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Habitó, pues, Isaac en Gerar. Y cuando los hombres de aquel lugar le preguntaron acerca de su mujer, él respondió: «Es mi hermana», pues tuvo miedo de decir: «Es mi mujer», pensando que tal vez los hombres del lugar lo matarían por causa de Rebeca, pues ella era de hermoso aspecto.

Sucedió después de muchos días de estar él allí, que Abimelec, rey de los filisteos, mirando por una ventana vio a Isaac que acariciaba a Rebeca, su mujer. Entonces llamó Abimelec a Isaac y le dijo:

—Ciertamente ella es tu mujer. ¿Por qué, pues, dijiste: “Es mi hermana”?

Isaac le respondió:

—Porque me dije: “Quizá moriré por causa de ella.”

10 Pero Abimelec replicó:

—¿Por qué nos has hecho esto? Un poco más y habría dormido alguno del pueblo con tu mujer, y tú habrías traído el pecado sobre nosotros.

11 Entonces Abimelec amenazó a todo el pueblo, diciendo:

—El que toque a este hombre o a su mujer, de cierto morirá.

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