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13 Oíd, los que estáis lejos, lo que he hecho; y vosotros los que estáis cerca, conoced mi poder. 14 Los pecadores se asombraron en Sion, espanto sobrecogió a los hipócritas. ¿Quién de nosotros morará con el fuego consumidor? ¿Quién de nosotros habitará con las llamas eternas? 15 El que camina en justicia y habla lo recto; el que aborrece la ganancia de violencias, el que sacude sus manos para no recibir cohecho, el que tapa sus oídos para no oír propuestas sanguinarias; el que cierra sus ojos para no ver cosa mala; 16 este habitará en las alturas; fortaleza de rocas será su lugar de refugio; se le dará su pan, y sus aguas serán seguras.

17 Tus ojos verán al Rey en su hermosura; verán la tierra que está lejos. 18 Tu corazón imaginará el espanto, y dirá: ¿Qué es del escriba?, ¿qué del pesador del tributo?, ¿qué del que pone en lista las casas más insignes? 19 No verás a aquel pueblo orgulloso, pueblo de lengua difícil de entender, de lengua tartamuda que no comprendas. 20 Mira a Sion, ciudad de nuestras fiestas solemnes; tus ojos verán a Jerusalén, morada de quietud, tienda que no será desarmada, ni serán arrancadas sus estacas, ni ninguna de sus cuerdas será rota. 21 Porque ciertamente allí será Jehová para con nosotros fuerte, lugar de ríos, de arroyos muy anchos, por el cual no andará galera de remos, ni por él pasará gran nave. 22 Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará. 23 Tus cuerdas se aflojaron; no afirmaron su mástil, ni entesaron la vela; se repartirá entonces botín de muchos despojos; los cojos arrebatarán el botín. 24 No dirá el morador: Estoy enfermo; al pueblo que more en ella le será perdonada la iniquidad.

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13 Ustedes que están lejos, oigan lo que he hecho;
    y ustedes que están cerca, reconozcan mi poder.
14 Los pecadores están aterrados en Sión;
    el temblor atrapa a los impíos:
«¿Quién de nosotros puede habitar en el fuego consumidor?
    ¿Quién de nosotros puede habitar en la hoguera eterna?».
15 Solo el que camina con justicia
    y habla con rectitud,
el que rechaza la ganancia de la extorsión
    y se sacude las manos para no aceptar soborno,
el que no presta oído a las conjuras de asesinato
    y cierra los ojos para no contemplar el mal.
16 Ese morará en las alturas;
    tendrá como refugio una fortaleza de rocas,
se le proveerá de pan
    y no le faltará el agua.

17 Tus ojos verán al rey en su esplendor
    y contemplarán una tierra que se extiende hasta muy lejos.
18 Dentro de ti meditarás acerca del terror y dirás:
    «¿Dónde está el que lleva la cuenta?
¿Dónde el recaudador de impuestos?
    ¿Dónde el que lleva el registro de las torres?».
19 No verás más a ese pueblo insolente,
    a ese pueblo de idioma confuso,
    de lengua extraña e incomprensible.

20 Mira a Sión, la ciudad de nuestras fiestas;
    tus ojos verán a Jerusalén,
    morada apacible, campamento bien plantado;
sus estacas jamás se arrancarán
    ni se romperá ninguna de sus sogas.
21 Allí el Señor nos mostrará su poder.
    Será como un lugar de anchos ríos y canales.
Ningún barco de remos surcará sus aguas
    ni barcos poderosos navegarán por ellas.
22 Porque el Señor es nuestro juez;
    el Señor es nuestro legislador;
el Señor es nuestro rey:
    ¡Él nos salvará!

23 Tus cuerdas se han aflojado:
    No sostienen el mástil con firmeza
    ni se despliegan las velas.
Abundante botín habrá de repartirse
    y aun los cojos se dedicarán al saqueo.
24 Ningún habitante dirá: «Estoy enfermo»;
    y se perdonará la iniquidad del pueblo que allí habita.

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13 Los que están lejos escuchen lo que he hecho,
y los que están cerca reconozcan mi poder.»

14 En Sión tiemblan los pecadores,
y los impíos se llenan de terror y dicen:
«¿Quién de nosotros puede vivir
en un fuego destructor, en una hoguera eterna?»

15 El que procede rectamente y dice la verdad,
el que no se enriquece abusando de la fuerza
ni se deja comprar con regalos,
el que no hace caso a sugerencias criminales
y cierra los ojos para no fijarse en el mal,
16 ése vivirá seguro,
tendrá su refugio en una fortaleza de rocas,
siempre tendrá pan y el agua no le faltará.

17 De nuevo verás al rey en su esplendor;
las fronteras del país llegarán hasta muy lejos.
18 Al recordar el miedo en que vivías, dirás:
«¿Dónde está el que contaba los impuestos?
¿Dónde está el que comprobaba el peso?
¿Dónde está el que contaba las torres?»
19 Ya no vivirás entre un pueblo insolente,
de lengua difícil de entender,
de idioma enredado, que nadie comprende.
20 Mira a Sión, la ciudad de nuestras fiestas;
dirige tus ojos a Jerusalén, ciudad segura;
será como un campamento firme,
cuyas estacas no se arrancarán
ni se romperán sus cuerdas.
21 Ahí se muestra glorioso el Señor con nosotros.
Es un lugar de ríos, de corrientes muy anchas,
pero no lo invadirán los enemigos
con sus barcos de remo y sus naves poderosas.
22-23 Las cuerdas de esas naves
no pueden sostener el mástil;
la vela no se puede extender.
Arrebataremos tantas riquezas a los enemigos,
que hasta el ciego recibirá su parte
y los lisiados se dedicarán al saqueo.
Porque el Señor es nuestro juez,
nuestro legislador y nuestro rey,
y él nos salvará.
24 Ningún habitante dirá: «Estoy enfermo.»
Dios perdonará los pecados a los habitantes de Sión.

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