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“Siéntate en silencio y entra en la penumbra, oh hija de los caldeos, porque nunca más te volverán a llamar soberana de reinos. Yo me enojé contra mi pueblo, profané mi heredad y los entregué en tus manos. Pero tú no tuviste misericordia de ellos. Hiciste muy pesado tu yugo sobre los viejos, y dijiste: ‘Para siempre seré soberana’. No consideraste esto en tu corazón ni te acordaste de su resultado.

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