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10 Tú, oh rey, has dado una ley por la cual todo hombre, al oír el son de la bocina, de la flauta, de la cítara, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de oro;

11 y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego encendido.

12 Hay unos varones judíos, a quienes pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-negó; estos varones, oh rey, no te han respetado; no sirven a tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado.

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