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Así dice el Señor:

Se oyen gritos de terror,
de miedo, pues ya no hay paz;
preguntad y averiguad
si dan a luz los varones.
¿Por qué veo entonces a los varones
con las manos en las caderas,
lo mismo que parturientas,
con el rostro demudado?
¡Ay! ¡Qué grande será aquel día!
No habrá ninguno como él:
tiempo de angustia para Jacob,
pero se verá libre de ella.

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