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Jeremías compra un terreno

32 El Señor habló a Jeremías en el año décimo del reinado de Sedequías en Judá, que era el año dieciocho del reinado de Nabucodonosor. Por aquel tiempo el ejército del rey de Babilonia estaba atacando a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba encerrado en el patio de la guardia del palacio real. El rey Sedequías lo había mandado arrestar, porque Jeremías había dicho: «El Señor dice: “Voy a hacer que esta ciudad caiga en poder del rey de Babilonia, y el rey Sedequías no escapará de los caldeos, sino que caerá en poder del rey de Babilonia y tendrá que presentarse ante él. Nabucodonosor se llevará a Sedequías a Babilonia, donde se quedará hasta que yo me vuelva a ocupar de él. Aunque ustedes peleen contra los caldeos, no tendrán éxito. Yo, el Señor, lo afirmo.”»

Y dijo Jeremías: «El Señor se dirigió a mí, y me dijo: “Mira, tu primo Hanamel, el hijo de tu tío Salum, va a venir a proponerte que le compres un terreno que tiene en Anatot, pues tú tienes el derecho de comprarlo por ser el pariente más cercano.” Tal como el Señor me lo dijo, mi primo Hanamel vino a verme al patio de la guardia y me pidió que le comprara el campo que tenía en Anatot, en territorio de la tribu de Benjamín, porque yo tenía el derecho de comprarlo y quedarme con él, por ser el pariente más cercano. Al darme cuenta de que aquello era una orden del Señor, 9-10 le compré el campo a mi primo Hanamel. Le entregué diecisiete monedas de plata, que fue el precio convenido, y puse el contrato por escrito, sellado y firmado por los testigos. 11 Luego tomé las dos copias del contrato, una sellada y con las condiciones de compra, y otra abierta, 12 y se las di a Baruc, hijo de Nerías y nieto de Maaseías, delante de mi primo Hanamel, de los testigos que habían firmado el contrato y de todos los judíos que estaban sentados en el patio de la guardia. 13 Delante de ellos dije a Baruc: 14 “El Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: Toma las dos copias de este contrato, la sellada y la abierta, y guárdalas en una vasija de barro, para que se conserven mucho tiempo. 15 Pues el Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice: En esta tierra volverán a comprarse casas, campos y viñedos.”

Oración de Jeremías

16 »Después de darle el contrato de compra a Baruc, hijo de Nerías, dirigí al Señor esta oración: 17 “Tú, Señor, con gran despliegue de poder creaste el cielo y la tierra. Nada hay imposible para ti. 18 Tú muestras tu amor por mil generaciones, pero también castigas a los hombres por los pecados de sus padres. ¡Oh Dios grande y poderoso, tu nombre es Señor todopoderoso! 19 Tú eres grandioso en tus planes y poderoso en tus obras. Tú ves todo lo que hacen los hombres y das a cada uno lo que merecen sus acciones. 20 Tú hiciste milagros y señales en Egipto, y aún hoy los sigues haciendo tanto en Israel como entre todos los hombres, de manera que tu nombre se ha hecho famoso. 21 Tú, con gran despliegue de poder, sacaste de Egipto a tu pueblo Israel, haciendo milagros y señales y llenando de terror a todos. 22 Le diste a Israel esta tierra en que la leche y la miel corren como el agua, según lo habías prometido a sus antepasados. 23 Pero cuando ellos entraron en el país y tomaron posesión de él, no te obedecieron ni siguieron las instrucciones que les diste, ni hicieron nada de lo que les ordenaste. Por eso les enviaste toda esta calamidad.

24 »”Ahora los caldeos han levantado rampas para atacar la ciudad, y la guerra, el hambre y la peste van a hacer que la ciudad caiga en manos de los atacantes. Señor, ya ves que se está cumpliendo lo que dijiste. 25 Y sin embargo, Señor, tú me ordenaste que comprara y pagara aquel terreno en presencia de testigos, aunque la ciudad va a caer en manos de los caldeos.”»

26 Entonces el Señor respondió a Jeremías: 27 «Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. Nada hay imposible para mí. 28 Así pues, yo te digo: Voy a hacer que esta ciudad caiga en poder de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y de los caldeos. 29 Los caldeos que están atacando la ciudad entrarán en ella y le prenderán fuego; la quemarán junto con las casas en cuyas azoteas, para ofenderme, se quemaba incienso a Baal y se ofrecía vino a dioses extraños. 30 Desde el principio, el pueblo de Israel y el pueblo de Judá han hecho siempre lo que me desagrada; los israelitas no han dejado de ofenderme con ídolos que ellos mismos se hicieron. Yo, el Señor, lo afirmo. 31 Y esta ciudad, desde el día en que empezó a construirse hasta este día, no ha hecho más que provocar mi ira y mi enojo. Por eso voy a hacerla desaparecer, 32 por todo lo que me han ofendido con sus malas acciones el pueblo de Israel y el pueblo de Judá, lo mismo que sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes, sus profetas y todos los habitantes de Judá y de Jerusalén. 33 Me han dado la espalda, no la cara. Y aunque en ningún momento he dejado de instruirlos, no me han hecho caso ni han querido recibir corrección. 34 Hasta han llegado a profanar el templo consagrado a mí, poniendo allí sus ídolos detestables. 35 También construyeron altares a Baal en el valle de Ben-hinom, para quemar sus hijos y sus hijas en sacrificio a Moloc, y así hacer pecar a Judá, cosa detestable que yo no les ordené y que ni siquiera pasó por mi mente.

Promesas para el futuro

36 »Yo, el Señor, el Dios de Israel, digo acerca de esta ciudad que tú dices que va a caer en poder del rey de Babilonia por causa de la guerra, el hambre y la peste: 37 Voy a reunir a sus ciudadanos de entre todos los países por donde los dispersé cuando me llené de enojo, ira y furor terrible, y los haré volver a este lugar para que en él vivan tranquilos. 38 Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 39 Haré que sólo tengan voluntad y determinación de honrarme toda su vida, para su propio bien y el de sus descendientes. 40 Haré con ellos una alianza eterna: me comprometeré a no dejar nunca de hacerles bien, y les llenaré del deseo de honrarme y de no apartarse nunca de mí. 41 Yo me alegraré de hacerles bien, y de todo corazón y con toda sinceridad los haré habitar en este país.»

42 El Señor añadió: «Así como envié esta calamidad tan grande a este pueblo, también le enviaré todos los bienes que le he prometido. 43 Y en este país, que dices que va a quedar desierto, sin hombres ni animales, y que va a caer en poder de los caldeos, se volverán a comprar terrenos. 44 Se comprarán y se harán los contratos por escrito, con sello y firmas de testigos. Esto sucederá en el territorio de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, tanto de la región montañosa como de la llanura, y en las ciudades del Négueb, porque yo haré que cambie su suerte. Yo, el Señor, lo afirmo.»

Anuncio de esperanza

33 Mientras Jeremías todavía estaba preso en el patio de la guardia, el Señor se dirigió a él de nuevo, y le dijo: «Yo, el Señor, que hice la tierra, la formé y la coloqué firmemente en su sitio, te digo: Llámame y te responderé, y te anunciaré cosas grandes y misteriosas que tú ignoras. 4-5 Yo, el Señor, el Dios de Israel, tengo un mensaje acerca de las casas de Jerusalén y de las casas de los reyes de Judá que van a ser derribadas. El salir a pelear con espadas contra los caldeos que levantan rampas para atacar la ciudad, sólo servirá para llenarla de cadáveres. Yo, en mi terrible ira, los haré morir, porque he apartado mi rostro de esta ciudad a causa de las muchas maldades que han cometido. Pero los curaré, les daré la salud y haré que con honra disfruten de paz y seguridad. Cambiaré la suerte de Judá y de Israel, y los reconstruiré para que vuelvan a ser como al principio. Los purificaré de todos los pecados que cometieron contra mí; les perdonaré todas las maldades que cometieron y con las que se rebelaron contra mí. Jerusalén será para mí un motivo de alegría, honor y gloria ante todas las naciones de la tierra. Cuando ellas oigan hablar de todos los beneficios que voy a traer sobre los habitantes de Jerusalén, y de toda la prosperidad que le voy a dar, temblarán de miedo.»

10 El Señor dice: «Ustedes dicen que este lugar está desierto y que no hay en él hombres ni animales; que las calles de Jerusalén y las ciudades de Judá están vacías; y que nadie, ni hombres ni animales, vive allí. Pues bien, aquí se volverán a oír 11 los cantos de fiesta y alegría, y los cantos de los novios, y se oirá decir: “Den gracias al Señor todopoderoso, porque el Señor es bueno, porque su amor es eterno.” Y traerán al templo ofrendas de gratitud. Sí, yo cambiaré la suerte de este país, para que vuelva a ser como al principio. Yo, el Señor, lo afirmo.»

12 El Señor todopoderoso dice: «En este país que ahora está desierto, sin hombres ni animales, y en todas sus ciudades, volverá a haber pastos adonde los pastores lleven sus rebaños. 13 Tanto en las ciudades de la región montañosa como en las de la llanura, y en las del Négueb y del territorio de Benjamín, y en los alrededores de Jerusalén y en las demás ciudades de Judá, se volverá a ver a los pastores contando sus ovejas. Yo, el Señor, lo digo.»

14 El Señor afirma: «Llegará el día en que cumpliré las promesas de bendición que hice al pueblo de Israel y de Judá. 15 Cuando llegue ese tiempo y ese día, haré que David tenga un descendiente legítimo, que establecerá la justicia y la rectitud en el país. 16 En aquel tiempo Judá estará a salvo y Jerusalén vivirá segura. Éste es el nombre con que la llamarán: “El Señor es nuestra victoria.” 17 Yo, el Señor, digo: Nunca faltará un descendiente de David que ocupe el trono de Israel, 18 ni faltarán jamás sacerdotes descendientes de Leví que todos los días me ofrezcan holocaustos, quemen ofrendas de cereales en mi honor y me dediquen otros sacrificios.»

19 El Señor se dirigió a Jeremías, y le dijo: 20 «Yo, el Señor, digo: Es imposible que deje de cumplirse la alianza que he hecho con el día y con la noche, de manera que el día y la noche dejen de llegar a su debido tiempo. 21 Del mismo modo, es imposible que deje de cumplirse mi alianza con mi siervo David, y que deje de haber un descendiente suyo que reine en su trono, o que deje de cumplirse mi alianza con mis ministros los sacerdotes descendientes de Leví. 22 Y a los descendientes de mi siervo David, y a mis ministros, los descendientes de Leví, los haré tan numerosos como las estrellas del cielo y los granos de arena del mar, que nadie puede contar.»

23 El Señor se dirigió a Jeremías, y le dijo: 24 «¿No has notado que la gente dice que he rechazado a las dos familias que yo mismo había escogido, a Israel y Judá? ¡Por eso miran con desprecio a mi pueblo, y ya ni lo consideran una nación! 25 Pues yo, el Señor, digo: Yo, que he hecho una alianza con el día y con la noche, y que he fijado las leyes que gobiernan el cielo y la tierra, 26 jamás rechazaré a los descendientes de Jacob y de David mi siervo, ni dejaré de sacar de entre ellos a quienes gobiernen a los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob. Porque yo tendré compasión de ellos y haré que cambie su suerte.»

Jeremías compra la heredad de Hanameel

32 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, el año décimo de Sedequías(A) rey de Judá, que fue el año decimoctavo de Nabucodonosor. Entonces el ejército del rey de Babilonia tenía sitiada a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba preso en el patio de la cárcel que estaba en la casa del rey de Judá. Porque Sedequías rey de Judá lo había puesto preso, diciendo: ¿Por qué profetizas tú diciendo: Así ha dicho Jehová: He aquí yo entrego esta ciudad en mano del rey de Babilonia, y la tomará; y Sedequías rey de Judá no escapará de la mano de los caldeos, sino que de cierto será entregado en mano del rey de Babilonia, y hablará con él boca a boca, y sus ojos verán sus ojos, y hará llevar a Sedequías a Babilonia, y allá estará hasta que yo le visite; y si peleareis contra los caldeos, no os irá bien, dice Jehová?

Dijo Jeremías: Palabra de Jehová vino a mí, diciendo: He aquí que Hanameel hijo de Salum tu tío viene a ti, diciendo: Cómprame mi heredad que está en Anatot; porque tú tienes derecho a ella para comprarla. Y vino a mí Hanameel hijo de mi tío, conforme a la palabra de Jehová, al patio de la cárcel, y me dijo: Compra ahora mi heredad, que está en Anatot en tierra de Benjamín, porque tuyo es el derecho de la herencia, y a ti corresponde el rescate; cómprala para ti. Entonces conocí que era palabra de Jehová.

Y compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le pesé el dinero; diecisiete siclos de plata. 10 Y escribí la carta y la sellé, y la hice certificar con testigos, y pesé el dinero en balanza. 11 Tomé luego la carta de venta, sellada según el derecho y costumbre, y la copia abierta. 12 Y di la carta de venta a Baruc hijo de Nerías, hijo de Maasías, delante de Hanameel el hijo de mi tío, y delante de los testigos que habían suscrito la carta de venta, delante de todos los judíos que estaban en el patio de la cárcel. 13 Y di orden a Baruc delante de ellos, diciendo: 14 Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Toma estas cartas, esta carta de venta sellada, y esta carta abierta, y ponlas en una vasija de barro, para que se conserven muchos días.

15 Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Aún se comprarán casas, heredades y viñas en esta tierra. 16 Y después que di la carta de venta a Baruc hijo de Nerías, oré a Jehová, diciendo: 17 ¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti; 18 que haces misericordia a millares, y castigas la maldad de los padres en sus hijos después de ellos; Dios grande, poderoso, Jehová de los ejércitos es su nombre; 19 grande en consejo, y magnífico en hechos; porque tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno según sus caminos, y según el fruto de sus obras. 20 Tú hiciste señales y portentos en tierra de Egipto hasta este día, y en Israel, y entre los hombres; y te has hecho nombre, como se ve en el día de hoy. 21 Y sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto con señales y portentos, con mano fuerte y brazo extendido, y con terror grande; 22 y les diste esta tierra, de la cual juraste a sus padres que se la darías, la tierra que fluye leche y miel; 23 y entraron, y la disfrutaron; pero no oyeron tu voz, ni anduvieron en tu ley; nada hicieron de lo que les mandaste hacer; por tanto, has hecho venir sobre ellos todo este mal. 24 He aquí que con arietes han acometido la ciudad para tomarla, y la ciudad va a ser entregada en mano de los caldeos que pelean contra ella, a causa de la espada, del hambre y de la pestilencia; ha venido, pues, a suceder lo que tú dijiste, y he aquí lo estás viendo. 25 ¡Oh Señor Jehová! ¿y tú me has dicho: Cómprate la heredad por dinero, y pon testigos; aunque la ciudad sea entregada en manos de los caldeos?

26 Y vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 27 He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí? 28 Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí voy a entregar esta ciudad en mano de los caldeos, y en mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, y la tomará.(B) 29 Y vendrán los caldeos que atacan esta ciudad, y la pondrán a fuego y la quemarán, asimismo las casas sobre cuyas azoteas ofrecieron incienso a Baal y derramaron libaciones a dioses ajenos, para provocarme a ira. 30 Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho sino lo malo delante de mis ojos desde su juventud; porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos, dice Jehová. 31 De tal manera que para enojo mío y para ira mía me ha sido esta ciudad desde el día que la edificaron hasta hoy, para que la haga quitar de mi presencia, 32 por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá, que han hecho para enojarme, ellos, sus reyes, sus príncipes, sus sacerdotes y sus profetas, y los varones de Judá y los moradores de Jerusalén. 33 Y me volvieron la cerviz, y no el rostro; y cuando los enseñaba desde temprano y sin cesar, no escucharon para recibir corrección. 34 Antes pusieron sus abominaciones en la casa en la cual es invocado mi nombre, contaminándola.(C) 35 Y edificaron lugares altos a Baal, los cuales están en el valle del hijo de Hinom,(D) para hacer pasar por el fuego sus hijos y sus hijas a Moloc;(E) lo cual no les mandé, ni me vino al pensamiento que hiciesen esta abominación, para hacer pecar a Judá.

36 Y con todo, ahora así dice Jehová Dios de Israel a esta ciudad, de la cual decís vosotros: Entregada será en mano del rey de Babilonia a espada, a hambre y a pestilencia: 37 He aquí que yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente; 38 y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios. 39 Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. 40 Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí. 41 Y me alegraré con ellos haciéndoles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma.

42 Porque así ha dicho Jehová: Como traje sobre este pueblo todo este gran mal, así traeré sobre ellos todo el bien que acerca de ellos hablo. 43 Y poseerán heredad en esta tierra de la cual vosotros decís: Está desierta, sin hombres y sin animales, es entregada en manos de los caldeos. 44 Heredades comprarán por dinero, y harán escritura y la sellarán y pondrán testigos, en tierra de Benjamín y en los contornos de Jerusalén, y en las ciudades de Judá; y en las ciudades de las montañas, y en las ciudades de la Sefela, y en las ciudades del Neguev; porque yo haré regresar sus cautivos, dice Jehová.

Restauración de la prosperidad de Jerusalén

33 Vino palabra de Jehová a Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel, diciendo: Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre: Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Porque así ha dicho Jehová Dios de Israel acerca de las casas de esta ciudad, y de las casas de los reyes de Judá, derribadas con arietes y con hachas (porque vinieron para pelear contra los caldeos, para llenarlas de cuerpos de hombres muertos, a los cuales herí yo con mi furor y con mi ira, pues escondí mi rostro de esta ciudad a causa de toda su maldad): He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. Y haré volver los cautivos de Judá y los cautivos de Israel, y los restableceré como al principio. Y los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí; y perdonaré todos sus pecados con que contra mí pecaron, y con que contra mí se rebelaron. Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria, entre todas las naciones de la tierra, que habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré.

10 Así ha dicho Jehová: En este lugar, del cual decís que está desierto sin hombres y sin animales, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están asoladas, sin hombre y sin morador y sin animal, 11 ha de oírse aún voz de gozo y de alegría, voz de desposado y voz de desposada, voz de los que digan: Alabad a Jehová de los ejércitos, porque Jehová es bueno, porque para siempre es su misericordia;(F) voz de los que traigan ofrendas de acción de gracias a la casa de Jehová. Porque volveré a traer los cautivos de la tierra como al principio, ha dicho Jehová.

12 Así dice Jehová de los ejércitos: En este lugar desierto, sin hombre y sin animal, y en todas sus ciudades, aún habrá cabañas de pastores que hagan pastar sus ganados. 13 En las ciudades de las montañas, en las ciudades de la Sefela, en las ciudades del Neguev, en la tierra de Benjamín, y alrededor de Jerusalén y en las ciudades de Judá, aún pasarán ganados por las manos del que los cuente, ha dicho Jehová.

14 He aquí vienen días, dice Jehová, en que yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá. 15 En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo de justicia, y hará juicio y justicia en la tierra. 16 En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura, y se le llamará: Jehová, justicia nuestra.(G)

17 Porque así ha dicho Jehová: No faltará a David varón que se siente sobre el trono de la casa de Israel.(H) 18 Ni a los sacerdotes y levitas faltará varón que delante de mí ofrezca holocausto y encienda ofrenda, y que haga sacrificio todos los días.(I)

19 Vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 20 Así ha dicho Jehová: Si pudiereis invalidar mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de tal manera que no haya día ni noche a su tiempo, 21 podrá también invalidarse mi pacto con mi siervo David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono, y mi pacto con los levitas y sacerdotes, mis ministros. 22 Como no puede ser contado el ejército del cielo, ni la arena del mar se puede medir, así multiplicaré la descendencia de David mi siervo, y los levitas que me sirven.

23 Vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: 24 ¿No has echado de ver lo que habla este pueblo, diciendo: Dos familias que Jehová escogiera ha desechado? Y han tenido en poco a mi pueblo, hasta no tenerlo más por nación. 25 Así ha dicho Jehová: Si no permanece mi pacto con el día y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra, 26 también desecharé la descendencia de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia.

Parábola del terreno

32 Esta es la palabra del Señor, que vino a Jeremías en el año décimo del reinado de Sedequías en Judá, es decir, en el año dieciocho de Nabucodonosor. En aquel tiempo el ejército del rey de Babilonia mantuvo sitiada a Jerusalén y el profeta Jeremías estuvo preso en el patio de la guardia del palacio real.

Sedequías, el rey de Judá, lo tenía preso y le reprochaba: «¿Por qué andas profetizando: “Así dice el Señor”? Andas proclamando que el Señor dice: “Voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia. Él la capturará y Sedequías, rey de Judá, no escapará de la mano de los babilonios,[a] sino que será entregado en manos del rey de Babilonia y hablará con él cara a cara y lo verá con sus ojos. El Señor afirma que Sedequías será llevado a Babilonia; allí se quedará hasta que yo vuelva a ocuparme de él. Si ustedes combaten contra los babilonios, no vencerán”».

Jeremías respondió: «La palabra del Señor vino a mí y me dijo: “Janamel, hijo de tu tío Salún, vendrá a pedirte que le compres el campo que está en Anatot, pues tienes el derecho y la responsabilidad de rescatarlo por ser el pariente más cercano”.[b]

»En efecto, conforme a la palabra del Señor, mi primo Janamel vino a verme en el patio de la guardia y me dijo: “Compra ahora mi campo que está en Anatot, en el territorio de Benjamín, ya que tú tienes el derecho y la responsabilidad de rescatarlo por ser el pariente más cercano”.

»Entonces comprendí que esto era palabra del Señor, y compré a mi primo Janamel el campo de Anatot; pesé y pagué diecisiete siclos[c] de plata. 10 Reuní a los testigos, firmé la escritura, la sellé y pesé la plata en la balanza. 11 Luego tomé la copia sellada y la copia abierta de la escritura con las condiciones de compra 12 y se las entregué a Baruc, hijo de Nerías y nieto de Maseías, en presencia de mi primo Janamel, de los testigos que habían firmado la escritura y de todos los judíos que estaban sentados en el patio de la guardia.

13 »Con ellos como testigos, ordené a Baruc: 14 “Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: ‘Toma la copia sellada y la copia abierta de esta escritura y guárdalas en una vasija de barro para que se conserven mucho tiempo’. 15 Porque así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: ‘De nuevo volverán a comprarse casas, campos y viñedos en esta tierra’ ”.

16 »Después de entregarle la escritura a Baruc, hijo de Nerías, oré al Señor:

17 »¡Ah, mi Señor y Dios! Tú, con tu gran fuerza y tu brazo poderoso, has hecho los cielos y la tierra. Para ti no hay nada imposible. 18 Muestras tu gran amor a multitud de generaciones, pero también castigas la maldad de los padres en sus descendientes. ¡Oh Dios, grande y fuerte; tu nombre es el Señor de los Ejércitos! 19 Tus proyectos son grandiosos y magníficas tus obras. Tus ojos observan todo lo que hace la humanidad para dar a cada uno lo que merece, según su conducta y los frutos de sus acciones. 20 Tú hiciste señales milagrosas y prodigios en la tierra de Egipto y hasta el día de hoy los sigues haciendo, tanto en Israel como en todo el mundo; así te has conquistado la fama que hoy tienes. 21 Tú sacaste de Egipto a tu pueblo con gran despliegue de poder, señales milagrosas, prodigios y gran terror. 22 Diste a Israel esta tierra, donde abundan la leche y la miel, tal como se lo habías jurado a sus antepasados. 23 Pero, cuando entraron y tomaron posesión de ella no te obedecieron ni acataron tu Ley; tampoco hicieron lo que habías ordenado. Por eso les enviaste toda esta desgracia.

24 »Ahora las rampas de ataque han llegado hasta la ciudad para conquistarla. A causa de la espada, el hambre y la pestilencia, la ciudad caerá en manos de los babilonios que la atacan. Todo lo que habías anunciado se está cumpliendo; tú mismo lo estás viendo. 25 Mi Señor y Dios, a pesar de que la ciudad caerá en manos de los babilonios, tú me has dicho: “Cómprate el campo al contado en presencia de testigos”».

26 Entonces vino la palabra del Señor a Jeremías: 27 «Yo soy el Señor, Dios de toda la humanidad. ¿Hay algo imposible para mí? 28 Por eso, así dice el Señor: Voy a entregar esta ciudad en manos de los babilonios y de Nabucodonosor, su rey, y él la tomará. 29 Los babilonios que ataquen esta ciudad entrarán en ella y le prenderán fuego, así como a las casas en cuyas azoteas se quemaba incienso a Baal y donde para provocar mi ira se derramaban ofrendas líquidas a otros dioses.

30 »Porque desde su juventud el pueblo de Israel y el de Judá solamente han hecho lo malo ante mí. El pueblo de Israel no ha dejado de provocar mi ira con la obra de sus manos, afirma el Señor. 31 Desde el día en que construyeron esta ciudad hasta hoy, ella ha sido para mí motivo de ira y de furor. Por eso la quitaré de mi presencia, 32 por todo el mal que han cometido los pueblos de Israel y de Judá: ellos, sus reyes, sus oficiales, sus sacerdotes y sus profetas, todos los habitantes de Judá y de Jerusalén. 33 Ellos no me miraron de frente, sino que me dieron la espalda. Y aunque una y otra vez les enseñaba, no escuchaban ni aceptaban corrección. 34 Colocaban sus ídolos abominables en la casa que lleva mi Nombre y así la profanaban. 35 También construían altares a Baal en el valle de Ben Hinón para sacrificar a sus hijos e hijas a Moloc, cosa detestable que yo no había ordenado y que ni siquiera se me había ocurrido. De este modo hacían pecar a Judá.

36 »Por tanto, así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de esta ciudad que, según ustedes, caerá en manos del rey de Babilonia por la espada, el hambre y la pestilencia: 37 Voy a reunirlos de todos los países adonde en mi ira, furor y terrible enojo los dispersé, y los haré volver a este lugar para que vivan seguros. 38 Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. 39 Yo les daré un solo corazón y un solo camino, a fin de que siempre me teman, para su propio bien y el de sus hijos. 40 Haré con ellos un pacto eterno: nunca dejaré de estar con ellos para mostrarles mi favor; pondré mi temor en sus corazones, así no se apartarán de mí. 41 Me regocijaré en favorecerlos y con todo mi corazón y con toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra.

42 »Así dice el Señor: Tal como traje esta gran calamidad sobre este pueblo, yo mismo voy a traer sobre ellos todo el bien que he prometido. 43 Se comprarán campos en esta tierra, de la cual ustedes dicen: “Es una tierra desolada, sin gente ni animales, porque fue entregada en manos de los babilonios”. 44 En la tierra de Benjamín y en los alrededores de Jerusalén, en las ciudades de Judá, de la región montañosa, de la llanura y del Néguev, se comprarán campos por dinero, se firmarán escrituras y se sellarán ante testigos —afirma el Señor—, porque yo los haré volver del cautiverio».

Promesas de restauración

33 La palabra del Señor vino a Jeremías por segunda vez, cuando este aún se hallaba preso en el patio de la guardia: «Así dice aquel cuyo nombre es el Señor, el que hizo la tierra, la formó y la estableció con firmeza: “Clama a mí y te responderé; te daré a conocer cosas grandes e inaccesibles que tú no sabes”. Porque así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad y de los palacios de los reyes de Judá, que han sido derribados para levantar defensas contra las rampas de asalto y la espada: “Los babilonios[d] vienen para atacar la ciudad y llenarla de cadáveres. En mi ira y furor he ocultado mi rostro de esta ciudad; la heriré de muerte a causa de todas sus maldades.

»”Sin embargo, les daré salud y los curaré; los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad. Haré que vuelvan del cautiverio a Judá e Israel y los reconstruiré como al principio. Los purificaré de todas las iniquidades que cometieron contra mí; les perdonaré todos los pecados con que se rebelaron contra mí. Jerusalén será para mí motivo de gozo, alabanza y gloria a la vista de todas las naciones de la tierra. Se enterarán de todo el bien que yo le hago; también temerán y temblarán por todo el bienestar y toda la paz que yo ofrezco”.

10 »Así dice el Señor: “Ustedes dicen que este lugar está en ruinas, sin gente ni animales. Sin embargo, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están desoladas y sin gente ni animales, se oirá de nuevo 11 el grito de gozo y alegría, el canto del novio y de la novia, también la voz de los que traen al Templo del Señor ofrendas de acción de gracias y cantan:

»” ‘Den gracias al Señor de los Ejércitos,
    porque el Señor es bueno,
    porque su gran amor perdura para siempre’.

Haré que vuelvan del cautiverio de este país —afirma el Señor—, y volverán a ser como al principio”.

12 »Así dice el Señor de los Ejércitos: “En este lugar que está en ruinas, sin gente ni animales, y en todas sus ciudades, de nuevo habrá pastos en donde los pastores harán descansar a sus rebaños. 13 En las ciudades de la región montañosa, de la llanura y del Néguev, en el territorio de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, las ovejas volverán a ser contadas por los pastores”, dice el Señor.

14 »“Llegarán días —afirma el Señor—, en que cumpliré la promesa de bendición que hice a Israel y a Judá.

15 »”En aquellos días y en aquel tiempo,
    haré que brote de David un Renuevo justo;
    él practicará la justicia y el derecho en el país.
16 En aquellos días Judá será salvo
    y Jerusalén morará segura.
Y será llamada así:
    ‘El Señor es nuestra justicia’ ”».

17 Porque así dice el Señor: «Nunca faltará a David un descendiente que ocupe el trono del pueblo de Israel. 18 Tampoco a los sacerdotes levitas les faltará un descendiente que en mi presencia ofrezca holocausto, queme ofrendas de grano y presente sacrificios todos los días».

19 La palabra del Señor vino a Jeremías: 20 «Así dice el Señor: “Si ustedes pudieran romper mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de modo que el día y la noche no llegaran a su debido tiempo, 21 también podrían romper mi pacto con mi siervo David, que no tendría un sucesor que ocupara su trono, y con los sacerdotes levitas, que son mis ministros. 22 Yo multiplicaré la descendencia de mi siervo David y la de los levitas, mis ministros, como las incontables estrellas del cielo y los granos de arena del mar”».

23 La palabra del Señor vino a Jeremías: 24 «¿No te has dado cuenta de que esta gente afirma que yo, el Señor, he rechazado a los dos reinos que había escogido? Con esto desprecian a mi pueblo y ya no lo consideran una nación. 25 Así dice el Señor: “Si yo no hubiera establecido mi pacto con el día ni con la noche, ni hubiera fijado las leyes que rigen el cielo y la tierra, 26 entonces habría rechazado a los descendientes de Jacob y de mi siervo David; no habría escogido a uno de su linaje para gobernar sobre la descendencia de Abraham, Isaac y Jacob. ¡Pero yo haré volver a sus cautivos y les tendré compasión!”».

Notas al pie

  1. 32:4 Lit. caldeos.
  2. 32:7 el derecho … más cercano. Lit. el derecho de rescate para comprarlo; también en v. 8 (véase Lv 25:25-28).
  3. 32:9 Es decir, aprox. 196 g.
  4. 33:5 Lit. caldeos.

Un plan maravilloso

32 1-2 Dios me habló otra vez cuando el rey Sedequías me tenía preso en el patio de la guardia de su palacio. Fue en el tiempo en que el ejército babilonio tenía rodeada a la ciudad de Jerusalén. Para entonces Sedequías llevaba diez años de reinar en Judá, y Nabucodonosor llevaba dieciocho años como rey de Babilonia. 3-5 El rey Sedequías ordenó que me encarcelaran porque yo anuncié un mensaje de parte de Dios. Éste fue el mensaje:

«Yo, el Dios de Israel, voy a dejar que el rey de Babilonia conquiste la ciudad de Jerusalén. Ni siquiera Sedequías podrá escapar del poder de los babilonios. Ahora es rey, pero será derrotado por el rey de Babilonia. Será llevado preso, y en ese país se quedará hasta que yo decida otra cosa. Si ustedes quieren pelear contra los babilonios, háganlo; pero saldrán derrotados. Juro que así será».

Yo dejé en claro que Dios habló conmigo, 7-8 y que me dijo que mi primo Hanamel vendría a ofrecerme un terreno, para que yo se lo comprara. Hanamel era hijo de mi tío Salum, y su terreno estaba en Anatot, en el territorio de Benjamín. Y así fue. Hanamel vino al patio de la guardia, donde yo estaba preso, y me dijo que yo tenía el derecho y la responsabilidad de comprárselo para que el terreno quedara en familia. Con eso quedaba demostrado que Dios había hablado conmigo. Entonces le compré a mi primo el terreno, y le pagué por él diecisiete monedas de plata.

10 Llamé a unos testigos, y delante de ellos le pagué y firmé la escritura del terreno.

11 Se hicieron dos copias de este documento, y en las dos copias se explicaban las condiciones de compraventa; una de ellas quedó sellada, y la otra quedó abierta. 12 Yo le entregué las dos copias a Baruc, que era hijo de Nerías y nieto de Maaseías. Esto lo hice delante de mi primo Hanamel, de los testigos que habían firmado la escritura, y de toda la gente de Judá que estaba sentada en el patio de la guardia. 13 También delante de ellos le dije a Baruc:

14 «El Dios todopoderoso te ordena recibir esta escritura, tanto la copia sellada como la copia abierta. Guárdalas en una vasija de barro, para que no se echen a perder. 15 Dios nos promete que en este país volveremos a comprar casas, terrenos y viñedos».

16 Después de entregarle a Baruc la escritura, le pedí a Dios en oración:

17 «Dios de Israel, tú, con tu extraordinario poder, has creado el cielo y la tierra. ¡No hay nada que tú no puedas hacer! 18 Demuestras tu gran amor a miles de personas, pero también castigas a los hijos por el pecado de sus padres. ¡Tú eres grande y poderoso! ¡Por eso te llaman Dios del universo! 19 Tus planes son maravillosos, pero aún más maravilloso es todo lo que haces. Tú estás al tanto de todo lo que hacemos, y a cada uno nos das lo que merecen nuestras acciones.

20 »Todos saben de los milagros que hiciste en Egipto, y de los que sigues haciendo en todo el mundo. 21 Tú nos sacaste de Egipto con gran poder, por medio de milagros que a todos llenaron de miedo. 22 Tú nos diste este país muy fértil, donde siempre hay abundancia de alimentos, tal como se lo habías prometido a nuestros antepasados.

23 »Pero cuando nuestros antepasados llegaron para habitar este país, no te obedecieron ni tuvieron en cuenta tus enseñanzas. ¡No cumplieron con lo que tú les mandaste hacer, y por eso los castigaste con esta desgracia! 24 Los ejércitos de Babilonia están listos para atacar a Jerusalén, y nuestra ciudad será conquistada por medio de la guerra, el hambre y las enfermedades.

»Dios de Israel, ¡tú mismo puedes ver cómo se cumple ahora todo lo que habías anunciado! 25 Si la ciudad está a punto de caer en manos de los babilonios, ¡para qué me ordenaste comprar un terreno delante de testigos!»

26 Entonces Dios me explicó:

27 «Jeremías, yo soy el Dios de Israel y de todo el mundo. No hay absolutamente nada que yo no pueda hacer. 28 Tienes razón, voy a permitir que el rey de Babilonia y sus soldados se apoderen de Jerusalén. 29 El ejército babilonio atacará a Jerusalén, y les prenderá fuego a todas esas casas donde se quemaba incienso para adorar al dios Baal, y donde se presentaban ofrendas de vino en honor de los dioses falsos. Todo eso lo hacían para ofenderme. 30 Siempre, desde que comenzaron a existir como nación, el pueblo de Israel y el de Judá han hecho lo que les da la gana.

»A mí me molesta mucho que adoren a esos ídolos. ¡Son dioses que ellos mismos han fabricado! 31-32 Por eso voy a destruir a Jerusalén, pues desde que la construyeron, los habitantes de Judá y de Jerusalén no han dejado de ofenderme con su conducta. También los pueblos de Israel y de Judá, y sus reyes, jefes, sacerdotes y profetas, no han hecho más que ofenderme y hacerme enojar. 33 Por más que yo traté de enseñarles y corregirlos, ellos no me escucharon ni me prestaron atención; en vez de seguirme, se alejaron de mí. 34 Para colmo, ¡en mi propio templo colocaron sus asquerosos ídolos! ¡Eso no lo puedo aceptar! 35 También construyeron altares en el valle de Ben-hinom, para adorar a Baal. Pero lo que más aborrezco es que en esos altares ofrecieron a sus hijos y a sus hijas en honor del dios Moloc. Yo jamás les ordené que hicieran eso, ¡y ni siquiera me pasó por la mente! Así fue como hicieron pecar a los habitantes de Judá.

36 »Por eso yo, el Dios de Israel, te digo que lo que has anunciado es verdad: la ciudad de Jerusalén caerá en manos del rey de Babilonia por causa de la guerra, el hambre y la enfermedad. 37 Yo estoy muy enojado con mi pueblo, y por eso lo he dispersado por muchos países. Pero en el futuro volveré a reunirlos, haré que vuelvan a Jerusalén, y entonces vivirán tranquilos y seguros. 38 Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 39 Haré que tengan buenos pensamientos, y que cambien de conducta. Así me respetarán siempre, y eso será provechoso para ellos y para sus hijos. 40 Haré con ellos un pacto que durará para siempre. Estaré con mi pueblo en todo momento, y lo ayudaré; haré que me respete, y que no vuelva a alejarse de mí. 41 Con todo mi corazón volveré a establecerlo en esta tierra, y mi mayor alegría será que mi pueblo esté bien.

42 »Yo, el Dios de Israel, declaro: Así como le di a mi pueblo este castigo, también le daré todo lo bueno que le he prometido. 43 Ahora mi pueblo dice que esta tierra es un desierto, y que no tiene gente ni animales porque yo la puse en manos de los babilonios. Pero yo les aseguro a todos que volverán a comprar terrenos en este país. 44 Sí, volverán a comprar propiedades y firmarán y sellarán las escrituras delante de testigos. Esas compras las harán en el territorio de Benjamín y en los pueblos cercanos a Jerusalén, en las ciudades de Judá y en las ciudades de la región montañosa, y también en las ciudades de la llanura y en el desierto. Les juro que los haré volver de Babilonia».

Promesas de restauración

33 Yo, Jeremías, todavía estaba preso en el patio de la guardia cuando Dios me habló una vez más y me dijo:

«Yo soy el Dios de Israel. Yo fui quien creó la tierra y la puso en su lugar. Llámame y te responderé. Te haré conocer cosas maravillosas y misteriosas que nunca has conocido.

4-5 »¡Ya vienen los babilonios! ¡Atacarán a Jerusalén! Cuando la ataquen, destruirán todas las casas y llenarán de cadáveres la ciudad. Los israelitas se defenderán y buscarán protección en los palacios de los reyes de Judá; pero como yo estoy muy enojado con la gente de esta ciudad, los abandonaré y los destruiré, pues han cometido pecados terribles.

»Sin embargo, más adelante les devolveré la paz y la tranquilidad, y los haré disfrutar de una vida segura. Haré que vuelvan del país adonde fueron llevados prisioneros, para que reconstruyan su ciudad y vuelvan a ser tan fuertes como antes. Los limpiaré de todas las maldades y pecados que cometieron contra mí, y les perdonaré su rebeldía. La ciudad de Jerusalén vivirá en paz y bienestar, y recibirá mis bendiciones. Además, me dará fama y alegría. Cuando todas las naciones vean esto, se asombrarán y temblarán de miedo».

10 Dios también me dijo:

«Según dicen ustedes, este lugar está destruido y no hay en él gente ni animales. Es verdad. Las ciudades de Judá están en ruinas, y por las calles de Jerusalén no se ve gente ni animales, pero yo les aseguro que de nuevo se poblará la ciudad, 11 y volverán a oírse las serenatas de los enamorados, y los gritos de gozo y alegría. También se escucharán las alabanzas de los que van hacia mi templo llevando ofrendas de agradecimiento. Irán cantando:

“¡Alabemos al Dios de Israel!
¡Alabemos al Dios todopoderoso!
¡Nuestro Dios es bueno
y nunca deja de amarnos!”

»¡Yo les juro que los haré volver del país adonde fueron llevados prisioneros, y todo volverá a ser como al principio!»

12-13 Además, el Dios todopoderoso me dijo:

«Este lugar está ahora destruido, y no hay en él gente ni animales. Pero yo les aseguro que el pasto volverá a crecer en los pueblos, y abundarán las ovejas. Los pastores las alimentarán en la región montañosa, en todos los pueblos de Judá y de la llanura, en el desierto del sur, en el territorio de Benjamín y en los pueblos cercanos a Jerusalén.

14 »Viene el día en que cumpliré la promesa maravillosa que le hice a la gente de Israel y de Judá. 15 Cuando llegue ese día, en el momento preciso nombraré a un rey de la familia de David, que reinará con honradez y justicia. 16 Entonces el reino de Judá estará a salvo, y en Jerusalén habrá seguridad. Por eso la llamarán “Dios es nuestra justicia”.

17 »En Israel siempre habrá un rey de la familia de David. 18 De igual manera, siempre tendré a mi servicio sacerdotes que desciendan de Leví. Ellos presentarán en mi altar las ofrendas de cereal que se queman en mi honor, y también las que se me ofrecen todos los días».

Dios es fiel

19 Dios volvió a hablarme, y me dijo:

20-26 «Jeremías, fíjate en el sol y la luna, que siempre salen a su debido tiempo. Eso no cambia nunca, como tampoco cambiará el pacto que hice con mi servidor David, con los sacerdotes, y con los descendientes de Abraham, de Isaac y de Jacob. Nunca faltará en Israel un rey de la familia de David, ni faltarán sacerdotes de la familia de Leví. Serán tan numerosos como las estrellas del cielo, y como los granos de arena del mar; nadie podrá contarlos.

»Jeremías, hay gente que odia a mi pueblo, y lo desprecia como nación. Dicen que primero elegí a Israel y a Judá, y que hasta hice un pacto con ellos, pero que ahora los he rechazado. Pero yo siempre cumplo mis pactos, así que los haré volver del país adonde fueron llevados prisioneros».

Jeremías compra un campo en Anatot

32 Palabra que vino a Jeremías de parte del Señor en el año décimo de Sedequías, rey de Judá, que fue el año dieciocho de Nabucodonosor(A). En aquel tiempo el ejército del rey de Babilonia tenía sitiada a Jerusalén, y el profeta Jeremías estaba encerrado en el patio de la guardia(B), que estaba en la casa del rey de Judá, porque Sedequías, rey de Judá, lo había encerrado(C), diciendo: ¿Por qué profetizas, diciendo: «Así dice el Señor(D): “He aquí, voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia(E), y él la tomará(F); y Sedequías, rey de Judá, no escapará de la mano de los caldeos, sino que ciertamente será entregado en manos del rey de Babilonia(G) que hablará con él cara a cara[a], y sus ojos verán sus ojos; y él llevará a Sedequías a Babilonia, y allí estará hasta que yo lo visite” —declara el Señor— “si peleáis contra los caldeos(H), no tendréis éxito(I)”»?

Y Jeremías dijo: Vino a mí la palabra del Señor, diciendo: «He aquí, Hanameel, hijo de tu tío Salum, viene a ti, diciendo: “Cómprate el campo que tengo en Anatot(J), porque tú tienes el derecho de rescate para comprarlo(K)”». Y vino a mí Hanameel, hijo de mi tío, al patio de la guardia conforme a la palabra del Señor, y me dijo(L): «Te ruego que compres el campo que tengo en Anatot, que está en la tierra de Benjamín, porque tú tienes el derecho de posesión(M) y el rescate es tuyo; cómpralo para ti». Entonces supe que esta era la palabra del Señor(N). Y compré a Hanameel, hijo de mi tío, el campo que estaba en Anatot, y le pesé la plata, diecisiete siclos[b] de plata(O). 10 Firmé la escritura(P) y la[c] sellé(Q), llamé testigos(R) y pesé la plata en la balanza. 11 Luego tomé la escritura(S) de compra, la copia sellada con los términos y condiciones, y también la copia abierta; 12 y di la escritura de compra a Baruc, hijo de Nerías(T), hijo de Maasías(U), en presencia de Hanameel, hijo de mi tío, en presencia de los testigos que firmaron la escritura de compra y en presencia de todos los judíos que se encontraban en el patio de la guardia. 13 Y di orden a Baruc en presencia de ellos, diciendo: 14 «Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “Toma estas escrituras, esta escritura de compra sellada y esta escritura abierta, y ponlas en una vasija de barro para que duren mucho tiempo[d]”. 15 Porque así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: “De nuevo se comprarán casas, campos y viñas en esta tierra(V)”».

16 Entonces oré al Señor, después de haber dado la escritura de compra a Baruc, hijo de Nerías, diciendo(W): 17 «¡Ah, Señor Dios[e]! He aquí(X), tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y con tu brazo extendido(Y); nada es imposible para ti(Z), 18 que muestras misericordia a millares, pero que castigas la iniquidad de los padres en[f] sus hijos después de ellos(AA), oh grande(AB) y poderoso Dios(AC), el Señor de los ejércitos es su nombre(AD); 19 grande en consejo y poderoso en obras(AE), cuyos ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres(AF), para dar a cada uno conforme a sus caminos y conforme al fruto de sus obras(AG). 20 Tú realizaste[g] señales y portentos en la tierra de Egipto(AH) hasta este día, y en Israel y entre los hombres, y te has hecho un nombre, como se ve hoy(AI). 21 Y sacaste a tu pueblo Israel de la tierra de Egipto con señales y portentos, con mano fuerte y con brazo extendido y con gran terror(AJ), 22 y les diste esta tierra, que habías jurado dar a sus padres, tierra que mana leche y miel(AK). 23 Y ellos entraron y tomaron posesión de ella(AL), pero no obedecieron tu voz ni anduvieron en tu ley(AM); no hicieron nada de todo lo que les mandaste hacer(AN); por tanto tú has hecho venir sobre ellos toda esta calamidad(AO). 24 He aquí, los terraplenes de asalto han llegado a la ciudad para tomarla(AP), y la ciudad va a ser entregada en manos de los caldeos que pelean contra ella, por causa de la espada, el hambre y la pestilencia(AQ); lo que habías hablado ha venido a ser(AR), y he aquí, tú lo estás viendo. 25 Y tú me has dicho, oh Señor Dios[h]: “Cómprate el campo con dinero, y llama testigos”; aunque la ciudad sea entregada en manos de los caldeos».

26 Entonces vino palabra del Señor a Jeremías, diciendo: 27 He aquí, yo soy el Señor, el Dios de toda carne(AS), ¿habrá algo imposible para mí(AT)? 28 Por tanto, así dice el Señor: He aquí, entregaré esta ciudad en mano de los caldeos y en mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él la tomará(AU). 29 Y entrarán los caldeos que atacan esta ciudad, prenderán fuego a la[i] ciudad y la quemarán(AV), junto con las casas en las que han ofrecido incienso a Baal sobre sus terrazas y han derramado libaciones a otros dioses(AW) para provocarme a ira. 30 Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá solo han hecho lo malo ante mis ojos desde su juventud; ciertamente los hijos de Israel no han hecho más que provocarme a ira con la obra de sus manos(AX) —declara el Señor(AY). 31 Porque motivo de mi ira y de mi furor ha sido esta ciudad para mí, desde el día en que la edificaron(AZ) hasta hoy, de modo que será quitada de mi presencia(BA) 32 por todo el mal que los hijos de Israel y los hijos de Judá hicieron para provocarme a ira, ellos, sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes, sus profetas, los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén(BB). 33 Ellos me dieron la espalda, y no el rostro; aunque les enseñaba, enseñándoles una y otra vez[j], no escucharon ni aceptaron[k] corrección(BC), 34 sino que pusieron sus abominaciones en la casa que es llamada por mi nombre, profanándola(BD). 35 Y edificaron los lugares altos de Baal que están en el valle de Ben-hinom, para hacer pasar por el fuego a sus hijos y a sus hijas en honor de Moloc(BE), lo cual no les había mandado, ni me pasó por la mente[l] que ellos cometieran esta abominación(BF), para hacer que Judá pecara.

36 Ahora pues, así dice el Señor, Dios de Israel, en cuanto a esta ciudad de la cual vosotros decís: «Va a ser entregada en mano del rey de Babilonia por la espada, por el hambre y por la pestilencia(BG)». 37 He aquí, los reuniré de todas las tierras a las cuales los he echado en mi ira, en mi furor y con gran enojo, y los haré volver a este lugar y los haré morar seguros(BH). 38 Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios(BI); 39 y les daré un solo corazón(BJ) y un solo camino, para que me teman siempre, para bien de ellos y de sus hijos después de ellos(BK). 40 Haré con ellos un pacto eterno(BL), por el que no me apartaré de ellos(BM), para hacerles bien, e infundiré mi temor en sus corazones para que no se aparten de mí(BN). 41 Me regocijaré en ellos haciéndoles bien(BO), y ciertamente los plantaré en esta tierra(BP), con todo mi corazón y con toda mi alma(BQ). 42 Porque así dice el Señor: «Como he traído a este pueblo toda esta gran calamidad así he de traer sobre ellos todo el bien(BR) que les prometo(BS). 43 Y se comprarán campos en esta tierra de la cual decís vosotros: “Es una desolación, sin hombres ni animales(BT); entregada está en mano de los caldeos(BU)”. 44 La gente comprará campos por dinero, firmarán y sellarán escrituras[m] y llamarán a testigos(BV), en la tierra de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén, en las ciudades de Judá, en las ciudades de la región montañosa, en las ciudades de la llanura y en las ciudades del Neguev[n](BW), porque restauraré su bienestar[o]» —declara el Señor(BX).

Promesas de restauración

33 Vino la palabra del Señor a Jeremías por segunda vez, mientras él estaba aún detenido[p] en el patio de la guardia, diciendo(BY): Así dice el Señor que hizo la tierra[q], el Señor que la formó para establecerla; el Señor es su nombre(BZ): «Clama a mí, y yo te responderé(CA) y te revelaré cosas grandes e inaccesibles(CB), que tú no conoces(CC)». Porque así dice el Señor, Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad y acerca de las casas de los reyes(CD) de Judá que han sido derribadas para hacer defensas contra los terraplenes de asalto y contra la espada(CE): «Mientras ellos vienen a pelear contra los caldeos(CF) y a llenarlas con los cadáveres de los hombres que herí en mi ira y en mi furor, pues yo había escondido mi rostro de esta ciudad a causa de toda su maldad(CG), he aquí, yo le traeré salud y sanidad; los sanaré(CH) y les revelaré abundancia de paz(CI) y de verdad. Restauraré el bienestar[r] de Judá y el bienestar[s] de Israel(CJ) y los reedificaré como eran al principio(CK). Los limpiaré de toda la maldad que cometieron contra mí, y perdonaré todas las iniquidades con que pecaron contra mí y con las que se rebelaron contra mí(CL). Y la ciudad(CM) será para mí un nombre de gozo, de alabanza y de gloria ante todas las naciones de la tierra(CN), que oirán de todo el bien que yo le hago(CO), y temerán y temblarán a causa de todo el bien y de toda la paz que yo le doy[t](CP)».

10 Así dice el Señor: «En este lugar, del cual decís vosotros: “Es una desolación, sin hombres y sin animales”, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén que están desoladas, sin hombres, sin habitantes(CQ) y sin animales(CR), se oirá de nuevo 11 voz de gozo y voz de alegría(CS), la voz del novio y la voz de la novia, la voz de los que dicen:

“Dad gracias al Señor de los ejércitos,
porque el Señor es bueno,
porque para siempre es su misericordia(CT)”;

y de los que traen ofrenda de acción de gracias(CU) a la casa del Señor. Porque restauraré el bienestar[u] de esta[v] tierra como fueron al principio» —dice el Señor.

12 Así dice el Señor de los ejércitos: «En este lugar desolado, sin hombres y sin animales(CV), y en todas sus ciudades, habrá de nuevo morada[w] de pastores que hagan descansar sus rebaños(CW). 13 En las ciudades de la región montañosa, en las ciudades de la llanura, en las ciudades del Neguev[x], en la tierra de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá(CX), volverán a pasar las ovejas bajo las manos del que las cuenta(CY)» —declara el Señor.

14 «He aquí, vienen días» —declara el Señor(CZ)— «en que cumpliré la buena palabra que he hablado(DA) a la casa de Israel y a la casa de Judá. 15 En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar de David un Renuevo justo, y Él hará juicio y justicia(DB) en la tierra(DC). 16 En aquellos días estará a salvo Judá, y Jerusalén morará segura, y este es el nombre con el cual será llamada: el Señor, justicia nuestra(DD)». 17 Porque así dice el Señor: «Nunca le faltará a David[y] quien se siente sobre el trono de la casa de Israel(DE); 18 y a los sacerdotes levitas(DF) nunca les faltará[z] quien en presencia mía ofrezca holocausto, queme ofrendas de cereal y prepare sacrificios todos los días(DG)».

19 Y vino palabra del Señor a Jeremías, diciendo: 20 Así dice el Señor: «Si pudierais romper mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de modo que el día y la noche(DH) no vinieran a su tiempo, 21 entonces también se podría romper mi pacto con mi siervo David(DI), y él no tendría hijo para reinar sobre su trono con los sacerdotes levitas, mis ministros. 22 Como no se puede contar el ejército del cielo, ni se puede medir la arena del mar, así multiplicaré la descendencia[aa](DJ) de mi siervo David(DK) y de los levitas(DL) que me sirven».

23 Y vino palabra del Señor a Jeremías, diciendo: 24 ¿No has observado lo que este pueblo ha hablado, diciendo: «Las dos familias que el Señor escogió, las ha desechado(DM)»? Desprecian a mi pueblo(DN), ya no son una nación(DO) ante sus ojos[ab]. 25 Así dice el Señor: «(DP)Si no permanece mi pacto con el día y con la noche(DQ), y si no he establecido las leyes[ac] del cielo y de la tierra, 26 entonces[ad] desecharé la descendencia[ae](DR) de Jacob y de mi siervo David, para no tomar de[af] su descendencia[ag](DS) quien gobierne sobre la descendencia[ah](DT) de Abraham, de Isaac y de Jacob. Pero yo restauraré su bienestar[ai] y tendré de ellos misericordia(DU)».

Notas al pie

  1. Jeremías 32:4 Lit., boca a boca
  2. Jeremías 32:9 Un siclo equivale aprox. a 11.4 gramos
  3. Jeremías 32:10 O, Y escribí en el documento y lo
  4. Jeremías 32:14 Lit., permanezcan muchos días
  5. Jeremías 32:17 Heb., YHWH, generalmente traducido Señor
  6. Jeremías 32:18 Lit., en el seno de
  7. Jeremías 32:20 Lit., pusiste
  8. Jeremías 32:25 Heb., YHWH, generalmente traducido Señor
  9. Jeremías 32:29 Lit., esta
  10. Jeremías 32:33 Lit., madrugando y enseñando
  11. Jeremías 32:33 Lit., para
  12. Jeremías 32:35 Lit., ni vino a mi corazón
  13. Jeremías 32:44 O, escribirán...en el documento
  14. Jeremías 32:44 I.e., región del sur
  15. Jeremías 32:44 O, haré volver a sus cautivos
  16. Jeremías 33:1 Lit., encerrado
  17. Jeremías 33:2 Lit., la hizo
  18. Jeremías 33:7 O, Haré volver a los cautivos
  19. Jeremías 33:7 O, Haré volver a los cautivos
  20. Jeremías 33:9 Lit., hago
  21. Jeremías 33:11 O, haré volver a los cautivos
  22. Jeremías 33:11 Lit., la
  23. Jeremías 33:12 O, pastizal
  24. Jeremías 33:13 I.e., región del sur
  25. Jeremías 33:17 Lit., No será cortado a David
  26. Jeremías 33:18 Lit., no será cortado a los sacerdotes levitas
  27. Jeremías 33:22 Lit., simiente
  28. Jeremías 33:24 Lit., rostros
  29. Jeremías 33:25 Lit., los estatutos
  30. Jeremías 33:26 Lit., también
  31. Jeremías 33:26 Lit., simiente
  32. Jeremías 33:26 Lit., de tomar a
  33. Jeremías 33:26 Lit., simiente
  34. Jeremías 33:26 Lit., simiente
  35. Jeremías 33:26 O, haré volver a sus cautivos