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El comandante de la guardia tomó aparte a Jeremías, y le dijo: «El Señor tu Dios decretó esta calamidad para este lugar, y ahora el Señor ha cumplido sus amenazas. Todo esto os ha pasado porque pecasteis contra el Señor y desobedecisteis su voz. No obstante, hoy te libero de las cadenas que te sujetan las manos. Si quieres venir conmigo a Babilonia, ven, que yo te cuidaré. Pero, si no quieres, no lo hagas. Mira, tienes ante tus ojos toda la tierra: ve adonde más te convenga».

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