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26 En ese momento el mayordomo se inclinó y dio gracias a Dios 27 con estas palabras:

«¡Alabado seas, Dios de mi amo Abraham, pues siempre has sido bueno y fiel con mi amo! ¡Has guiado mis pasos hasta la casa de sus familiares!»

28 Al oír esto, Rebeca corrió a su casa para contarle a su madre lo sucedido.

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