Por eso, así dice el Señor de los Ejércitos:

«Voy a refinarlos, a ponerlos a prueba.
    ¿Qué más puedo hacer con mi pueblo?
Su lengua es una flecha mortífera,
    su boca solo sabe engañar;
hablan cordialmente con su amigo,
    mientras en su interior le tienden una trampa.
¿Y no los he de castigar por esto?
    ¿Acaso no he de vengarme de semejante nación?»,
    afirma el Señor.

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