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Dios vendrá de Temán,

Y el Santo desde el monte de Parán. Selah

Su gloria cubrió los cielos,

Y la tierra se llenó de su alabanza.

Y el resplandor fue como la luz;

Rayos brillantes salían de su mano,

Y allí estaba escondido su poder.

Delante de su rostro iba mortandad,

Y a sus pies salían carbones encendidos.

Se levantó, y midió la tierra;

Miró, e hizo temblar las gentes;

Los montes antiguos fueron desmenuzados,

Los collados antiguos se humillaron.

Sus caminos son eternos.

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Dios viene desde Temán;
    el Santo, desde el monte de Parán. Selah
Su gloria cubre el cielo
    y su alabanza llena la tierra.
Su resplandor es como el sol;
    rayos brotan de sus manos;
    su poder se esconde en sus manos.
Una plaga mortal lo precede
    y una epidemia sigue sus pasos.
Se detiene y la tierra se estremece;
    lanza una mirada y las naciones tiemblan.
Se desmoronan las antiguas montañas
    y se desploman las viejas colinas,
    pero sus caminos son eternos.

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