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(3.33) ¡Qué grandes son sus prodigios y milagros! Su reino durará por siempre, y su poder continuará de generación en generación.

(1) »Yo, Nabucodonosor, vivía tranquilo en mi palacio y disfrutaba de una gran prosperidad. (2) Pero una noche, estando ya acostado, tuve un sueño que me espantó, y pensamientos y visiones que me llenaron de terror.

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