Lamentaciones 3:5 Lit., Ha edificado contra mí
  2. Lamentaciones 3:5 Lit., hiel
  3. Lamentaciones 3:7 Lit., mi bronce
  4. Lamentaciones 3:9 Lit., cercado
  5. Lamentaciones 3:13 Lit., riñones
  6. Lamentaciones 3:13 Lit., hijos
  7. Lamentaciones 3:17 Lit., has rechazado
  8. Lamentaciones 3:17 Lit., el bien
  9. Lamentaciones 3:19 O, sufrimiento
  10. Lamentaciones 3:19 Lit., hiel
  11. Lamentaciones 3:22 Así en un ms., el Targum y la versión siriaca; en heb., porque no somos consumidos
  12. Lamentaciones 3:33 Lit., de su corazón
  13. Lamentaciones 3:34 Lit., sus
  14. Lamentaciones 3:35 O, poner a un lado el
  15. Lamentaciones 3:36 Lit., hacer torcer
  16. Lamentaciones 3:36 Lit., ve
  17. Lamentaciones 3:37 Lit., este
  18. Lamentaciones 3:41 Lit., a las palmas
  19. Lamentaciones 3:48 Lit., quebranto
  20. Lamentaciones 3:53 O, arrojaron piedra
  21. Lamentaciones 3:65 O, insolencia
  22. Lamentaciones 4:1 Lit., la cabeza
  23. Lamentaciones 4:5 O, carmesí
  24. Lamentaciones 4:5 O, cenizales
  25. Lamentaciones 4:6 O, se restregaran sobre
  26. Lamentaciones 4:7 O, nazareos
  27. Lamentaciones 4:7 Lit., huesos
  28. Lamentaciones 4:9 Lit., traspasados
  29. Lamentaciones 4:9 Lit., traspasados
  30. Lamentaciones 4:9 Lit., se desvanecen
  31. Lamentaciones 4:9 Lit., mis
  32. Lamentaciones 4:15 O, les gritaban
  33. Lamentaciones 4:15 Lit., dijeron
  34. Lamentaciones 4:16 Lit., No alzaron los rostros de
  35. Lamentaciones 4:17 Lit., nuestra ayuda
  36. Lamentaciones 4:17 Lit., velado
  37. Lamentaciones 4:20 Lit., narices
  38. Lamentaciones 5:4 Lit., Bebemos nuestra agua por plata
  39. Lamentaciones 5:5 Lit., hemos sido perseguidos
  40. Lamentaciones 5:6 Lit., hemos dado la mano
  41. Lamentaciones 5:9 Lit., Con nuestra alma
  42. Lamentaciones 5:10 O, ante los tormentos
  43. Lamentaciones 5:13 Lit., cargaron
  44. Lamentaciones 5:14 Lit., cesado de estar a
  45. Lamentaciones 5:19 Así en algunos mss. y versiones antiguas; el T.M. omite: Mas
  46. Lamentaciones 5:19 Lit., te sientas
  47. Lamentaciones 5:20 Lit., hasta largura de días