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10 Entonces miré; y he aquí, sobre la bóveda que estaba encima de la cabeza de los querubines, apareció sobre ellos algo como una piedra de zafiro que tenía el aspecto de un trono. Y Dios dijo al hombre vestido de lino:

—Entra en medio de las ruedas, debajo de los querubines, llena tus manos con carbones encendidos de entre los querubines y espárcelos sobre la ciudad.

Él entró ante mi vista. Y cuando entró aquel hombre, los querubines estaban de pie en el lado sur del templo y la nube llenaba el atrio interior.

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