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12 Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud,
antes que vengan los días malos,
y lleguen los años de los cuales digas:
«No tengo en ellos contentamiento»;
antes que se oscurezcan el sol y la luz,
la luna y las estrellas,
y vuelvan las nubes tras la lluvia;
cuando tiemblen los guardias de la casa
y se encorven los hombres fuertes;
cuando cesen de trabajar las molineras, porque habrán disminuido,
y se queden a oscuras las que miran por las ventanas;
cuando las puertas de afuera se cierren,
y se vaya apagando el ruido del molino;
cuando se escuche la voz del ave,
pero las canciones dejen de oírse;
cuando se tema también a las alturas,
y se llene de peligros el camino,
y florezca el almendro,
y la langosta sea una carga,
y se pierda el apetito;
porque el hombre va a su morada eterna,
y rondarán por las calles quienes hacen duelo;
antes que la cadena de plata se quiebre,
se rompa el cuenco de oro,
el cántaro se quiebre junto a la fuente
y la polea se rompa sobre el pozo;
antes que el polvo vuelva a la tierra, como era,
y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.

«¡Vanidad de vanidades —dijo el Predicador—,
todo es vanidad!»

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