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28 Cuiden de ustedes mismos y de todo el rebaño sobre el que les ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes. Pastoreen la Iglesia que el Señor adquirió con el sacrificio de su propia vida. 29 Sé que después de mi partida se introducirán entre ustedes lobos feroces que no tendrán compasión del rebaño. 30 De entre sus propias filas surgirán individuos que propagarán falsas doctrinas y arrastrarán a los discípulos tras de sí.

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