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Pero los judíos, celosos, anduvieron incitando a individuos ociosos de la peor calaña. Se formó así una turba que se dirigió a casa de Jasón, pues querían llevar a Pablo y a Silas ante el consejo municipal para que los castigaran.

Al no hallarlos allí, arrastraron fuera a Jasón y a varios creyentes más y los llevaron ante las autoridades de la ciudad.

―Los que trastornan al mundo andan por la ciudad —gritaron—. Y Jasón los tiene alojados en su casa. Esos son unos traidores, porque andan diciendo que el rey es Jesús y no el César.

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Entonces los judíos que no creían, teniendo celos, tomaron consigo a algunos ociosos, hombres malos, y juntando una turba, alborotaron la ciudad; y asaltando la casa de Jasón, procuraban sacarlos al pueblo. Pero no hallándolos, trajeron a Jasón y a algunos hermanos ante las autoridades de la ciudad, gritando: Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá; a los cuales Jasón ha recibido; y todos estos contravienen los decretos de César, diciendo que hay otro rey, Jesús.

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