⁸ Y sucedió que por la mañana su espíritu estaba turbado^(A), y mandó llamar a todos los adivinos^[a] de Egipto^(B), y a todos sus sabios^(C). Y Faraón les contó sus sueños^[b], pero no hubo quien se los pudiera interpretar a Faraón^(D).

¹¹ Entonces Faraón llamó también a los sabios y a los hechiceros, y también ellos, los magos^[a](A) de Egipto, hicieron lo mismo^[b] con sus encantamientos^[c](B);

²⁰ Y en todo asunto de sabiduría y^[a] conocimiento^(A) que el rey les consultó, los encontró diez veces^(B) superiores a todos los magos^[b](C) y encantadores que había en todo su reino^(D).

¹⁰ Los caldeos respondieron al^[a] rey, y dijeron: No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el asunto al^[b] rey, puesto que ningún gran rey o gobernante jamás ha pedido cosa semejante a ningún mago^[c], encantador o caldeo^(A).

²⁷ Respondió Daniel ante el rey, y dijo: En cuanto al misterio que el rey quiere saber, no hay sabios, encantadores, magos^[a] ni adivinos que puedan declararlo al rey^(A).

⁶ Por lo cual di órdenes que trajeran ante mí a todos los sabios de Babilonia para que me dieran a conocer la interpretación del sueño^(A).

⁷ El rey gritó fuertemente que trajeran a los encantadores, a los caldeos^[a] y a los adivinos. El rey habló, y dijo a los sabios de Babilonia: Cualquiera que pueda leer esta inscripción y declararme su interpretación^(A), será vestido de púrpura, llevará un collar de oro al cuello y tendrá autoridad como tercero^[b] en el reino^(B).