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Hay un momento y una manera apropiados para hacer todo lo que hay que hacer, pero el problema del ser humano es que nunca se sabe lo que va a suceder y no hay quien se lo diga.

Nadie es dueño de su espíritu ni lo puede detener porque nadie es dueño de la muerte. Cuando llega la guerra, no puede mandar a otro en su lugar. La maldad que uno hace no lo protegerá.

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