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(8.23) ¡Ojalá fueran mis ojos como un manantial,
como un torrente de lágrimas,
para llorar día y noche
por los muertos de mi pueblo!
(1) ¡Ojalá tuviera yo en el desierto
un lugar donde vivir,
para irme lejos de mi pueblo!
Porque todos han sido infieles;
son una partida de traidores.
(2) Siempre están listos a decir mentiras
como si dispararan flechas con un arco.
En el país reina la mentira, no la verdad;
han ido de mal en peor,
y el Señor mismo afirma:
«No han querido reconocerme.»
(3) Hay que desconfiar hasta del amigo;
ni siquiera en el hermano se puede confiar,
pues los hermanos se engañan entre sí
y los amigos se calumnian unos a otros.
(4) Cada uno se burla del otro,
y no hay quien diga la verdad.
Se han acostumbrado a mentir;
son perversos, incapaces (5) de cambiar.

El Señor afirma:
«¡Atropello tras atropello,
falsedad tras falsedad!
Mi pueblo no quiere reconocerme.
(6) Por eso yo, el Señor todopoderoso, digo:
¿Qué otra cosa puedo hacer con mi pueblo,
sino ponerlo al fuego para refinarlo?
(7) Sus lenguas son flechas mortales;
andan diciendo falsedades.
Saludan cordialmente a sus amigos,
pero en realidad les están poniendo trampas.
(8) ¿Y no los he de castigar por estas cosas?
¿No he de darle su merecido a un pueblo así?
Yo, el Señor, lo afirmo.

10 (9) »Lloren y giman por las montañas,
entonen un lamento por las praderas,
porque están quemadas y ya nadie pasa por ellas;
ya no se oye el mugir del ganado,
y hasta las aves y las fieras se fueron huyendo.

11 (10) »Voy a convertir a Jerusalén en un montón de piedras,
en una guarida de chacales;
convertiré en un desierto las ciudades de Judá,
y quedarán sin habitantes.»

12 (11) ¿Quién es lo bastante sabio para comprender esto? ¿A quién le ha dado a conocer el Señor estas cosas, para que él se las pueda explicar a los demás? ¿Por qué está el país en ruinas, seco como un desierto por donde nadie pasa?

13 (12) El Señor responde: «Todo esto sucedió porque los israelitas abandonaron las instrucciones que yo les di; no me obedecieron y no las pusieron en práctica. 14 (13) Siguieron tercamente las inclinaciones de su corazón y dieron culto a dioses falsos, como sus padres les enseñaron. 15 (14) Por eso yo, el Señor todopoderoso, el Dios de Israel, digo: Voy a darles de comer algo muy amargo, voy a darles de beber agua envenenada. 16 (15) Los voy a dispersar entre naciones que ni ellos ni sus padres conocieron; haré que los persigan espada en mano, hasta que no quede ni uno solo.»

Lamentaciones en Jerusalén

17 (16) El Señor todopoderoso dice:
«¡Atención! Manden llamar a las mujeres
que tienen por oficio hacer lamentación.»

18 (17) ¡Sí, que vengan pronto
y que hagan lamentación por nosotros;
que se nos llenen de lágrimas los ojos
y nuestros párpados se inunden de llanto!
19 (18) Desde Sión nos llegan ayes de dolor:
¡Ay, cómo hemos quedado en ruinas!,
¡qué deshonra hemos sufrido!
Tenemos que abandonar nuestra patria,
nuestros hogares están en ruinas.
20 (19) Mujeres, escuchen la palabra del Señor,
pongan atención a su mensaje.
Enseñen a sus hijas a llorar
y a sus amigas a lamentarse así:
21 (20) «La muerte entró en nuestros hogares,
llegó a nuestros palacios;
mata a los niños en las calles
y a los jóvenes en las plazas.
22 (21) Los cadáveres de los hombres quedaron tendidos
como estiércol en el campo,
como espiga que cae detrás del segador
y que nadie la recoge.»
El Señor lo afirma.

23 (22) El Señor dice:
«Que no se enorgullezca el sabio de ser sabio,
ni el poderoso de su poder,
ni el rico de su riqueza.
24 (23) Si alguien se quiere enorgullecer,
que se enorgullezca de conocerme,
de saber que yo soy el Señor,
que actúo en la tierra con amor, justicia y rectitud,
pues eso es lo que a mí me agrada.
Yo, el Señor, lo afirmo.»

25 (24) El Señor afirma: «Viene el día en que castigaré a todos los pueblos que se circuncidan físicamente: 26 (25) a Egipto, Judá, Edom, Amón y Moab, y a todos los que viven en el desierto y se afeitan las sienes. Porque todos esos pueblos, y aun todo el pueblo de Israel, son realmente paganos de corazón.»

Idolatría y culto verdadero a Dios

10 Escucha, pueblo de Israel, este mensaje que el Señor te dirige. El Señor dice:

«No sigan el ejemplo de otras naciones
ni se dejen asustar por las señales del cielo,
como esas naciones lo hacen.
La religión de esos pueblos no vale nada.
Cortan un tronco en el bosque,
un escultor lo labra con su cincel,
luego lo adornan con plata y oro,
y lo aseguran con clavos y martillo
para que no se caiga.
Los ídolos parecen espantapájaros
en un campo sembrado de melones;
no pueden hablar,
y hay que cargar con ellos, porque no caminan.
No tengan miedo de ellos,
que a nadie hacen mal ni bien.»

Señor, no hay nadie como tú:
tú eres grande,
tu nombre es grande y poderoso.
¿Quién no te teme, rey de las naciones?
Tú mereces ser temido.
Entre todos los sabios y reyes del mundo,
no hay nadie como tú.
Todos ellos son necios,
no tienen ninguna inteligencia.
¡Nada puede enseñarles un pedazo de madera!
Sus ídolos son tan sólo plata traída de Tarsis
y oro traído de Ufaz;
objetos hechos por escultores y orfebres
y vestidos con telas moradas y rojas,
todos ellos fabricados por hábiles artistas.
10 El Señor es el Dios verdadero,
el Dios viviente, el Rey eterno.
Cuando se enoja, tiembla la tierra;
las naciones no pueden resistir su ira.

11 (Ustedes, israelitas, digan a los paganos: «Los dioses que no hicieron el cielo ni la tierra desaparecerán de la tierra; ni uno de ellos quedará debajo del cielo.»)

Himno de alabanza a Dios(A)

12 El Señor, con su poder, hizo la tierra;
con su sabiduría afirmó el mundo;
con su inteligencia extendió el cielo.
13 Con voz de trueno hace rugir el agua en el cielo,
hace subir las nubes desde el extremo de la tierra,
hace brillar los relámpagos en medio de la lluvia
y saca el viento de donde lo tiene guardado.
14 Necio e ignorante es todo hombre.
Los ídolos defraudan al que los fabrica:
son imágenes engañosas y sin vida;
15 son objetos sin valor, ridículos,
que el Señor, en el juicio, destruirá.
16 ¡Qué diferente es el Dios de Jacob,
creador de todo lo que existe!
Él escogió a Israel como su propiedad.
El Señor todopoderoso: ése es su nombre.

Diálogo entre el profeta y la nación

17 —Y tú, nación en estado de sitio,
recoge tus cosas.
18 Porque el Señor dice:
“Esta vez voy a lanzar lejos
a los habitantes de este país.
Voy a ponerlos en aprietos,
a ver si así me encuentran.”

19 —¡Ay de mí, que estoy en ruinas!
¡Mis heridas no tienen curación!
¡Y yo que pensé que podría
soportar este dolor!
20 Mi campamento está destruido,
todas las cuerdas están rotas.
Mis hijos me han abandonado,
¡ya no existen!
Ya no hay quien vuelva a plantar mis tiendas,
quien vuelva a extender sus lonas.

21 —Los jefes de este pueblo son necios;
no buscan al Señor.
Por eso han fracasado
y todo su rebaño está disperso.

22 ¡Atención! ¡Llega una noticia!
De un país del norte viene un gran estruendo
que va a convertir las ciudades de Judá
en un desierto donde sólo vivan los chacales.

23 Señor, yo sé que el hombre no es dueño de su vida,
que no tiene dominio sobre su destino.
24 Corrígenos conforme a tu justicia,
y no con ira, pues nos destruirías.
25 Descarga tu ira sobre las naciones
que no te reconocen,
sobre los pueblos que no te invocan,
porque han devorado al pueblo de Jacob,
lo han destruido por completo
y han dejado en ruinas el país.

¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la hija de mi pueblo! ¡Oh, quién me diese en el desierto un albergue de caminantes, para que dejase a mi pueblo, y de ellos me apartase! Porque todos ellos son adúlteros, congregación de prevaricadores. Hicieron que su lengua lanzara mentira como un arco, y no se fortalecieron para la verdad en la tierra; porque de mal en mal procedieron, y me han desconocido, dice Jehová.

Guárdese cada uno de su compañero, y en ningún hermano tenga confianza; porque todo hermano engaña con falacia, y todo compañero anda calumniando. Y cada uno engaña a su compañero, y ninguno habla verdad; acostumbraron su lengua a hablar mentira, se ocupan de actuar perversamente. Su morada está en medio del engaño; por muy engañadores no quisieron conocerme, dice Jehová.

Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que yo los refinaré y los probaré; porque ¿qué más he de hacer por la hija de mi pueblo? Saeta afilada es la lengua de ellos; engaño habla; con su boca dice paz a su amigo, y dentro de sí pone sus asechanzas. ¿No los he de castigar por estas cosas? dice Jehová. De tal nación, ¿no se vengará mi alma?

10 Por los montes levantaré lloro y lamentación, y llanto por los pastizales del desierto; porque fueron desolados hasta no quedar quien pase, ni oírse bramido de ganado; desde las aves del cielo hasta las bestias de la tierra huyeron, y se fueron. 11 Reduciré a Jerusalén a un montón de ruinas, morada de chacales; y convertiré las ciudades de Judá en desolación en que no quede morador.

Amenaza de ruina y exilio

12 ¿Quién es varón sabio que entienda esto? ¿y a quién habló la boca de Jehová, para que pueda declararlo? ¿Por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como desierto, hasta no haber quien pase? 13 Dijo Jehová: Porque dejaron mi ley, la cual di delante de ellos, y no obedecieron a mi voz, ni caminaron conforme a ella; 14 antes se fueron tras la imaginación de su corazón, y en pos de los baales, según les enseñaron sus padres. 15 Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que a este pueblo yo les daré a comer ajenjo, y les daré a beber aguas de hiel. 16 Y los esparciré entre naciones que ni ellos ni sus padres conocieron; y enviaré espada en pos de ellos, hasta que los acabe.

17 Así dice Jehová de los ejércitos: Considerad, y llamad plañideras que vengan; buscad a las hábiles en su oficio; 18 y dense prisa, y levanten llanto por nosotros, y desháganse nuestros ojos en lágrimas, y nuestros párpados se destilen en aguas. 19 Porque de Sion fue oída voz de endecha: ¡Cómo hemos sido destruidos! En gran manera hemos sido avergonzados, porque abandonamos la tierra, porque han destruido nuestras moradas.

20 Oíd, pues, oh mujeres, palabra de Jehová, y vuestro oído reciba la palabra de su boca: Enseñad endechas a vuestras hijas, y lamentación cada una a su amiga. 21 Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios, para exterminar a los niños de las calles, a los jóvenes de las plazas. 22 Habla: Así ha dicho Jehová: Los cuerpos de los hombres muertos caerán como estiércol sobre la faz del campo, y como manojo tras el segador, que no hay quien lo recoja.

El conocimiento de Dios es la gloria del hombre

23 Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. 24 Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme,(A) que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.

25 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que castigaré a todo circuncidado, y a todo incircunciso; 26 a Egipto y a Judá, a Edom y a los hijos de Amón y de Moab, y a todos los arrinconados en el postrer rincón, los que moran en el desierto; porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón.

Los falsos dioses y el Dios verdadero

10 Oíd la palabra que Jehová ha hablado sobre vosotros, oh casa de Israel. Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman. Porque las costumbres de los pueblos son vanidad; porque leño del bosque cortaron, obra de manos de artífice con buril. Con plata y oro lo adornan; con clavos y martillo lo afirman para que no se mueva. Derechos están como palmera, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos, porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder.

No hay semejante a ti, oh Jehová; grande eres tú, y grande tu nombre en poderío. ¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones?(B) Porque a ti es debido el temor; porque entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay semejante a ti. Todos se infatuarán y entontecerán. Enseñanza de vanidades es el leño. Traerán plata batida de Tarsis y oro de Ufaz, obra del artífice, y de manos del fundidor; los vestirán de azul y de púrpura, obra de peritos es todo. 10 Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación.

11 Les diréis así: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparezcan de la tierra y de debajo de los cielos.

12 El que hizo la tierra con su poder, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su sabiduría; 13 a su voz se produce muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos. 14 Todo hombre se embrutece, y le falta ciencia; se avergüenza de su ídolo todo fundidor, porque mentirosa es su obra de fundición, y no hay espíritu en ella. 15 Vanidad son, obra vana; al tiempo de su castigo perecerán. 16 No es así la porción de Jacob; porque él es el Hacedor de todo, e Israel es la vara de su heredad; Jehová de los ejércitos es su nombre.

Asolamiento de Judá

17 Recoge de las tierras tus mercaderías, la que moras en lugar fortificado. 18 Porque así ha dicho Jehová: He aquí que esta vez arrojaré con honda los moradores de la tierra, y los afligiré, para que lo sientan.

19 ¡Ay de mí, por mi quebrantamiento! mi llaga es muy dolorosa. Pero dije: Ciertamente enfermedad mía es esta, y debo sufrirla. 20 Mi tienda está destruida, y todas mis cuerdas están rotas; mis hijos me han abandonado y perecieron; no hay ya más quien levante mi tienda, ni quien cuelgue mis cortinas. 21 Porque los pastores se infatuaron, y no buscaron a Jehová; por tanto, no prosperaron, y todo su ganado se esparció.

22 He aquí que voz de rumor viene, y alboroto grande de la tierra del norte, para convertir en soledad todas las ciudades de Judá, en morada de chacales. 23 Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar sus pasos. 24 Castígame, oh Jehová, mas con juicio; no con tu furor, para que no me aniquiles.

25 Derrama tu enojo sobre los pueblos que no te conocen, y sobre las naciones que no invocan tu nombre; porque se comieron a Jacob, lo devoraron, le han consumido, y han asolado su morada.

¡Ojalá mi cabeza fuera un manantial
    y mis ojos una fuente de lágrimas,
para llorar de día y de noche
    por los muertos de mi pueblo!
¡Ojalá tuviera yo en el desierto
    una posada junto al camino!
Abandonaría a mi pueblo
    y me alejaría de ellos.
Porque todos ellos son adúlteros,
    son una banda de traidores.

«Tensan su lengua como un arco;
    en el país prevalece la mentira, no la verdad,
porque van de mal en peor
    y a mí no me conocen»,
    afirma el Señor.
«Cuídese cada uno de su amigo,
    no confíe ni siquiera en el hermano,
porque todo hermano engaña
    y todo amigo calumnia.
Se engañan unos a otros;
    no se hablan con la verdad.
Han enseñado a sus lenguas a mentir
    y pecan hasta el cansancio.
Tú, Jeremías, vives en medio de engañadores,
    que por su engaño no quieren reconocerme»,
    afirma el Señor.

Por eso, así dice el Señor de los Ejércitos:

«Voy a refinarlos, a ponerlos a prueba.
    ¿Qué más puedo hacer con mi pueblo?
Su lengua es una flecha mortífera,
    su boca solo sabe engañar;
hablan cordialmente con su amigo,
    mientras en su interior le tienden una trampa.
¿Y no los he de castigar por esto?
    ¿Acaso no he de vengarme de semejante nación?»,
    afirma el Señor.

10 Lloraré y gemiré por los montes,
    me lamentaré por los prados del desierto,
porque están desolados:
    ya nadie los transita
    ni se escuchan los mugidos del ganado.
Desde las aves del cielo hasta los animales del campo,
    todos han huido.

11 «Convertiré a Jerusalén en un montón de ruinas,
    en una guarida de chacales.
Convertiré en ruinas las ciudades de Judá;
    ¡las dejaré sin habitantes!».

12 ¿Quién es tan sabio como para entender esto? ¿A quién habló el Señor para que lo anuncie? ¿Por qué está arruinado el país, desolado como un desierto por el que nadie pasa?

13 El Señor dice: «Porque ellos abandonaron la Ley que yo les entregué; no me obedecieron ni vivieron conforme a ella. 14 Siguieron la terquedad de su corazón; se fueron tras los baales, como les habían enseñado sus antepasados». 15 Por eso, así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: «A este pueblo le daré a comer alimentos amargos y a beber agua envenenada. 16 Los dispersaré entre naciones que ni ellos ni sus antepasados conocieron; los perseguiré con espada hasta aniquilarlos».

17 Así dice el Señor de los Ejércitos:

«¡Presten atención! Llamen a las plañideras.
    Que vengan las más hábiles.
18 Que se den prisa,
    que hagan lamentación por nosotros.
Nuestros ojos se inundarán de lágrimas
    y brotará de nuestros párpados el llanto.
19 Desde Sión se escuchan quejidos y lamentos:
    “Hemos sido devastados;
    nos han avergonzado por completo.
Tenemos que abandonar nuestra tierra,
    porque han derribado nuestras casas”».

20 Escuchen, mujeres, la palabra del Señor;
    reciban sus oídos la palabra de su boca.
Enseñen a sus hijas a entonar endechas;
    que unas a otras se enseñen este lamento:
21 «La muerte se ha metido por nuestras ventanas,
    ha entrado en nuestros palacios;
ha eliminado en las calles a los niños
    y en las plazas a los jóvenes».

22 Habla: «Así dice el Señor:

»“Yacen tendidos los cadáveres
    como estiércol sobre los campos,
como gavillas que caen tras el segador,
    sin que nadie las recoja”».

23 Así dice el Señor:

«Que no se gloríe el sabio de su sabiduría,
    ni el poderoso de su poder,
    ni el rico de su riqueza.
24 Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme
    y de comprender que yo soy el Señor,
que actúo en la tierra con gran amor,
    derecho y justicia,
    pues es lo que a mí me agrada»,
    afirma el Señor.

25 «Vienen días —afirma el Señor—, en que castigaré al que haya sido circuncidado solo del prepucio: 26 castigaré a Egipto, Judá, Edom, Amón, Moab; también, a todos los que viven en el desierto y se rapan las sienes. Todas las naciones son incircuncisas, pero el pueblo de Israel es incircunciso de corazón».

Dios y los ídolos(A)

10 Escucha, pueblo de Israel, la palabra del Señor. Así dice el Señor:

«No aprendan ustedes la conducta de las naciones
    ni se asusten ante las señales del cielo,
    aunque las naciones les tengan miedo.
Las costumbres de los pueblos no tienen valor alguno.
    Cortan un tronco en el bosque
    y un artífice lo labra con un cincel.
Lo adornan con plata y oro
    y lo afirman con clavos y martillo
    para que no se tambalee.
Sus ídolos no pueden hablar;
    ¡parecen espantapájaros
    en un huerto de pepinos!
Tienen que ser transportados,
    porque no pueden caminar.
No les tengan miedo,
    porque no les pueden hacer ningún mal,
    pero tampoco ningún bien».

¡No hay nadie como tú, Señor!
    ¡Grande eres tú!
    ¡Grande y poderoso es tu nombre!
¿Quién no te temerá,
    Rey de las naciones?
    ¡Es lo que te corresponde!
Entre todos los sabios de las naciones,
    y entre todos los reinos,
    no hay nadie como tú.

Todos son necios e insensatos,
    educados por inútiles ídolos de palo.
De Tarsis se trae plata laminada,
    y de Ufaz se importa oro.
Los ídolos, vestidos de color azul y carmesí,
    son obra de artífices y orfebres;
    ¡todos ellos son obra de artesanos!
10 Pero el Señor es el Dios verdadero,
    el Dios viviente, el Rey eterno.
Cuando se enoja, tiembla la tierra;
    las naciones no pueden soportar su ira.

11 «Así les dirás: “Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparecerán de la tierra y de debajo del cielo”».[a]

12 Dios hizo la tierra con su poder,
    afirmó el mundo con su sabiduría,
    extendió los cielos con su inteligencia.
13 Cuando él deja oír su voz, rugen las aguas en los cielos;
    hace que se levanten las nubes desde los confines de la tierra.
Entre relámpagos desata la lluvia
    y saca de sus depósitos al viento.

14 La humanidad es necia e ignorante;
    todo orfebre se avergüenza de sus ídolos.
Sus imágenes son un engaño
    y no hay en ellas aliento de vida.
15 No valen nada, son objetos de burla;
    cuando llegue el día del juicio serán destruidos.
16 La porción de Jacob no es como aquellos,
    porque él es quien hizo todas las cosas,
incluso Israel, el pueblo de su heredad.
    Su nombre es el Señor de los Ejércitos.

Destrucción inminente

17 Recoge del suelo tus pertenencias,
    tú que te encuentras sitiado.
18 Porque así dice el Señor:
    «Esta vez arrojaré a los habitantes de la tierra
    como si los lanzara con una honda.
Los pondré en aprietos
    y dejaré que los capturen».

19 ¡Ay de mí, que estoy quebrantado!
    ¡Mi herida es incurable!
Pero es mi enfermedad
    y me toca soportarla.
20 Destruida está la tienda donde habito
    y rotas todas mis cuerdas.
Mis hijos me han abandonado; han dejado de existir.
    Ya no hay nadie que arme mi tienda
    y que levante mis toldos.
21 Los pastores se han vuelto necios,
    no buscan al Señor;
por eso no han prosperado,
    y su rebaño anda disperso.
22 ¡Escuchen! ¡Llega un mensaje!
    Un gran estruendo viene de un país del norte,
que convertirá las ciudades de Judá
    en guarida de chacales, en un montón de ruinas.

Oración de Jeremías

23 Señor, yo sé que nadie es dueño de su destino,
    que no le es dado al caminante dirigir sus propios pasos.
24 Corrígeme, Señor, pero con justicia,
    y no según tu ira,
    pues me destruirías.
25 Derrama tu furor
    sobre las naciones que no te reconocen
    y sobre las familias que no invocan tu nombre.
Porque se han devorado a Jacob,
    se lo han tragado por completo
    y han asolado su morada.

Notas al pie

  1. 10:11 Este versículo está escrito en arameo.

»¡Quisiera tener lágrimas suficientes,
para llorar día y noche
por los muertos de mi pueblo!
¡Quisiera huir al desierto,
para alejarme de los que aún viven!
Todos ellos son unos infieles;
¡son una banda de traidores!»

Dios dijo:

«Esta gente dice que me ama,
pero en este país todos mienten
y todo va de mal en peor.
¡Este pueblo dice más mentiras
que las flechas que un guerrero
dispara en la batalla!

4-6 »Nadie confía en nadie,
ni siquiera en su propio hermano,
porque nadie dice la verdad.
Todos se cuidan de todos,
porque entre hermanos se engañan
y hasta entre amigos se mienten.
¡Están acostumbrados a mentir,
y no se cansan de pecar!
Esta gente no quiere confiar en mí.
Les juro que así es».

Por eso yo, el todopoderoso Dios de Israel, digo:

«Voy a hacer sufrir a mi pueblo,
a ver si así cambia;
¿qué más puedo hacer con ellos?
Sólo saben decir mentiras;
¡su lengua hiere más que una flecha!
Les desean lo mejor a sus amigos,
pero eso son sólo palabras,
pues lo que en verdad quieren
es tenderles una trampa.
¡Por eso voy a castigarlos
y a darles su merecido!
Les juro que así será.

10 »Por montañas y desiertos
los haré llorar y se oirán sus lamentos.
Las praderas quedarán desiertas,
pues ya nadie pasará por ellas.
Ya no se oirán los mugidos del ganado,
y desaparecerán por completo
las aves del cielo
y los animales del campo.
11 Destruiré las ciudades de Judá,
y las dejaré sin gente.
Dejaré a la ciudad de Jerusalén
hecha un montón de ruinas.
¡En ese lugar vivirán
sólo los perros salvajes!»

Dios castigará a Judá y a las naciones

12 Jeremías dijo:

«¿Por qué está tan arruinado el país? Ya nadie pasa por aquí. ¡Hasta parece un desierto! ¿Quién puede entender esto? ¿Hay algún profeta que nos hable de parte de Dios, y nos lo pueda explicar? 13 Dios dice que esto le pasó a su pueblo porque no le obedecieron ni vivieron de acuerdo con sus enseñanzas. 14 Más bien, siguieron el ejemplo de sus antepasados, fueron necios y adoraron a los dioses falsos. 15 También dice el todopoderoso Dios de Israel que le dará a este pueblo comida podrida y agua envenenada, 16 y que los dispersará por naciones que ni ellos ni sus antepasados conocieron. ¡Los perseguirá espada en mano, hasta que ninguno de ellos quede con vida!»

17-18 Así dice el Dios todopoderoso:

«¡Préstenme atención!
¡Llamen a las mujeres que se contratan
para llorar por los muertos!
¡Traigan a las más expertas
y que empiecen a llorar por ustedes!
Sus ojos se llenarán de lágrimas;
el llanto correrá por sus mejillas.

19 »Por todo el país
se escuchan gritos y lamentos:
“Estamos destruidos y llenos de vergüenza.
Nuestras casas han sido derribadas;
tenemos que abandonar nuestro país”.

20 »¡Escúchenme bien,
lloronas profesionales!
¡Presten atención a mis palabras!
Enséñenles a sus hijas y amigas
a entonar canciones fúnebres;
enséñenles a cantar este lamento:

21 “La muerte entró a nuestros palacios;
se metió por nuestras ventanas,
y mató a los niños que jugaban en la calle
y a los jóvenes que se reunían en las plazas.
22 Sus cadáveres quedaron en el suelo
como el grano que se cae al cosecharlo;
¡quedaron desparramados como basura,
sin que nadie los levantara!”

»Les juro que así será.

23 »Que nadie se sienta orgulloso:
ni el sabio de su sabiduría,
ni el poderoso de su poder,
ni el rico de su riqueza.
24 Si alguien quiere sentirse orgulloso,
que se sienta orgulloso de mí
y de que me obedece.
¡Eso es conocerme!
Pues yo actúo en la tierra con amor,
y amo la justicia y la rectitud.

25-26 »Vienen días en que yo castigaré a los habitantes de Egipto, Edom, Amón y Moab. Y también castigaré a los que viven en el desierto, porque ellos se afeitan las patillas para adorar a los muertos, y además se circuncidan. Pero eso no significa que todas estas naciones pertenezcan a mi pueblo. A los habitantes de Judá también los castigaré, pues aunque también se circuncidan, en realidad no me obedecen».

Dios rechaza los ídolos

10 1-2 Israelitas, escuchen la palabra de nuestro Dios:

«No tiemblen de miedo
cuando vean señales en el cielo,
como hacen las otras naciones.
Las costumbres religiosas de esa gente
no tienen ningún valor.
Van al bosque, cortan un tronco,
y un artesano le va dando forma.
Otros lo adornan con oro y plata,
y lo aseguran con clavos y martillo
para que no se caiga.

»Esos ídolos no pueden hablar;
¡parecen espantapájaros
en un campo sembrado de melones!
Tienen que llevarlos
porque no pueden caminar,
así que no los adoren;
ellos no los pueden ayudar
ni les pueden hacer daño».

El Dios verdadero

Jeremías dijo:

«Dios mío, tú eres muy poderoso,
¡no hay nadie como tú!
Eres el rey de las naciones
y todos tiemblan ante ti.
Entre los sabios de las naciones,
y entre todos los reinos,
no hay nadie como tú.
¡Tú mereces que todos te adoren!

»Los habitantes de esas naciones
son gente tonta y bruta,
pues tienen por maestros
a ídolos de palo que no sirven para nada.
Los artesanos hacen esos ídolos
con el oro y la plata
que traen desde España,
y más tarde los visten
con lujosas telas rojas;
¡pero todos esos ídolos
están hechos por hombres!
10 Pero tú, nuestro Dios,
eres el Dios verdadero;
¡Tú nos das vida
y reinas por siempre!
Cuando te enojas, tiembla la tierra;
¡no hay nación que resista tu furia!»

Los ídolos no sirven para nada

11 Dios le pidió a Jeremías que les diera a los israelitas el siguiente mensaje:

«Como los ídolos no hicieron
ni el cielo ni la tierra,
están condenados a desaparecer.

12 »Con su poder y sabiduría,
y con mucha inteligencia,
Dios hizo la tierra, afirmó el mundo
y extendió los cielos.

13 »Basta una palabra de Dios
para que rujan los cielos
y aparezcan las nubes en el horizonte.
En medio de fuertes relámpagos,
y de vientos huracanados,
Dios hace que llueva.

14 »La gente es necia, no sabe nada;
los ídolos son una vergüenza
para quienes los fabrican.
Esos ídolos son un engaño;
por supuesto, no tienen vida.
15 No valen nada, son pura fantasía;
cuando Dios los juzgue, serán destruidos.
16 Pero nuestro Dios no es así;
¡él hizo todo lo que existe!
Nuestro Dios nos eligió
y nos hizo su pueblo.
¡Su nombre es el Dios todopoderoso!»

La destrucción no tarda en llegar

17-18 El Dios de Israel ha dicho:

«Habitantes de Jerusalén,
esta vez voy a enviarlos muy lejos,
como si lanzara una piedra con la honda.
Voy a ponerlos en aprietos,
y dejaré que los capturen.
Agarren todo lo que puedan
y salgan corriendo,
pues ya se acerca el enemigo».

19 Jeremías dijo:

«¡Qué terrible es mi dolor!
¡Mi sufrimiento no se acaba!
Estoy sufriendo en carne propia
los males de mi pueblo.
20 Toda mi patria está destruida
y no puedo reconstruirla.
Ya no hay nadie que pueda ayudarme;
toda mi gente está muerta.
¡He quedado abandonado!
21 Los gobernantes de este pueblo
resultaron ser unos tontos
que no buscaron a Dios.
Por eso no tuvieron éxito,
y ahora nosotros parecemos
un rebaño de ovejas perdidas.

22 »¡Escuchen! ¡Llega una mala noticia!
Un gran ejército viene del norte,
y convertirá las ciudades de Judá
en un montón de ruinas;
¡allí harán su casa los perros salvajes!»

23 Jeremías oró así:

«Dios mío,
yo sé que nadie es dueño
de su vida y su futuro.
24 Te pido que nos corrijas,
pero hazlo con justicia.
No nos corrijas mientras estés enojado,
pues nos destrozarías por completo.
25 Mejor castiga con furia
a los habitantes de las otras naciones.
Ellos no te reconocen como su Dios,
pues nos han destruido por completo
y han arruinado nuestro país».

[a]Quién me diera que mi cabeza se hiciera agua,
y mis ojos fuente de lágrimas,
para que yo llorara día y noche(A)
por los muertos de la hija de mi pueblo(B).
[b]Quién me diera en el desierto
un albergue de caminantes,
para dejar a mi pueblo
y alejarme de ellos(C).
Porque todos ellos son adúlteros(D),
una asamblea de traidores(E).
Tensan su lengua como su arco;
la mentira y no la verdad[c](F) prevalece en la tierra;
porque de mal en mal proceden(G),
y a mí no me conocen(H) —declara el Señor.
Guárdese cada uno de su prójimo(I),
y no confíe en ningún hermano(J);
porque todo hermano obra con engaño[d](K),
y todo prójimo anda calumniando(L).
Cada uno engaña a su prójimo,
y no habla la verdad,
han enseñado sus lenguas a hablar mentiras(M);
se afanan(N) por cometer iniquidad.
Tu morada está en medio del engaño(O);
por causa del engaño rehúsan conocerme(P) —declara el Señor.

Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos:

He aquí, los refinaré y los probaré(Q),
porque ¿qué más puedo hacer(R) con la hija de mi pueblo?
Saeta mortífera es su lengua,
engaño habla(S);
con su boca habla cada uno de paz a su prójimo(T),
pero dentro de sí le tiende emboscada(U).
Por estas cosas ¿no los castigaré? —declara el Señor.
De una nación como esta
¿no se vengará mi alma(V)?

Amenaza de ruina y destierro

10 Alzad[e] por los montes lloro y lamentación(W),
y una elegía por los pastos del desierto(X),
porque han sido desolados; nadie pasa por ellos(Y),
ni se oye el bramido del ganado;
desde las aves del cielo hasta las bestias han huido, se han ido(Z).
11 Haré de Jerusalén un montón de ruinas(AA),
una guarida de chacales(AB),
y de las ciudades de Judá una desolación, sin habitante(AC).

12 ¿Quién es el hombre sabio que entienda esto(AD)? ¿A quién ha hablado la boca del Señor(AE) que pueda declararlo? ¿Por qué está arruinado el país, desolado como un desierto(AF) sin que nadie pase por él? 13 Respondió el Señor: Porque han abandonado mi ley que puse delante de ellos, y no han obedecido mi voz ni andado conforme a ella(AG), 14 sino que han andado tras la terquedad de sus corazones(AH) y tras los baales(AI), tal como sus padres les enseñaron(AJ). 15 Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: He aquí, yo daré de comer(AK) ajenjo a este pueblo y le daré de beber agua envenenada(AL). 16 Los esparciré entre naciones que no conocieron ni ellos ni sus padres(AM), y enviaré tras ellos la espada hasta aniquilarlos(AN).

17 Así dice el Señor de los ejércitos:

Considerad, llamad a las plañideras, que vengan(AO);
enviad por las más hábiles, que vengan(AP),
18 que se apresuren y eleven una lamentación por nosotros,
para que derramen lágrimas nuestros ojos
y fluya agua de nuestros párpados(AQ).
19 Porque voz de lamentación(AR) se oye desde Sión:
«¡Cómo hemos sido arrasados(AS)!
En gran manera estamos avergonzados,
porque tenemos que abandonar la tierra(AT),
porque han derribado nuestras moradas».
20 Oíd, pues, mujeres, la palabra del Señor,
y reciba vuestro oído la palabra de su boca;
enseñad la lamentación a vuestras hijas(AU)
y la endecha cada una a su vecina.
21 Porque la muerte ha subido por nuestras ventanas,
ha entrado en nuestros palacios,
exterminando a los niños(AV) de las calles,
a los jóvenes(AW) de las plazas.

22 Di: Así declara el Señor:

«Los cadáveres de los hombres caerán
como estiércol sobre la faz del campo,
y como gavillas tras el segador,
y no habrá quien las recoja(AX)».

23 Así dice el Señor:

No se gloríe el sabio de su sabiduría(AY),
ni se gloríe el poderoso de su poder(AZ),
ni el rico se gloríe de su riqueza(BA);
24 mas el que se gloríe, gloríese de esto:
de que me entiende y me conoce(BB),
pues yo soy el Señor que hago misericordia(BC),
derecho y justicia en la tierra,
porque en estas cosas me complazco(BD) —declara el Señor.

25 He aquí, vienen días —declara el Señor— en que castigaré a todo el que esté circuncidado solo en la carne[f](BE): 26 a Egipto, a Judá, a los hijos de Amón, a Moab y a todos los que se rapan las sienes(BF), a los que habitan en el desierto; porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón(BG).

Los dioses falsos y el Dios verdadero

10 Oíd la palabra que el Señor os habla, oh casa de Israel. Así dice el Señor:

El camino de las naciones(BH) no aprendáis,
ni de las señales de los cielos os aterroricéis,
aunque las naciones les tengan terror.
Porque las costumbres de los pueblos son vanidad(BI);
pues un leño del bosque es cortado,
lo trabajan las manos de un artífice con la azuela(BJ);
con plata y oro lo adornan(BK),
con clavos y martillos lo aseguran
para que no se mueva(BL).
Como los espantapájaros de un pepinar,
sus ídolos[g] no hablan(BM);
tienen que ser transportados,
porque no andan(BN).
No les tengáis miedo,
porque no pueden hacer ningún mal,
ni tampoco hacer bien alguno(BO).

No hay nadie como tú, oh Señor(BP);
grande eres tú, y grande es tu nombre en poderío(BQ).
¿Quién no te temerá, oh Rey de las naciones(BR)?
Porque esto se te debe.
Porque entre todos los sabios de las naciones,
y en todos sus reinos(BS),
no hay nadie como tú(BT).
Mas ellos a una son torpes y necios(BU)
en su enseñanza de vanidades[h], pues su ídolo es un leño.
Plata(BV) laminada es traída de Tarsis(BW)
y oro de Ufaz(BX),
obra de un artífice y de manos de un orfebre;
su vestido es de violeta y púrpura;
todo ello obra de peritos(BY).
10 Pero el Señor es el Dios verdadero(BZ);
Él es el Dios vivo(CA) y el Rey eterno(CB).
Ante su enojo tiembla la tierra(CC),
y las naciones son impotentes ante su indignación(CD).

11 [i]Así les diréis: Los dioses que no hicieron los cielos(CE) ni la tierra, perecerán de la tierra(CF) y de debajo de los[j] cielos.

12 Él es el que hizo la tierra(CG) con su poder,
el que estableció el mundo(CH) con su sabiduría,
y con su inteligencia extendió los cielos(CI).
13 Cuando Él emite su voz, hay estruendo de aguas(CJ) en los cielos;
Él hace subir las nubes(CK) desde los extremos de la tierra,
hace los relámpagos para la lluvia
y saca el viento de sus depósitos(CL).
14 Todo hombre es torpe, falto de conocimiento;
todo orfebre se avergüenza de su ídolo[k];
porque engañosas son sus imágenes fundidas,
y no hay aliento en ellas(CM).
15 Vanidad son(CN), obra ridícula,
en el tiempo de su castigo perecerán(CO).
16 No es como esta la porción de Jacob(CP);
porque Él es el Hacedor[l] de todo(CQ),
e Israel es la tribu de su heredad(CR);
el Señor de los ejércitos es su nombre(CS).

17 Recoge del suelo tus pertenencias,
tú que moras sitiada(CT).

18 Porque así dice el Señor:

He aquí, en esta ocasión, tiro con honda(CU) a los habitantes de la tierra,
y los afligiré
para que me puedan hallar.

19 ¡Ay de mí(CV), por mi quebranto!
Mi herida(CW) es incurable.
Mas yo me dije: De cierto esta es una enfermedad,
y debo soportarla(CX).
20 Mi tienda está destruida(CY),
y todas mis cuerdas rotas;
mis hijos me han abandonado y no queda ninguno(CZ).
No hay quien(DA) plante de nuevo mi tienda
ni coloque mis cortinas.
21 Porque los pastores se han entorpecido
y no han buscado al Señor(DB);
por tanto, no prosperaron,
y todo su rebaño se ha dispersado(DC).
22 ¡Se oye un rumor(DD)! He aquí, viene
una gran conmoción desde la tierra del norte(DE),
para convertir las ciudades de Judá
en desolación, en guarida de chacales(DF).

23 Yo sé, oh Señor, que no depende del hombre su camino(DG),
ni de quien anda el dirigir sus pasos(DH).
24 Repréndeme, oh Señor, pero con justicia,
no con tu ira(DI), no sea que me reduzcas a nada.
25 Derrama furor sobre las naciones que no te conocen(DJ),
y sobre los linajes que no invocan tu nombre(DK);
porque han devorado a Jacob,
lo han devorado y lo han consumido,
y han asolado su morada[m](DL).

Notas al pie

  1. Jeremías 9:1 En el texto heb., cap. 8:23
  2. Jeremías 9:2 En el texto heb., cap. 9:1
  3. Jeremías 9:3 Lit., fidelidad
  4. Jeremías 9:4 I.e., como Jacob (juego de palabras)
  5. Jeremías 9:10 Así en la versión gr. (sept.); en el T.M., Alzaré
  6. Jeremías 9:25 Lit., en el prepucio
  7. Jeremías 10:5 Lit., ellos
  8. Jeremías 10:8 O, ídolos
  9. Jeremías 10:11 Este vers. está escrito en arameo
  10. Jeremías 10:11 O, estos
  11. Jeremías 10:14 O, su imagen tallada
  12. Jeremías 10:16 Lit., Diseñador
  13. Jeremías 10:25 O, pastizal