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Y ella envió a llamar a Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo: ¿No te ha mandado Jehová Dios de Israel, diciendo: Ve, junta a tu gente en el monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón; y yo atraeré hacia ti al arroyo de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos? Barac le respondió: Si tú fueres conmigo, yo iré; pero si no fueres conmigo, no iré. Ella dijo: Iré contigo; mas no será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer venderá Jehová a Sísara. Y levantándose Débora, fue con Barac a Cedes. 10 Y juntó Barac a Zabulón y a Neftalí en Cedes, y subió con diez mil hombres a su mando; y Débora subió con él.

11 Y Heber ceneo, de los hijos de Hobab suegro de Moisés, se había apartado de los ceneos, y había plantado sus tiendas en el valle de Zaanaim, que está junto a Cedes.

12 Vinieron, pues, a Sísara las nuevas de que Barac hijo de Abinoam había subido al monte de Tabor. 13 Y reunió Sísara todos sus carros, novecientos carros herrados, con todo el pueblo que con él estaba, desde Haroset-goim hasta el arroyo de Cisón. 14 Entonces Débora dijo a Barac: Levántate, porque este es el día en que Jehová ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No ha salido Jehová delante de ti? Y Barac descendió del monte de Tabor, y diez mil hombres en pos de él. 15 Y Jehová quebrantó a Sísara, a todos sus carros y a todo su ejército, a filo de espada delante de Barac; y Sísara descendió del carro, y huyó a pie. 16 Mas Barac siguió los carros y el ejército hasta Haroset-goim, y todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada, hasta no quedar ni uno.

17 Y Sísara huyó a pie a la tienda de Jael mujer de Heber ceneo; porque había paz entre Jabín rey de Hazor y la casa de Heber ceneo. 18 Y saliendo Jael a recibir a Sísara, le dijo: Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor. Y él vino a ella a la tienda, y ella le cubrió con una manta. 19 Y él le dijo: Te ruego me des de beber un poco de agua, pues tengo sed. Y ella abrió un odre de leche y le dio de beber, y le volvió a cubrir. 20 Y él le dijo: Estate a la puerta de la tienda; y si alguien viniere, y te preguntare, diciendo: ¿Hay aquí alguno? tú responderás que no. 21 Pero Jael mujer de Heber tomó una estaca de la tienda, y poniendo un mazo en su mano, se le acercó calladamente y le metió la estaca por las sienes, y la enclavó en la tierra, pues él estaba cargado de sueño y cansado; y así murió. 22 Y siguiendo Barac a Sísara, Jael salió a recibirlo, y le dijo: Ven, y te mostraré al varón que tú buscas. Y él entró donde ella estaba, y he aquí Sísara yacía muerto con la estaca por la sien.

23 Así abatió Dios aquel día a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel. 24 Y la mano de los hijos de Israel fue endureciéndose más y más contra Jabín rey de Canaán, hasta que lo destruyeron.

Cántico de Débora y de Barac

Aquel día cantó Débora con Barac hijo de Abinoam, diciendo:

Por haberse puesto al frente los caudillos en Israel,

Por haberse ofrecido voluntariamente el pueblo,

Load a Jehová.

Oíd, reyes; escuchad, oh príncipes;

Yo cantaré a Jehová,

Cantaré salmos a Jehová, el Dios de Israel.

Cuando saliste de Seir, oh Jehová,

Cuando te marchaste de los campos de Edom,

La tierra tembló, y los cielos destilaron,

Y las nubes gotearon aguas.

Los montes temblaron delante de Jehová,

Aquel Sinaí, delante de Jehová Dios de Israel.(A)

En los días de Samgar hijo de Anat,

En los días de Jael, quedaron abandonados los caminos,

Y los que andaban por las sendas se apartaban por senderos torcidos.

Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído,

Hasta que yo Débora me levanté,

Me levanté como madre en Israel.

Cuando escogían nuevos dioses,

La guerra estaba a las puertas;

¿Se veía escudo o lanza

Entre cuarenta mil en Israel?

Mi corazón es para vosotros, jefes de Israel,

Para los que voluntariamente os ofrecisteis entre el pueblo.

Load a Jehová.

10 Vosotros los que cabalgáis en asnas blancas,

Los que presidís en juicio,

Y vosotros los que viajáis, hablad.

11 Lejos del ruido de los arqueros, en los abrevaderos,

Allí repetirán los triunfos de Jehová,

Los triunfos de sus aldeas en Israel;

Entonces marchará hacia las puertas el pueblo de Jehová.

12 Despierta, despierta, Débora;

Despierta, despierta, entona cántico.

Levántate, Barac, y lleva tus cautivos, hijo de Abinoam.

13 Entonces marchó el resto de los nobles;

El pueblo de Jehová marchó por él en contra de los poderosos.

14 De Efraín vinieron los radicados en Amalec,

En pos de ti, Benjamín, entre tus pueblos;

De Maquir descendieron príncipes,

Y de Zabulón los que tenían vara de mando.

15 Caudillos también de Isacar fueron con Débora;

Y como Barac, también Isacar

Se precipitó a pie en el valle.

Entre las familias de Rubén

Hubo grandes resoluciones del corazón.

16 ¿Por qué te quedaste entre los rediles,

Para oír los balidos de los rebaños?

Entre las familias de Rubén

Hubo grandes propósitos del corazón.

17 Galaad se quedó al otro lado del Jordán;

Y Dan, ¿por qué se estuvo junto a las naves?

Se mantuvo Aser a la ribera del mar,

Y se quedó en sus puertos.

18 El pueblo de Zabulón expuso su vida a la muerte,

Y Neftalí en las alturas del campo.

19 Vinieron reyes y pelearon;

Entonces pelearon los reyes de Canaán,

En Taanac, junto a las aguas de Meguido,

Mas no llevaron ganancia alguna de dinero.

20 Desde los cielos pelearon las estrellas;

Desde sus órbitas pelearon contra Sísara.

21 Los barrió el torrente de Cisón,

El antiguo torrente, el torrente de Cisón.

Marcha, oh alma mía, con poder.

22 Entonces resonaron los cascos de los caballos

Por el galopar, por el galopar de sus valientes.

23 Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Jehová;

Maldecid severamente a sus moradores,

Porque no vinieron al socorro de Jehová,

Al socorro de Jehová contra los fuertes.

24 Bendita sea entre las mujeres Jael,

Mujer de Heber ceneo;

Sobre las mujeres bendita sea en la tienda.

25 Él pidió agua, y ella le dio leche;

En tazón de nobles le presentó crema.

26 Tendió su mano a la estaca,

Y su diestra al mazo de trabajadores,

Y golpeó a Sísara; hirió su cabeza,

Y le horadó, y atravesó sus sienes.

27 Cayó encorvado entre sus pies, quedó tendido;

Entre sus pies cayó encorvado;

Donde se encorvó, allí cayó muerto.

28 La madre de Sísara se asoma a la ventana,

Y por entre las celosías a voces dice:

¿Por qué tarda su carro en venir?

¿Por qué las ruedas de sus carros se detienen?

29 Las más avisadas de sus damas le respondían,

Y aun ella se respondía a sí misma:

30 ¿No han hallado botín, y lo están repartiendo?

A cada uno una doncella, o dos;

Las vestiduras de colores para Sísara,

Las vestiduras bordadas de colores;

La ropa de color bordada de ambos lados, para los jefes de los que tomaron el botín.

31 Así perezcan todos tus enemigos, oh Jehová;

Mas los que te aman, sean como el sol cuando sale en su fuerza.

Y la tierra reposó cuarenta años.

Débora mandó llamar a Barac, hijo de Abinoán, que vivía en Cedes de Neftalí y le dijo:

—El Señor, el Dios de Israel, ordena: “Ve y reúne en el monte Tabor a diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón. Yo atraeré a Sísara, comandante del ejército de Jabín, con sus carros y sus tropas, hasta el arroyo Quisón. Allí lo entregaré en tus manos”.

Barac dijo:

—Solo iré si tú me acompañas; de lo contrario, no iré.

—¡Está bien, iré contigo! —dijo Débora—. Pero, por la manera en que vas a encarar este asunto, la gloria no será tuya, ya que el Señor entregará a Sísara en manos de una mujer.

Así que Débora fue con Barac hasta Cedes, 10 donde él convocó a las tribus de Zabulón y Neftalí. Diez mil hombres se pusieron a sus órdenes y también Débora subió con él.

11 Héber el quenita, por su parte, se había separado de los otros quenitas que descendían de Hobab, el suegro de Moisés, y armó su campamento junto al gran árbol que está en Sananín, cerca de Cedes.

12 Cuando informaron a Sísara que Barac, hijo de Abinoán, había subido al monte Tabor, 13 Sísara convocó a sus novecientos carros de hierro y a todos sus soldados, desde Jaroset Goyim hasta el arroyo Quisón.

14 Entonces Débora dijo a Barac:

—¡Adelante! Este es el día en que el Señor entregará a Sísara en tus manos. ¿Acaso no marcha el Señor al frente de tu ejército?

Barac descendió del monte Tabor, seguido por los diez mil hombres. 15 Ante el avance de Barac, el Señor desbarató a Sísara a filo de espada, con todos sus carros y su ejército, a tal grado que Sísara saltó de su carro y huyó a pie.

16 Barac persiguió a los carros y al ejército hasta Jaroset Goyim. Todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada; no quedó nadie con vida.

17 Mientras tanto, Sísara había huido a pie hasta la tienda de campaña de Jael, la esposa de Héber el quenita, pues había buenas relaciones entre Jabín, rey de Jazor, y el clan de Héber el quenita.

18 Jael salió al encuentro de Sísara y le dijo:

—¡Adelante, mi señor! Entre usted por aquí. No tenga miedo.

Sísara entró en la tienda y ella lo cubrió con una manta.

19 —Tengo sed —dijo él—. ¿Podrías darme un poco de agua?

Ella destapó un odre de leche, le dio de beber y volvió a cubrirlo.

20 —Párate a la entrada de la tienda de campaña —dijo él—. Si alguien viene y te pregunta: “¿Hay alguien aquí?”, contéstale que no.

21 Pero Jael, esposa de Héber, tomó una estaca de la tienda de campaña y un martillo, y con todo sigilo se acercó a Sísara, quien agotado por el cansancio dormía profundamente. Entonces le clavó la estaca en la sien y se la atravesó, hasta clavarla en la tierra. Así murió Sísara.

22 Barac pasó por allí persiguiendo a Sísara y Jael salió a su encuentro. «Ven —dijo ella— y te mostraré al hombre que buscas». Barac entró con ella y allí estaba tendido Sísara, muerto y con la estaca atravesándole la sien.

23 Aquel día Dios humilló en presencia de los israelitas a Jabín, el rey cananeo. 24 Y el poder de los israelitas contra Jabín se consolidaba cada vez más, hasta que lo destruyeron.

La canción de Débora

Aquel día Débora y Barac, hijo de Abinoán, entonaron este canto:

«Cuando los príncipes de Israel toman el mando,
    cuando el pueblo se ofrece voluntariamente,
    ¡bendito sea el Señor!

»¡Oigan, reyes! ¡Escuchen, gobernantes!
    Yo cantaré, cantaré al Señor;
    tocaré música al Señor, el Dios de Israel.

»Oh Señor, cuando saliste de Seír,
    cuando marchaste desde los campos de Edom,
tembló la tierra, fluyeron los cielos,
    las nubes derramaron agua.
Temblaron las montañas al ver al Señor, el Dios del Sinaí;
    al ver al Señor, el Dios de Israel.

»En los días de Samgar, hijo de Anat,
    en los días de Jael, los viajeros abandonaron los caminos
    y se fueron por sendas torcidas.
Los campesinos de Israel desaparecieron;
    desaparecieron hasta que yo me levanté.
    ¡Yo, Débora, me levanté como una madre en Israel!
Dios eligió nuevos líderes,
    cuando la guerra llegó a las puertas de la ciudad,
pero no se veía ni un escudo ni una lanza
    entre cuarenta mil hombres de Israel.
Mi corazón está con los príncipes de Israel,
    con los voluntarios del pueblo.
    ¡Bendito sea el Señor!

10 »Ustedes, los que montan asnas blancas
    y se sientan sobre tapices,
    y ustedes, los que andan por el camino,
consideren 11 la voz de los que cantan en los abrevaderos,
    donde relatan los actos de justicia del Señor,
    los actos de justicia para con sus campesinos en Israel.

»Entonces el pueblo del Señor
    descendió a las puertas de la ciudad.
12 ¡Despierta, despierta, Débora!
    ¡Despierta, despierta, y entona una canción!
¡Levántate, Barac!
    Lleva cautivos a tus prisioneros, hijo de Abinoán.

13 »Los sobrevivientes descendieron con los nobles;
    el pueblo del Señor vino a mí con los valientes.
14 Algunos venían de Efraín, cuyas raíces estaban en Amalec;
    Benjamín estaba con el pueblo que te seguía.
Desde Maquir bajaron capitanes;
    desde Zabulón, los que llevan el bastón de mando.
15 Con Débora estaban los príncipes de Isacar;
    Isacar estaba con Barac,
    y tras él se lanzó hasta el valle.
En los distritos de Rubén
    hay grandes resoluciones.
16 ¿Por qué permaneciste entre los corrales
    escuchando los silbidos para llamar a los rebaños?
En los distritos de Rubén
    hay grandes titubeos.
17 Galaad habitó más allá del Jordán.
    Y Dan, ¿por qué se quedó junto a los barcos?
Aser se quedó en la costa del mar;
    permaneció en sus ensenadas.
18 El pueblo de Zabulón arriesgó la vida,
    como hizo Neftalí en las alturas del campo.

19 »Los reyes llegaron y pelearon;
    entonces los reyes de Canaán lucharon en Tanac,
junto a las aguas de Meguido,
    pero no se llevaron botín de plata.
20 Desde los cielos lucharon las estrellas,
    desde sus senderos lucharon contra Sísara.
21 El torrente Quisón los arrastró;
    el torrente antiguo, el torrente Quisón.
    ¡Marcha, alma mía, con vigor!
22 Resonaron entonces los cascos equinos;
    ¡galopan, galopan sus briosos corceles!
23 “Maldice a Meroz —dijo el ángel del Señor—.
    Maldice a sus habitantes con dureza,
porque no vinieron en ayuda del Señor,
    en ayuda del Señor y de sus valientes”.

24 »¡Sea Jael, esposa de Héber el quenita,
    la más bendita entre las mujeres,
    la más bendita entre las mujeres que habitan en tiendas de campaña!
25 Sísara pidió agua, Jael le dio leche;
    en taza de nobles le ofreció natas.
26 Su mano izquierda tomó la estaca;
    su mano derecha, el mazo de trabajo.
Golpeó a Sísara, le machacó la cabeza
    y lo remató atravesándole las sienes.
27 A los pies de ella se desplomó;
    allí cayó y quedó tendido.
Cayó desplomado a sus pies;
    allí donde cayó, quedó muerto.

28 »Por la ventana se asoma la madre de Sísara;
    tras la celosía clama a gritos:
“¿Por qué se demora su carro en venir?
    ¿Por qué se atrasa el estruendo de sus carros?”.
29 Las más sabias de sus damas le responden,
    y ella se repite a sí misma:
30 “Seguramente se están repartiendo el botín arrebatado al enemigo:
    una muchacha o dos para cada guerrero;
telas de colores como botín para Sísara;
    una tela, dos telas, de colores bordadas para mi cuello.
    ¡Todo esto como botín!”.

31 »¡Así perezcan todos tus enemigos, oh Señor!
    Pero los que te aman sean como el sol
    cuando sale en todo su esplendor».

Entonces el país tuvo paz durante cuarenta años.