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Jehová convence a Job de su ignorancia

38 Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino, y dijo:

¿Quién es ese que oscurece el consejo

Con palabras sin sabiduría?

Ahora ciñe como varón tus lomos;

Yo te preguntaré, y tú me contestarás.

¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?

Házmelo saber, si tienes inteligencia.

¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?

¿O quién extendió sobre ella cordel?

¿Sobre qué están fundadas sus bases?

¿O quién puso su piedra angular,

Cuando alababan todas las estrellas del alba,

Y se regocijaban todos los hijos de Dios?

¿Quién encerró con puertas el mar,

Cuando se derramaba saliéndose de su seno,

Cuando puse yo nubes por vestidura suya,

Y por su faja oscuridad,

10 Y establecí sobre él mi decreto,

Le puse puertas y cerrojo,

11 Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante,

Y ahí parará el orgullo de tus olas?(A)

12 ¿Has mandado tú a la mañana en tus días?

¿Has mostrado al alba su lugar,

13 Para que ocupe los fines de la tierra,

Y para que sean sacudidos de ella los impíos?

14 Ella muda luego de aspecto como barro bajo el sello,

Y viene a estar como con vestidura;

15 Mas la luz de los impíos es quitada de ellos,

Y el brazo enaltecido es quebrantado.

16 ¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar,

Y has andado escudriñando el abismo?

17 ¿Te han sido descubiertas las puertas de la muerte,

Y has visto las puertas de la sombra de muerte?

18 ¿Has considerado tú hasta las anchuras de la tierra?

Declara si sabes todo esto.

19 ¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz,

Y dónde está el lugar de las tinieblas,

20 Para que las lleves a sus límites,

Y entiendas las sendas de su casa?

21 ¡Tú lo sabes! Pues entonces ya habías nacido,

Y es grande el número de tus días.

22 ¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve,

O has visto los tesoros del granizo,

23 Que tengo reservados para el tiempo de angustia,

Para el día de la guerra y de la batalla?

24 ¿Por qué camino se reparte la luz,

Y se esparce el viento solano sobre la tierra?

25 ¿Quién repartió conducto al turbión,

Y camino a los relámpagos y truenos,

26 Haciendo llover sobre la tierra deshabitada,

Sobre el desierto, donde no hay hombre,

27 Para saciar la tierra desierta e inculta,

Y para hacer brotar la tierna hierba?

28 ¿Tiene la lluvia padre?

¿O quién engendró las gotas del rocío?

29 ¿De qué vientre salió el hielo?

Y la escarcha del cielo, ¿quién la engendró?

30 Las aguas se endurecen a manera de piedra,

Y se congela la faz del abismo.

31 ¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades,

O desatarás las ligaduras de Orión?(B)

32 ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos,

O guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?

33 ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos?

¿Dispondrás tú de su potestad en la tierra?

34 ¿Alzarás tú a las nubes tu voz,

Para que te cubra muchedumbre de aguas?

35 ¿Enviarás tú los relámpagos, para que ellos vayan?

¿Y te dirán ellos: Henos aquí?

36 ¿Quién puso la sabiduría en el corazón?

¿O quién dio al espíritu inteligencia?

37 ¿Quién puso por cuenta los cielos con sabiduría?

Y los odres de los cielos, ¿quién los hace inclinar,

38 Cuando el polvo se ha convertido en dureza,

Y los terrones se han pegado unos con otros?

39 ¿Cazarás tú la presa para el león?

¿Saciarás el hambre de los leoncillos,

40 Cuando están echados en las cuevas,

O se están en sus guaridas para acechar?

41 ¿Quién prepara al cuervo su alimento,

Cuando sus polluelos claman a Dios,

Y andan errantes por falta de comida?

Dios interpela a Job

38 Entonces el Señor le habló a Job de en medio de la tempestad.

El Señor

¿Quién eres tú para dudar de mi providencia
y mostrar con tus palabras tu ignorancia?
Muéstrame ahora tu valentía,
y respóndeme a estas preguntas:
¿Dónde estabas cuando yo afirmé la tierra?
¡Dímelo, si de veras sabes tanto!
¿Sabes quién decidió cuánto habría de medir,
y quién fue el arquitecto que la hizo?
¿Sobre qué descansan sus cimientos?
¿Quién le puso la piedra principal de apoyo,
mientras cantaban a coro las estrellas de la aurora
entre la alegría de mis servidores celestiales?

Cuando el mar brotó del seno de la tierra,
¿quién le puso compuertas para contenerlo?
Yo le di una nube por vestido
y la niebla por pañales.
10 Yo le puse un límite al mar
y cerré con llave sus compuertas.
11 Y le dije: «Llegarás hasta aquí,
y de aquí no pasarás;
aquí se romperán tus olas arrogantes.»
12 ¿Alguna vez en tu vida has dado órdenes
de que salga la aurora y amanezca el día?
13 ¿Y de que la luz se difunda por la tierra
y los malvados vayan a esconderse?
14 Entonces aparecen los relieves de la tierra y se tiñen de color como un vestido;
15 se les niega la luz a los malvados
y se pone fin a su amenaza.

16 ¿Has visitado el misterioso abismo
donde tiene sus fuentes el océano?
17 ¿Has visto dónde están las puertas
del tenebroso reino de la muerte?
18 ¿Tienes idea de la anchura de la tierra?
¡Dímelo, si en verdad lo sabes todo!

19 ¿En dónde están guardadas
la luz y las tinieblas?
20 ¿Sabes hacerlas llegar hasta el último rincón
y que luego regresen a su casa?
21 ¡Debes de saberlo, pues tienes tantos años
que para entonces ya habrías nacido!

22 ¿Has visitado los depósitos
donde guardo la nieve y el granizo
23 para enviarlos en tiempos de desgracia,
en tiempos de batallas y de guerra?
24 ¿Qué caminos sigue la luz al repartirse?
¿Cómo se extiende el viento del este sobre el mundo?
25 ¿Quién abre una salida al aguacero
y señala el camino a la tormenta,
26 para que llueva en el desierto,
en lugares donde nadie vive,
27 para que riegue la tierra desolada
y haga brotar la hierba?

28 ¿Quién es el padre de la lluvia y del rocío?
29 ¿Quién es la madre del hielo y de la escarcha?
30 ¿Quién vuelve el agua dura como la piedra
y congela la superficie del océano?

31 ¿Eres tú quien mantiene juntas a las Pléyades
y separadas las estrellas de Orión?
32 ¿Eres tú quien saca a su hora al lucero de la mañana?
¿Eres tú quien guía a las estrellas
de la Osa Mayor y de la Osa Menor?
33 ¿Conoces tú las leyes que gobiernan el cielo?
¿Eres tú quien aplica esas leyes en la tierra?
34 ¿Puedes dar órdenes a las nubes
de que te inunden con agua?
35 Si mandas al rayo que vaya a alguna parte,
¿acaso te responde: «Aquí estoy, a tus órdenes»?
36 ¿Quién dio instinto inteligente
a aves como el ibis o el gallo?
37 ¿Quién es tan sabio que sepa cuántas nubes hay?
¿Quién puede vaciarlas para que den su lluvia,
38 para que el polvo se convierta en barro
y se peguen los terrones entre sí?

39 ¿Eres tú quien busca presa para las leonas,
para que coman sus cachorros hasta llenarse,
40 cuando se esconden en su guarida
o se ponen al acecho en la maleza?
41 ¿Quién da de comer a los cuervos,
cuando sus crías andan buscando comida
y con grandes chillidos me la piden?

Respuesta de Dios

38 El Señor respondió a Job desde la tempestad. Le dijo:

«¿Quién es este, que oscurece mi consejo
    con palabras carentes de sentido?
Prepárate a hacerme frente;[a]
    yo voy a interrogarte
    y tú me responderás.

»¿Dónde estabas cuando puse las bases de la tierra?
    ¡Dímelo, si de veras sabes tanto!
¡Seguramente sabes quién estableció sus dimensiones
    y quién tendió sobre ella la cinta de medir!
¿Sobre qué están puestos sus cimientos,
    o quién puso su piedra angular
mientras cantaban a coro las estrellas matutinas
    y todos los ángeles[b] gritaban de alegría?

»¿Quién encerró el mar tras sus compuertas
    cuando este brotó del vientre de la tierra?
¿O cuando lo arropé con las nubes
    y lo envolví en densas tinieblas?
10 ¿O cuando establecí sus límites
    y en sus compuertas coloqué cerrojos?
11 ¿O cuando le dije: “Solo hasta aquí puedes llegar;
    de aquí no pasarán tus orgullosas olas”?

12 »¿Alguna vez en tu vida has dado órdenes a la mañana
    o has hecho saber a la aurora su lugar,
13 para que tomen la tierra por sus extremos
    y sacudan de ella a los malvados?
14 La tierra adquiere forma, como arcilla bajo un sello;
    sus rasgos resaltan como los de un vestido.
15 Los malvados son privados de su luz
    y es quebrantado su altanero brazo.

16 »¿Has viajado hasta las fuentes del océano
    o recorrido los rincones del abismo?
17 ¿Te han mostrado las puertas de la muerte?
    ¿Has visto las puertas de la densa oscuridad?[c]
18 ¿Tienes idea de cuán ancha es la tierra?
    Si de veras sabes todo esto, ¡dalo a conocer!

19 »¿Qué camino lleva a la morada de la luz?
    ¿En qué lugar se encuentran las tinieblas?
20 ¿Puedes acaso llevarlas a sus linderos?
    ¿Conoces el camino a sus moradas?
21 ¡Con toda seguridad lo sabes,
    pues para entonces ya habrías nacido!
    ¡Son tantos los años que has vivido!

22 »¿Has llegado a visitar
    los depósitos de nieve y de granizo,
23 que guardo para tiempos de angustia,
    cuando se libran guerras y batallas?
24 ¿Qué camino lleva adonde la luz se dispersa
    o adonde los vientos del este
    se desatan sobre la tierra?
25 ¿Quién abre el canal para las lluvias torrenciales
    y da paso a la tormenta,
26 para regar regiones despobladas,
    desiertos donde nadie vive,
27 para saciar la sed del yermo desolado
    y hacer que en él brote la hierba?
28 ¿Acaso la lluvia tiene padre?
    ¿Ha engendrado alguien las gotas de rocío?
29 ¿De qué vientre nace el hielo?
    ¿Quién da a luz la escarcha de los cielos?
30 ¡Las aguas se endurecen como rocas
    y la faz del mar profundo se congela!

31 »¿Acaso puedes atar los lazos de las Pléyades
    o desatar las cuerdas que sujetan al Orión?
32 ¿Puedes hacer que las constelaciones salgan[d] a tiempo?
    ¿Puedes guiar a la Osa Mayor y a la Menor?[e]
33 ¿Conoces las leyes que rigen los cielos?
    ¿Puedes establecer mi[f] dominio sobre la tierra?

34 »¿Puedes elevar tu voz hasta las nubes
    para que te cubran aguas torrenciales?
35 ¿Eres tú quien señala el curso de los rayos?
    ¿Acaso te responden: “Estamos a tus órdenes”?
36 ¿Quién infundió sabiduría al corazón
    o dio inteligencia a la mente?[g]
37 ¿Quién tiene sabiduría para contar las nubes?
    ¿Quién puede vaciar los cántaros del cielo
38 cuando el polvo se endurece
    y los terrones se pegan entre sí?

39 »¿Cazas tú la presa para las leonas
    y sacias el hambre de sus cachorros
40 cuando yacen escondidas en sus cuevas
    o se tienden al acecho en sus guaridas?
41 ¿Eres tú quien alimenta a los cuervos
    cuando sus crías claman a mí[h]
    y andan sin rumbo y sin comida?

Footnotes

  1. 38:3 Prepárate a hacerme frente. Lit. Ciñe ahora, como hombre, tus lomos.
  2. 38:7 ángeles. Lit. hijos de Dios.
  3. 38:17 la densa oscuridad. Lit. la sombra de muerte.
  4. 38:32 las constelaciones salgan. Alt. la estrella de la mañana salga.
  5. 38:32 a la Osa Mayor y a la Menor. Alt. a Leo y a sus cachorros.
  6. 38:33 mi. Lit. su.
  7. 38:36 corazón … mente. Palabras de difícil traducción.
  8. 38:41 a mí. Lit. a Dios.

39 ¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras monteses?

¿O miraste tú las ciervas cuando están pariendo?

¿Contaste tú los meses de su preñez,

Y sabes el tiempo cuando han de parir?

Se encorvan, hacen salir sus hijos,

Pasan sus dolores.

Sus hijos se fortalecen, crecen con el pasto;

Salen, y no vuelven a ellas.

¿Quién echó libre al asno montés,

Y quién soltó sus ataduras?

Al cual yo puse casa en la soledad,

Y sus moradas en lugares estériles.

Se burla de la multitud de la ciudad;

No oye las voces del arriero.

Lo oculto de los montes es su pasto,

Y anda buscando toda cosa verde.

¿Querrá el búfalo servirte a ti,

O quedar en tu pesebre?

10 ¿Atarás tú al búfalo con coyunda para el surco?

¿Labrará los valles en pos de ti?

11 ¿Confiarás tú en él, por ser grande su fuerza,

Y le fiarás tu labor?

12 ¿Fiarás de él para que recoja tu semilla,

Y la junte en tu era?

13 ¿Diste tú hermosas alas al pavo real,

O alas y plumas al avestruz?

14 El cual desampara en la tierra sus huevos,

Y sobre el polvo los calienta,

15 Y olvida que el pie los puede pisar,

Y que puede quebrarlos la bestia del campo.

16 Se endurece para con sus hijos, como si no fuesen suyos,

No temiendo que su trabajo haya sido en vano;

17 Porque le privó Dios de sabiduría,

Y no le dio inteligencia.

18 Luego que se levanta en alto,

Se burla del caballo y de su jinete.

19 ¿Diste tú al caballo la fuerza?

¿Vestiste tú su cuello de crines ondulantes?

20 ¿Le intimidarás tú como a langosta?

El resoplido de su nariz es formidable.

21 Escarba la tierra, se alegra en su fuerza,

Sale al encuentro de las armas;

22 Hace burla del espanto, y no teme,

Ni vuelve el rostro delante de la espada.

23 Contra él suenan la aljaba,

El hierro de la lanza y de la jabalina;

24 Y él con ímpetu y furor escarba la tierra,

Sin importarle el sonido de la trompeta;

25 Antes como que dice entre los clarines: ¡Ea!

Y desde lejos huele la batalla,

El grito de los capitanes, y el vocerío.

26 ¿Vuela el gavilán por tu sabiduría,

Y extiende hacia el sur sus alas?

27 ¿Se remonta el águila por tu mandamiento,

Y pone en alto su nido?

28 Ella habita y mora en la peña,

En la cumbre del peñasco y de la roca.

29 Desde allí acecha la presa;

Sus ojos observan de muy lejos.

30 Sus polluelos chupan la sangre;

Y donde hubiere cadáveres, allí está ella.

39 ¿Sabes cuándo dan a luz las cabras monteses?
¿Has visto parir a las hembras del venado?
¿Sabes cuántos meses necesitan
para que den a luz?
Al dar a luz se encorvan,
y entonces nacen sus crías.
Luego éstas se hacen fuertes, crecen en el campo,
y al fin se van y no regresan.

¿Quién dio libertad al asno salvaje?
¿Quién lo dejó andar suelto?
Yo le señalé, como lugar donde vivir,
el desierto y las llanuras salitrosas.
No le gusta el ruido de la ciudad,
ni obedece a los gritos del arriero.
Recorre las lomas en busca de pasto,
buscando cualquier hierba verde para comer.

¿Crees que el toro salvaje querrá servirte
y pasar la noche en tu establo?
10 ¿Podrás atarlo al yugo y obligarlo a arar,
o a ir detrás de ti rastrillando el campo?
11 ¿Podrás confiar en él porque es tan fuerte,
y dejar que te haga tus trabajos?
12 ¿Crees que te servirá para recoger tu cosecha
y para juntar el grano en tu era?

13 Ahí tienes al avestruz: aletea alegremente,
como si tuviera alas de cigüeña,
14 y abandona los huevos en la arena
para que se incuben al calor del sol.
15 No piensa que alguien puede aplastarlos,
que algún animal puede pisotearlos.
16 Es cruel con sus crías, como si no fueran suyas,
y no le importa que resulte inútil su trabajo.
17 Es que yo no le di inteligencia;
le negué el buen sentido.
18 Pero cuando se levanta y echa a correr,
se ríe de caballos y jinetes.

19 ¿Acaso fuiste tú quien dio fuerza al caballo,
quien adornó su cuello con la crin?
20 ¿Acaso tú lo haces saltar como langosta,
con ese soberbio resoplido que impone terror?
21 Escarba arrogante en la llanura,
y sin temor se lanza a la batalla.
22 Se ríe del terror y no se asusta,
ni se acobarda ante la espada,
23 por más que resuene la aljaba del jinete
y lancen chispas las lanzas y las jabalinas.
24 Con ímpetu incontenible devora las distancias;
suena la trompeta y ya no puede estarse quieto.
25 Contesta con relinchos al toque de trompeta;
desde lejos siente el olor de la batalla
y oye las voces de mando y el griterío.

26 ¿Acaso eres tan sabio que enseñas a volar al halcón,
y a tender su vuelo hacia el sur?
27 ¿Eres tú quien ha ordenado al águila
que ponga su nido en las alturas?
28 Ella vive día y noche en los peñascos,
levanta su fortaleza en un picacho.
29 Desde allá arriba mira
y acecha a su presa.
30 Sus crías se alimentan de sangre,
y donde hay cadáveres, allí se la encuentra.

39 »¿Sabes cuándo las cabras monteses tienen sus crías?
    ¿Has visto el parto de las gacelas?
¿Has contado los meses de su gestación?
    ¿Sabes cuándo dan a luz?
Al tener sus crías se encorvan
    y allí terminan sus dolores de parto.
Se fortalecen sus crías y crecen a campo abierto;
    luego se van y ya no vuelven.

»¿Quién deja sueltos a los asnos salvajes?
    ¿Quién desata sus cuerdas?
Yo les di la llanura del desierto por morada,
    el yermo por hábitat.
Se burlan del tumulto de la ciudad;
    no prestan atención a los gritos del arriero.
Recorren los cerros en busca de pastos,
    en busca de verdes prados.

»¿Crees tú que el toro salvaje se prestará a servirte?
    ¿Pasará la noche en tus establos?
10 ¿Puedes mantenerlo en el surco con el arnés?
    ¿Irá en pos de ti labrando los valles?
11 ¿Pondrás tu confianza en su tremenda fuerza?
    ¿Echarás sobre sus lomos tu pesado trabajo?
12 ¿Puedes confiar en él para que acarree tu grano
    y lo junte en el lugar donde lo limpias?

13 »El avestruz bate alegremente sus alas,
    pero su plumaje no es como el de la cigüeña.[a]
14 Pone sus huevos en la tierra,
    los deja empollar en la arena,
15 sin que le importe que algún pie los pueda aplastar
    o que las bestias salvajes los pisoteen.
16 Maltrata a sus polluelos como si no fueran suyos
    y no le importa haber trabajado en vano,
17 pues Dios no le dio sabiduría
    ni le impartió su porción de buen juicio.
18 Pero, cuando extiende sus alas y corre,
    se ríe de jinetes y caballos.

19 »¿Le has dado al caballo su fuerza?
    ¿Has cubierto su cuello con largas crines?
20 ¿Eres tú quien lo hace saltar como langosta,
    con su orgulloso resoplido que infunde terror?
21 Patalea con furia, regocijándose en su fuerza,
    y se lanza al galope a la batalla.
22 Se burla del miedo; a nada teme;
    no rehúye hacerle frente a la espada.
23 En torno suyo silban las flechas,
    brillan las lanzas y las jabalinas.
24 En frenética carrera devora las distancias;
    al toque de trompeta no es posible refrenarlo.
25 En cuanto suena la trompeta, resopla desafiante;
    percibe desde lejos el fragor[b] de la batalla,
    los gritos de los comandantes y las órdenes de ataque.

26 »¿Es tu sabiduría la que hace que el gavilán vuele
    y que hacia el sur extienda sus alas?
27 ¿Acaso por tus órdenes remonta el vuelo el águila
    y construye su nido en las alturas?
28 Habita en los riscos; allí pasa la noche;
    en escarpadas grietas tiene su baluarte.
29 Desde allí acecha la presa;
    sus ojos la detectan desde lejos.
30 Sus polluelos se regodean en la sangre;
    donde hay un cadáver, allí está él».

Footnotes

  1. 39:13 su plumaje … cigüeña. Frase de difícil traducción.
  2. 39:25 el fragor. Lit. el olor.

40 Además respondió Jehová a Job, y dijo:

¿Es sabiduría contender con el Omnipotente?

El que disputa con Dios, responda a esto.

Entonces respondió Job a Jehová, y dijo:

He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé?

Mi mano pongo sobre mi boca.

Una vez hablé, mas no responderé;

Aun dos veces, mas no volveré a hablar.

Manifestaciones del poder de Dios

Respondió Jehová a Job desde el torbellino, y dijo:

Cíñete ahora como varón tus lomos;

Yo te preguntaré, y tú me responderás.

¿Invalidarás tú también mi juicio?

¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?

¿Tienes tú un brazo como el de Dios?

¿Y truenas con voz como la suya?

10 Adórnate ahora de majestad y de alteza,

Y vístete de honra y de hermosura.

11 Derrama el ardor de tu ira;

Mira a todo altivo, y abátelo.

12 Mira a todo soberbio, y humíllalo,

Y quebranta a los impíos en su sitio.

13 Encúbrelos a todos en el polvo,

Encierra sus rostros en la oscuridad;

14 Y yo también te confesaré

Que podrá salvarte tu diestra.

15 He aquí ahora behemot, el cual hice como a ti;

Hierba come como buey.

16 He aquí ahora que su fuerza está en sus lomos,

Y su vigor en los músculos de su vientre.

17 Su cola mueve como un cedro,

Y los nervios de sus muslos están entretejidos.

18 Sus huesos son fuertes como bronce,

Y sus miembros como barras de hierro.

19 Él es el principio de los caminos de Dios;

El que lo hizo, puede hacer que su espada a él se acerque.

20 Ciertamente los montes producen hierba para él;

Y toda bestia del campo retoza allá.

21 Se echará debajo de las sombras,

En lo oculto de las cañas y de los lugares húmedos.

22 Los árboles sombríos lo cubren con su sombra;

Los sauces del arroyo lo rodean.

23 He aquí, sale de madre el río, pero él no se inmuta;

Tranquilo está, aunque todo un Jordán se estrelle contra su boca.

24 ¿Lo tomará alguno cuando está vigilante,

Y horadará su nariz?

40 Tú, que querías entablarme juicio
a mí, al Todopoderoso,
¿insistes todavía en responder?

Job

3-4 ¿Qué puedo responder yo, que soy tan poca cosa?
Prefiero guardar silencio.
Ya he hablado una y otra vez,
y no tengo nada que añadir.

Dios vuelve a interpelar a Job

Volvió el Señor a hablarle a Job de en medio de la tempestad.

El Señor

Muéstrame ahora tu valentía,
y respóndeme a estas preguntas:
¿Pretendes declararme injusto y culpable,
a fin de que tú aparezcas inocente?
¿Acaso eres tan fuerte como yo?
¿Es tu voz de trueno, como la mía?
10 Revístete entonces de grandeza y majestad,
cúbrete de gloria y esplendor.
11 Mira a todos los orgullosos:
da rienda suelta a tu furor y humíllalos.
12 Sí, derríbalos con tu mirada,
aplasta a los malvados donde se encuentren.
13 Sepúltalos a todos en la tierra,
enciérralos en la prisión de los muertos.
14 Entonces yo mismo reconoceré
que fue tu poder el que te dio la victoria.

15 Fíjate en el monstruo Behemot,
criatura mía igual que tú:
come hierba, como los bueyes;
16 mira qué fuertes son sus lomos,
y qué poderosos sus músculos.
17 Su cola es dura como el cedro,
los tendones de sus patas forman nudos.
18 Sus huesos son como tubos de bronce, como barras de hierro.
19 Es mi obra maestra;
sólo yo, su creador, puedo derrotarlo.
20 De los montes, donde juegan las fieras,
le traen hierba para que coma.
21 Se echa debajo de los lotos,
se esconde entre las cañas del pantano.
22 Los lotos le dan sombra,
los álamos del arroyo lo rodean.
23 Si el río crece, no se asusta;
aunque el agua le llegue al hocico, está tranquilo.
24 ¿Quién es capaz de agarrarlo y sacarle los ojos,
o de pasarle un lazo por la nariz?

40 El Señor dijo también a Job:

«¿Corregirá al Todopoderoso quien contra él contiende?
    ¡Que responda a Dios quien se atreve a acusarlo!».

Entonces Job respondió al Señor:

«¿Qué puedo responderte, si soy tan indigno?
    ¡Me tapo la boca con la mano!
Hablé una vez y no voy a responder;
    hablé otra vez y no voy a insistir».

El Señor respondió a Job desde la tempestad. Le dijo:

«Prepárate a hacerme frente.
    Yo te cuestionaré y tú me responderás.

»¿Vas acaso a invalidar mi justicia?
    ¿Me condenarás para justificarte?
¿Tienes acaso un brazo como el mío?
    ¿Puede tu voz tronar como la mía?
10 Si es así, cúbrete de gloria y esplendor;
    revístete de honra y majestad.
11 Da rienda suelta a la furia de tu ira;
    mira a los orgullosos y humíllalos;
12 mira a los soberbios y somételos;
    aplasta a los malvados donde se hallen.
13 Entiérralos a todos en el polvo;
    amortaja sus rostros en la fosa.
14 Yo, por mi parte, reconoceré
    que en tu mano derecha está la salvación.

15 »Mira a Behemot,[a] criatura mía igual que tú,
    que se alimenta de hierba, como los bueyes.
16 ¡Cuánta fuerza hay en sus lomos!
    ¡Su poder está en los músculos de su vientre!
17 Su rabo se mece como un cedro;
    los tendones de sus muslos se entrelazan.
18 Sus huesos son como barras de bronce;
    sus piernas parecen barrotes de hierro.
19 Entre mis obras ocupa el primer lugar;
    solo yo, su Hacedor, puedo acercármele con la espada.
20 Los montes le brindan sus frutos;
    allí juguetean todos los animales salvajes.
21 Debajo de las plantas de lotos se tiende a descansar;
    se oculta entre los juncos del pantano.
22 Los lotos le brindan su sombra;
    los álamos junto al río lo envuelven.
23 No se alarma si brama el río;
    vive tranquilo, aunque el Jordán le llegue al hocico.
24 ¿Quién ante sus ojos se atreve a capturarlo?
    ¿Quién puede atraparlo y perforarle la nariz?

Footnotes

  1. 40:15 Behemot. Posiblemente se trata del hipopótamo o del elefante.

41 ¿Sacarás tú al leviatán(A) con anzuelo,

O con cuerda que le eches en su lengua?

¿Pondrás tú soga en sus narices,

Y horadarás con garfio su quijada?

¿Multiplicará él ruegos para contigo?

¿Te hablará él lisonjas?

¿Hará pacto contigo

Para que lo tomes por siervo perpetuo?

¿Jugarás con él como con pájaro,

O lo atarás para tus niñas?

¿Harán de él banquete los compañeros?

¿Lo repartirán entre los mercaderes?

¿Cortarás tú con cuchillo su piel,

O con arpón de pescadores su cabeza?

Pon tu mano sobre él;

Te acordarás de la batalla, y nunca más volverás.

He aquí que la esperanza acerca de él será burlada,

Porque aun a su sola vista se desmayarán.

10 Nadie hay tan osado que lo despierte;

¿Quién, pues, podrá estar delante de mí?

11 ¿Quién me ha dado a mí primero, para que yo restituya?(B)

Todo lo que hay debajo del cielo es mío.

12 No guardaré silencio sobre sus miembros,

Ni sobre sus fuerzas y la gracia de su disposición.

13 ¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura?

¿Quién se acercará a él con su freno doble?

14 ¿Quién abrirá las puertas de su rostro?

Las hileras de sus dientes espantan.

15 La gloria de su vestido son escudos fuertes,

Cerrados entre sí estrechamente.

16 El uno se junta con el otro,

Que viento no entra entre ellos.

17 Pegado está el uno con el otro;

Están trabados entre sí, que no se pueden apartar.

18 Con sus estornudos enciende lumbre,

Y sus ojos son como los párpados del alba.

19 De su boca salen hachones de fuego;

Centellas de fuego proceden.

20 De sus narices sale humo,

Como de una olla o caldero que hierve.

21 Su aliento enciende los carbones,

Y de su boca sale llama.

22 En su cerviz está la fuerza,

Y delante de él se esparce el desaliento.

23 Las partes más flojas de su carne están endurecidas;

Están en él firmes, y no se mueven.

24 Su corazón es firme como una piedra,

Y fuerte como la muela de abajo.

25 De su grandeza tienen temor los fuertes,

Y a causa de su desfallecimiento hacen por purificarse.

26 Cuando alguno lo alcanzare,

Ni espada, ni lanza, ni dardo, ni coselete durará.

27 Estima como paja el hierro,

Y el bronce como leño podrido.

28 Saeta no le hace huir;

Las piedras de honda le son como paja.

29 Tiene toda arma por hojarasca,

Y del blandir de la jabalina se burla.

30 Por debajo tiene agudas conchas;

Imprime su agudez en el suelo.

31 Hace hervir como una olla el mar profundo,

Y lo vuelve como una olla de ungüento.

32 En pos de sí hace resplandecer la senda,

Que parece que el abismo es cano.

33 No hay sobre la tierra quien se le parezca;

Animal hecho exento de temor.

34 Menosprecia toda cosa alta;

Es rey sobre todos los soberbios.

41 (40.25) Y a Leviatán, ¿lo pescarás con un anzuelo?
¿Podrás atarle la lengua con una cuerda?
(40.26) ¿Podrás pasarle un cordel por las narices
o atravesarle con un gancho la quijada?
(40.27) ¿Acaso va a rogarte que le tengas compasión,
y a suplicarte con palabras tiernas?
(40.28) ¿Acaso harás que te prometa
ser tu esclavo toda la vida?
(40.29) ¿Jugarás con él como con un pajarito?
¿Lo atarás como juguete de tus hijas?
(40.30) ¿Se pondrán a regatear por él en el mercado?
¿Lo cortarán en pedazos para venderlo?
(40.31) ¿Podrás atravesarle el cuero con flechas,
o la cabeza con arpones?
(40.32) Si llegas a ponerle la mano encima,
te dará tal batalla que no la olvidarás,
y nunca volverás a hacerlo.

(1) Con sólo ver a Leviatán,
cualquiera se desmaya de miedo.
10 (2) Si alguien lo provoca, se pone furioso;
nadie es capaz de hacerle frente.
11 (3) ¿Quién, que se le enfrente, saldrá sano y salvo?
¡Nadie en todo el mundo!
12 (4) No dejaré de mencionar sus patas
y su fuerza sin igual.
13 (5) ¿Quién puede quitarle el cuero que lo cubre,
o atravesar su doble coraza protectora?
14 (6) ¿Quién puede abrirle el hocico,
con su cerco de terribles dientes?
15 (7) Sus lomos son hileras de escudos
cerrados y duros como la piedra.
16 (8) Tan apretados están unos contra otros,
que ni el aire puede pasar entre ellos.
17 (9) Tan unidos y trabados están,
que nadie puede separarlos.
18 (10) Sus estornudos son como relámpagos;
sus ojos brillan como el sol cuando amanece.
19 (11) De su hocico salen llamaradas
y se escapan chispas de fuego.
20 (12) De sus narices sale humo,
como de una caldera que hierve al fuego.
21 (13) Su aliento enciende las brasas,
de su hocico salen llamas.
22 (14) Su cuello es tan fuerte
que ante él todos se llenan de miedo.
23 (15) Aun la parte carnosa de su cuerpo
es dura e impenetrable, como hierro fundido.
24 (16) Tiene el corazón duro como la roca,
duro como piedra de moler.
25 (17) Cuando él se levanta, los dioses se espantan
y huyen llenos de terror.
26 (18) Ni espada ni lanza ni flecha ni dardo
sirven de nada para atacarlo.
27 (19) Para él, el hierro es como paja,
y el bronce como madera podrida.
28 (20) Las flechas no lo hacen huir;
lanzarle piedras es como lanzarle paja.
29 (21) Un golpe de mazo le es como un golpe de caña;
se ríe al oír silbar las jabalinas.
30 (22) Cuando se arrastra, abre surcos en el barro,
como si lo hiciera con afilados trillos.
31 (23) Hace hervir como una olla al mar profundo;
como una caldera para mezclar ungüentos.
32 (24) Va dejando en el agua una estela
blanca y brillante como melena de canas.
33 (25) No hay en la tierra nada que se le parezca;
fue hecho para no sentir miedo jamás.
34 (26) Hace frente aun a los más arrogantes,
y es el rey de todas las fieras.

41 »¿Puedes pescar a Leviatán con un anzuelo
    o atarle la lengua con una cuerda?
¿Puedes ponerle un cordel en la nariz
    o perforarle la quijada con un gancho?
¿Acaso amablemente va a pedirte
    o suplicarte que le tengas compasión?
¿Acaso va a comprometerse
    a ser tu esclavo de por vida?
¿Podrás jugar con él como juegas con los pájaros
    o atarlo para que tus niñas se entretengan?
¿Podrán los mercaderes ofrecerlo como mercancía[a]
    o cortarlo en pedazos para venderlo?
¿Puedes atravesarle la piel con lanzas
    o la cabeza con arpones?
Si llegas a ponerle la mano encima,
    ¡jamás te olvidarás de esa batalla
    y no querrás repetir la experiencia!
Vana es la pretensión de llegar a someterlo;
    basta con verlo para desmayarse.
10 No hay quien se atreva siquiera a provocarlo.
    ¿Quién, pues, podría hacerme frente?
11 ¿Y quién tiene alguna cuenta que cobrarme?
    ¡Mío es todo cuanto hay bajo los cielos!

12 »No puedo dejar de mencionar sus extremidades,
    su fuerza y su elegante apariencia.
13 ¿Quién puede despojarlo de su coraza?
    ¿Quién puede acercarse a él y ponerle un freno?
14 ¿Quién se atreve a abrir el abismo de sus fauces,
    coronadas de terribles colmillos?
15 Tiene el lomo[b] recubierto de hileras de escudos,
    todos ellos unidos en cerrado tejido;
16 tan juntos están uno al otro
    que no dejan pasar ni el aire;
17 tan prendidos están uno del otro,
    tan unidos entre sí, que no pueden separarse.
18 Resopla y lanza deslumbrantes relámpagos;
    sus ojos se parecen a los rayos de la aurora.
19 Ascuas de fuego brotan de su hocico;
    chispas de lumbre salen disparadas.
20 Lanza humo por la nariz,
    como olla hirviendo sobre un fuego de juncos.
21 Con su aliento enciende los carbones
    y lanza fuego por la boca.
22 En su cuello radica su fuerza;
    ante él, todo el mundo pierde el ánimo.
23 Los pliegues de su piel son un tejido apretado;
    firmes son e inconmovibles.
24 Duro es su pecho, como una roca;
    sólido, cual piedra de molino.
25 Cuando se yergue, los poderosos tiemblan;
    cuando se sacude, emprenden la huida.
26 La espada, aunque lo alcance, no lo hiere;
    tampoco lo hieren los dardos
    ni las lanzas y las jabalinas.
27 Al hierro lo trata como a paja
    y al bronce como a madera podrida.
28 No lo hacen huir las flechas;
    ve como paja las piedras de las hondas.
29 Al mazo lo considera paja;
    se burla del silbido de la jabalina.
30 Sus costados son dentados tiestos
    que en el fango van dejando huellas de rastrillos.
31 Hace hervir las profundidades como un caldero;
    agita los mares como un frasco de ungüento.
32 Una estela brillante va dejando tras de sí,
    cual si fuera la blanca cabellera del abismo.
33 Es un monstruo que a nada teme;
    nada hay en el mundo que se le parezca.
34 Mira con desdén a todos los poderosos;
    ¡él es rey de todos los soberbios!».

Footnotes

  1. 41:6 como mercancía. Alt. en un banquete.
  2. 41:15 lomo (véanse LXX y Vulgata); orgullo (TM).

Confesión y justificación de Job

42 Respondió Job a Jehová, y dijo:

Yo conozco que todo lo puedes,

Y que no hay pensamiento que se esconda de ti.

¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento?(A)

Por tanto, yo hablaba lo que no entendía;

Cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía.

Oye, te ruego, y hablaré;

Te preguntaré, y tú me enseñarás.(B)

De oídas te había oído;

Mas ahora mis ojos te ven.

Por tanto me aborrezco,

Y me arrepiento en polvo y ceniza.

Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job. Ahora, pues, tomaos siete becerros y siete carneros, e id a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto a él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job. Fueron, pues, Elifaz temanita, Bildad suhita y Zofar naamatita, e hicieron como Jehová les dijo; y Jehová aceptó la oración de Job.

Restauración de la prosperidad de Job

10 Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.(C) 11 Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y se condolieron de él, y le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él; y cada uno de ellos le dio una pieza de dinero y un anillo de oro. 12 Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero; porque tuvo catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas, 13 y tuvo siete hijos y tres hijas. 14 Llamó el nombre de la primera, Jemima, el de la segunda, Cesia, y el de la tercera, Keren-hapuc. 15 Y no había mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra; y les dio su padre herencia entre sus hermanos. 16 Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. 17 Y murió Job viejo y lleno de días.

Job reconoce la sabiduría de Dios

Job

42 Yo sé que tú lo puedes todo
y que no hay nada que no puedas realizar.
¿Quién soy yo para dudar de tu providencia,
mostrando así mi ignorancia?
Yo estaba hablando de cosas que no entiendo,
cosas tan maravillosas que no las puedo comprender.
Tú me dijiste: «Escucha, que quiero hablarte;
respóndeme a estas preguntas.»
Hasta ahora, sólo de oídas te conocía,
pero ahora te veo con mis propios ojos.
Por eso me retracto arrepentido,
sentado en el polvo y la ceniza.

Dios devuelve la prosperidad a Job

Después que el Señor dijo estas cosas a Job, dijo también a Elifaz: «Estoy muy enojado contigo y con tus dos amigos, porque no dijeron la verdad acerca de mí, como lo hizo mi siervo Job. Tomen ahora siete toros y siete carneros y vayan a ver a mi siervo Job, y ofrézcanlos como holocausto por ustedes. Mi siervo Job orará por ustedes, y yo aceptaré su oración y no les haré ningún daño, aunque se lo merecen por no haber dicho la verdad acerca de mí, como lo hizo mi siervo Job.»

Elifaz, Bildad y Sofar fueron e hicieron lo que el Señor les ordenó, y el Señor aceptó la oración de Job.

10 Después que Job oró por sus amigos, Dios le devolvió su prosperidad anterior, y aun le dio dos veces más de lo que antes tenía. 11 Entonces fueron a visitarlo todos sus hermanos, hermanas y amigos, y todos sus antiguos conocidos, y en su compañía celebraron un banquete en su casa. Le ofrecieron sus condolencias y lo consolaron por todas las calamidades que el Señor le había enviado, y cada uno de ellos le dio una cantidad de dinero y un anillo de oro.

12 Dios bendijo a Job en sus últimos años más abundantemente que en los anteriores. Llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. 13 También tuvo catorce hijos y tres hijas. 14 A la mayor la llamó Jemimá, a la segunda, Quesiá y a la tercera, Queren-hapuc. 15 No había en todo el mundo mujeres tan bonitas como las hijas de Job. Su padre las hizo herederas de sus bienes, junto con sus hermanos.

16-17 Después de esto, Job vivió ciento cuarenta años, y murió a una edad muy avanzada, llegando a ver a sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos.

Respuesta de Job

42 Job respondió entonces al Señor. Le dijo:

«Yo sé bien que tú lo puedes todo,
    que no es posible frustrar ninguno de tus planes.
“¿Quién es este —has preguntado—,
    que sin conocimiento oscurece mi consejo?”.
Reconozco que he hablado de cosas que no alcanzo a comprender,
    de cosas demasiado maravillosas
    que me son desconocidas.

»Dijiste:[a] “Ahora escúchame, yo voy a hablar;
    yo te cuestionaré y tú me responderás”.
De oídas había oído hablar de ti,
    pero ahora te veo con mis propios ojos.
Por tanto, me retracto
    y me arrepiento en polvo y ceniza».

Epílogo

Después de haberle dicho todo esto a Job, el Señor se dirigió a Elifaz de Temán y dijo: «Estoy muy enojado contigo y con tus dos amigos porque, a diferencia de mi siervo Job, lo que ustedes han hablado de mí no es verdad. Tomen ahora siete novillos y siete carneros, vayan con mi siervo Job y ofrezcan un holocausto por ustedes mismos. Mi siervo Job orará por ustedes, y yo atenderé a su oración y no los haré quedar en vergüenza. Conste que, a diferencia de mi siervo Job, lo que ustedes han dicho de mí no es verdad».

Elifaz de Temán, Bildad de Súah y Zofar de Namat fueron y cumplieron con lo que el Señor les había ordenado y el Señor atendió a la oración de Job.

10 Después de haber orado Job por sus amigos, el Señor lo hizo prosperar de nuevo y le dio dos veces más de lo que antes tenía. 11 Todos sus hermanos y hermanas, y todos los que antes lo habían conocido, fueron a su casa y celebraron con él un banquete. Lo animaron y lo consolaron por todas las calamidades que el Señor había enviado, y cada uno de ellos le dio una pieza de plata[b] y un anillo de oro.

12 El Señor bendijo más los últimos años de Job que los primeros, pues llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. 13 Tuvo también siete hijos y tres hijas. 14 A la primera de ellas le puso por nombre Jemima, a la segunda la llamó Quesia y a la tercera, Keren Hapuc.[c] 15 No había en todo el país mujeres tan bellas como las hijas de Job. Su padre les dejó una herencia, lo mismo que a sus hermanos.

16 Después de estos sucesos Job vivió ciento cuarenta años. Llegó a ver a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. 17 Disfrutó de una larga vida y murió muy anciano.

Footnotes

  1. 42:4 Dijiste. Véase 38:3.
  2. 42:11 pieza de plata. Lit. quesita (término monetario hebreo cuyo peso y valor no se conocen).
  3. 42:14 Jemima, que significa Paloma; Quesia, que significa Canela; Keren Hapuc, que significa Frasquito de maquillaje.