Isaías 36:1-44:23
Nueva Versión Internacional
Senaquerib amenaza a Jerusalén(A)
36 En el año catorce del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó y tomó todas las ciudades fortificadas de Judá. 2 Desde Laquis el rey de Asiria envió a su comandante en jefe,[a] al frente de un gran ejército, para hablar con el rey Ezequías en Jerusalén. Cuando el comandante se detuvo en el acueducto del estanque superior, en el camino que lleva al Campo del Lavandero, 3 salió a recibirlo Eliaquín, hijo de Jilquías, que era el administrador del palacio, junto con el cronista Sebna y el secretario Joa, hijo de Asaf.
4 El comandante en jefe les dijo:
—Díganle a Ezequías que así dice el gran rey, el rey de Asiria:
»“¿En qué se basa tu confianza? 5 Tú dices[b] que tienes estrategia y fuerza militar, pero estas no son más que palabras sin fundamento. ¿En quién confías que te rebelas contra mí? 6 Mira, tú confías en Egipto, ¡ese bastón de caña astillada, que traspasa la mano y hiere al que se apoya en él! Porque eso es el faraón, el rey de Egipto, para todos los que en él confían. 7 Y si tú me dices: ‘Nosotros confiamos en el Señor nuestro Dios’, ¿no se trata acaso, Ezequías, del Dios cuyos altares y santuarios tú mismo quitaste, diciéndoles a Judá y a Jerusalén: ‘Deben adorar solamente ante este altar’?”.
8 »Ahora bien, Ezequías, haz este trato con mi señor, el rey de Asiria: Yo te doy dos mil caballos si tú consigues otros tantos jinetes para montarlos. 9 ¿Cómo podrás resistir el ataque de uno solo de los funcionarios más insignificantes de mi señor, si confías en obtener de Egipto carros de combate y jinetes? 10 ¿Acaso he venido a atacar y a destruir esta tierra sin el apoyo del Señor? ¡Si fue él mismo quien me ordenó: “Marcha contra este país y destrúyelo”!».
11 Eliaquín, Sebna y Joa dijeron al comandante en jefe:
—Por favor, hábleles usted a sus siervos en arameo, ya que lo entendemos. No nos hable en hebreo, pues el pueblo que está sobre el muro nos escucha.
12 Pero el comandante en jefe respondió:
—¿Acaso mi señor me envió a decirles estas cosas solo a ti y a tu señor, y no a los que están sentados en el muro? ¡Si tanto ellos como ustedes tendrán que comerse su excremento y beberse su orina!
13 Dicho esto, el comandante en jefe se puso de pie y a voz en cuello gritó en hebreo:
—¡Oigan las palabras del gran rey, el rey de Asiria! 14 Así dice el rey: “No se dejen engañar por Ezequías. ¡Él no puede librarlos! 15 No dejen que Ezequías los persuada a confiar en el Señor, diciendo: ‘Sin duda el Señor nos librará; ¡esta ciudad no caerá en manos del rey de Asiria!’ ”.
16 »No hagan caso a Ezequías. Así dice el rey de Asiria: “Hagan las paces conmigo y ríndanse. De esta manera cada uno podrá comer de su vid y de su higuera y beber agua de su propio pozo, 17 hasta que yo venga y los lleve a un país como el de ustedes, país de grano y de mosto, de pan y de viñedos”.
18 »No se dejen seducir por Ezequías cuando dice: “El Señor nos librará”. ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones pudo librar a su país de las manos del rey de Asiria? 19 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvayin? ¿Acaso libraron a Samaria de mis manos? 20 ¿Cuál de todos los dioses de estos países ha podido salvar de mis manos a su país? ¿Cómo entonces podrá el Señor librar de mis manos a Jerusalén?».
21 Pero el pueblo permaneció en silencio y no respondió ni una sola palabra, porque el rey había ordenado: «No respondan».
22 Entonces Eliaquín, hijo de Jilquías, administrador del palacio, el cronista Sebna y el secretario Joa, hijo de Asaf, con las vestiduras rasgadas en señal de duelo, fueron a ver a Ezequías y le contaron lo que había dicho el comandante en jefe.
Isaías profetiza la liberación de Jerusalén(B)
37 Cuando el rey Ezequías escuchó esto, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto y fue al Templo del Señor. 2 Además, envió a Eliaquín, administrador del palacio, al cronista Sebna y a los sacerdotes más ancianos, todos vestidos de luto, para hablar con el profeta Isaías, hijo de Amoz. 3 Y estos dijeron a Isaías: «Así dice Ezequías: “Hoy es un día de angustia, castigo y deshonra, como cuando los hijos están a punto de nacer y no se tienen fuerzas para darlos a luz. 4 Tal vez el Señor tu Dios oiga las palabras del comandante en jefe, a quien su señor, el rey de Asiria, envió para insultar al Dios viviente. ¡Que el Señor tu Dios lo castigue por las palabras que ha oído! Eleva, pues, una oración por el remanente del pueblo que aún sobrevive”».
5 Cuando los funcionarios del rey Ezequías fueron a ver a Isaías, 6 este les dijo: «Díganle a su señor que así dice el Señor: “No temas por las blasfemias que has oído y que han pronunciado contra mí los subalternos del rey de Asiria. 7 ¡Mira! Voy a poner un espíritu en él, de manera que cuando oiga cierto rumor regrese a su propio país. Allí haré que lo maten a filo de espada”».
8 Cuando el comandante en jefe se enteró de que el rey de Asiria había salido de Laquis, se retiró y encontró al rey luchando contra Libná.
9 Luego Senaquerib recibió el informe de que Tiracá, rey de Cus, había salido para luchar contra él. Al enterarse de esto, envió mensajeros a Ezequías 10 para que le dijeran: «Tú, Ezequías, rey de Judá: No dejes que tu Dios, en quien confías, te engañe cuando dice: “No caerá Jerusalén en manos del rey de Asiria”. 11 Sin duda te habrás enterado de lo que han hecho los reyes de Asiria en todos los países, destruyéndolos por completo. ¿Y acaso vas tú a librarte? 12 ¿Libraron sus dioses a las naciones que mis antepasados han destruido: Gozán, Jarán, Résef y la gente de Edén que vivía en Telasar? 13 ¿Dónde están el rey de Jamat, el rey de Arfad, el rey de la ciudad de Sefarvayin, de Hená o Ivá?».
Oración de Ezequías(C)
14 Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros y la leyó. Luego subió al Templo del Señor, la desplegó delante del Señor, 15 y oró así: 16 «Señor de los Ejércitos, Dios de Israel, entronizado sobre los querubines: solo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra. Tú has hecho los cielos y la tierra. 17 Presta atención, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira; escucha todas las palabras que Senaquerib ha mandado a decir para insultar al Dios viviente.
18 »Es verdad, Señor, que los reyes asirios han asolado todas estas naciones y sus tierras. 19 Han arrojado al fuego sus dioses y los han destruido, porque no eran dioses, sino solo madera y piedra, obra de manos humanas. 20 Ahora, pues, Señor y Dios nuestro, sálvanos de su mano, para que todos los reinos de la tierra sepan que solo tú, Señor, eres Dios».[c]
Muerte de Senaquerib(D)
21 Entonces Isaías, hijo de Amoz, envió este mensaje a Ezequías:
«Así dice el Señor, Dios de Israel: Por cuanto me has rogado respecto a Senaquerib, rey de Asiria, 22 esta es la palabra que yo, el Señor, he pronunciado contra él:
»La virginal hija de Sión
te desprecia y se burla de ti.
La hija de Jerusalén
menea la cabeza al verte huir.
23 ¿A quién has insultado?
¿Contra quién has blasfemado?
¿Contra quién has alzado la voz
y levantado los ojos con orgullo?
¡Contra el Santo de Israel!
24 Has enviado a tus siervos
a insultar al Señor, diciendo:
“Con mis numerosos carros de combate
escalé las cumbres de las montañas,
las laderas del Líbano.
Talé sus cedros más altos,
sus cipreses más selectos.
Alcancé sus cumbres más lejanas
y sus bosques más frondosos.
25 Cavé pozos en tierras extranjeras[d]
y en esas aguas apagué mi sed.
Con las plantas de mis pies
sequé todos los ríos de Egipto”.
26 »¿No te has dado cuenta?
Hace mucho tiempo que lo he preparado.
Desde tiempo atrás lo vengo planeando
y ahora lo he llevado a cabo;
por eso tú has dejado en ruinas
a las ciudades fortificadas.
27 Sus habitantes, impotentes,
están desalentados y avergonzados.
Son como plantas en el campo,
como tiernos pastos verdes,
como hierba que brota sobre el techo
y que se quema[e] antes de crecer.
28 »Yo sé bien cuándo te sientas,
cuándo sales, cuándo entras
y cuánto ruges contra mí.
29 Porque has rugido contra mí
y tu insolencia ha llegado a mis oídos,
te pondré una argolla en la nariz
y un freno en la boca.
Además, por el mismo camino por donde viniste
te haré regresar.
30 »Esta será la señal para ti, Ezequías:
»Este año comerán lo que crezca por sí solo,
y el segundo año lo que de allí brote.
Pero al tercer año sembrarán y cosecharán,
plantarán viñas y comerán su fruto.
31 Una vez más los sobrevivientes de la tribu de Judá
echarán raíces abajo y, arriba, darán fruto.
32 Porque de Jerusalén saldrá un remanente,
del monte Sión un grupo de sobrevivientes.
Esto lo hará mi celo,
celo del Señor de los Ejércitos.
33 »Yo, el Señor, declaro esto acerca del rey de Asiria:
»“No entrará en esta ciudad
ni lanzará contra ella una sola flecha.
No se enfrentará a ella con escudos,
ni construirá contra ella una rampa de asalto.
34 Volverá por el mismo camino que vino;
¡en esta ciudad no entrará!”.
Yo, el Señor, lo afirmo.
35 Por mi honor y por consideración a David mi siervo,
defenderé esta ciudad y la salvaré».
36 Entonces el ángel del Señor salió y mató a ciento ochenta y cinco mil hombres del campamento asirio. A la mañana siguiente, cuando los demás se levantaron, allí estaban tendidos todos los cadáveres. 37 Así que Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento y se retiró. Volvió a Nínive y permaneció allí.
38 Pero un día, mientras adoraba en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramélec y Sarézer lo mataron a espada y escaparon a la tierra de Ararat. Y su hijo Esarjadón lo sucedió en el trono.
Enfermedad de Ezequías(E)
38 Por aquellos días Ezequías se enfermó gravemente y estuvo a punto de morir. El profeta Isaías, hijo de Amoz, fue a verlo y le dijo: «Así dice el Señor: “Pon tu casa en orden, porque vas a morir; no te recuperarás”».
2 Ezequías volvió el rostro hacia la pared y rogó al Señor: 3 «Recuerda, Señor, que yo me he conducido delante de ti con lealtad e integridad y he hecho lo que te agrada». Y Ezequías lloró amargamente.
4 Entonces la palabra del Señor vino a Isaías: 5 «Ve y dile a Ezequías: “Así dice el Señor, Dios de su antepasado David: He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a darte quince años más de vida. 6 Y a ti y a esta ciudad los libraré de caer en manos del rey de Asiria. Yo defenderé esta ciudad.
7 »”Esta es la señal que el Señor te dará para confirmar lo que te ha prometido: 8 Haré que en la escala de Acaz la sombra del sol retroceda las diez gradas que ya ha bajado”». ¡Entonces, la luz del sol retrocedió las diez gradas que ya había bajado!
Escrito de Ezequías
9 Después de su enfermedad y recuperación, Ezequías, rey de Judá, escribió:
10 «Yo decía: “¿En la plenitud de mi vida,
debo pasar por las puertas de la muerte[f]
y ser privado del resto de mis días?”.
11 Yo decía: “Ya no veré más al Señor
en esta tierra de los vivientes;
ya no contemplaré más a los seres humanos,
a los que habitan este mundo”.[g]
12 Me quitaron mi casa, me la arrebataron,
como si fuera la tienda de campaña de un pastor.
Como un tejedor enrollé mi vida
y él me la arrancó del telar.
¡De la noche a la mañana acabó conmigo!
13 Pacientemente esperé hasta la aurora,
pero él, como león, me quebró todos los huesos.
¡De la noche a la mañana acabó conmigo!
14 Chillé como golondrina, como grulla;
gemí como paloma.
Mis ojos se cansaron de mirar al cielo.
¡Angustiado estoy, Señor!
¡Acude en mi ayuda!
15 »Pero ¿qué puedo decir?
Él mismo me lo anunció y así lo ha hecho.
Toda mi vida andaré humildemente,
por causa de la amargura de mi alma.
16 Señor, por tales cosas viven los hombres
y también mi espíritu encuentra vida en ellas.
Tú me devolviste la salud
y me diste vida.
17 Sin duda, fue para mi bien
pasar por tal angustia.
Con tu amor me guardaste
de la fosa destructora,
y les diste la espalda
a todos mis pecados.
18 El sepulcro[h] nada te agradece;
la muerte no te alaba.
Los que descienden a la fosa
nada esperan de tu fidelidad.
19 Los que viven y solo los que viven, son los que te alaban,
como hoy te alabo yo.
Los padres hablarán a sus hijos
de tu fidelidad.
20 »El Señor me salvará,
y en el Templo del Señor
todos los días de nuestra vida
cantaremos con instrumentos de cuerda».
21 Isaías había dicho: «Preparen una pasta de higos, aplíquensela en la llaga y él se recuperará».
22 Y Ezequías había preguntado: «¿Qué señal recibiré de que se me permitirá subir al Templo del Señor?».
Mensajeros de Babilonia(F)
39 En aquel tiempo Merodac Baladán, hijo de Baladán y rey de Babilonia, envió cartas y un regalo a Ezequías, porque supo que había estado enfermo y que se había recuperado. 2 Ezequías se alegró al recibir esto y mostró a los mensajeros todos sus tesoros: la plata, el oro, las especias, el aceite fino, todo su arsenal y todo lo que había en ellos. No hubo nada en su palacio ni en todo su reino que Ezequías no les mostrara.
3 Entonces el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó:
—¿Qué dijeron esos hombres? ¿De dónde vinieron?
—Vinieron de Babilonia, un país lejano —respondió Ezequías.
4 —¿Y qué vieron en tu palacio? —preguntó el profeta.
—Vieron todo lo que hay en él —contestó Ezequías—. No hay nada en mis tesoros que yo no les haya mostrado.
5 Entonces Isaías dijo:
—Oye la palabra del Señor de los Ejércitos: 6 Sin duda vendrán días en que todo lo que hay en tu palacio y todo lo que tus antepasados atesoraron hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia. No quedará nada —dice el Señor—. 7 Y algunos de tus hijos, tus descendientes, serán llevados para servir como eunucos en el palacio del rey de Babilonia.
8 —El mensaje del Señor que tú me has traído es bueno —respondió Ezequías.
Y es que pensaba: «Al menos mientras yo viva, habrá paz y seguridad».
Consuelo para el pueblo de Dios
40 ¡Consuelen, consuelen a mi pueblo!
—dice su Dios—.
2 Hablen con ternura a Jerusalén
y anúncienle
que ya ha cumplido servicio obligatorio,
que ya ha pagado por su iniquidad,
que ya ha recibido de la mano del Señor
el doble por todos sus pecados.
3 Una voz proclama:
«Preparen en el desierto
un camino para el Señor;
enderecen en el desierto
un sendero para nuestro Dios.
4 Se levantarán todos los valles
y se allanarán todas las montañas y colinas;
el terreno escabroso se nivelará
y se alisarán las quebradas.
5 Entonces se revelará la gloria del Señor,
y la verá toda la humanidad.
El Señor mismo lo ha dicho».
6 Una voz dice: «Proclama».
«¿Y qué voy a proclamar?», respondo yo.[i]
«Que todo mortal es como la hierba
y toda su gloria como la flor del campo.
7 La hierba se seca y la flor se marchita,
porque el aliento del Señor sopla sobre ellas.
Sin duda, el pueblo es hierba.
8 La hierba se seca y la flor se marchita,
pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre».
9 Portadora de buenas noticias a Sión,
súbete a una alta montaña.
Portadora de buenas noticias a Jerusalén,
alza con fuerza tu voz.
Álzala, no temas;
di a las ciudades de Judá:
«¡Aquí está su Dios!».
10 Miren, el Señor y Dios llega con poder
y con su brazo gobierna.
Su galardón lo acompaña;
su recompensa lo precede.
11 Como un pastor que cuida su rebaño,
recoge los corderos en sus brazos;
los lleva junto a su pecho,
y guía con cuidado a las recién paridas.
12 ¿Quién ha medido las aguas con la palma de su mano
y abarcado entre sus dedos la extensión de los cielos?
¿Quién metió en una medida el polvo de la tierra?
¿Quién pesó en una balanza las montañas y las colinas?
13 ¿Quién puede medir el alcance del Espíritu del Señor
o quién puede servirle de consejero?
14 ¿A quién consultó el Señor para ilustrarse
y quién le enseñó el camino de la justicia?
¿Quién le impartió conocimiento
o le hizo conocer la senda de la inteligencia?
15 A los ojos de Dios, las naciones son como una gota de agua en un balde,
como una brizna de polvo en una balanza.
Él pesa las islas como si fueran polvo fino.
16 El Líbano no alcanza para el fuego de su altar
ni todos sus animales para los holocaustos.
17 Todas las naciones no son nada en su presencia;
no tienen para él valor alguno.
18 ¿Con quién compararán a Dios?
¿Con qué imagen lo representarán?
19 Un escultor funde la imagen;
un joyero la enchapa en oro
y le labra cadenas de plata.
20 El que es muy pobre para ofrendar
escoge madera que no se pudra,
y busca un hábil artesano
para erigir una imagen que no se caiga.
21 ¿Acaso no lo sabían ustedes?
¿No se habían enterado?
¿No se les dijo desde el principio?
¿No lo entendieron desde la fundación del mundo?
22 Él reina sobre la bóveda de la tierra,
cuyos habitantes son como langostas.
Él extiende los cielos como un toldo
y los despliega como tienda para ser habitada.
23 Él anula a los poderosos,
y a nada reduce a los gobernantes de este mundo.
24 Escasamente han sido plantados,
apenas han sido sembrados,
apenas echan raíces en la tierra,
cuando él sopla sobre ellos, se marchitan
y el huracán los arrasa como paja.
25 «¿Con quién, entonces, me compararán ustedes?
¿Quién es igual a mí?», dice el Santo.
26 Alcen los ojos y miren a los cielos:
¿Quién ha creado todo esto?
El que ordena la multitud de estrellas una por una,
y llama a cada una por su nombre.
¡Es tan grande su poder y tan poderosa su fuerza,
que no falta ninguna de ellas!
27 ¿Por qué te quejas, Jacob?
¿Por qué dices, Israel:
«Mi camino está escondido del Señor;
mi Dios ignora mi derecho»?
28 ¿Acaso no lo sabes?
¿Acaso no te has enterado?
El Señor es el Dios eterno,
creador de los confines de la tierra.
No se cansa ni se fatiga
y su inteligencia es insondable.
29 Él fortalece al cansado
y acrecienta las fuerzas del débil.
30 Aun los jóvenes se cansan, se fatigan,
los muchachos tropiezan y caen;
31 pero los que confían en el Señor
renovarán sus fuerzas;
levantarán el vuelo como las águilas,
correrán y no se fatigarán,
caminarán y no se cansarán.
El amparo de Israel
41 «¡Callen en mi presencia, costas lejanas!
¡Naciones, renueven sus fuerzas!
Acérquense y hablen;
reunámonos para juicio.
2 »¿Quién despertó al que viene del oriente
y lo llamó en justicia a su servicio?
Pone a las naciones en sus manos;
ante él los reyes se rinden.
Con su espada los vuelve polvo,
con su arco los dispersa como paja.
3 Con paso firme los persigue
por una senda que nunca antes pisó.
4 ¿Quién realizó esto? ¿Quién lo hizo posible?
¿Quién llamó a las generaciones desde el principio?
Yo, el Señor, estoy con los primeros
y estaré con los últimos».
5 Lo han visto las costas lejanas y temen;
tiemblan los confines de la tierra.
¡Ya se acercan, ya vienen!
6 Cada uno ayuda a su compañero
y dice a su hermano: ¡Sé fuerte!
7 El artesano anima al joyero
y el que aplana con el martillo
dice al que golpea el yunque:
«¡Es buena la soldadura!»;
luego asegura el ídolo con clavos
para que no se tambalee.
8 «Pero tú, Israel, mi siervo,
tú, Jacob, a quien he escogido,
descendiente de Abraham, mi amigo:
9 Te tomé de los confines de la tierra,
te llamé de los rincones más remotos
y te dije: “Tú eres mi siervo”.
Yo te escogí; no te rechacé.
10 Así que no temas, porque yo estoy contigo;
no te angusties, porque yo soy tu Dios.
Te fortaleceré y te ayudaré;
te sostendré con la diestra de mi justicia.
11 »Todos los que se enfurecen contra ti
sin duda serán avergonzados y humillados;
los que se te oponen serán como nada,
como si no existieran.
12 Aunque busques a tus enemigos,
no los encontrarás.
Los que te hacen la guerra serán como nada,
como si no existieran.
13 Porque yo soy el Señor tu Dios,
que sostiene tu mano derecha;
yo soy quien te dice:
“No temas, yo te ayudaré”.
14 No temas, gusano Jacob,
pequeño Israel,
porque yo mismo te ayudaré», afirma el Señor,
¡el Santo de Israel, tu Redentor!
15 «Te convertiré en una trilladora
nueva y afilada, de doble filo.
Trillarás las montañas y las harás polvo;
convertirás en paja las colinas.
16 Las lanzarás al aire y se las llevará el viento;
un vendaval las dispersará.
Pero tú te alegrarás en el Señor,
te gloriarás en el Santo de Israel.
17 »Los pobres y los necesitados buscan agua,
pero no la encuentran;
la sed les ha resecado la lengua.
Pero yo, el Señor, les responderé;
yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
18 Haré brotar ríos en las cumbres áridas
y manantiales entre los valles.
Transformaré el desierto en estanques de agua
y el sequedal en manantiales.
19 Plantaré en el desierto
cedros, acacias, mirtos y olivos;
en áridas tierras plantaré cipreses,
junto con pinos y abetos,
20 para que la gente vea y sepa,
considere y entienda,
que la mano del Señor ha hecho esto,
que el Santo de Israel lo ha creado».
21 «Expongan su caso»,
dice el Señor.
«Presenten sus pruebas»,
demanda el Rey de Jacob.
22 «Preséntense[j] y anuncien
lo que ha de suceder
y cómo fueron las cosas del pasado,
para que las consideremos
y conozcamos su desenlace.
¡Cuéntennos lo que está por venir!
23 Digan qué nos depara el futuro;
así sabremos que ustedes son dioses.
Hagan algo, bueno o malo,
para verlo y llenarnos de terror.
24 ¡La verdad es que ustedes no son nada
y aun menos que nada son sus obras!
¡Abominable es quien los escoge!
25 »Del norte hice venir a uno y acudió a mi llamado;
desde el oriente invoca mi nombre.
Como alfarero que amasa arcilla con los pies,
aplasta gobernantes como si fueran barro.
26 ¿Quién lo anunció desde el principio
para que lo supiéramos?
¿Quién lo anunció de antemano,
para que dijéramos: “Tenía razón”?
Nadie lo anunció ni lo proclamó;
nadie los oyó proclamar mensaje alguno.
27 Yo fui el primero en decirle a Sión:
“¡Mira, ya están aquí!”.
Yo fui quien envió a Jerusalén un mensajero de buenas noticias.
28 Miro entre ellos y no hay nadie;
no hay entre ellos quien aconseje,
no hay quien me responda cuando pregunto.
29 ¡Todos ellos son falsos!
Sus obras no son nada;
sus ídolos no son más que viento y confusión.
El siervo del Señor
42 »Este es mi siervo, a quien sostengo,
mi escogido, en quien me deleito;
sobre él he puesto mi Espíritu
y llevará justicia a las naciones.
2 No clamará, ni gritará,
ni alzará su voz en las calles.
3 No acabará de romper la caña quebrada
ni apagará la mecha que apenas arde.
Con fidelidad hará justicia;
4 no vacilará ni se desanimará
hasta implantar la justicia en la tierra.
En su enseñanza las costas lejanas pondrán su esperanza».
5 Así dice Dios el Señor,
el que creó y desplegó los cielos;
el que expandió la tierra
y todo lo que ella produce;
el que da aliento al pueblo que la habita
y vida a los que en ella se mueven:
6 «Yo, el Señor, te he llamado en justicia;
te tomaré de la mano.
Yo te preservaré, yo te constituiré
como pacto para el pueblo,
como luz para las naciones,
7 para abrir los ojos de los ciegos,
para librar de la cárcel a los presos
y del calabozo a los que habitan en tinieblas.
8 »Yo soy el Señor; ¡ese es mi nombre!
No entrego a otros mi gloria
ni mi alabanza a los ídolos.
9 Las cosas pasadas se han cumplido
y ahora anuncio cosas nuevas;
las anuncio antes que sucedan».
Canción de alabanza al Señor
10 Canten al Señor un cántico nuevo,
ustedes, que descienden al mar
y todo lo que hay en él;
canten su alabanza desde los confines de la tierra,
ustedes, costas lejanas y sus habitantes.
11 Que alcen la voz el desierto, sus ciudades,
y los poblados donde Cedar habita.
Que canten de alegría los habitantes de Selá
y griten desde las cimas de las montañas.
12 Den gloria al Señor
y proclamen su alabanza en las costas lejanas.
13 El Señor marchará como un campeón;
como hombre de guerra despertará su celo.
Con gritos y alaridos se lanzará al combate
y triunfará sobre sus enemigos.
14 «Por mucho tiempo he guardado silencio,
he estado callado y me he contenido.
Pero ahora voy a gritar como parturienta,
voy a resollar y jadear al mismo tiempo.
15 Devastaré montañas y colinas
y consumiré toda su vegetación;
convertiré los ríos en islas
y secaré los estanques.
16 Conduciré a los ciegos por caminos desconocidos,
los guiaré por senderos inexplorados;
ante ellos convertiré en luz las tinieblas,
y allanaré los lugares escabrosos.
Esto haré
y no los abandonaré.
17 Pero retrocederán llenos de vergüenza
los que confían en las imágenes,
los que dicen a las imágenes:
“Ustedes son nuestros dioses”.
Israel ciego y sordo
18 »Sordos, ¡escuchen!
Ciegos, ¡fíjense bien!
19 ¿Quién es más ciego que mi siervo
y más sordo que mi mensajero?
¿Quién es más ciego que mi enviado
y más ciego que el siervo del Señor?
20 Tú has visto muchas cosas, pero no las has captado;
tienes abiertos los oídos, pero no oyes nada».
21 Agradó al Señor,
por amor a su justicia,
hacer su ley grande y gloriosa.
22 Pero este es un pueblo saqueado y despojado,
todos atrapados en cuevas
o encerrados en cárceles.
Son saqueados
y nadie los libra;
son despojados
sin que nadie reclame: ¡Devuélvanlos!
23 ¿Quién de ustedes escuchará esto
y prestará atención en el futuro?
24 ¿Quién entregó a Jacob para el despojo,
a Israel para el saqueo?
¿No es acaso el Señor
contra quien su pueblo ha pecado?
No siguieron sus caminos
ni obedecieron su Ley.
25 Por eso él derramó sobre ellos
su ardiente ira y el furor de la guerra.
Los envolvió en llamas, pero no comprendieron;
los consumió, pero no lo tomaron en serio.
El único Salvador de Israel
43 Pero ahora, así dice el Señor,
el que te creó, Jacob,
el que te formó, Israel:
«No temas, que yo te he redimido;
te he llamado por tu nombre; tú eres mío.
2 Cuando cruces las aguas,
yo estaré contigo;
cuando cruces los ríos,
no te cubrirán sus aguas;
cuando camines por el fuego,
no te quemarás
ni te abrasarán las llamas.
3 Yo soy el Señor tu Dios,
el Santo de Israel, tu Salvador;
yo he entregado a Egipto como precio por tu rescate,
a Cus y a Seba en tu lugar.
4 Porque eres precioso a mis ojos
y digno de honra, yo te amo.
A cambio de ti entregaré pueblos;
a cambio de tu vida entregaré naciones.
5 No temas, porque yo estoy contigo;
desde el oriente traeré a tu descendencia,
desde el occidente te reuniré.
6 Al norte diré: “¡Entrégalos!”.
Y al sur: “¡No los retengas!
Trae a mis hijos desde lejos
y a mis hijas desde los confines de la tierra.
7 Trae a todo el que sea llamado por mi nombre,
al que yo he creado para mi gloria,
al que yo hice y formé”».
8 Saquen al pueblo ciego, aunque tiene ojos,
al pueblo sordo, aunque tiene oídos.
9 Que se reúnan todas las naciones
y se congreguen los pueblos.
¿Quién de sus dioses profetizó estas cosas
y nos anunció lo ocurrido en el pasado?
Que presenten a sus testigos y demuestren tener razón,
para que otros oigan y digan:
«Es verdad».
10 «Ustedes son mis testigos», afirma el Señor,
«y mi siervo a quien he escogido,
para que me conozcan y crean en mí,
y entiendan que yo soy.
Antes de mí no hubo ningún otro dios
ni habrá ninguno después de mí.
11 Yo, yo soy el Señor,
fuera de mí no hay ningún otro salvador.
12 Yo he anunciado, salvado y proclamado;
yo entre ustedes y no un dios extraño.
Ustedes son mis testigos de que yo soy Dios»,
afirma el Señor.
13 «Desde los tiempos antiguos, yo soy.
No hay quien pueda librar de mi mano.
Lo que yo hago, nadie puede desbaratarlo».
La misericordia de Dios y la infidelidad de Israel
14 Así dice el Señor,
su Redentor, el Santo de Israel:
«Por ustedes enviaré gente a Babilonia;
abatiré a todos como fugitivos.
En los barcos que eran su orgullo,
abatiré a los babilonios.[k]
15 Yo soy el Señor, su Santo;
soy su Rey, el Creador de Israel».
16 Así dice el Señor,
el que abrió un camino en el mar,
una senda a través de las aguas caudalosas;
17 el que hizo salir carros de combate y caballos,
ejército y guerrero al mismo tiempo,
los cuales quedaron tendidos para nunca más levantarse,
extinguidos como mecha que se apaga:
18 «Olviden las cosas de antaño;
ya no vivan en el pasado.
19 ¡Voy a hacer algo nuevo!
Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta?
Estoy abriendo un camino en el desierto
y ríos en lugares desolados.
20 Me honran los animales salvajes,
los chacales y los avestruces;
yo hago brotar agua en el desierto,
ríos en lugares desolados,
para dar de beber a mi pueblo escogido,
21 al pueblo que formé para mí mismo,
para que proclame mi alabanza.
22 »Pero tú, Jacob, no me has invocado;
tú, Israel, te has cansado de mí.
23 No me has traído el cordero de tus holocaustos
ni me has honrado con tus sacrificios.
No te he abrumado exigiendo ofrendas de grano
ni te he agobiado reclamando incienso.
24 No me has comprado caña aromática
ni me has saciado con el sebo de tus sacrificios.
¡En cambio, tú me has abrumado con tus pecados
y me has agobiado con tus iniquidades!
25 »Soy yo, solo yo, el que por amor a mí mismo
borra tus transgresiones
y no se acuerda más de tus pecados.
26 ¡Hazme recordar!
Presentémonos a juicio;
plantea el argumento de tu inocencia.
27 Tu primer antepasado pecó;
tus voceros se rebelaron contra mí.
28 Por eso humillé a las autoridades del templo;
entregué a Jacob a la destrucción total,
entregué a Israel al menosprecio.
Israel, el escogido
44 »Pero ahora escucha, Jacob, mi siervo,
Israel, a quien he escogido.
2 Así dice el Señor, el que te hizo,
el que te formó en el seno materno
y te brinda su ayuda:
“No temas, Jacob, mi siervo,
Jesurún, a quien he escogido,
3 que regaré con agua la tierra sedienta
y con arroyos el suelo seco;
derramaré mi Espíritu sobre tu descendencia
y mi bendición sobre tus vástagos,
4 y brotarán como hierba en un prado,
como sauces junto a arroyos.
5 Uno dirá: ‘Pertenezco al Señor’;
otro llevará el nombre de Jacob
y otro escribirá en su mano: ‘Yo soy del Señor’
y tomará para sí el nombre de Israel”.
El Señor y los ídolos
6 »Así dice el Señor, el Señor de los Ejércitos,
Rey y Redentor de Israel:
“Yo soy el Primero y el Último;
fuera de mí no hay otro dios.
7 ¿Quién es como yo?
Que lo diga.
Que declare lo que ha ocurrido
desde que establecí a mi antiguo pueblo;
que exponga ante mí lo que está por venir,
que anuncie lo que va a suceder.
8 No tiemblen ni se asusten.
¿Acaso no lo anuncié y predije hace tiempo?
Ustedes son mis testigos.
¿Hay algún Dios fuera de mí?
No, no hay otra Roca;
no conozco ninguna”».
9 Los que fabrican imágenes no son nada;
inútiles son sus obras más preciadas.
Para su propia vergüenza,
sus propios testigos no ven ni conocen.
10 ¿Quién modela una imagen o funde un ídolo,
que no sirve para nada?
11 Todos sus devotos quedarán avergonzados;
¡simples mortales son los artesanos!
Que todos se reúnan y comparezcan;
¡aterrados y avergonzados quedarán todos ellos!
12 El herrero toma una herramienta
y con ella trabaja sobre las brasas;
con martillo modela un ídolo,
con la fuerza de su brazo lo forja.
Siente hambre y pierde las fuerzas;
no bebe agua y desfallece.
13 El carpintero mide con un cordel,
hace un boceto con un estilete,
lo trabaja con el escoplo
y lo traza con el compás.
Le da forma humana;
le imprime la belleza de un ser humano,
para que habite en un santuario.
14 Derriba los cedros,
escoge un ciprés o un roble
y lo deja crecer entre los árboles del bosque;
o planta un pino, que la lluvia hace crecer.
15 A la gente le sirve de combustible,
toma una parte para calentarse;
enciende un fuego y hornea pan.
Pero también labra un dios y lo adora;
hace una imagen y se postra ante ella.
16 La mitad de la madera la quema en el fuego,
sobre esa mitad prepara su comida;
asa la carne y se sacia.
También se calienta y dice:
«¡Ah! Ya voy entrando en calor, mientras contemplo las llamas».
17 Con el resto hace un dios, su ídolo;
se postra ante él y la adora.
Y suplicante dice:
«Sálvame, pues tú eres mi dios».
18 No saben nada, no entienden nada;
sus ojos están velados y no ven;
su corazón está cerrado y no entienden.
19 Ninguno se detiene a pensar,
les falta conocimiento y entendimiento para decir:
«Usé la mitad para combustible;
incluso horneé pan sobre las brasas,
asé carne y la comí.
¿Y haré algo abominable con lo que queda?
¿Me postraré ante un pedazo de madera?».
20 Se alimentan de cenizas, se dejan engañar por sus ilusos corazones,
no pueden salvarse a sí mismos ni decir:
«¡Lo que tengo en mi diestra es una mentira!».
21 «Recuerda estas cosas, Jacob,
porque tú eres mi siervo, Israel.
Yo te formé, tú eres mi siervo;
Israel, yo no te olvidaré.
22 Como si fuera una nube he borrado tus transgresiones
y tus pecados, como la bruma de la mañana.
Vuelve a mí,
que te he redimido».
23 ¡Canten de alegría, cielos, que esto lo ha hecho el Señor!
¡Griten con fuerte voz, profundidades de la tierra!
¡Prorrumpan en canciones, montañas
y bosques, con todos sus árboles!
Porque el Señor ha redimido a Jacob,
Dios ha manifestado su gloria en Israel.
Footnotes
- 36:2 comandante en jefe. Alt. copero mayor.
- 36:5 Tú dices (mss. hebreos y Qumrán; véase 2R 18:20); Yo digo (TM).
- 37:20 solo tú, Señor, eres Dios (Qumrán y LXX; véase también 2R 19:19); solo tú eres el Señor (TM).
- 37:25 en tierras extranjeras (Qumrán; véase también 2R 19:24); TM no incluye esta frase.
- 37:27 y que se quema (mss. hebreos; véanse Qumrán y 2R 19:26); y como un campo (TM).
- 38:10 de la muerte. Lit. del Seol.
- 38:11 este mundo (mss. hebreos); el lugar de cesación (TM).
- 38:18 sepulcro. Lit. Seol.
- 40:6 respondo yo (LXX, Qumrán y Vulgata); responde él (TM).
- 41:22 Preséntense (LXX, Qumrán, Targum y Vulgata); Traigan (TM).
- 43:14 Lit. caldeos.
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