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Quinto canto

Cántico del novio

Eres bella, amada mía;
bella como la ciudad de Tirsá,
hermosa como Jerusalén,
majestuosa como las estrellas.
¡Por favor, ya no me mires,
que tus ojos me conquistaron!

Son tus negros cabellos
cabritos que juguetean
en los montes de Galaad.
Son tus blancos dientes
cabritas recién bañadas.
Son perfectos,
no te falta ninguno.

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