Add parallel Print Page Options

Me irrité contra mi pueblo
y profané mi heredad:
en tus manos la entregué,
la trataste sin piedad;
sometiste al anciano
cruelmente a tu yugo.
Creías que ibas a ser
señora para siempre;
pero no pensaste en esto,
no sospechaste el final.
Pues ahora escucha, lasciva,
tú que vives confiada,
que dices en tu interior:
“Yo sola y ninguno más;
ni viuda voy a vivir
ni me quedaré sin hijos”.

Read full chapter