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26 ¿Quién anunció esto desde el comienzo,
para que lo supiéramos?
¿Quién lo predijo desde antes,
para que admitiéramos que tiene la razón?
Ninguno de ustedes lo anunció,
nadie les oyó decir una palabra.
27 Yo fui quien lo anunció a Sión desde el principio,
y quien envió a Jerusalén un mensajero
para decirle que su gente pronto volvería.
28 Miro, y ninguno de los otros dioses aparece;
nadie que pueda dar consejo,
nadie que responda a mis preguntas.
29 ¡Ninguno de ellos es nada!
Nada pueden hacer;
no son más que ídolos vacíos.

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26 ¿Quién lo anunció desde el principio,
para que lo sepamos;
o de tiempo atrás, para que digamos: «Es justo»?
Cierto, no hay quien lo anuncie;
sí, no hay quien lo enseñe.
Ciertamente, no hay quien oiga vuestras palabras.
27 Yo soy el primero que he enseñado estas cosas a Sión,
y a Jerusalén daré un mensajero de alegres noticias.
28 Miré, pero no había ninguno;
les pregunté por estas cosas,
pero ningún consejero hubo;
les pregunté, pero no respondieron palabra.
29 He aquí, todos son vanidad
y sus obras no son nada.
¡Viento y vanidad son sus imágenes fundidas!

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El Señor, el rey y redentor de Israel,
el Señor todopoderoso, dice:
«Yo soy el primero y el último;
fuera de mí no hay otro dios.

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»Así dice Jehová, Rey de Israel
y su Redentor, Jehová de los ejércitos:
Yo soy el primero y yo soy el último,
y fuera de mí no hay Dios.

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20 Verdaderamente, es como comer ceniza. Es dejarse engañar por ideas falsas. Esas personas no podrán salvarse. No serán capaces de entender que lo que tienen en sus manos es pura mentira.

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20 De ceniza se alimenta; su corazón engañado lo desvía, para que no libre su alma ni diga: «¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?»

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