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El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en las alturas. Así llegó a ser superior a los ángeles en la misma medida en que el nombre que ha heredado supera en excelencia al de ellos.

Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:

«Tú eres mi hijo;
    hoy mismo te he engendrado»;[a]

y en otro pasaje:

«Yo seré su padre,
    y él será mi hijo»?[b]

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