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Triunfo de Mardoqueo

[1] Pero el Señor hizo que aquella noche el rey no pudiera dormir, por lo que mandó a su secretario que le trajera el libro en que estaban escritos todos los sucesos importantes de la nación, para que se lo leyeran. En él encontraron el relato de cómo Mardoqueo había descubierto el complot de los dos oficiales de la guardia real para asesinar al rey Artajerjes. Entonces el rey preguntó:

—¿Qué hemos hecho para recompensar y honrar a Mardoqueo?

—Nada absolutamente —respondieron los funcionarios.

Mientras el rey estaba averiguando acerca del servicio que le había hecho Mardoqueo, entró Amam en el patio del palacio.

—¿Quién anda en el patio? —preguntó el rey.

En ese momento entró Amam para pedirle que Mardoqueo fuera colgado en la horca que había mandado preparar.

—Es Amam —contestaron los funcionarios.

—¡Háganlo pasar! —ordenó el rey.

Entonces le preguntó:

—¿Qué debo hacer al hombre a quien quiero honrar?

Amam se dijo a sí mismo: «¿Y a quién va a querer honrar el rey sino a mí?» Así que respondió:

—Para ese hombre deberán traer los criados del rey la túnica de lino que usa Su Majestad, y un caballo de los que Su Majestad monta. La túnica y el caballo se entregarán a uno de los amigos más honorables de Su Majestad, para que vista al hombre a quien Su Majestad estima tanto y lo conduzca a caballo por la plaza de la ciudad, diciendo: «¡Así se trata al hombre a quien el rey quiere honrar!»

10 Entonces el rey dijo a Amam:

—Tal como has dicho, así hazlo con Mardoqueo, el judío que me sirve en el patio del palacio. No dejes de cumplir ningún detalle de los que has mencionado.

11 Amam tomó la túnica y el caballo, y vistió a Mardoqueo, lo hizo montar en el caballo y lo condujo por la plaza de la ciudad, gritando: «¡Así se trata al hombre a quien el rey quiere honrar!»

12 Mardoqueo volvió al patio del palacio, y Amam se fue a toda prisa a su casa, triste y con la cabeza baja. 13 Allí les contó a su mujer y a sus amigos lo que le había pasado, y ellos le dijeron:

—Si ese Mardoqueo es judío, has comenzado a perder autoridad ante el rey, y fracasarás por completo. No podrás vencerlo, porque el Dios viviente está con él.

14 Todavía no había terminado de hablar, cuando llegaron los criados que estaban al servicio personal del rey, para llevar inmediatamente a Amam al banquete que Ester había preparado.