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Los sacerdotes levitas pasarán al frente para cumplir su tarea, porque el Señor tu Dios los eligió para pronunciar bendiciones en su nombre, y para ministrar y decidir en todos los casos de disputas y asaltos. Luego, todos los ancianos del pueblo más cercano al muerto se lavarán las manos sobre la becerra desnucada, y declararán: “No derramaron nuestras manos esta sangre, ni vieron nuestros ojos lo ocurrido.

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