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17 Señor, soy Daniel tu servidor y siento vergüenza por lo que me ha pasado. ¿Cómo crees que pueda seguir hablando contigo? En este momento todavía me falta la respiración».

18 En ese instante, el que parecía un ser humano se acercó a mí, me tocó y me sentí mejor. 19 Me dijo: «Daniel no tengas miedo. Dios te ama. Recupera tu fuerza y ten valor».

Mientras él me hablaba, yo empecé a sentirme mejor y dije: «Señor, háblame. Ya tengo fuerzas».

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