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Coro

¿Adónde se ha ido tu amor,
hermosa entre las mujeres?
¿Adónde ha vuelto tu amor,
para buscarlo contigo?

Amada

Mi amor ha bajado a su jardín,
a los macizos de bálsamos,
a apacentar en los huertos,
a recoger azucenas.
Yo soy de mi amado
y mi amado es mío,
que pasta entre azucenas.

Quinto cantar

Amado

Eres bella, amiga mía, como Tirsá,
atractiva como Jerusalén,
imponente como nube de banderas.
¡Aparta de mí tus ojos,
que me torturan!
Tu pelo es rebaño de cabras
que se descuelga del monte Galaad;
tus dientes, un rebaño de ovejas
recién salido del baño;
cada oveja con mellizos,
no hay ni una estéril;
dos mitades de granada
tus mejillas tras tu velo.
Aunque hay sesenta reinas,
ochenta concubinas
e incontables doncellas,
única es mi paloma sin defecto,
única para su madre,
favorita de la que la parió.
Al verla, muchachas la felicitan,
reinas y concubinas la ensalzan.

Coro

10 ¿Quién es esa que surge como el alba,
bella como la luna,
radiante como el sol,
e imponente como ejército
con las banderas desplegadas?

Amada

11 A mi nogueral bajé
a ver los brotes del valle,
a ver las vides en cierne
y los granados en flor.
12 Y sin que me diera cuenta
me sentí transportada
al carruaje de mi príncipe.

Mutuo encanto del esposo y de la esposa

¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres?

¿A dónde se apartó tu amado,

Y lo buscaremos contigo?

Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias,

Para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios.

Yo soy de mi amado, y mi amado es mío;

Él apacienta entre los lirios.

Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa;

De desear, como Jerusalén;

Imponente como ejércitos en orden.

Aparta tus ojos de delante de mí,

Porque ellos me vencieron.

Tu cabello es como manada de cabras

Que se recuestan en las laderas de Galaad.

Tus dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero,

Todas con crías gemelas,

Y estéril no hay entre ellas.

Como cachos de granada son tus mejillas

Detrás de tu velo.

Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas,

Y las doncellas sin número;

Mas una es la paloma mía, la perfecta mía;

Es la única de su madre,

La escogida de la que la dio a luz.

La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada;

Las reinas y las concubinas, y la alabaron.

10 ¿Quién es esta que se muestra como el alba,

Hermosa como la luna,

Esclarecida como el sol,

Imponente como ejércitos en orden?

11 Al huerto de los nogales descendí

A ver los frutos del valle,

Y para ver si brotaban las vides,

Si florecían los granados.

12 Antes que lo supiera, mi alma me puso

Entre los carros de Aminadab.

13 Vuélvete, vuélvete, oh sulamita;

Vuélvete, vuélvete, y te miraremos.

¿Qué veréis en la sulamita?

Algo como la reunión de dos campamentos.