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Ciertamente sus días están determinados
y tú has fijado el número de sus meses:
le has puesto límites, que no traspasará.
Si tú lo abandonas, él dejará de ser;
entre tanto, como el jornalero, disfrutará de su jornada.

»El árbol, aunque lo corten,
aún tiene la esperanza de volver a retoñar,
de que no falten sus renuevos.

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