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16 Y el pueblo al que profetizan será arrojado a las calles de Jerusalén a causa del hambre y de la espada, y no habrá quien los entierre, ni a ellos ni a sus esposas, ni a sus hijos, ni a sus hijas; también les echaré encima su propia maldad”.

17 »Tú les dirás lo siguiente:

»“Que corran lágrimas de mis ojos
    día y noche, sin cesar,
porque la virginal hija de mi pueblo
    ha sufrido una herida terrible,
    ¡un golpe muy duro!
18 Si salgo al campo, veo los cuerpos
    de los muertos a filo de espada;
si entro en la ciudad, veo los estragos
    que el hambre ha producido.
Tanto el profeta como el sacerdote
    andan errantes en el país sin saber lo que hacen”».

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