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Y cuando entró aquel hombre, los querubines estaban de pie en el lado sur del templo y la nube llenaba el atrio interior. Entonces la gloria del SEÑOR se elevó de encima de los querubines[a], hacia el umbral del templo. Y el templo fue llenado por la nube, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria del SEÑOR. El ruido de las alas de los querubines se escuchaba hasta el atrio exterior, como la voz del Dios Todopoderoso cuando habla.

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Footnotes

  1. Ezequiel 10:4 Según LXX; heb., querubín.