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Comenzó Jonás a adentrarse en la ciudad, y caminó todo un día predicando y diciendo: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»

Los hombres de Nínive creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el más pequeño, se vistieron con ropas ásperas. Cuando la noticia llegó al rey de Nínive, éste se levantó de su silla, se despojó de su vestido, se cubrió con ropas ásperas y se sentó sobre ceniza.

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