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29 Por lo tanto, decreto que toda persona, de cualquier pueblo, nación o lengua, que hable sin respeto del Dios de Sadrac, Mesac y Abed-negó, sea descuartizada, y su casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste.

30 Entonces el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-negó en la provincia de Babilonia.

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