Prólogo

Esta es la revelación de Jesucristo, que Dios le dio para mostrar a sus siervos lo que sin demora tiene que suceder. Jesucristo envió a su ángel para dar a conocer la revelación a su siervo Juan, quien por su parte da fe de la verdad, escribiendo todo lo que vio: la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético y hacen caso de lo que aquí está escrito, porque el tiempo de su cumplimiento está cerca.

Saludos y doxología

Yo, Juan,

escribo a las siete iglesias que están en la provincia de Asia:

Gracia y paz a ustedes de parte de aquel que es y que era y que ha de venir, y de parte de los siete espíritus[a] que están delante de su trono; también de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de la resurrección, el soberano de los reyes de la tierra.

Al que nos ama y que por su sangre nos ha librado de nuestros pecados, al que ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes al servicio de Dios su Padre, ¡a él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén.

¡Miren que viene en las nubes!
    Y todos lo verán con sus propios ojos,
incluso quienes lo traspasaron;
    y por él harán lamentación todos los pueblos de la tierra.
¡Así será! Amén.

«Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios—, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso».

Alguien semejante al Hijo del hombre

Yo, Juan, hermano de ustedes y compañero en el sufrimiento, en el reino y en la perseverancia que tenemos en Jesús, estaba en la isla de Patmos por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús. 10 En el día del Señor vino sobre mí el Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte, como de trompeta, 11 que decía: «Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete iglesias: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea».

12 Me volví para ver de quién era la voz que me hablaba y al volverme vi siete candelabros de oro. 13 En medio de los candelabros estaba alguien «con aspecto de un hijo de hombre»,[b] vestido con una túnica que le llegaba hasta los pies y ceñido con una banda de oro a la altura del pecho. 14 Su cabellera lucía como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos resplandecían como llama de fuego. 15 Sus pies parecían bronce al rojo vivo en un horno y su voz era tan fuerte como el estruendo de muchas aguas. 16 En su mano derecha tenía siete estrellas y de su boca salía una aguda espada de dos filos. Su rostro era como el sol cuando brilla en todo su esplendor.

17 Al verlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo su mano derecha sobre mí, me dijo: «No tengas miedo. Yo soy el Primero y el Último. 18 Yo soy el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la muerte y sus dominios.[c]

19 »Escribe, pues, lo que has visto, lo que sucede ahora y lo que sucederá después. 20 Esta es la explicación del misterio de las siete estrellas que viste en mi mano derecha y de los siete candelabros de oro: las siete estrellas son los ángeles[d] de las siete iglesias y los siete candelabros son las siete iglesias.

A la iglesia de Éfeso

»Escribe al ángel[e] de la iglesia de Éfeso:

»Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y se pasea en medio de los siete candelabros de oro:

»Conozco tus obras, tu duro trabajo y tu perseverancia. Sé que no puedes soportar a los malvados y que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles, pero no lo son; has descubierto que son falsos. Has perseverado y sufrido por mi nombre sin desanimarte.

»Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro. Pero tienes a tu favor que aborreces las prácticas de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.

»El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor le daré derecho a comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios.

A la iglesia de Esmirna

»Escribe al ángel de la iglesia de Esmirna:

»Esto dice el Primero y el Último, el que murió y volvió a vivir:

»Conozco tus sufrimientos y tu pobreza. ¡Sin embargo, eres rico! Sé cómo te calumnian los que se autodenominan judíos y no lo son, pues solo son una sinagoga de Satanás. 10 No tengas miedo de lo que estás por sufrir. Te advierto que el diablo meterá a algunos de ustedes en la cárcel para ponerlos a prueba y sufrirán aflicciones durante diez días. Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida.

11 »El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que salga vencedor no sufrirá daño alguno de la segunda muerte.

A la iglesia de Pérgamo

12 »Escribe al ángel de la iglesia de Pérgamo:

»Esto dice el que tiene la aguda espada de dos filos:

13 »Sé dónde vives: allí donde Satanás tiene su trono. Sin embargo, sigues fiel a mi nombre. No renegaste de tu fe en mí ni siquiera en los días en que Antipas, mi testigo fiel, sufrió la muerte en esa ciudad donde vive Satanás.

14 »Sin embargo, tengo unas cuantas cosas en tu contra: toleras ahí a los que se aferran a la doctrina de Balán, el que enseñó a Balac a poner tropiezos a los israelitas, incitándolos a comer alimentos sacrificados a los ídolos y a cometer inmoralidades sexuales. 15 Toleras también a los que sostienen la doctrina de los nicolaítas. 16 Por lo tanto, ¡arrepiéntete! De otra manera, iré pronto a ti para pelear contra ellos con la espada de mi boca.

17 »El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor le daré del maná escondido y le daré también una piedrecita blanca en la que está escrito un nombre nuevo que solo conoce quien la recibe.

A la iglesia de Tiatira

18 »Escribe al ángel de la iglesia de Tiatira:

»Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene ojos que resplandecen como llamas de fuego y pies que parecen bronce al rojo vivo:

19 »Conozco tus obras, tu amor, fe, servicio y perseverancia. Además, sé que tus últimas obras son más abundantes que las primeras.

20 »Sin embargo, tengo en tu contra que toleras a Jezabel, esa mujer que dice ser profetisa. Con su enseñanza engaña a mis siervos, pues los induce a cometer inmoralidades sexuales y a comer alimentos sacrificados a los ídolos. 21 Le he dado tiempo para que se arrepienta de su inmoralidad, pero no quiere hacerlo. 22 Por eso la voy a postrar en un lecho de dolor y a los que cometen adulterio con ella los haré sufrir terriblemente, a menos que se arrepientan de lo que aprendieron de ella. 23 A los hijos de esa mujer los heriré de muerte. Así sabrán todas las iglesias que yo soy el que escudriña la mente y el corazón y a cada uno de ustedes lo trataré de acuerdo con sus obras.

24 »Ahora, al resto de los que están en Tiatira, es decir, a ustedes que no siguen esa enseñanza ni han aprendido lo que ellos llaman “profundos secretos de Satanás”, les digo que ya no impondré ninguna otra carga. 25 Eso sí, retengan con firmeza lo que ya tienen, hasta que yo venga.

26 »Al que salga vencedor y cumpla mi voluntad[f] hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones 27 —así como yo la he recibido de mi Padre— y

»“él las gobernará con cetro de hierro;
    las hará pedazos como a vasijas de barro”.[g]

28 También le daré la estrella de la mañana. 29 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

A la iglesia de Sardis

»Escribe al ángel[h] de la iglesia de Sardis:

»Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios[i] y las siete estrellas:

»Conozco tus obras; tienes fama de estar vivo, pero en realidad estás muerto. ¡Despierta! Reaviva lo que aún es rescatable,[j] pues no he encontrado que tus obras sean completas delante de mi Dios. Así que recuerda lo que has recibido y oído; obedécelo y arrepiéntete. Si no te mantienes despierto, cuando menos lo esperes caeré sobre ti como un ladrón.

»Sin embargo, tienes en Sardis a unos cuantos que no se han manchado la ropa. Ellos, por ser dignos, andarán conmigo vestidos de blanco. El que salga vencedor se vestirá de blanco. Jamás borraré su nombre del libro de la vida, sino que reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

A la iglesia de Filadelfia

»Escribe al ángel de la iglesia de Filadelfia:

»Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie puede cerrar, el que cierra y nadie puede abrir:

»Conozco tus obras. Mira que delante de ti he dejado abierta una puerta que nadie puede cerrar. Ya sé que tus fuerzas son pocas, pero has obedecido mi palabra y no has renegado de mi nombre. Voy a hacer que los de la sinagoga de Satanás, esos que se autodenominan judíos y no lo son porque mienten, vayan a postrarse a tus pies y reconozcan que yo te he amado. 10 Ya que has guardado mi mandato de ser constante, yo por mi parte te guardaré de la hora de prueba, que vendrá sobre el mundo entero para poner a prueba a los que viven en la tierra.

11 »Vengo pronto. Aférrate a lo que tienes, para que nadie te quite la corona. 12 Al que salga vencedor lo haré columna del templo de mi Dios y ya no saldrá jamás de allí. Sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la nueva Jerusalén, ciudad de mi Dios, la que baja del cielo de parte de mi Dios; también grabaré sobre él mi nombre nuevo. 13 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

A la iglesia de Laodicea

14 »Escribe al ángel de la iglesia de Laodicea:

»Esto dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el soberano[k] de la creación de Dios:

15 »Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! 16 Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca. 17 Dices: “Soy rico, me he enriquecido y no me hace falta nada”; pero no te das cuenta de cuán infeliz y miserable, pobre, ciego y desnudo eres tú. 18 Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico; ropas blancas para que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez; además, colirio para que te lo pongas en los ojos y recobres la vista.

19 »Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete. 20 Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, cenaré con él y él conmigo.

21 »Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono. 22 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».

El trono en el cielo

Después de esto miré y allí en el cielo había una puerta abierta. Y la voz que me había hablado antes con sonido como de trompeta me dijo: «Sube acá: voy a mostrarte lo que tiene que suceder después de esto». Al instante vino sobre mí el Espíritu y vi un trono en el cielo y a alguien sentado en el trono. El que estaba sentado tenía un aspecto semejante a una piedra de jaspe y de cornalina. Alrededor del trono había un arcoíris que se asemejaba a una esmeralda. Rodeaban al trono otros veinticuatro tronos en los que estaban sentados veinticuatro ancianos vestidos de blanco y con una corona de oro en la cabeza. Del trono salían relámpagos, estruendos y truenos. Delante del trono ardían siete antorchas de fuego, que son los siete espíritus[l] de Dios, y había algo parecido a un mar de vidrio, como de cristal transparente.

En el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por delante y por detrás. El primero de los seres vivientes era semejante a un león; el segundo, a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; el cuarto era semejante a un águila en vuelo. Cada uno de ellos tenía seis alas y estaba cubierto de ojos, por encima y por debajo de las alas. De día y de noche repetían sin cesar:

«Santo, santo, santo
es el Señor Dios Todopoderoso,
el que era y que es y que ha de venir».

Cada vez que estos seres vivientes daban gloria, honra y acción de gracias al que estaba sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos se postraban ante él y adoraban al que vive por los siglos de los siglos. Y deponían sus coronas delante del trono exclamando:

11 «Digno eres, Señor y Dios nuestro,
    de recibir la gloria, la honra y el poder,
porque tú creaste todas las cosas;
    por tu voluntad existen
    y fueron creadas».

El rollo escrito y el Cordero

En la mano derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo escrito por ambos lados y sellado con siete sellos. También vi a un ángel poderoso que proclamaba a gran voz: «¿Quién es digno de romper los sellos y de abrir el rollo?». Pero ni en el cielo ni en la tierra, ni debajo de la tierra, hubo nadie capaz de abrirlo ni de examinar su contenido. Y yo lloraba mucho porque no se había encontrado a nadie que fuera digno de abrir el rollo ni de examinar su contenido. Uno de los ancianos me dijo: «¡Deja de llorar que ya el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido! Él sí puede abrir el rollo y sus siete sellos».

Entonces vi en medio de los cuatro seres vivientes, del trono y los ancianos, a un Cordero que estaba de pie y parecía haber sido sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus[m] de Dios enviados por toda la tierra. Se acercó y recibió el rollo de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Cuando lo tomó, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones del pueblo de Dios. Y entonaban este nuevo cántico:

«Digno eres de recibir el rollo escrito
    y de romper sus sellos,
porque fuiste sacrificado,
    y con tu sangre compraste para Dios
    gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación.
10 De ellos hiciste un reino;
    los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios,
    y reinarán[n] sobre la tierra».

11 Luego miré y oí la voz de muchos ángeles que estaban alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos. El número de ellos era millares de millares y millones de millones. 12 Cantaban con todas sus fuerzas:

«¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado,
    de recibir el poder,
    la riqueza y la sabiduría,
    la fortaleza y la honra,
    la gloria y la alabanza!».

13 Y oí a cuanta criatura hay en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar, a todos en la creación, que cantaban:

«¡Al que está sentado en el trono y al Cordero,
    sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos!».

14 Los cuatro seres vivientes exclamaron: «¡Amén!», mientras los ancianos se postraron y adoraron.

Los sellos

Vi cuando el Cordero rompió el primero de los siete sellos y oí a uno de los cuatro seres vivientes que decía con voz de trueno: «¡Ven!». Miré y apareció un caballo blanco. El jinete llevaba un arco; se le dio una corona y salió como vencedor, para seguir venciendo.

Cuando el Cordero rompió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: «¡Ven!». En eso salió otro caballo de color rojo como el fuego. Al jinete se le entregó una gran espada; se le permitió quitar la paz de la tierra y hacer que sus habitantes se mataran unos a otros.

Cuando el Cordero rompió el tercer sello, oí al tercero de los seres vivientes que decía: «¡Ven!». Miré y apareció un caballo negro. El jinete tenía una balanza en la mano. Y oí como una voz en medio de los cuatro seres vivientes que decía: «Un kilogramo de trigo o tres kilogramos de cebada por el salario de un día;[o] pero no dañes el aceite ni el vino».

Cuando el Cordero rompió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que gritaba: «¡Ven!». Miré y apareció un caballo amarillento. El jinete se llamaba Muerte y el Hades[p] lo seguía de cerca. Y se les otorgó poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar por medio de la espada, el hambre, las epidemias y las fieras de la tierra.

Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sufrido el martirio por causa de la palabra de Dios y por mantenerse fieles en su testimonio. 10 Gritaban a gran voz: «¿Hasta cuándo, soberano Señor, santo y veraz, seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra muerte?». 11 Entonces cada uno de ellos recibió ropas blancas y se les dijo que esperaran un poco más, hasta que se completara el número de sus colaboradores y hermanos que iban a sufrir el martirio como ellos.

12 Vi que el Cordero rompió el sexto sello, y entonces se produjo un gran terremoto. El sol se oscureció como si se hubiera vestido de luto,[q] la luna entera se tornó roja como la sangre 13 y las estrellas del firmamento cayeron sobre la tierra, como caen los higos verdes de la higuera sacudida por el vendaval. 14 El firmamento desapareció como cuando se enrolla un pergamino y todas las montañas y las islas fueron removidas de su lugar.

15 Los reyes de la tierra, los magnates, los jefes militares, los ricos, los poderosos y todos los demás, esclavos y libres, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de las montañas. 16 Todos gritaban a las montañas y a las peñas: «¡Caigan sobre nosotros y escóndannos de la mirada del que está sentado en el trono y de la ira del Cordero! 17 ¡Porque ha llegado el gran día de la ira! ¿Quién podrá mantenerse en pie?».

Los 144 000 sellados

Después de esto vi a cuatro ángeles en los cuatro ángulos de la tierra. Estaban allí de pie, deteniendo los cuatro vientos para que estos no soplaran sobre la tierra, el mar y los árboles. Vi también a otro ángel que venía del oriente con el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles a quienes se les había permitido hacer daño a la tierra y al mar: «¡No hagan daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que hayamos puesto un sello en la frente de los siervos de nuestro Dios!». Y oí el número de los que fueron sellados: ciento cuarenta y cuatro mil de todas las tribus de Israel.

De la tribu de Judá fueron sellados doce mil;

de la tribu de Rubén, doce mil;

de la tribu de Gad, doce mil;

de la tribu de Aser, doce mil;

de la tribu de Neftalí, doce mil;

de la tribu de Manasés, doce mil;

de la tribu de Simeón, doce mil;

de la tribu de Leví, doce mil;

de la tribu de Isacar, doce mil;

de la tribu de Zabulón, doce mil;

de la tribu de José, doce mil;

de la tribu de Benjamín, doce mil.

La gran multitud con túnicas blancas

Después de esto miré y apareció una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de ropas blancas y con ramas de palma en la mano. 10 Proclamaban a gran voz:

«¡La salvación viene de nuestro Dios
que está sentado en el trono
y del Cordero!».

11 Todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes. Se postraron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios 12 diciendo:

«¡Amén!
La alabanza, la gloria,
la sabiduría, la acción de gracias,
la honra, el poder y la fortaleza
son de nuestro Dios por los siglos de los siglos.
¡Amén!».

13 Entonces uno de los ancianos me preguntó:

—Esos que están vestidos de blanco, ¿quiénes son y de dónde vienen?

14 —Eso tú lo sabes, mi señor —respondí.

Él me dijo:

—Aquellos son los que están saliendo de la gran tribulación;
    han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero.
15 Por eso están delante del trono de Dios,
    y día y noche le sirven en su templo;
el que está sentado en el trono
    les dará refugio con su presencia.[r]
16 Ya no sufrirán hambre ni sed.
    No los abatirá el sol ni ningún calor abrasador.
17 Porque el Cordero que está en el trono los gobernará
    y los guiará a fuentes de agua viva,
y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.

El séptimo sello y el incensario de oro

Cuando el Cordero rompió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo como por media hora.

Y vi a los siete ángeles que están de pie delante de Dios, a los cuales se les dieron siete trompetas.

Se acercó otro ángel y se puso de pie frente al altar. Tenía un incensario de oro y se le entregó mucho incienso para ofrecerlo, junto con las oraciones de todo el pueblo de Dios, sobre el altar de oro que está delante del trono. Y junto con esas oraciones, subió el humo del incienso desde la mano del ángel hasta la presencia de Dios. Luego el ángel tomó el incensario y lo llenó con brasas del altar, las cuales arrojó sobre la tierra; y se produjeron truenos, estruendos,[s] relámpagos y un terremoto.

Las trompetas

Los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.

El primero tocó su trompeta y fueron arrojados sobre la tierra granizo y fuego mezclados con sangre. Y quemó la tercera parte de la tierra, la tercera parte de los árboles y toda la hierba verde.

El segundo ángel tocó su trompeta y fue arrojado al mar algo que parecía una enorme montaña envuelta en llamas. La tercera parte del mar se convirtió en sangre, entonces murió la tercera parte de las criaturas que viven en el mar; también fue destruida la tercera parte de los barcos.

10 El tercer ángel tocó su trompeta y una enorme estrella, que ardía como una antorcha, cayó desde el cielo sobre la tercera parte de los ríos y sobre los manantiales. 11 La estrella se llama Amargura.[t] Y la tercera parte de las aguas se volvió amarga y por causa de esas aguas murió mucha gente.

12 El cuarto ángel tocó su trompeta y fue asolada la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas, de modo que se oscureció la tercera parte de ellos. Así quedó sin luz la tercera parte del día y la tercera parte de la noche.

13 Seguí observando y oí un águila que volaba en medio del cielo y gritaba fuertemente: «¡Ay! ¡Ay! ¡Ay de los habitantes de la tierra cuando suenen las tres trompetas que los últimos tres ángeles están a punto de tocar!».

El quinto ángel tocó su trompeta y vi que había caído del cielo a la tierra una estrella, a la cual se le entregó la llave del pozo del abismo. Lo abrió y del pozo subió una humareda, como la de un horno gigantesco que oscureció el sol y el aire. De la humareda descendieron langostas sobre la tierra y se les dio poder como el que tienen los escorpiones de la tierra. Se les ordenó que no dañaran la hierba de la tierra, ni ninguna planta ni ningún árbol, sino solo a las personas que no llevaran en la frente el sello de Dios. No se les dio permiso para matarlas, sino solo para atormentarlas durante cinco meses. Su tormento es como el producido por la picadura de un escorpión. En aquellos días la gente buscará la muerte, pero no la encontrará; desearán morir, pero la muerte huirá de ellos.

El aspecto de las langostas era como de caballos equipados para la guerra. Llevaban en la cabeza algo que parecía una corona de oro y su cara se asemejaba a un rostro humano. Su crin parecía cabello de mujer y sus dientes eran como de león. Llevaban coraza como de hierro y el ruido de sus alas se escuchaba como el estruendo de carros de muchos caballos que se lanzan a la batalla. 10 Tenían cola y aguijón como de escorpión. En la cola tenían poder para herir a la gente durante cinco meses. 11 El rey que los dirigía era el ángel del abismo, que en hebreo se llama Abadón y en griego Apolión.[u]

12 El primer ¡ay! ya pasó, pero vienen todavía otros dos.

13 El sexto ángel tocó su trompeta y oí una voz que salía de entre los cuernos del altar de oro que está delante de Dios. 14 A este ángel que tenía la trompeta, la voz le dijo: «Suelta a los cuatro ángeles que están atados a la orilla del gran río Éufrates». 15 Así que los cuatro ángeles que habían sido preparados precisamente para esa hora y ese día, mes y año, quedaron sueltos para matar a la tercera parte de la humanidad. 16 Oí que el número de las tropas de caballería llegaba a doscientos millones.

17 Así vi en la visión a los caballos y a sus jinetes: tenían coraza de color rojo encendido, púrpura y amarillo como azufre. La cabeza de los caballos era como de león y por la boca echaban fuego, humo y azufre. 18 La tercera parte de la humanidad murió a causa de las tres plagas de fuego, humo y azufre que salían de la boca de los caballos. 19 Es que el poder de los caballos radicaba en su boca y en su cola; pues sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas con las que hacían daño.

20 El resto de la humanidad, los que no murieron a causa de estas plagas, tampoco se arrepintieron de sus malas acciones ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera, los cuales no pueden ver ni oír ni caminar. 21 Tampoco se arrepintieron de sus asesinatos ni de sus artes mágicas, inmoralidad sexual y robos.

El ángel y el rollo pequeño

10 Después vi a otro ángel poderoso que bajaba del cielo envuelto en una nube. Un arcoíris rodeaba su cabeza; su rostro era como el sol y sus piernas parecían columnas de fuego. Llevaba en la mano un pequeño rollo escrito que estaba abierto. Puso el pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra y dio un grito tan fuerte que parecía el rugido de un león. Entonces los siete truenos levantaron también sus voces. Una vez que hablaron los siete truenos, estaba yo por escribir, pero oí una voz del cielo que me decía: «Guarda en secreto lo que han dicho los siete truenos y no lo escribas».

El ángel que yo había visto de pie sobre el mar y sobre la tierra levantó al cielo su mano derecha y juró por el que vive por los siglos de los siglos, el que creó el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos y dijo: «¡El tiempo ha terminado! En los días en que hable el séptimo ángel, cuando comience a tocar su trompeta, se cumplirá el misterio de Dios, tal y como lo anunció a sus siervos los profetas».

La voz del cielo que yo había escuchado se dirigió a mí de nuevo: «Acércate al ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra y toma el rollo que tiene abierto en la mano».

Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el rollo. Él me dijo: «Tómalo y cómetelo. Te amargará las entrañas, pero en la boca te sabrá dulce como la miel». 10 Lo tomé de la mano del ángel y me lo comí. Me supo dulce como la miel, pero al comérmelo se me amargaron las entrañas. 11 Entonces me ordenó: «Tienes que volver a profetizar acerca de muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes».

Los dos testigos

11 Se me dio una vara que servía para medir y se me ordenó: «Levántate y mide el templo de Dios y el altar, luego cuenta cuántos adoran allí. Pero no incluyas el atrio exterior del templo; no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, los cuales pisotearán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses. Por mi parte, yo encargaré a mis dos testigos que, vestidos de luto,[v] profeticen durante mil doscientos sesenta días». Estos dos testigos son los dos olivos y los dos candelabros que permanecen delante del Señor de la tierra. Si alguien quiere hacerles daño, ellos lanzan fuego por la boca y consumen a sus enemigos. Así habrá de morir cualquiera que intente hacerles daño. Estos testigos tienen poder para cerrar el cielo a fin de que no llueva mientras estén profetizando; además, tienen poder para convertir las aguas en sangre y para azotar la tierra, cuantas veces quieran, con toda clase de plagas.

Ahora bien, cuando hayan terminado de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará. Sus cadáveres quedarán tendidos en la plaza de la gran ciudad, llamada en sentido figurado Sodoma y Egipto, donde también fue crucificado su Señor. Y gente de todo pueblo, tribu, lengua y nación contemplará sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirá que se les dé sepultura. 10 Los habitantes de la tierra se alegrarán de su muerte y harán fiesta e intercambiarán regalos, porque estos dos profetas los atormentaban.

11 Pasados los tres días y medio, entró en ellos un aliento de vida enviado por Dios; se pusieron de pie y quienes los observaban quedaron sobrecogidos de terror. 12 Entonces los dos testigos oyeron una potente voz del cielo que decía: «Suban acá». Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos.

13 En ese mismo instante se produjo un violento terremoto y se derrumbó la décima parte de la ciudad. Perecieron siete mil personas, pero los sobrevivientes, llenos de temor, dieron gloria al Dios del cielo.

14 El segundo ¡ay! ya pasó, pero se acerca el tercero.

La séptima trompeta

15 Tocó el séptimo ángel su trompeta y en el cielo resonaron fuertes voces que decían:

«El reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo,
    y él reinará por los siglos de los siglos».

16 Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios se postraron rostro en tierra y adoraron a Dios 17 diciendo:

«Señor Dios Todopoderoso,
    que eres y que eras,[w]
te damos gracias porque has asumido tu gran poder
    y has comenzado a reinar.
18 Las naciones se han enfurecido;
    pero ha llegado tu ira,
el momento de juzgar a los muertos
    y de recompensar a tus siervos los profetas,
a los que creyeron en ti y a los que temen tu nombre,
    sean grandes o pequeños,
y de exterminar a los que destruyen la tierra».

19 Entonces se abrió en el cielo el templo de Dios; allí se vio el arca de su pacto y hubo relámpagos, estruendos, truenos, un terremoto y una fuerte granizada.

La mujer y el dragón

12 Apareció en el cielo una señal maravillosa: una mujer revestida del sol, con la luna debajo de sus pies y con una corona de doce estrellas en la cabeza. Estaba embarazada y gritaba por los dolores y angustias del parto. Y apareció en el cielo otra señal: un enorme dragón de color rojo encendido que tenía siete cabezas, diez cuernos y una diadema en cada cabeza. Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Cuando la mujer estaba a punto de dar a luz, el dragón se plantó delante de ella para devorar a su hijo tan pronto como naciera. Ella dio a luz un hijo varón que «gobernará a todas las naciones con cetro de hierro».[x] Pero su hijo fue arrebatado y llevado hasta Dios, que está en su trono. Y la mujer huyó al desierto, a un lugar que Dios le había preparado para que allí la sustentaran durante mil doscientos sesenta días.

Se desató entonces una guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron al dragón; este y sus ángeles, a su vez, les hicieron frente, pero no pudieron vencer y ya no hubo lugar para ellos en el cielo. Así fue expulsado el gran dragón, aquella serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás que engaña al mundo entero. Junto con sus ángeles, fue arrojado a la tierra.

10 Luego oí en el cielo un gran clamor:

«Han llegado ya la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios;
    ha llegado ya la autoridad de su Cristo.
Porque ha sido expulsado
    el acusador de nuestros hermanos,
    el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios.
11 Ellos lo han vencido
    por medio de la sangre del Cordero
    y por el mensaje del cual dieron testimonio;
no valoraron tanto su vida
    como para evitar la muerte.
12 Por eso, ¡alégrense, cielos,
    y ustedes que los habitan!
Pero ¡ay de la tierra y del mar!
    El diablo, lleno de furor, ha descendido a ustedes,
    porque sabe que le queda poco tiempo».

13 Cuando el dragón se vio arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al varón. 14 Pero a la mujer se le dieron las dos alas de la gran águila, para que volara al desierto, al lugar donde sería sustentada durante un tiempo y tiempos y medio tiempo, lejos de la vista de la serpiente. 15 La serpiente, persiguiendo a la mujer, arrojó por sus fauces agua como un río para que la corriente la arrastrara. 16 Pero la tierra ayudó a la mujer: abrió la boca y se tragó el río que el dragón había arrojado por sus fauces. 17 Entonces el dragón se enfureció contra la mujer y se fue a hacer guerra contra el resto de sus descendientes, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles al testimonio de Jesús.

13 Y el dragón se plantó[y] a la orilla del mar.

La bestia que surge del mar

Entonces vi que del mar subía una bestia, la cual tenía diez cuernos y siete cabezas. En cada cuerno tenía una diadema y en cada cabeza un nombre blasfemo contra Dios. La bestia parecía un leopardo, pero tenía patas como de oso y fauces como de león. El dragón le confirió a la bestia su poder, su trono y gran autoridad. Una de las cabezas de la bestia parecía haber sufrido una herida mortal, pero esa herida ya había sido sanada. El mundo entero, fascinado, iba tras la bestia y adoraba al dragón porque había dado su autoridad a la bestia. También adoraban a la bestia y decían: «¿Quién como la bestia? ¿Quién puede combatirla?».

A la bestia se le permitió hablar con arrogancia y proferir blasfemias contra Dios; además, se le confirió autoridad para actuar durante cuarenta y dos meses. Abrió la boca para blasfemar contra Dios, para maldecir su nombre y su santuario y a los que viven en el cielo. También se le permitió hacer la guerra a los creyentes y vencerlos y se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. A la bestia la adorarán todos los habitantes de la tierra, aquellos cuyos nombres no han sido escritos en el libro de la vida, el libro del Cordero que fue sacrificado desde la creación del mundo.[z]

El que tenga oídos, que oiga.

10 El que deba ser llevado cautivo,
    a la cautividad irá.
El que deba morir[aa] a espada,
    a filo de espada morirá.

¡En esto consisten[ab] la perseverancia y la fidelidad de los creyentes!

La bestia que sube de la tierra

11 Después vi que de la tierra subía otra bestia. Tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como dragón. 12 Ejercía toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella y hacía que la tierra y sus habitantes adoraran a la primera bestia, cuya herida mortal había sido sanada. 13 También hacía grandes señales, incluso la de hacer caer fuego del cielo a la tierra, a la vista de todos. 14 Con estas señales que se le permitió hacer en presencia de la primera bestia, engañó a los habitantes de la tierra. Ordenó que hicieran una imagen en honor de la bestia que, después de ser herida a espada, revivió. 15 Se le permitió infundir vida a la imagen de la primera bestia, para que hablara y mandara matar a quienes no adoraran la imagen. 16 Además logró que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente, 17 para que nadie pudiera comprar ni vender, a menos que llevara la marca que es el nombre de la bestia o el número de ese nombre.

18 En esto consiste[ac] la sabiduría: el que tenga entendimiento, calcule el número de la bestia, pues es número de un ser humano: seiscientos sesenta y seis.

El Cordero y los 144 000

14 Luego miré y apareció el Cordero. Estaba de pie sobre el monte Sión, en compañía de ciento cuarenta y cuatro mil personas que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre. Oí un sonido que venía del cielo, como el estruendo de una catarata y el retumbar de un gran trueno. El sonido se parecía al de músicos que tañen sus arpas. Y cantaban un himno nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Nadie podía aprender aquel himno, aparte de los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido redimidos de la tierra. Estos no se contaminaron con mujeres, porque son vírgenes. Son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Fueron redimidos como los primeros frutos de la humanidad para Dios y el Cordero. No se encontró mentira alguna en su boca, pues son intachables.

Los tres ángeles

Luego vi a otro ángel que volaba en medio del cielo y que llevaba el mensaje eterno de las buenas noticias para anunciarlo a los que viven en la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo. Gritaba a gran voz: «Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales».

Lo seguía un segundo ángel que gritaba: «¡Ya cayó! Ya cayó la gran Babilonia, la que hizo que todas las naciones bebieran el excitante vino[ad] de su adulterio».

Los seguía un tercer ángel que clamaba a grandes voces: «Si alguien adora a la bestia y a su imagen, y se deja poner en la frente o en la mano la marca de la bestia, 10 beberá también del excitante vino de la ira de Dios, que en la copa de su ira está puro, no diluido. Será atormentado con fuego y azufre, en presencia de los santos ángeles y del Cordero. 11 El humo de ese tormento sube por los siglos de los siglos. No habrá descanso ni de día ni de noche para el que adore a la bestia y su imagen ni para quien se deje poner la marca de su nombre». 12 En esto consiste[ae] la perseverancia de los creyentes, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles a Jesús.

13 Entonces oí una voz del cielo que decía: «Escribe: Dichosos los que de ahora en adelante mueren en el Señor».

«Sí —dice el Espíritu—, ellos descansarán de sus fatigosas tareas, pues sus obras los acompañan».

La cosecha de la tierra

14 Miré y apareció una nube blanca, sobre la cual estaba sentado alguien «con aspecto de un hijo de hombre».[af] En la cabeza tenía una corona de oro y en la mano, una hoz afilada. 15 Entonces salió del templo otro ángel y gritó al que estaba sentado en la nube: «Mete la hoz y recoge la cosecha; ya es tiempo de segar, pues la cosecha de la tierra está madura». 16 Así que el que estaba sentado sobre la nube pasó la hoz y la tierra fue segada.

17 Del templo que está en el cielo salió otro ángel, que también llevaba una hoz afilada. 18 Del altar salió otro ángel, que tenía autoridad sobre el fuego y gritó al que llevaba la hoz afilada: «Mete tu hoz y corta los racimos del viñedo de la tierra, porque sus uvas ya están maduras». 19 El ángel pasó la hoz sobre la tierra, recogió las uvas y las echó en el gran lagar de la ira de Dios. 20 Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad y del lagar salió sangre, la cual llegó hasta los frenos de los caballos en una extensión de mil seiscientos estadios.[ag]

Siete ángeles con siete plagas

15 Vi en el cielo otra señal grande y maravillosa: siete ángeles con las siete plagas, que son las últimas, pues con ellas se consumará la ira de Dios.

Footnotes

  1. 1:4 O Espíritu séptuple, frase que simboliza al Espíritu de Dios en sus múltiples manifestaciones.
  2. 1:13 Dn 7:13.
  3. 1:18 sus dominios. Lit. del Hades.
  4. 1:20 ángeles. Alt. mensajeros.
  5. 2:1 ángel. Alt. mensajero; también en vv. 8, 12 y 18.
  6. 2:26 cumpla mi voluntad. Lit. guarde mis obras.
  7. 2:27 Sal 2:9.
  8. 3:1 ángel. Alt. mensajero; también en 7 y 14.
  9. 3:1 Alt. espíritu séptuple, frase que simboliza al Espíritu de Dios en sus múltiples manifestaciones.
  10. 3:2 Reaviva … rescatable. Lit. Fortalece las otras cosas que están por morir.
  11. 3:14 soberano. Lit. comienzo u origen.
  12. 4:5 O Espíritu séptuple, frase que simboliza al Espíritu de Dios en sus múltiples manifestaciones.
  13. 5:6 O Espíritu séptuple, frase que simboliza al Espíritu de Dios en sus múltiples manifestaciones.
  14. 5:10 Algunos manuscritos dicen ellos reinan.
  15. 6:6 por el salario de un día. Lit. por un denario.
  16. 6:8 Hades. Es decir los dominios de la muerte.
  17. 6:12 se oscureció … luto. Lit. se puso negro como un saco hecho de pelo (es decir, pelo de cabra).
  18. 7:15 les dará … presencia. Lit. extenderá su tienda sobre ellos.
  19. 8:5 estruendos. Lit. voces.
  20. 8:11 Amargura. Lit. Ajenjo.
  21. 9:11 Abadón y Apolión significan Destructor.
  22. 11:3 luto. Lit. cilicio.
  23. 11:17 eras. Var. eras y que has de venir.
  24. 12:5 Sal 2:9.
  25. 13:1 el dragón se plantó. Var. yo estaba de pie.
  26. 13:8 escritos … mundo. Alt. escritos desde la creación del mundo en el libro de la vida, el libro del Cordero que fue sacrificado.
  27. 13:10 que deba morir. Var. que mata.
  28. 13:10 En esto consisten. Alt. Aquí se verán.
  29. 13:18 En esto consiste. Alt. Aquí se verá.
  30. 14:8 el excitante vino. Lit. el vino del furor.
  31. 14:12 En esto consiste. Alt. Aquí se verá.
  32. 14:14 Dn 7:13.
  33. 14:20 Es decir, aprox. 300 km.

Prólogo

Esta es la revelación de Jesucristo, que Dios le dio para mostrar a sus siervos lo que sin demora tiene que suceder. Jesucristo envió a su ángel para dar a conocer la revelación a su siervo Juan, quien por su parte da fe de la verdad, escribiendo todo lo que vio, a saber, la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético y hacen caso de lo que aquí está escrito, porque el tiempo de su cumplimiento está cerca.

Saludos y doxología

Yo, Juan,

escribo a las siete iglesias que están en la provincia de Asia:

Gracia y paz a vosotros de parte de aquel que es y que era y que ha de venir; y de parte de los siete espíritus que están delante de su trono; y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de la resurrección, el soberano de los reyes de la tierra.

Al que nos ama
    y por su sangre
    nos ha librado de nuestros pecados,
al que ha hecho de nosotros un reino,
    sacerdotes al servicio de Dios su Padre,
¡a él sea la gloria y el poder
    por los siglos de los siglos! Amén.

¡Mirad que viene en las nubes!
    Y todos le verán con sus propios ojos,
    incluso quienes le traspasaron;
y por él harán lamentación
    todos los pueblos de la tierra.
            ¡Así será! Amén.

«Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios—, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso».

Alguien semejante al Hijo del hombre

Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en el sufrimiento, en el reino y en la perseverancia que tenemos en unión con Jesús, estaba en la isla de Patmos por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús. 10 En el día del Señor vino sobre mí el Espíritu, y oí detrás de mí una voz fuerte, como de trompeta, 11 que decía: «Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete iglesias: a Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea».

12 Me volví para ver de quién era la voz que me hablaba y, al volverme, vi siete candelabros de oro. 13 En medio de los candelabros estaba alguien «semejante al Hijo del hombre»,[a] vestido con una túnica que le llegaba hasta los pies y ceñido con una banda de oro a la altura del pecho. 14 Su cabellera lucía como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos resplandecían como llama de fuego. 15 Sus pies parecían bronce al rojo vivo en un horno, y su voz era tan fuerte como el estruendo de una catarata. 16 En su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una aguda espada de dos filos. Su rostro era como el sol cuando brilla en todo su esplendor.

17 Al verlo, caí a sus pies como muerto; pero él, poniendo su mano derecha sobre mí, me dijo: «No tengas miedo. Yo soy el Primero y el Último, 18 y el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del infierno.[b]

19 »Escribe, pues, lo que has visto, lo que sucede ahora y lo que sucederá después. 20 Esta es la explicación del misterio de las siete estrellas que viste en mi mano derecha, y de los siete candelabros de oro: las siete estrellas son los ángeles[c] de las siete iglesias, y los siete candelabros son las siete iglesias.

A la iglesia de Éfeso

»Escribe al ángel[d] de la iglesia de Éfeso:

Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y se pasea en medio de los siete candelabros de oro: Conozco tus obras, tu duro trabajo y tu perseverancia. Sé que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles, pero no lo son; y has descubierto que son falsos. Has perseverado y sufrido por mi nombre, sin desanimarte.

Sin embargo, tengo contra ti que has abandonado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro. Pero tienes a tu favor que aborreces las prácticas de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.

El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor le daré derecho a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.

A la iglesia de Esmirna

»Escribe al ángel de la iglesia de Esmirna:

Esto dice el Primero y el Último, el que murió y volvió a vivir: Conozco tus sufrimientos y tu pobreza. ¡Sin embargo, eres rico! Sé cómo te calumnian los que dicen ser judíos, pero que, en realidad, no son más que una sinagoga de Satanás. 10 No tengas miedo de lo que vas a sufrir. Te advierto que a algunos de vosotros el diablo os meterá en la cárcel para poneros a prueba, y sufriréis persecución durante diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.

11 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que salga vencedor no sufrirá daño alguno de la segunda muerte.

A la iglesia de Pérgamo

12 »Escribe al ángel de la iglesia de Pérgamo:

Esto dice el que tiene la aguda espada de dos filos: 13 Sé dónde vives: allí donde Satanás tiene su trono. Sin embargo, sigues fiel a mi nombre. No renegaste de tu fe en mí, ni siquiera en los días en que Antipas, mi testigo fiel, sufrió la muerte en esa ciudad donde vive Satanás.

14 No obstante, tengo unas cuantas cosas en tu contra: que toleras ahí a los que se aferran a la doctrina de Balán, el que enseñó a Balac a poner tropiezos a los israelitas, incitándolos a comer alimentos sacrificados a los ídolos y a cometer inmoralidades sexuales. 15 Toleras así mismo a los que sostienen la doctrina de los nicolaítas. 16 Por lo tanto, ¡arrepiéntete! De otra manera, iré pronto a ti para pelear contra ellos con la espada que sale de mi boca.

17 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor le daré del maná escondido, y le daré también una piedrecita blanca en la que está escrito un nombre nuevo que solo conoce el que lo recibe.

A la iglesia de Tiatira

18 »Escribe al ángel de la iglesia de Tiatira:

Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene ojos que resplandecen como llamas de fuego y pies que parecen bronce al rojo vivo: 19 Conozco tus obras, tu amor y tu fe, tu servicio y tu perseverancia, y sé que tus últimas obras son más abundantes que las primeras.

20 Sin embargo, tengo en tu contra que toleras a Jezabel, esa mujer que dice ser profetisa. Con su enseñanza engaña a mis siervos, pues los induce a cometer inmoralidades sexuales y a comer alimentos sacrificados a los ídolos. 21 Le he dado tiempo para que se arrepienta de su inmoralidad, pero no quiere hacerlo. 22 Por eso la voy a postrar en un lecho de dolor, y a los que cometen adulterio con ella los haré sufrir terriblemente, a menos que se arrepientan de lo que aprendieron de ella. 23 A los hijos de esa mujer los heriré de muerte. Así sabrán todas las iglesias que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y a cada uno de vosotros os trataré de acuerdo con vuestras obras. 24 Ahora, al resto de los que están en Tiatira, es decir, a vosotros que no seguís esa enseñanza ni habéis aprendido los mal llamados “profundos secretos de Satanás”, os digo que ya no os impondré ninguna otra carga. 25 Eso sí, retened con firmeza lo que ya tenéis, hasta que yo venga.

26 Al que salga vencedor y cumpla mi voluntad[e] hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones 27 —así como yo la he recibido de mi Padre— y

“él las gobernará con puño de hierro;[f]
    las hará pedazos como a vasijas de barro”.[g]

28 También le daré la estrella de la mañana. 29 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

A la iglesia de Sardis

»Escribe al ángel[h] de la iglesia de Sardis:

Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras; tienes fama de estar vivo, pero en realidad estás muerto. ¡Despierta! Reaviva lo que aún es rescatable,[i] pues no he encontrado que tus obras sean perfectas delante de mi Dios. Así que recuerda lo que has recibido y oído; obedécelo y arrepiéntete. Si no te mantienes despierto, cuando menos lo esperes caeré sobre ti como un ladrón.

Sin embargo, tienes en Sardis a unos cuantos que no se han manchado la ropa. Ellos, por ser dignos, andarán conmigo vestidos de blanco. El que salga vencedor se vestirá de blanco. Jamás borraré su nombre del libro de la vida, sino que reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

A la iglesia de Filadelfia

»Escribe al ángel de la iglesia de Filadelfia:

Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie puede cerrar, el que cierra y nadie puede abrir: Conozco tus obras. Mira que delante de ti he dejado abierta una puerta que nadie puede cerrar. Ya sé que tus fuerzas son pocas, pero has obedecido mi palabra y no has renegado de mi nombre. Voy a hacer que los de la sinagoga de Satanás, que dicen ser judíos, pero que en realidad mienten, vayan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. 10 Ya que has guardado mi mandato de ser constante, yo por mi parte te guardaré de la hora de tentación, que vendrá sobre el mundo entero para poner a prueba a los que viven en la tierra.

11 Vengo pronto. Aférrate a lo que tienes, para que nadie te quite la corona. 12 Al que salga vencedor lo haré columna del templo de mi Dios, y ya no saldrá jamás de allí. Sobre él grabaré el nombre de mi Dios y el nombre de la nueva Jerusalén, ciudad de mi Dios, la que baja del cielo de parte de mi Dios; y también grabaré sobre él mi nombre nuevo. 13 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

A la iglesia de Laodicea

14 »Escribe al ángel de la iglesia de Laodicea:

Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el soberano[j] de la creación de Dios: 15 Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! 16 Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, voy a vomitarte de mi boca. 17 Dices: “Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada”; pero no te das cuenta de cuán infeliz y miserable, pobre, ciego y desnudo eres tú. 18 Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico; ropas blancas para que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez; y colirio para que te lo pongas en los ojos y recobres la vista.

19 Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete. 20 Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.

21 Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono. 22 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».

El trono en el cielo

Después de esto miré, y allí en el cielo había una puerta abierta. Y la voz que me había hablado antes con sonido como de trompeta me dijo: «Sube aquí: voy a mostrarte lo que tiene que suceder después de esto». Al instante vino sobre mí el Espíritu y vi un trono en el cielo, y a alguien sentado en el trono. El que estaba sentado tenía un aspecto semejante a una piedra de jaspe y de cornalina. Alrededor del trono había un arco iris que se asemejaba a una esmeralda. Rodeaban al trono otros veinticuatro tronos, en los que estaban sentados veinticuatro ancianos vestidos de blanco y con una corona de oro en la cabeza. Del trono salían relámpagos, estruendos[k] y truenos. Delante del trono ardían siete antorchas de fuego, que son los siete espíritus de Dios, y había algo parecido a un mar de vidrio, como de cristal transparente.

En el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por delante y por detrás. El primero de los seres vivientes era semejante a un león; el segundo, a un toro; el tercero tenía rostro como de hombre; el cuarto era semejante a un águila en vuelo. Cada uno de ellos tenía seis alas y estaba cubierto de ojos, por encima y por debajo de las alas. Y día y noche repetían sin cesar:

«Santo, santo, santo
es el Señor Dios Todopoderoso,
el que era y que es y que ha de venir».

Cada vez que estos seres vivientes daban gloria, honra y acción de gracias al que estaba sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos se postraban ante él y adoraban al que vive por los siglos de los siglos. Y deponían sus coronas delante del trono exclamando:

11 «Digno eres, Señor y Dios nuestro,
    de recibir la gloria, la honra y el poder,
porque tú creaste todas las cosas;
    por tu voluntad existen
    y fueron creadas».

El rollo escrito y el Cordero

En la mano derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo escrito por ambos lados y sellado con siete sellos. También vi a un ángel poderoso que proclamaba a gran voz: «¿Quién es digno de romper los sellos y de abrir el rollo?» Pero ni en el cielo ni en la tierra, ni debajo de la tierra, hubo nadie capaz de abrirlo ni de examinar su contenido. Y lloraba yo mucho, porque no se había encontrado a nadie que fuera digno de abrir el rollo ni de examinar su contenido. Uno de los ancianos me dijo: «¡Deja de llorar, que ya el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido! Él sí puede abrir el rollo y sus siete sellos».

Entonces vi, en medio de los cuatro seres vivientes y del trono y los ancianos, a un Cordero que estaba de pie y parecía haber sido sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Se acercó y recibió el rollo de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Cuando lo tomó, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones del pueblo de Dios. Y entonaban este nuevo cántico:

«Digno eres de recibir el rollo escrito
    y de romper sus sellos,
porque fuiste sacrificado,
    y con tu sangre compraste para Dios
    gente de toda raza, lengua, pueblo y nación.
10 De ellos hiciste un reino;
    los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios,
    y reinarán sobre la tierra».

11 Luego miré, y oí la voz de muchos ángeles que estaban alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos. El número de ellos era millares de millares y millones de millones. 12 Cantaban con todas sus fuerzas:

«¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado,
de recibir el poder,
la riqueza y la sabiduría,
la fortaleza y la honra,
la gloria y la alabanza!»

13 Y oí a toda criatura que hay en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra y en el mar, a todos en la creación, que cantaban:

«¡Al que está sentado en el trono y al Cordero,
sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder,
    por los siglos de los siglos!»

14 Los cuatro seres vivientes exclamaron: «¡Amén!», y los ancianos se postraron y adoraron.

Los sellos

Vi cuando el Cordero rompió el primero de los siete sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes, que gritaba con voz de trueno: «¡Ven!» Miré, ¡y apareció un caballo blanco! El jinete llevaba un arco; se le dio una corona, y salió como vencedor, para seguir venciendo.

Cuando el Cordero rompió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que gritaba: «¡Ven!» En eso salió otro caballo, de color rojo encendido. Al jinete se le entregó una gran espada; se le permitió quitar la paz de la tierra y hacer que sus habitantes se mataran unos a otros.

Cuando el Cordero rompió el tercer sello, oí al tercero de los seres vivientes, que gritaba: «¡Ven!» Miré, ¡y apareció un caballo negro! El jinete tenía una balanza en la mano. Y oí como una voz en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: «Un kilo de trigo, o tres kilos de cebada, por el salario de un día; pero no afectes al precio del aceite y del vino».[l]

Cuando el Cordero rompió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que gritaba: «¡Ven!» Miré, ¡y apareció un caballo amarillento! El jinete se llamaba Muerte, y el Infierno[m] lo seguía de cerca. Y se les otorgó poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar por medio de la espada, el hambre, las epidemias y las fieras de la tierra.

Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sufrido el martirio por causa de la palabra de Dios y por mantenerse fieles en su testimonio. 10 Gritaban a gran voz: «¿Hasta cuándo, Soberano Señor, santo y veraz, seguirás sin juzgar a los habitantes de la tierra y sin vengar nuestra muerte?» 11 Entonces cada uno de ellos recibió ropas blancas, y se les dijo que esperaran un poco más, hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos que iban a sufrir el martirio como ellos.

12 Vi que el Cordero rompió el sexto sello, y se produjo un gran terremoto. El sol se oscureció como si se hubiera vestido de luto,[n] la luna entera se tornó roja como la sangre, 13 y las estrellas del firmamento cayeron sobre la tierra, como caen los higos verdes de la higuera sacudida por el vendaval. 14 El firmamento desapareció como cuando se enrolla un pergamino, y todas las montañas y las islas fueron removidas de su lugar.

15 Los reyes de la tierra, los magnates, los jefes militares, los ricos, los poderosos, y todos los demás, esclavos y libres, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de las montañas. 16 Todos gritaban a las montañas y a las peñas: «¡Caed sobre nosotros y escondednos de la mirada del que está sentado en el trono y de la ira del Cordero, 17 porque ha llegado el gran día del castigo! ¿Quién podrá mantenerse en pie?»

Los 144.000 sellados

Después de esto vi a cuatro ángeles en los cuatro ángulos de la tierra. Estaban allí de pie, deteniendo los cuatro vientos para que estos no se desataran sobre la tierra, el mar y los árboles. Vi también a otro ángel que venía del oriente con el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles a quienes se les había permitido hacer daño a la tierra y al mar: «¡No hagáis daño ni a la tierra, ni al mar ni a los árboles, hasta que hayamos puesto un sello en la frente de los siervos de nuestro Dios!» Y oí el número de los que fueron sellados: ciento cuarenta y cuatro mil de todas las tribus de Israel.

De la tribu de Judá fueron sellados doce mil;

de la tribu de Rubén, doce mil;

de la tribu de Gad, doce mil;

de la tribu de Aser, doce mil;

de la tribu de Neftalí, doce mil;

de la tribu de Manasés, doce mil;

de la tribu de Simeón, doce mil;

de la tribu de Leví, doce mil;

de la tribu de Isacar, doce mil;

de la tribu de Zabulón, doce mil;

de la tribu de José, doce mil;

de la tribu de Benjamín, doce mil.

La gran multitud con túnicas blancas

Después de esto miré, y apareció una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con ramas de palma en la mano. 10 Gritaban a gran voz:

«¡La salvación viene de nuestro Dios,
que está sentado en el trono,
y del Cordero!»

11 Todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes. Se postraron rostro en tierra delante del trono, y adoraron a Dios 12 diciendo:

«¡Amén!
La alabanza, la gloria,
la sabiduría, la acción de gracias,
la honra, el poder y la fortaleza
son de nuestro Dios por los siglos de los siglos.
¡Amén!»

13 Entonces uno de los ancianos me preguntó:

―Esos que están vestidos de blanco, ¿quiénes son, y de dónde vienen?

14 ―Eso tú lo sabes, mi señor —respondí.

Él me dijo:

―Aquellos son los que están saliendo de la gran tribulación;
    han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero.
15 Por eso están delante del trono de Dios,
    y día y noche le sirven en su templo;
y el que está sentado en el trono
    les dará refugio en su santuario.[o]
16 Ya no sufrirán hambre ni sed.
    No los abatirá el sol ni ningún calor abrasador.
17 Porque el Cordero que está en el trono los pastoreará
    y los guiará a fuentes de agua viva;
y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.

El séptimo sello y el incensario de oro

Cuando el Cordero rompió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo como por media hora.

Y vi a los siete ángeles que están de pie delante de Dios, a los cuales se les dieron siete trompetas.

Se acercó otro ángel y se puso de pie frente al altar. Tenía un incensario de oro, y se le entregó mucho incienso para ofrecerlo, junto con las oraciones de todo el pueblo de Dios, sobre el altar de oro que está delante del trono. Y, junto con esas oraciones, subió el humo del incienso desde la mano del ángel hasta la presencia de Dios. Luego el ángel tomó el incensario y lo llenó con brasas del altar, las cuales arrojó sobre la tierra; y se produjeron truenos, estruendos,[p] relámpagos y un terremoto.

Las trompetas

Los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.

Tocó el primero su trompeta, y fueron arrojados sobre la tierra granizo y fuego mezclados con sangre. Y se quemó la tercera parte de la tierra, la tercera parte de los árboles y toda la hierba verde.

Tocó el segundo ángel su trompeta, y fue arrojado al mar algo que parecía una enorme montaña envuelta en llamas. La tercera parte del mar se convirtió en sangre, y murió la tercera parte de las criaturas que viven en el mar; también fue destruida la tercera parte de los barcos.

10 Tocó el tercer ángel su trompeta, y una enorme estrella, que ardía como una antorcha, cayó desde el cielo sobre la tercera parte de los ríos y sobre los manantiales. 11 La estrella se llama Amargura.[q] Y la tercera parte de las aguas se volvió amarga, y por causa de esas aguas murió mucha gente.

12 Tocó el cuarto ángel su trompeta, y fue asolada la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas, de modo que se oscureció la tercera parte de ellos. Así quedó sin luz la tercera parte del día y la tercera parte de la noche.

13 Seguí observando, y oí un águila que volaba en medio del cielo y gritaba fuertemente: «¡Ay! ¡Ay! ¡Ay de los habitantes de la tierra cuando suenen las tres trompetas que los últimos tres ángeles están a punto de tocar!»

Tocó el quinto ángel su trompeta, y vi que había caído del cielo a la tierra una estrella, a la cual se le entregó la llave del pozo del abismo. Lo abrió, y del pozo subió una humareda, como la de un horno gigantesco; y la humareda oscureció el sol y el aire. De la humareda descendieron langostas sobre la tierra, y se les dio poder como el que tienen los escorpiones de la tierra. Se les ordenó que no dañaran la hierba de la tierra, ni ninguna planta ni ningún árbol, sino solo a las personas que no llevaran en la frente el sello de Dios. No se les dio permiso para matarlas, sino solo para torturarlas durante cinco meses. Su tormento es como el producido por la picadura de un escorpión. En aquellos días la gente buscará la muerte, pero no la encontrará; desearán morir, pero la muerte huirá de ellos.

El aspecto de las langostas era como de caballos equipados para la guerra. Llevaban en la cabeza algo que parecía una corona de oro, y su cara se asemejaba a un rostro humano. Su crin parecía cabello de mujer, y sus dientes eran como de león. Llevaban coraza como de hierro, y el ruido de sus alas se escuchaba como el estruendo de carros de muchos caballos que se lanzan a la batalla. 10 Tenían cola y aguijón como de escorpión; y en la cola tenían poder para torturar a la gente durante cinco meses. 11 El rey que los dirigía era el ángel del abismo, que en hebreo se llama Abadón y en griego Apolión.[r]

12 El primer ¡ay! ya pasó, pero vienen todavía otros dos.

13 Tocó el sexto ángel su trompeta, y oí una voz que salía de entre los cuernos del altar de oro que está delante de Dios. 14 A este ángel que tenía la trompeta, la voz le dijo: «Suelta a los cuatro ángeles que están atados a la orilla del gran río Éufrates». 15 Así que los cuatro ángeles que habían sido preparados precisamente para esa hora, y ese día, mes y año, quedaron sueltos para matar a la tercera parte de la humanidad. 16 Oí que el número de las tropas de caballería llegaba a doscientos millones.

17 Así vi en la visión a los caballos y a sus jinetes: Tenían coraza de color rojo encendido, azul violeta y amarillo como azufre. La cabeza de los caballos era como de león, y por la boca echaban fuego, humo y azufre. 18 La tercera parte de la humanidad murió a causa de las tres plagas de fuego, humo y azufre que salían de la boca de los caballos. 19 Es que el poder de los caballos radicaba en su boca y en su cola; pues sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas con las que hacían daño.

20 El resto de la humanidad, los que no murieron a causa de estas plagas, tampoco se arrepintieron de sus malas acciones ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera, los cuales no pueden ver ni oír ni caminar. 21 Tampoco se arrepintieron de sus asesinatos ni de sus artes mágicas, inmoralidad sexual y robos.

El ángel y el rollo pequeño

10 Después vi a otro ángel poderoso que bajaba del cielo envuelto en una nube. Un arco iris rodeaba su cabeza; su rostro era como el sol, y sus piernas parecían columnas de fuego. Llevaba en la mano un pequeño rollo escrito que estaba abierto. Puso el pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra, y dio un grito tan fuerte que parecía el rugido de un león. Entonces los siete truenos levantaron también sus voces. Una vez que hablaron los siete truenos, estaba a punto de escribir, pero oí una voz del cielo que me decía: «Guarda en secreto lo que han dicho los siete truenos, y no lo escribas».

El ángel que yo había visto de pie sobre el mar y sobre la tierra levantó al cielo su mano derecha y juró por el que vive por los siglos de los siglos, el que creó el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y dijo: «¡El tiempo ha terminado! En los días en que hable el séptimo ángel, cuando comience a tocar su trompeta, se cumplirá el designio secreto de Dios, tal y como lo anunció a sus siervos los profetas».

La voz del cielo que yo había escuchado se dirigió a mí de nuevo: «Acércate al ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra, y toma el rollo que tiene abierto en la mano».

Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el rollo. Él me dijo: «Tómalo y cómetelo. Te amargará las entrañas, pero en la boca te sabrá dulce como la miel». 10 Lo tomé de la mano del ángel y me lo comí. Me supo dulce como la miel, pero al comérmelo se me amargaron las entrañas. 11 Entonces se me ordenó: «Tienes que volver a profetizar acerca de muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes».

Los dos testigos

11 Se me dio una caña que servía para medir, y se me ordenó: «Levántate y mide el templo de Dios y el altar, y calcula cuántos pueden adorar allí. Pero no incluyas el atrio exterior del templo; no lo midas, porque ha sido entregado a las naciones paganas, las cuales pisotearán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses. Por mi parte, yo encargaré a mis dos testigos que, vestidos de luto,[s] profeticen durante mil doscientos sesenta días». Estos dos testigos son los dos olivos y los dos candelabros que permanecen delante del Señor de la tierra. Si alguien quiere hacerles daño, ellos lanzan fuego por la boca y consumen a sus enemigos. Así habrá de morir cualquiera que intente hacerles daño. Estos testigos tienen poder para cerrar el cielo a fin de que no llueva mientras estén profetizando; y tienen poder para convertir las aguas en sangre y para azotar la tierra, cuantas veces quieran, con toda clase de plagas.

Ahora bien, cuando hayan terminado de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará. Sus cadáveres quedarán tendidos en la plaza de la gran ciudad, llamada en sentido figurado[t] Sodoma y Egipto, donde también fue crucificado su Señor. Y gente de todo pueblo, tribu, lengua y nación contemplará sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirá que se les dé sepultura. 10 Los habitantes de la tierra se alegrarán de su muerte y harán fiesta e intercambiarán regalos, porque estos dos profetas les estaban haciendo la vida imposible.

11 Pasados los tres días y medio, entró en ellos un aliento de vida enviado por Dios, y se pusieron de pie, y quienes los observaban quedaron sobrecogidos de terror. 12 Entonces los dos testigos oyeron una potente voz del cielo que les decía: «Subid aquí». Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos.

13 En ese mismo instante se produjo un violento terremoto y se derrumbó la décima parte de la ciudad. Perecieron siete mil personas, pero los sobrevivientes, llenos de temor, dieron gloria al Dios del cielo.

14 El segundo ¡ay! ya pasó, pero se acerca el tercero.

La séptima trompeta

15 Tocó el séptimo ángel su trompeta, y en el cielo resonaron fuertes voces que decían:

«El reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo,
    y él reinará por los siglos de los siglos».

16 Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios se postraron rostro en tierra y adoraron a Dios 17 diciendo:

«Señor Dios Todopoderoso,
    que eres y que eras,[u]
te damos gracias porque has asumido tu gran poder
    y has comenzado a reinar.
18 Las naciones se han enfurecido;
    pero ha llegado tu castigo,
el momento de juzgar a los muertos,
    y de recompensar a tus siervos los profetas,
a tus santos y a los que temen tu nombre,
    sean grandes o pequeños,
y de destruir a los que destruyen la tierra».

19 Entonces se abrió en el cielo el templo de Dios; allí se vio el arca de su pacto, y hubo relámpagos, estruendos, truenos, un terremoto y una fuerte granizada.

La mujer y el dragón

12 Apareció en el cielo una señal maravillosa: una mujer revestida del sol, con la luna debajo de sus pies y con una corona de doce estrellas en la cabeza. Estaba encinta y gritaba por los dolores y angustias del parto. Y apareció en el cielo otra señal: un enorme dragón de color rojo encendido que tenía siete cabezas y diez cuernos, y una diadema en cada cabeza. Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Cuando la mujer estaba a punto de dar a luz, el dragón se plantó delante de ella para devorar a su hijo tan pronto como naciera. Ella dio a luz un hijo varón que «gobernará a todas las naciones con puño de hierro».[v] Pero su hijo fue arrebatado y llevado hasta Dios, que está en su trono. Y la mujer huyó al desierto, a un lugar que Dios le había preparado para que allí la sustentaran durante mil doscientos sesenta días.

Se desató entonces una guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron al dragón; este y sus ángeles, a su vez, les hicieron frente, pero no pudieron vencer, y ya no hubo lugar para ellos en el cielo. Así fue expulsado el gran dragón, aquella serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, y que engaña al mundo entero. Junto con sus ángeles, fue arrojado a la tierra.

10 Luego oí en el cielo un gran clamor:

«Han llegado ya la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios;
    ha llegado ya la autoridad de su Cristo.
Porque ha sido expulsado
    el acusador de nuestros hermanos,
    el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios.
11 Ellos lo han vencido
    por medio de la sangre del Cordero
    y por el mensaje del cual dieron testimonio;
no valoraron tanto su vida
    como para evitar la muerte.
12 Por eso, ¡alegraos, cielos,
    y vosotros que los habitáis!
Pero ¡ay de la tierra y del mar!
    El diablo, lleno de furor, ha descendido a vosotros,
    porque sabe que le queda poco tiempo».

13 Cuando el dragón se vio arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al varón. 14 Pero a la mujer se le dieron las dos alas de la gran águila, para que volara al desierto, al lugar donde sería sustentada durante un tiempo y tiempos y medio tiempo, lejos de la vista de la serpiente. 15 La serpiente, persiguiendo a la mujer, arrojó por sus fauces agua como un río, para que la corriente la arrastrara. 16 Pero la tierra ayudó a la mujer: abrió la boca y se tragó el río que el dragón había arrojado por sus fauces. 17 Entonces el dragón se enfureció contra la mujer, y se fue a hacer guerra contra el resto de sus descendientes, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles al testimonio de Jesús.

13 Y el dragón se plantó[w] a la orilla del mar.

La bestia que surge del mar

Entonces vi que del mar subía una bestia, la cual tenía diez cuernos y siete cabezas. En cada cuerno tenía una diadema, y en cada cabeza un nombre blasfemo contra Dios. La bestia parecía un leopardo, pero tenía patas como de oso y fauces como de león. El dragón le confirió a la bestia su poder, su trono y gran autoridad. Una de las cabezas de la bestia parecía haber sufrido una herida mortal, pero esa herida ya había sido sanada. El mundo entero, fascinado, iba tras la bestia y adoraba al dragón porque había dado su autoridad a la bestia. También adoraban a la bestia y decían: «¿Quién como la bestia? ¿Quién puede combatirla?»

A la bestia se le permitió hablar con arrogancia y proferir blasfemias contra Dios, y se le confirió autoridad para actuar durante cuarenta y dos meses. Abrió la boca para blasfemar contra Dios, para maldecir su nombre y su morada y a los que viven en el cielo. También se le permitió hacer la guerra a los santos y vencerlos, y se le dio autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación. A la bestia la adorarán todos los habitantes de la tierra, aquellos cuyos nombres no han sido escritos en el libro de la vida, el libro del Cordero que fue sacrificado desde la creación del mundo.[x]

El que tenga oídos, que oiga.

10 El que deba ser llevado cautivo,
    a la cautividad irá.
El que deba morir[y] a espada,
    a filo de espada morirá.

¡En esto consisten[z] la perseverancia y la fidelidad de los santos!

La bestia que sube de la tierra

11 Después vi que de la tierra subía otra bestia. Tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como dragón. 12 Ejercía toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hacía que la tierra y sus habitantes adoraran a la primera bestia, cuya herida mortal había sido sanada. 13 También hacía grandes señales milagrosas, incluso la de hacer caer fuego del cielo a la tierra, a la vista de todos. 14 Con estas señales que se le permitió hacer en presencia de la primera bestia, engañó a los habitantes de la tierra. Les ordenó que hicieran una imagen en honor de la bestia que, después de ser herida a espada, revivió. 15 Se le permitió infundir vida a la imagen de la primera bestia, para que hablara y mandara matar a quienes no adoraran la imagen. 16 Además logró que a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente, 17 de modo que nadie pudiera comprar ni vender, a menos que llevara la marca, que es el nombre de la bestia o el número de ese nombre.

18 En esto consiste[aa] la sabiduría: el que tenga entendimiento, calcule el número de la bestia, pues es número de un ser humano: seiscientos sesenta y seis.

El Cordero y los 144.000

14 Luego miré, y apareció el Cordero. Estaba de pie sobre el monte Sión, en compañía de ciento cuarenta y cuatro mil personas que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre. Oí un sonido que venía del cielo, como el estruendo de una catarata y el retumbar de un gran trueno. El sonido se parecía al de músicos que tañen sus arpas. Y cantaban un himno nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Nadie podía aprender aquel himno, aparte de los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido rescatados de la tierra. Estos se mantuvieron puros, sin contaminarse con ritos sexuales.[ab] Son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Fueron rescatados como los primeros frutos de la humanidad para Dios y el Cordero. No se encontró mentira alguna en su boca, pues son intachables.

Los tres ángeles

Luego vi a otro ángel que volaba en medio del cielo, y que llevaba el evangelio eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a toda nación, raza, lengua y pueblo. Gritaba a gran voz: «Temed a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adorad al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales».

Lo seguía un segundo ángel que gritaba: «¡Ya cayó! Ya cayó la gran Babilonia, la que hizo que todas las naciones bebieran el excitante vino[ac] de su adulterio».

Los seguía un tercer ángel que clamaba a grandes voces: «Si alguien adora a la bestia y a su imagen, y se deja poner en la frente o en la mano la marca de la bestia, 10 beberá también el vino del furor de Dios, que en la copa de su ira está puro, no diluido. Será atormentado con fuego y azufre, en presencia de los santos ángeles y del Cordero. 11 El humo de ese tormento sube por los siglos de los siglos. No habrá descanso ni de día ni de noche para el que adore a la bestia y su imagen, ni para quien se deje poner la marca de su nombre». 12 ¡En esto consiste[ad] la perseverancia de los santos, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles a Jesús!

13 Entonces oí una voz del cielo, que decía: «Escribe: Dichosos los que de ahora en adelante mueren en el Señor».

«Sí —dice el Espíritu—, ellos descansarán de sus fatigosas tareas, pues sus obras los acompañan».

La cosecha de la tierra

14 Miré, y apareció una nube blanca, sobre la cual estaba sentado alguien «semejante al Hijo del hombre».[ae] En la cabeza tenía una corona de oro y, en la mano, una hoz afilada. 15 Entonces salió del templo otro ángel y le gritó al que estaba sentado en la nube: «Mete la hoz y recoge la cosecha; ya es tiempo de segar, pues la cosecha de la tierra está madura». 16 Así que el que estaba sentado sobre la nube pasó la hoz, y la tierra fue segada.

17 Del templo que está en el cielo salió otro ángel, que también llevaba una hoz afilada. 18 Del altar salió otro ángel, que tenía autoridad sobre el fuego, y le gritó al que llevaba la hoz afilada: «Mete tu hoz y corta los racimos del viñedo de la tierra, porque sus uvas ya están maduras». 19 El ángel pasó la hoz sobre la tierra, recogió las uvas y las echó en el gran lagar de la ira de Dios. 20 Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre, la cual llegó hasta los frenos de los caballos en una extensión de trescientos kilómetros.[af]

Siete ángeles con siete plagas

15 Vi en el cielo otra señal grande y maravillosa: siete ángeles con las siete plagas, que son las últimas, pues con ellas se consumará la ira de Dios.

Footnotes

  1. 1:13 Dn 7:13
  2. 1:18 infierno. Lit. Hades.
  3. 1:20 ángeles. Alt. mensajeros.
  4. 2:1 ángel. Alt. mensajero; también en vv. 8, 12 y 18.
  5. 2:26 cumpla mi voluntad. Lit. guarde mis obras.
  6. 2:27 gobernará … hierro. Lit. pastoreará con cetro de hierro.
  7. 2:27 Sal 2:9
  8. 3:1 ángel. Alt. mensajero; también en vv. 7 y 14.
  9. 3:2 Reaviva … rescatable. Lit. Fortalece las otras cosas que están por morir.
  10. 3:14 soberano. Lit. comienzo u origen.
  11. 4:5 estruendos. Lit. voces; y así en otros pasajes semejantes.
  12. 6:6 por el salario … vino. Lit. por un denario, y no dañes el aceite ni el vino.
  13. 6:8 Infierno. Lit. Hades.
  14. 6:12 se oscureció … luto. Lit. se puso negro como un saco hecho de pelo (es decir, pelo de cabra).
  15. 7:15 les dará … santuario. Lit. extenderá su tienda sobre ellos.
  16. 8:5 estruendos. Lit. voces.
  17. 8:11 Amargura. Lit. Ajenjo.
  18. 9:11 Abadón y Apolión significan Destructor.
  19. 11:3 luto. Lit. cilicio.
  20. 11:8 en sentido figurado. Lit. espiritualmente.
  21. 11:17 eras. Var. eras y que has de venir.
  22. 12:5 «gobernará … con puño de hierro. Lit. pastoreará … con cetro de hierro»; Sal 2:9.
  23. 13:1 el dragón se plantó. Var. yo estaba de pie.
  24. 13:8 escritos … mundo. Alt. escritos desde la creación del mundo en el libro de la vida, el libro del Cordero que fue sacrificado.
  25. 13:10 que deba morir. Var. que mata.
  26. 13:10 En esto consisten. Alt. Aquí se verán.
  27. 13:18 En esto consiste. Alt. Aquí se verá.
  28. 14:4 Estos … sexuales. Lit. Estos no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes.
  29. 14:8 el excitante vino. Lit. el vino del furor.
  30. 14:12 En esto consiste. Alt. Aquí se verá.
  31. 14:14 Dn 7:13
  32. 14:20 trescientos kilómetros. Lit. mil seiscientos estadios.

Ésta es la revelación que Dios hizo a Jesucristo, para que él mostrara a sus siervos lo que pronto ha de suceder. Jesucristo lo ha dado a conocer enviando su ángel a su siervo Juan, el cual ha dicho la verdad de todo lo que vio, y es testigo del mensaje de Dios confirmado por Jesucristo.

Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan la lectura de este mensaje profético, y hacen caso de lo que aquí está escrito, porque ya se acerca el tiempo.

Juan saluda a las siete iglesias de la provincia de Asia. Reciban ustedes gracia y paz de parte del que es y era y ha de venir, y de parte de los siete espíritus que están delante de su trono, y también de parte de Jesucristo, testigo fiel, que fue el primero en resucitar y tiene autoridad sobre los reyes de la tierra. Cristo nos ama, y nos ha librado de nuestros pecados derramando su sangre, y ha hecho de nosotros un reino; nos ha hecho sacerdotes al servicio de su Dios y Padre. ¡Que la gloria y el poder sean suyos para siempre! Amén.

¡Cristo viene en las nubes!
Todos lo verán,
incluso los que lo traspasaron;
y todos los pueblos del mundo
harán duelo por él.
Sí, amén.

«Yo soy el alfa y la omega,» dice el Señor, el Dios todopoderoso, el que es y era y ha de venir.

Visión preparatoria

Yo, Juan, soy hermano de ustedes, y por mi unión con Jesús tengo parte con ustedes en el reino de Dios, en los sufrimientos y en la fortaleza para soportarlos. Por haber anunciado el mensaje de Dios confirmado por Jesús, me encontraba yo en la isla llamada Patmos. 10 Y sucedió que en el día del Señor quedé bajo el poder del Espíritu, y oí detrás de mí una fuerte voz, como un toque de trompeta, 11 que me decía: «Escribe en un libro lo que ves, y mándalo a las siete iglesias de la provincia de Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea.»

12 Me volví para ver de quién era la voz que me hablaba; y al hacerlo vi siete candelabros de oro, 13 y en medio de los siete candelabros vi a alguien que parecía ser un hijo de hombre, vestido con una ropa que le llegaba hasta los pies y con un cinturón de oro a la altura del pecho. 14 Sus cabellos eran blancos como la lana, o como la nieve, y sus ojos parecían llamas de fuego. 15 Sus pies brillaban como bronce pulido, fundido en un horno; y su voz era tan fuerte como el ruido de una cascada. 16 En su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una aguda espada de dos filos. Su cara era como el sol cuando brilla en todo su esplendor.

17 Al verlo, caí a sus pies como muerto. Pero él, poniendo su mano derecha sobre mí, me dijo: «No tengas miedo; yo soy el primero y el último, 18 y el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre. Yo tengo las llaves del reino de la muerte. 19 Escribe lo que has visto: lo que ahora hay y lo que va a haber después. 20 Éste es el secreto de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha, y de los siete candelabros de oro: las siete estrellas representan a los ángeles de las siete iglesias, y los siete candelabros representan a las siete iglesias.

El mensaje a Éfeso

»Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso: “Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y anda en medio de los siete candelabros de oro: Yo sé todo lo que haces; conozco tu duro trabajo y tu constancia, y sé que no puedes soportar a los malos. También sé que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles y no lo son, y has descubierto que son mentirosos. Has sido constante, y has sufrido mucho por mi causa, sin cansarte. Pero tengo una cosa contra ti: que ya no tienes el mismo amor que al principio. Por eso, recuerda de dónde has caído, vuélvete a Dios y haz otra vez lo que hacías al principio. Si no, iré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar, a menos que te vuelvas a Dios. Sin embargo, tienes a tu favor que odias los hechos de los nicolaítas, los cuales yo también odio. ¡El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias! A los que salgan vencedores les daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.”

El mensaje a Esmirna

»Escribe también al ángel de la iglesia de Esmirna: “Esto dice el primero y el último, el que murió y ha vuelto a vivir: Yo conozco tus sufrimientos y tu pobreza, aunque en realidad eres rico. Y sé lo mal que hablan de ti los que se dicen judíos pero no son otra cosa que una congregación de Satanás. 10 No tengas miedo de lo que vas a sufrir, pues el diablo meterá en la cárcel a algunos de ustedes, para que todos ustedes sean puestos a prueba; y tendrán que sufrir durante diez días. Manténte fiel hasta la muerte, y yo te daré la vida como premio. 11 ¡El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias! Los que salgan vencedores no sufrirán ningún daño de la segunda muerte.”

El mensaje a Pérgamo

12 »Escribe también al ángel de la iglesia de Pérgamo: “Esto dice el que tiene la aguda espada de dos filos: 13 Yo sé que vives donde Satanás tiene su trono; sin embargo sigues fiel a mi causa. No renegaste de tu fe en mí, ni siquiera en los días en que a Antipas, mi testigo fiel, lo mataron en esa ciudad donde vive Satanás. 14 Pero tengo unas cuantas cosas contra ti: que ahí tienes algunos que no quieren apartarse de la enseñanza de Balaam, el cual aconsejó a Balac que hiciera pecar a los israelitas incitándolos a comer alimentos ofrecidos en sacrificio a los ídolos y a la prostitución. 15 También tienes ahí algunos que no quieren apartarse de la enseñanza de los nicolaítas. 16 Por eso, vuélvete a Dios; de lo contrario, iré pronto a ti, y con la espada que sale de mi boca pelearé contra ellos. 17 ¡El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias! A los que salgan vencedores les daré a comer del maná que está escondido; y les daré también una piedra blanca, en la que está escrito un nombre nuevo que nadie conoce sino quien lo recibe.”

El mensaje a Tiatira

18 »Escribe también al ángel de la iglesia de Tiatira: “Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llamas de fuego y los pies como bronce pulido: 19 Yo sé todo lo que haces; conozco tu amor, tu fe, tu servicio y tu constancia, y sé que ahora estás haciendo más que al principio. 20 Pero tengo una cosa contra ti: que toleras a esa mujer, Jezabel, que se llama a sí misma profetisa pero engaña con su enseñanza a mis siervos, incitándolos a la prostitución y a comer alimentos ofrecidos en sacrificio a los ídolos. 21 Yo le he dado tiempo para que se convierta a Dios; pero ella no ha querido hacerlo ni ha abandonado su prostitución. 22-23 Por eso, voy a hacerla caer en cama, y mataré a sus hijos; y a los que cometen adulterio con ella, si no dejan de portarse como ella lo hace, les enviaré grandes sufrimientos. Así todas las iglesias se darán cuenta de que yo conozco hasta el fondo la mente y el corazón; y a cada uno de ustedes le daré según lo que haya hecho. 24 En cuanto a ustedes, los que están en Tiatira pero no siguen esa enseñanza ni han llegado a conocer lo que ellos llaman los secretos profundos de Satanás, les digo que no les impongo otra carga. 25 Pero conserven lo que tienen, hasta que yo venga. 26 A los que salgan vencedores y sigan hasta el fin haciendo lo que yo quiero que se haga, les daré autoridad sobre las naciones, 27-28 así como mi Padre me ha dado autoridad a mí; y gobernarán a las naciones con cetro de hierro, y las harán pedazos como a ollas de barro. Y les daré también la estrella de la mañana. 29 ¡El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias!”

El mensaje a Sardes

»Escribe también al ángel de la iglesia de Sardes: “Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Yo sé todo lo que haces, y sé que estás muerto aunque tienes fama de estar vivo. Despiértate y refuerza las cosas que todavía quedan, pero que ya están a punto de morir, pues he visto que lo que haces no es perfecto delante de mi Dios. Recuerda, pues, la enseñanza que has recibido; síguela y vuélvete a Dios. Si no te mantienes despierto, iré a ti como el ladrón, cuando menos lo esperes. Sin embargo, ahí en Sardes tienes unas cuantas personas que no han manchado sus ropas; ellas andarán conmigo vestidas de blanco, porque se lo merecen. Los que salgan vencedores serán así vestidos de blanco, y no borraré sus nombres del libro de la vida, sino que los reconoceré delante de mi Padre y delante de sus ángeles. ¡El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias!”

El mensaje a Filadelfia

»Escribe también al ángel de la iglesia de Filadelfia: “Esto dice el que es santo y verdadero, el que tiene la llave del rey David, el que cuando abre nadie puede cerrar y cuando cierra nadie puede abrir: Yo sé todo lo que haces; mira, delante de ti he puesto una puerta abierta que nadie puede cerrar, y aunque tienes poca fuerza, has hecho caso de mi palabra y no me has negado. Yo haré que los de la congregación de Satanás, los mentirosos que dicen ser judíos y no lo son, vayan a arrodillarse a tus pies, para que sepan que yo te he amado. 10 Has cumplido mi mandamiento de ser constante, y por eso yo te protegeré de la hora de prueba que va a venir sobre el mundo entero para poner a prueba a todos los que viven en la tierra. 11 Vengo pronto. Conserva lo que tienes, para que nadie te arrebate tu premio. 12 A los que salgan vencedores les daré que sean columnas en el templo de mi Dios, y nunca más saldrán de allí; y en ellos escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que viene del cielo, de mi Dios; y también escribiré en ellos mi nombre nuevo. 13 ¡El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias!”

El mensaje a Laodicea

14 »Escribe también al ángel de la iglesia de Laodicea: “Esto dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el origen de todo lo que Dios creó: 15 Yo sé todo lo que haces. Sé que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! 16 Pero como eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 17 Pues tú dices que eres rico, que te ha ido muy bien y que no te hace falta nada; y no te das cuenta de que eres un desdichado, miserable, pobre, ciego y desnudo. 18 Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado en el fuego, para que seas realmente rico; y que de mí compres ropa blanca para vestirte y cubrir tu vergonzosa desnudez, y una medicina para que te la pongas en los ojos y veas. 19 Yo reprendo y corrijo a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y vuélvete a Dios. 20 Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos. 21 A los que salgan vencedores les daré un lugar conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono. 22 ¡El que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias!”»

Visión preparatoria

Después de esto, miré y vi una puerta abierta en el cielo; y la voz que yo había escuchado primero, y que parecía un toque de trompeta, me dijo: «Sube acá y te mostraré las cosas que tienen que suceder después de éstas.»

En ese momento quedé bajo el poder del Espíritu, y vi un trono puesto en el cielo, y alguien estaba sentado en el trono. El que estaba sentado en el trono tenía el aspecto de un diamante o de un rubí, y alrededor del trono había un arco iris que brillaba como una esmeralda; también alrededor del trono vi otros veinticuatro tronos, en los cuales estaban sentados veinticuatro ancianos: iban vestidos de blanco y llevaban una corona de oro en la cabeza. Del trono salían relámpagos, voces y truenos; y delante del trono ardían siete antorchas de fuego, que son los siete espíritus de Dios. Delante del trono había también algo que parecía un mar, transparente como el cristal.

En el centro, donde estaba el trono, y a su alrededor, había cuatro seres vivientes llenos de ojos por delante y por detrás. El primero de aquellos seres parecía un león, el segundo parecía un toro, el tercero tenía aspecto humano, y el cuarto parecía un águila volando. Cada uno de los cuatro seres vivientes tenía seis alas, y estaba cubierto de ojos por fuera y por dentro. Y ni de día ni de noche dejaban de decir:

«¡Santo, santo, santo es el Señor,
Dios todopoderoso,
el que era y es y ha de venir!»

9-10 Cada vez que esos seres vivientes dan gloria y honor y gracias al que está sentado en el trono, al que vive por todos los siglos, los veinticuatro ancianos se arrodillan ante él y lo adoran y, arrojando sus coronas delante del trono, dicen:

11 «Tú eres digno, Señor y Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado todas las cosas;
por tu voluntad existen y han sido creadas.»

El rollo escrito y el Cordero

En la mano derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi un ángel poderoso que preguntaba a gran voz: «¿Quién es digno de abrir el rollo y romper sus sellos?» Pero ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra había nadie que pudiera abrir el rollo, ni mirarlo. Y yo lloraba mucho, porque no se había encontrado a nadie digno de abrir el rollo, ni de mirarlo. Pero uno de los ancianos me dijo: «No llores más, pues el León de la tribu de Judá, el retoño de David, ha vencido y puede abrir el rollo y romper sus siete sellos.»

Entonces, en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, vi un Cordero. Estaba de pie, pero se veía que había sido sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Aquel Cordero fue y tomó el rollo de la mano derecha del que estaba sentado en el trono; y en cuanto tomó el rollo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se pusieron de rodillas delante del Cordero. Todos ellos tenían arpas, y llevaban copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones del pueblo santo. Y cantaban este canto nuevo:

«Tú eres digno de tomar el rollo y de romper sus sellos,
porque fuiste sacrificado;
y derramando tu sangre redimiste para Dios
gentes de toda raza, lengua, pueblo y nación.
10 De ellos hiciste un reino,
hiciste sacerdotes para nuestro Dios,
y reinarán sobre la tierra.»

11 Luego miré, y oí la voz de muchos ángeles que estaban alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos. Había millones y millones de ellos, 12 y decían con fuerte voz:

«¡El Cordero que fue sacrificado
es digno de recibir el poder y la riqueza,
la sabiduría y la fuerza,
el honor, la gloria y la alabanza!»

13 Y oí también que todas las cosas creadas por Dios en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar, decían:

«¡Al que está sentado en el trono y al Cordero,
sean dados la alabanza, el honor, la gloria y el poder
por todos los siglos!»

14 Los cuatro seres vivientes respondían: «¡Amén!» Y los veinticuatro ancianos se pusieron de rodillas y adoraron.

Los cuatro primeros sellos

Luego vi cuando el Cordero rompía el primero de los siete sellos, y oí que uno de aquellos cuatro seres vivientes decía con voz que parecía un trueno: «¡Ven!» Miré, y vi un caballo blanco, y el que lo montaba llevaba un arco en la mano. Se le dio una corona, y salió triunfante y para triunfar.

Cuando el Cordero rompió el segundo sello, oí que el segundo de los seres vivientes decía: «¡Ven!» Y salió otro caballo. Era de color rojo, y el que lo montaba recibió poder para quitar la paz del mundo y para hacer que los hombres se mataran unos a otros; y se le dio una gran espada.

Cuando el Cordero rompió el tercer sello, oí que el tercero de los seres vivientes decía: «¡Ven!» Miré, y vi un caballo negro, y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y en medio de los cuatro seres vivientes oí una voz que decía: «Solamente un kilo de trigo por el salario de un día, y tres kilos de cebada por el salario de un día; pero no eches a perder el aceite ni el vino.»

Cuando el Cordero rompió el cuarto sello, oí que el cuarto de los seres vivientes decía: «¡Ven!» Miré, y vi un caballo amarillento, y el que lo montaba se llamaba Muerte. Tras él venía el que representaba al reino de la muerte, y se les dio poder sobre la cuarta parte del mundo, para matar con guerras, con hambres, con enfermedades y con las fieras de la tierra.

El quinto y el sexto sellos

Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar a los que habían sido degollados por haber proclamado el mensaje de Dios y haber sido fieles a su testimonio. 10 Decían con fuerte voz: «Soberano santo y fiel, ¿cuándo juzgarás a los habitantes de la tierra y vengarás nuestra muerte?» 11 Entonces se les dieron ropas blancas, y se les dijo que descansaran aún por un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus hermanos que, en el servicio a Dios, tenían que ser muertos como ellos.

12 Cuando el Cordero rompió el sexto sello, miré, y hubo un gran terremoto. El sol se volvió negro, como ropa de luto; toda la luna se volvió roja, como la sangre, 13 y las estrellas cayeron del cielo a la tierra, como caen los higos verdes de la higuera cuando ésta es sacudida por un fuerte viento. 14 El cielo desapareció como un papel que se enrolla, y todas las montañas y las islas fueron removidas de su lugar. 15 Y los reyes del mundo se escondieron en las cuevas y entre las rocas de las montañas, junto con los grandes, los jefes militares, los ricos, los poderosos y todos los esclavos y los hombres libres; 16 y decían a las montañas y a las rocas: «¡Caigan sobre nosotros y escóndannos de la presencia del que está sentado en el trono, y de la ira del Cordero! 17 Porque ha llegado ya el gran día del castigo, ¿y quién podrá resistir?»

Escenas intermedias

Después de esto, vi cuatro ángeles que estaban en pie sobre los cuatro puntos cardinales, deteniendo los cuatro vientos para que no soplaran sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. También vi otro ángel que venía del oriente, y que tenía el sello del Dios viviente. Este ángel gritó con fuerte voz a los otros cuatro que habían recibido poder para hacer daño a la tierra y al mar: «¡No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles, mientras no hayamos puesto un sello en la frente a los siervos de nuestro Dios!»

Y oí el número de los que así fueron señalados: ciento cuarenta y cuatro mil de entre todas las tribus israelitas. Fueron señalados doce mil de la tribu de Judá, doce mil de la tribu de Rubén, doce mil de la tribu de Gad, doce mil de la tribu de Aser, doce mil de la tribu de Neftalí, doce mil de la tribu de Manasés, doce mil de la tribu de Simeón, doce mil de la tribu de Leví, doce mil de la tribu de Isacar, doce mil de la tribu de Zabulón, doce mil de la tribu de José y doce mil de la tribu de Benjamín.

Después de esto, miré y vi una gran multitud de todas las naciones, razas, lenguas y pueblos. Estaban en pie delante del trono y delante del Cordero, y eran tantos que nadie podía contarlos. Iban vestidos de blanco y llevaban palmas en las manos. 10 Todos gritaban con fuerte voz:

«¡La salvación se debe a nuestro Dios
que está sentado en el trono,
y al Cordero!»

11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se inclinaron delante del trono hasta tocar el suelo con la frente, y adoraron a Dios 12 diciendo:

«¡Amén!
La alabanza, la gloria,
la sabiduría, la gratitud,
el honor, el poder y la fuerza
sean dados a nuestro Dios por todos los siglos.
¡Amén!»

13 Entonces uno de los ancianos me preguntó: «¿Quiénes son estos que están vestidos de blanco, y de dónde han venido?» 14 «Tú lo sabes, señor», le contesté. Y él me dijo: «Éstos son los que han pasado por la gran tribulación, los que han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del Cordero.

15 »Por eso están delante del trono de Dios,
y día y noche le sirven en su templo.
El que está sentado en el trono
los protegerá con su presencia.
16 Ya no sufrirán hambre ni sed,
ni los quemará el sol,
ni el calor los molestará;
17 porque el Cordero, que está en medio del trono,
será su pastor
y los guiará a manantiales de aguas de vida,
y Dios secará toda lágrima de sus ojos.»

El séptimo sello

Cuando el Cordero rompió el séptimo sello del rollo, hubo silencio en el cielo durante una media hora.

Visión preparatoria

Luego vi a los siete ángeles que estaban de pie delante de Dios, a los cuales se les dieron siete trompetas. Después vino otro ángel, con un incensario de oro, y se puso de pie ante el altar; y se le dio mucho incienso, para ofrecerlo sobre el altar de oro que estaba delante del trono, junto con las oraciones del pueblo santo. El humo del incienso subió de la mano del ángel a la presencia de Dios, junto con las oraciones del pueblo santo. Entonces el ángel tomó el incensario, lo llenó con brasas de fuego del altar, y lo lanzó sobre la tierra; y hubo truenos, voces, relámpagos y un terremoto.

Los siete ángeles que tenían las siete trompetas se prepararon para tocarlas.

Las cuatro primeras trompetas

El primer ángel tocó su trompeta, y fueron lanzados sobre la tierra granizo y fuego mezclados con sangre. Se quemó la tercera parte de la tierra, junto con la tercera parte de los árboles y toda la hierba verde.

El segundo ángel tocó su trompeta, y fue lanzado al mar algo que parecía un gran monte ardiendo en llamas; y la tercera parte del mar se volvió sangre. La tercera parte de todo lo que vivía en el mar, murió, y la tercera parte de los barcos fueron destruidos.

10 El tercer ángel tocó su trompeta, y una gran estrella, ardiendo como una antorcha, cayó del cielo sobre la tercera parte de los ríos y sobre los manantiales. 11 La estrella se llamaba Amargura; y la tercera parte de las aguas se volvió amarga, y a causa de aquellas aguas amargas murió mucha gente.

12 El cuarto ángel tocó su trompeta, y fue dañada la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas. De modo que una tercera parte de ellos quedó oscura, y no dieron su luz durante la tercera parte del día ni de la noche.

13 Luego miré, y oí un águila que volaba en medio del cielo y decía con fuerte voz: «¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra, cuando suenen las trompetas que van a tocar los otros tres ángeles!»

La quinta trompeta

El quinto ángel tocó su trompeta, y vi una estrella que había caído del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo. Abrió el pozo del abismo, y de él subió humo como de un gran horno; y el humo del pozo hizo oscurecer el sol y el aire. Del humo salieron langostas que se extendieron por la tierra; y se les dio poder como el que tienen los alacranes. Se les mandó que no hicieran daño a la hierba de la tierra ni a ninguna cosa verde ni a ningún árbol, sino solamente a quienes no llevaran el sello de Dios en la frente. Pero no se les permitió matar a la gente, sino tan sólo causarle dolor durante cinco meses; y el dolor que causaban era como el de una picadura de alacrán.

En aquellos días la gente buscará la muerte, y no la encontrará; desearán morirse, y la muerte se alejará de ellos.

Las langostas parecían caballos preparados para la guerra; en la cabeza llevaban algo semejante a una corona de oro, y su cara tenía apariencia humana. Tenían cabello como de mujer, y sus dientes parecían de león. Sus cuerpos estaban protegidos con una especie de armadura de hierro, y el ruido de sus alas era como el de muchos carros tirados por caballos cuando entran en combate. 10 Sus colas, armadas de aguijones, parecían de alacrán, y en ellas tenían poder para hacer daño a la gente durante cinco meses. 11 El jefe de las langostas, que es el ángel del abismo, se llama en hebreo Abadón y en griego Apilión.

12 Pasó el primer desastre; pero todavía faltan dos.

La sexta trompeta

13 El sexto ángel tocó su trompeta, y oí una voz que salía de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios. 14 Y la voz le dijo al sexto ángel, que tenía la trompeta: «Suelta los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates.» 15 Entonces fueron soltados los cuatro ángeles, para que mataran a la tercera parte de la gente, pues habían sido preparados precisamente para esa hora, día, mes y año. 16 Y alcancé a oír el número de los soldados de a caballo: eran doscientos millones.

17 Así es como vi los caballos en la visión, y quienes los montaban se cubrían el pecho con una armadura roja como el fuego, azul como el jacinto y amarilla como el azufre. Y los caballos tenían cabeza como de león, y de su boca salía fuego, humo y azufre. 18 La tercera parte de la gente fue muerta por estas tres calamidades que salían de la boca de los caballos: fuego, humo y azufre. 19 Porque el poder de los caballos estaba en su boca y en su cola; pues sus colas parecían serpientes, y dañaban con sus cabezas.

20 Pero el resto de la gente, los que no murieron por estas calamidades, tampoco ahora dejaron de hacer el mal que hacían, ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera, los cuales no pueden ver ni oír ni caminar. 21 Y tampoco dejaron de matar, ni de hacer brujerías, ni de cometer inmoralidades sexuales, ni de robar.

Escenas intermedias

10 Vi otro ángel poderoso, que bajaba del cielo envuelto en una nube; tenía un arco iris sobre la cabeza, su cara brillaba como el sol y sus piernas parecían columnas de fuego. Llevaba en la mano un rollito abierto, y puso el pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra. Y gritó con fuerte voz, como un león que ruge; y cuando gritó, siete truenos dejaron oír sus propias voces. Después que los siete truenos hablaron, iba yo a escribir; pero oí una voz del cielo, que me decía: «Guarda en secreto lo que dijeron los siete truenos, y no lo escribas.»

Entonces el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó al cielo su mano derecha y juró por el que vive para siempre, el que hizo el cielo, la tierra, el mar y todas las cosas que hay en ellos. Dijo: «Ya no habrá más tiempo, sino que cuando llegue el momento en que el séptimo ángel comience a tocar su trompeta, quedará cumplido el designio secreto de Dios, como él anunció a sus propios siervos los profetas.»

La voz que yo había oído, y que salía del cielo, volvió a hablarme, y me dijo: «Anda y toma el rollito abierto que tiene en la mano el ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra.» Fui al ángel y le pedí que me diera el rollito, y me contestó: «Toma y cómetelo. En tu boca será dulce como la miel, pero en tu estómago se volverá amargo.»

10 Tomé el rollito de la mano del ángel, y me lo comí; y en mi boca era dulce como la miel, pero una vez que me lo comí, se me volvió amargo en el estómago. 11 Entonces me dijeron: «Tienes que comunicar nuevos mensajes proféticos acerca de muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.»

11 Me dieron una vara de medir, parecida a una caña, y me dijeron: «Levántate y toma las medidas del templo de Dios y del altar, y cuenta los que adoran allí. Pero no midas el atrio exterior del templo, porque ha sido entregado a los paganos, los cuales van a pisotear la ciudad santa durante cuarenta y dos meses. Y yo enviaré dos testigos, vestidos con ropas ásperas, a comunicar mensajes proféticos durante mil doscientos sesenta días.»

Estos dos testigos son los dos olivos y los dos candelabros que están delante del Señor de la tierra. Si alguien intenta hacerles daño, ellos echan fuego por la boca, que quema por completo a sus enemigos; así morirá cualquiera que quiera hacerles daño. Estos testigos tienen poder para cerrar el cielo, para que no llueva durante el tiempo en que estén comunicando su mensaje profético, y también tienen poder para cambiar el agua en sangre y para hacer sufrir a la tierra con toda clase de calamidades, tantas veces como ellos quieran.

Pero cuando hayan terminado de dar su testimonio, el monstruo que sube del abismo los atacará, los vencerá y los matará. Sus cadáveres quedarán tendidos en las calles de la gran ciudad donde fue crucificado su Señor, la cual en lenguaje figurado se llama Sodoma, y también Egipto. Y por tres días y medio, gente de distintos pueblos, razas, lenguas y naciones verá sus cadáveres y no dejará que los entierren. 10 Los que viven en la tierra se alegrarán de su muerte. Estarán tan contentos que se harán regalos unos a otros, porque aquellos dos profetas eran un tormento para ellos.

11 Pero al cabo de los tres días y medio, Dios los revivió y se levantaron otra vez, y todos los que los vieron se llenaron de miedo. 12 Entonces los dos testigos oyeron una fuerte voz del cielo, que les decía: «¡Suban acá!» Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron. 13 En aquel mismo momento hubo un gran terremoto, y a causa del terremoto se derrumbó la décima parte de la ciudad, y siete mil personas murieron. Los que aún quedaron con vida, llenos de miedo alabaron a Dios, que está en el cielo.

14 Pasó el segundo desastre, pero pronto viene el tercero.

La séptima trompeta

15 El séptimo ángel tocó su trompeta, y se oyeron fuertes voces en el cielo, que decían:

«El reino del mundo
es ya de nuestro Señor y de su Mesías,
y reinarán por todos los siglos.»

16 Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios, se inclinaron hasta el suelo y adoraron a Dios, 17 diciendo:

«Te damos gracias, Señor, Dios todopoderoso,
tú que eres y que eras,
porque has tomado tu gran poder
y has comenzado a reinar.
18 Las naciones se han enfurecido;
pero ha llegado el día de tu ira,
el momento en que has de juzgar a los muertos;
y darás la recompensa a tus siervos los profetas,
a tu pueblo santo
y a los que honran tu nombre,
sean grandes o pequeños;
y destruirás a los que destruyen la tierra.»

Visión preparatoria

19 Entonces se abrió el templo de Dios que está en el cielo, y en el templo se veía el arca de su alianza. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y una gran granizada.

La mujer

12 Apareció en el cielo una gran señal: una mujer envuelta en el sol como en un vestido, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en la cabeza. La mujer estaba encinta, y gritaba por los dolores del parto, por el sufrimiento de dar a luz.

El dragón

Luego apareció en el cielo otra señal: un gran dragón rojo que tenía siete cabezas, diez cuernos y una corona en cada cabeza. Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo, y las lanzó sobre la tierra. El dragón se detuvo delante de la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo tan pronto como naciera. Y la mujer dio a luz un hijo varón, el cual ha de gobernar a todas las naciones con cetro de hierro. Pero su hijo le fue quitado y llevado ante Dios y ante su trono; y la mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un lugar para que allí le dieran de comer durante mil doscientos sesenta días.

Después hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. El dragón y sus ángeles pelearon, pero no pudieron vencer, y ya no hubo lugar para ellos en el cielo. Así que fue expulsado el gran dragón, aquella serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, y que engaña a todo el mundo. Él y sus ángeles fueron lanzados a la tierra.

10 Entonces oí una fuerte voz en el cielo, que decía:

«Ya llegó la salvación,
el poder y el reino de nuestro Dios,
y la autoridad de su Mesías;
porque ha sido expulsado
el acusador de nuestros hermanos,
el que día y noche los acusaba
delante de nuestro Dios.
11 Nuestros hermanos lo han vencido
con la sangre derramada del Cordero
y con el mensaje que ellos proclamaron;
no tuvieron miedo de perder la vida,
sino que estuvieron dispuestos a morir.
12 ¡Alégrense, pues, cielos,
y ustedes que viven en ellos!
¡Pero ay de los que viven en la tierra y en el mar,
porque el diablo, sabiendo que le queda poco tiempo,
ha bajado contra ustedes lleno de furor!»

13 Cuando el dragón se vio lanzado a la tierra, persiguió a la mujer que había tenido el hijo. 14 Pero a la mujer se le dieron dos grandes alas de águila, para que pudiera volar a su lugar en el desierto, lejos del dragón, donde tenían que darle de comer durante tres años y medio. 15 El dragón arrojó agua por la boca, para formar un río que arrastrara a la mujer; 16 pero la tierra ayudó a la mujer, pues abrió la boca y se tragó el río que el dragón había arrojado por su boca. 17 Con eso, el dragón se puso furioso contra la mujer, y fue a pelear contra el resto de los descendientes de ella, contra los que obedecen los mandamientos de Dios y siguen fieles al testimonio de Jesús. 18 Y el dragón se plantó a la orilla del mar.

El monstruo del mar

13 Vi subir del mar un monstruo que tenía siete cabezas y diez cuernos. En cada cuerno tenía una corona, y en las cabezas tenía nombres ofensivos contra Dios. Este monstruo que yo vi, parecía un leopardo; y tenía patas como de oso, y boca como de león. El dragón le dio su poder y su trono, y mucha autoridad. Una de las cabezas del monstruo parecía tener una herida mortal; pero la herida fue curada, y el mundo entero se llenó de asombro y siguió al monstruo. Adoraron al dragón porque había dado autoridad al monstruo, y adoraron también al monstruo, diciendo: «¿Quién hay como este monstruo, y quién podrá luchar contra él?»

También se le permitió al monstruo decir cosas arrogantes y ofensivas contra Dios, y tener autoridad durante cuarenta y dos meses. Y así lo hizo; habló contra Dios, y dijo cosas ofensivas contra él y su santuario y contra los que están en el cielo. También se le permitió hacer guerra contra el pueblo santo, hasta vencerlo; y se le dio autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación. A ese monstruo lo adorarán todos los habitantes de la tierra cuyos nombres no están escritos, desde la creación del mundo, en el libro de la vida del Cordero que fue sacrificado.

Si alguno tiene oídos, oiga:
10 «A los que deban ir presos,
se los llevarán presos;
y a los que deban morir a filo de espada,
a filo de espada los matarán.»

Aquí se verá la fortaleza y la fe del pueblo santo.

El monstruo de la tierra

11 Después vi otro monstruo, que subía de la tierra. Tenía dos cuernos que parecían de cordero, pero hablaba como un dragón. 12 Y tenía toda la autoridad del primer monstruo, en su presencia, y hacía que la tierra y sus habitantes adoraran al primer monstruo, el que había sido curado de su herida mortal. 13 También hacía grandes señales milagrosas. Hasta hacía caer fuego del cielo a la tierra, a la vista de la gente. 14 Y por medio de esas señales que se le permitía hacer en presencia del primer monstruo, engañó a los habitantes de la tierra y les mandó que hicieran una imagen de aquel monstruo que seguía vivo a pesar de haber sido herido a filo de espada. 15 Y al segundo monstruo se le dio el poder de dar vida a la imagen del primer monstruo, para que aquella imagen hablara e hiciera matar a todos los que no la adorasen. 16 Además, hizo que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, les pusieran una marca en la mano derecha o en la frente. 17 Y nadie podía comprar ni vender, si no tenía la marca o el nombre del monstruo, o el número de su nombre.

18 Aquí se verá la sabiduría; el que entienda, calcule el número del monstruo, que es un número de hombre. Ese número es el seiscientos sesenta y seis.

El Cordero y los elegidos

14 Vi al Cordero, que estaba de pie sobre el monte Sión. Con él había ciento cuarenta y cuatro mil personas que tenían escrito en la frente el nombre del Cordero y de su Padre. Luego oí un sonido que venía del cielo; era como el sonido de una cascada, como el retumbar de un fuerte trueno; era un sonido como el de muchos arpistas tocando sus arpas. Y cantaban un canto nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Ninguno podía aprender aquel canto, sino solamente los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron salvados de entre los de la tierra. Éstos son vírgenes, no se contaminaron con mujeres; son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Fueron salvados de entre los hombres como primera ofrenda para Dios y para el Cordero. No se encontró ninguna mentira en sus labios, pues son intachables.

El Hijo del hombre y seis ángeles

Vi otro ángel, que volaba en medio cielo y que llevaba un mensaje eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a todas las naciones, razas, lenguas y pueblos. Decía con fuerte voz: «Teman a Dios y denle alabanza, pues ya llegó la hora en que él ha de juzgar. Adoren al que hizo el cielo y la tierra, el mar y los manantiales.»

Lo siguió un segundo ángel, que decía: «¡Ya cayó, ya cayó la gran Babilonia, la que emborrachó a todas las naciones con el vino de su prostitución!»

Luego los siguió otro ángel, el tercero, que decía con fuerte voz: «Si alguno adora al monstruo y a su imagen, y se deja poner su marca en la frente o en la mano, 10 tendrá que beber el vino de la ira de Dios, que se ha preparado puro en la copa de su enojo; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero. 11 El humo de su tormento sube por todos los siglos, y no hay descanso de día ni de noche para los que adoran al monstruo y a su imagen y reciben la marca de su nombre.»

12 ¡Aquí se verá la fortaleza del pueblo santo, de aquellos que cumplen sus mandamientos y son fieles a Jesús!

13 Entonces oí una voz del cielo, que me decía: «Escribe esto: “Dichosos de aquí en adelante los que mueren unidos al Señor.”»

«Sí—dice el Espíritu—, ellos descansarán de sus trabajos, pues sus obras los acompañan.»

14 Miré, y vi una nube blanca, y sobre la nube estaba sentado alguien que parecía ser un hijo de hombre. Llevaba una corona de oro en la cabeza y una hoz afilada en la mano. 15 Y salió del templo otro ángel, gritando con fuerte voz al que estaba sentado en la nube: «¡Mete tu hoz y recoge la cosecha; porque ya llegó la hora, y la cosecha de la tierra está madura!» 16 El que estaba sentado en la nube pasó entonces su hoz sobre la tierra, y recogió la cosecha de la tierra.

17 Luego otro ángel salió del templo que está en el cielo, llevando él también una hoz afilada. 18 Y del altar salió otro ángel, que tenía autoridad sobre el fuego y que llamó con fuerte voz al que llevaba la hoz afilada, diciendo: «¡Mete tu hoz afilada, y corta con ella los racimos de los viñedos que hay en la tierra, porque ya sus uvas están maduras!» 19 El ángel pasó su hoz sobre la tierra y cortó las uvas de los viñedos de la tierra, y luego las echó en el gran recipiente que se usa para exprimirlas y que simboliza la ira de Dios. 20 Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad, y del recipiente salió sangre, que llegó a la altura de los frenos de los caballos en una extensión de trescientos kilómetros.

Siete ángeles con siete calamidades

15 Vi en el cielo otra señal grande y asombrosa: siete ángeles con las siete últimas calamidades, con las cuales llegaba a su fin la ira de Dios.

Visión preparatoria

Vi también lo que parecía ser un mar de cristal mezclado con fuego; junto a ese mar de cristal estaban de pie, con arpas que Dios les había dado, los que habían alcanzado la victoria sobre el monstruo y su imagen, y sobre el número de su nombre. Y cantaban el canto de Moisés, siervo de Dios, y el canto del Cordero. Decían:

«Grande y maravilloso es todo lo que has hecho,
Señor, Dios todopoderoso;
rectos y verdaderos son tus caminos,
oh Rey de las naciones.
¿Quién no te temerá, oh Señor?
¿Quién no te alabará?
Pues solamente tú eres santo;
todas las naciones vendrán y te adorarán,
porque tus juicios han sido manifestados.»

Después de esto, miré y vi abrirse en el cielo el santuario, la tienda de la alianza. Del santuario salieron aquellos siete ángeles que llevaban las siete calamidades. Iban vestidos de lino limpio y brillante, y llevaban cinturones de oro a la altura del pecho. Uno de los cuatro seres vivientes dio a cada uno de los siete ángeles una copa de oro llena de la ira de Dios, el cual vive por todos los siglos. Y el santuario se llenó del humo procedente de la grandeza y del poder de Dios, y nadie podía entrar en él hasta que hubieran terminado las siete calamidades que llevaban los siete ángeles.

16 Oí una fuerte voz, que salía del santuario y que decía a los siete ángeles: «Vayan y vacíen sobre la tierra esas siete copas de la ira de Dios.»

Las siete copas

El primer ángel fue y vació su copa sobre la tierra; y a toda la gente que tenía la marca del monstruo y adoraba su imagen, le salió una llaga maligna y dolorosa.

El segundo ángel vació su copa sobre el mar, y el agua del mar se volvió sangre, como la de un hombre asesinado, y murió todo lo que en el mar tenía vida.

El tercer ángel vació su copa sobre los ríos y manantiales, y se volvieron sangre. Luego oí que el ángel de las aguas decía:

«Tú eres justo por haber juzgado así,
oh Dios santo, que eres y que eras,
porque ellos derramaron la sangre
de tu pueblo santo
y de los profetas,
y ahora tú les has dado a beber sangre.
¡Se lo han merecido!»

Oí también que el del altar decía: «Sí, oh Señor, Dios todopoderoso, tú has juzgado con verdad y rectitud.»

El cuarto ángel vació su copa sobre el sol, y se le dio al sol poder para quemar con fuego a la gente. Y todos quedaron terriblemente quemados; pero no se volvieron a Dios ni lo alabaron, sino que dijeron cosas ofensivas contra él, que tiene poder sobre estas calamidades.

10 El quinto ángel vació su copa sobre el trono del monstruo, y su reino quedó en oscuridad. La gente se mordía la lengua de dolor; 11 pero ni aun así dejaron de hacer el mal, sino que a causa de sus dolores y sus llagas dijeron cosas ofensivas contra el Dios del cielo.

12 El sexto ángel vació su copa sobre el gran río Éufrates, y el agua del río se secó para dar paso a los reyes que venían de oriente.

13 Vi que de la boca del dragón, de la boca del monstruo y de la boca del falso profeta, salían tres espíritus impuros en forma de ranas. 14 Eran espíritus de demonios, que hacían señales milagrosas y salían a reunir a todos los reyes del mundo para la batalla del gran día del Dios todopoderoso.

15 «Miren, yo vengo como el ladrón. Dichoso el que se mantiene despierto y conserva su ropa, para que no ande desnudo y se vea la vergüenza de su desnudez.»

16 Y reunieron a los reyes en el lugar que en hebreo se llama Harmagedón.

17 El séptimo ángel vació su copa en el aire, y desde el santuario salió una fuerte voz que venía del trono y decía: «¡Ya está hecho!» 18 Entonces hubo relámpagos, voces y truenos, y la tierra tembló a causa de un terremoto más violento que todos los terremotos que ha habido desde que hay gente en el mundo. 19 La gran ciudad se partió en tres, y las ciudades del mundo se derrumbaron; y Dios se acordó de la gran ciudad de Babilonia, para hacerla beber el vino de su ira terrible. 20 Todas las islas y los montes desaparecieron, 21 y del cielo cayeron sobre la gente enormes granizos, que pesaban más de cuarenta kilos, y los hombres dijeron cosas ofensivas contra Dios por la calamidad del granizo, porque fue un castigo muy grande.

Visión preparatoria

17 Uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, vino y me dijo: «Ven, te voy a mostrar el castigo de la gran prostituta que está sentada sobre las aguas. Los reyes del mundo se han entregado a la prostitución con ella, y los habitantes de la tierra se han emborrachado con el vino de su prostitución.»

Luego, en la visión que me hizo ver el Espíritu, el ángel me llevó al desierto.

La mujer sobre el monstruo

Allí vi una mujer montada en un monstruo rojo, el cual estaba cubierto de nombres ofensivos para Dios y tenía siete cabezas y diez cuernos. Aquella mujer iba vestida con ropa de colores púrpura y rojo, y estaba adornada con oro, piedras preciosas y perlas. Tenía en la mano una copa de oro llena de cosas odiosas y de la impureza de su prostitución; y llevaba escrito en la frente un nombre misterioso: «La gran Babilonia, madre de las prostitutas y de todo lo que hay de odioso en el mundo.» Luego me di cuenta de que la mujer estaba borracha de la sangre del pueblo santo y de los que habían sido muertos por ser testigos de Jesús.

Al verla, me quedé muy asombrado. Entonces el ángel me dijo: «¿Por qué te asombras? Te voy a decir el significado secreto de esa mujer y del monstruo que la lleva, el que tiene las siete cabezas y los diez cuernos. El monstruo que has visto es uno que antes vivía, pero ya no existe; sin embargo, va a subir del abismo antes de ir a su destrucción total. Los habitantes de la tierra cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la creación del mundo, se asombrarán cuando vean ese monstruo que antes vivía y ya no existe, pero que volverá a venir.

»Aquí se verá quién tiene sabiduría y entendimiento: Las siete cabezas representan siete montes sobre los que esa mujer está sentada; las cabezas, a su vez, representan siete reyes. 10 Cinco de estos reyes ya cayeron, uno de ellos gobierna ahora y el otro no ha venido todavía. Pero cuando venga, no durará mucho tiempo. 11 El monstruo que antes vivía y que ya no existe, es el octavo rey; aunque es también uno de los otros siete, y se encamina a su destrucción total.

12 »Los diez cuernos que has visto son diez reyes que todavía no han comenzado a gobernar; pero por una hora recibirán, junto con el monstruo, autoridad como de reyes. 13 Estos diez reyes están de acuerdo, y darán su poder y autoridad al monstruo. 14 Pelearán contra el Cordero; pero el Cordero los vencerá, teniendo con él a los que Dios ha llamado y escogido y son fieles, porque el Cordero es Señor de señores y Rey de reyes.»

15 El ángel me dijo también: «Las aguas que viste, sobre las cuales está sentada la prostituta, son pueblos, gentes, lenguas y naciones. 16 Y los diez cuernos que viste y el monstruo odiarán a la prostituta, y la dejarán abandonada y desnuda; comerán la carne de su cuerpo, y la quemarán con fuego. 17 Dios les ha puesto en el corazón la determinación de hacer lo que él quiere que hagan: se pondrán de acuerdo para entregar su autoridad de reyes al monstruo, hasta que se cumpla lo que Dios ha dicho. 18 La mujer que viste es aquella gran ciudad que domina a los reyes del mundo.»

La caída de Babilonia

18 Después de esto, vi otro ángel que bajaba del cielo; tenía mucha autoridad, y la tierra quedó iluminada con su resplandor. Con fuerte voz gritaba:

«¡Ya cayó, ya cayó la gran Babilonia!
¡Se ha vuelto vivienda de demonios,
guarida de toda clase de espíritus impuros,
nido de toda clase de aves impuras
y de fieras impuras y odiosas!
Pues todas las naciones se emborracharon
con el vino de su prostitución;
los reyes del mundo
se prostituyeron con ella,
y los comerciantes del mundo
se hicieron ricos con su exagerado derroche.»

Oí otra voz del cielo, que decía:
«Salgan de esa ciudad, ustedes que son mi pueblo,
para que no participen en sus pecados
ni los alcancen sus calamidades;
pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo,
y Dios ha tenido presentes sus maldades.
Denle lo mismo que ella ha dado a otros;
páguenle el doble de lo que ha hecho;
mézclenle una bebida dos veces más fuerte
que la que ella mezcló para otros;
denle tormento y sufrimiento
en la medida en que se entregó al orgullo y al derroche.
Pues dice en su corazón:
“Aquí estoy sentada como una reina.
No soy viuda, ni sufriré.”
Por eso, en un solo día le vendrán sus calamidades:
muerte, aflicción y hambre,
y será quemada en el fuego;
porque poderoso es Dios, el Señor, que la ha condenado.»

Los reyes del mundo que se prostituyeron con ella y se entregaron al derroche, llorarán y harán lamentación por ella cuando vean el humo de su incendio. 10 Se quedarán lejos por miedo a su castigo, y dirán:

«¡Ay, ay de ti, la gran ciudad,
Babilonia, la ciudad poderosa!
Porque en un instante llegó tu castigo.»

11 Los comerciantes del mundo también llorarán y harán lamentación por esa ciudad, porque ya no habrá quien les compre sus cargamentos: 12 cargamentos de oro, plata, piedras preciosas, perlas, telas de lino fino y de seda, de color púrpura y rojo; toda clase de maderas aromáticas; objetos de marfil, de maderas preciosas, de bronce, de hierro y de mármol; 13 cargamentos de canela y especias aromáticas; incienso, perfumes y resinas; vino, aceite, harina fina y trigo; animales de carga, ovejas, caballos, carros y hasta esclavos, que son vidas humanas. 14 Y dirán a la ciudad:

«¡Ya no tienes las ricas frutas
que tanto te gustaban;
para siempre has perdido
todos tus lujos y riquezas!»

15 Los que negociaban con esas cosas y se hicieron ricos a costa de la ciudad, se quedarán lejos por miedo a su castigo, llorando y lamentándose, 16 y dirán:

«¡Ay, ay de la gran ciudad!
Vestida de lino fino,
con ropas de color púrpura y rojo,
adornada con oro, perlas y piedras preciosas.
17 ¡Y en un instante se ha acabado tanta riqueza!»

Todos los capitanes de barco y los que navegan por la costa, los marineros y todos los que se ganan la vida en el mar, se quedaron lejos 18 y, al ver el humo del incendio de la ciudad, gritaron: «¿Qué otra ciudad podía compararse a esta gran ciudad?» 19 Y se echaron polvo en la cabeza, llorando y lamentándose, y gritaron:

«¡Ay, ay de la gran ciudad!
Con su riqueza se hicieron ricos
todos los que tenían barcos en el mar.
¡Y en un instante ha quedado destruida!»

20 Tú, oh cielo, alégrate
por causa de esa ciudad;
y alégrense ustedes, los del pueblo santo,
y los apóstoles y los profetas,
porque Dios, al condenarla,
les ha hecho justicia a ustedes.

21 Entonces un ángel poderoso levantó una piedra, que era como una gran piedra de molino, y lanzándola al mar dijo:

«Así serás tú echada abajo,
Babilonia, la gran ciudad,
y nunca más te volverán a ver.
22 Nunca más se oirá en tus calles
música de arpas, flautas y trompetas,
ni habrá en ti trabajadores de ningún oficio,
ni se oirá en ti el ruido de la piedra del molino.
23 Nunca más brillará en ti la luz de una lámpara,
ni se oirá en ti el bullicio de las fiestas de bodas.
Porque tus comerciantes eran los poderosos del mundo
y engañaste a todas las naciones con tus brujerías.»

24 Pues en esa ciudad se ha encontrado la sangre de los profetas y del pueblo santo, y de todos los que han sido asesinados en el mundo.

19 Después de esto, oí las fuertes voces de una gran multitud que decía en el cielo:

«¡Aleluya!
La salvación, la gloria y el poder
son de nuestro Dios,
porque él juzga rectamente y con verdad;
pues ha condenado a la gran prostituta
que con su prostitución corrompió al mundo;
ha vengado en ella
la muerte de los siervos de Dios.»

Luego volvieron a decir:
«¡Aleluya!
El humo de ella nunca dejará de subir.»

Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron hasta el suelo y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono. Y decían: «¡Amén! ¡Aleluya!» Desde el trono se oyó entonces una voz, que decía:

«¡Alaben a nuestro Dios
todos ustedes, pequeños y grandes,
todos ustedes que lo sirven
y le tienen reverencia!»

Canto de alabanza

Oí también algo como las voces de mucha gente, como el sonido de una cascada y de fuertes truenos. Decían:

«¡Aleluya!
Porque ha comenzado a gobernar el Señor,
nuestro Dios todopoderoso.
Alegrémonos,
llenémonos de gozo y démosle gloria,
porque ha llegado el momento
de las bodas del Cordero.
Su esposa se ha preparado:
se le ha permitido vestirse
de lino fino, limpio y brillante,
porque ese lino es la recta conducta
del pueblo santo.»

El ángel me dijo: «Escribe: “Felices los que han sido invitados al banquete de bodas del Cordero.”» Y añadió: «Éstas son palabras verdaderas de Dios.»

10 Me arrodillé a los pies del ángel, para adorarlo, pero él me dijo: «No hagas eso, pues yo soy siervo de Dios, lo mismo que tú y tus hermanos que siguen fieles al testimonio de Jesús. Adora a Dios.»

Pues ese testimonio de Jesús es el que inspira a los profetas.

El jinete vencedor

11 Vi el cielo abierto; y apareció un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, porque con rectitud gobernaba y hacía la guerra. 12 Sus ojos brillaban como llamas de fuego, llevaba en la cabeza muchas coronas y tenía un nombre escrito que solamente él conocía. 13 Iba vestido con ropa teñida de sangre, y su nombre era: La Palabra de Dios. 14 Lo seguían los ejércitos del cielo, vestidos de lino fino, blanco y limpio, y montados en caballos blancos. 15 Le salía de la boca una espada afilada, para herir con ella a las naciones. Las gobernará con cetro de hierro. Y él mismo pisará las uvas para sacar el vino de la ira terrible del Dios todopoderoso. 16 En su manto y sobre el muslo llevaba escrito este título: «Rey de reyes y Señor de señores.»

La victoria sobre el monstruo

17 Y vi un ángel que, puesto de pie en el sol, gritaba con fuerza a todas las aves de rapiña que vuelan en medio del cielo: «¡Vengan y reúnanse para la gran cena de Dios, 18 para que coman carne de reyes, de jefes militares y de hombres valientes, carne de caballos y de sus jinetes, carne de todos: de libres y de esclavos, de pequeños y de grandes!»

19 Vi al monstruo y a los reyes del mundo con sus ejércitos, que se habían reunido para pelear contra el que montaba aquel caballo y contra su ejército. 20 El monstruo fue apresado, junto con el falso profeta que había hecho señales milagrosas en su presencia. Por medio de esas señales, el falso profeta había engañado a los que se dejaron poner la marca del monstruo y adoraron su imagen. Entonces el monstruo y el falso profeta fueron arrojados vivos al lago de fuego donde arde el azufre. 21 Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves de rapiña se hartaron de la carne de ellos.

La victoria sobre el diablo

20 Vi un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Este ángel sujetó al dragón, aquella serpiente antigua que es el Diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años. Lo arrojó al abismo, donde lo encerró, y puso un sello sobre la puerta para que no engañara a las naciones hasta que pasaran los mil años, al cabo de los cuales habrá de ser soltado por un poco de tiempo.

Vi tronos, y en ellos estaban sentados los que habían recibido autoridad para juzgar. Vi también las almas de aquellos a quienes les cortaron la cabeza por haber sido fieles al testimonio de Jesús y al mensaje de Dios. Ellos no habían adorado al monstruo ni a su imagen, ni se habían dejado poner su marca en la frente o en la mano. Y vi que volvieron a vivir y que reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta después de los mil años. Ésta es la primera resurrección. ¡Dichosos los que tienen parte en la primera resurrección, pues pertenecen al pueblo santo! La segunda muerte no tiene ningún poder sobre ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él los mil años.

Cuando hayan pasado los mil años, Satanás será soltado de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones de los cuatro extremos de la tierra, a Gog y a Magog, cuyos ejércitos, numerosos como la arena del mar, reunirá para la batalla.

Y subieron por lo ancho de la tierra, y rodearon el campamento del pueblo santo, y la ciudad que él ama. Pero cayó fuego del cielo y los quemó por completo. 10 Y el diablo, que los había engañado, fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también habían sido arrojados el monstruo y el falso profeta. Allí serán atormentados día y noche por todos los siglos.

El juicio

11 Vi un gran trono blanco, y al que estaba sentado en él. Delante de su presencia desaparecieron completamente la tierra y el cielo, y no se los volvió a ver por ninguna parte. 12 Y vi los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono; y fueron abiertos los libros, y también otro libro, que es el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados de acuerdo con sus hechos y con lo que estaba escrito en aquellos libros. 13 El mar entregó sus muertos, y el reino de la muerte entregó los muertos que había en él; y todos fueron juzgados, cada uno conforme a lo que había hecho. 14 Luego el reino de la muerte fue arrojado al lago de fuego. Este lago de fuego es la muerte segunda, 15 y allí fueron arrojados los que no tenían su nombre escrito en el libro de la vida.

21 Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, y también el mar.

La revelación de Jesucristo

La revelación[a] de Jesucristo, que Dios(A) le dio, para mostrar a sus siervos(B) las cosas que deben suceder pronto(C); y la dio a conocer[b], enviándola por medio de su ángel(D) a su siervo Juan(E), el cual dio testimonio de la palabra de Dios(F), y del testimonio de Jesucristo(G), y de todo lo que vio. Bienaventurado el que lee y los que oyen las palabras de la profecía(H) y guardan las cosas que están escritas en ella, porque el tiempo está cerca(I).

Saludo a las siete iglesias

Juan(J), a las siete iglesias(K) que están en Asia(L): Gracia a vosotros y paz(M), de aquel(N) que es y que era y que ha de venir, y de los siete Espíritus que están delante de su trono(O), y de Jesucristo, el testigo fiel(P), el primogénito de los muertos(Q) y el soberano de los reyes de la tierra(R). Al que nos ama(S) y nos libertó[c] de nuestros pecados con[d] su sangre, e hizo de nosotros un reino(T) y sacerdotes(U) para su Dios y Padre[e](V), a Él sea la gloria y el dominio por los siglos de los siglos(W). Amén. He aquí, viene con las nubes(X) y todo ojo le verá(Y), aun los que le traspasaron; y todas las tribus[f] de la tierra harán lamentación por Él(Z); sí. Amén.

Yo soy el Alfa y la Omega[g](AA) —dice el Señor Dios(AB)el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso(AC).

Visión de Cristo

Yo, Juan(AD), vuestro hermano(AE) y compañero(AF) en la tribulación, en el reino(AG) y en la perseverancia(AH) en Jesús, me encontraba en la isla llamada Patmos, a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús(AI). 10 Estaba yo en el Espíritu[h](AJ) en el día del Señor(AK), y oí detrás de mí una gran voz, como sonido de trompeta(AL), 11 que decía[i]: Escribe en un libro[j](AM) lo que ves, y envíalo a las siete iglesias(AN): a Efeso(AO), Esmirna(AP), Pérgamo(AQ), Tiatira(AR), Sardis(AS), Filadelfia(AT) y Laodicea(AU). 12 Y me volví para ver de quién era la voz que hablaba conmigo. Y al volverme, vi siete candelabros de oro(AV); 13 y en medio de los candelabros(AW), vi a uno semejante al Hijo del Hombre[k](AX), vestido con una túnica que le llegaba hasta los pies(AY) y ceñido por el pecho con un cinto de oro(AZ). 14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la blanca lana(BA), como la nieve; sus ojos eran como llama de fuego(BB); 15 sus pies semejantes al bronce bruñido(BC) cuando se le ha hecho refulgir en el horno, y su voz como el ruido de muchas aguas(BD). 16 En su mano derecha tenía siete estrellas(BE), y de su boca salía una aguda espada de dos filos(BF); su rostro(BG) era como el sol cuando brilla con toda su fuerza(BH). 17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies(BI). Y Él puso su mano derecha sobre mí(BJ), diciendo: No temas(BK), yo soy el primero y el último(BL), 18 y el que vive(BM), y estuve muerto(BN); y he aquí, estoy vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del Hades[l](BO). 19 Escribe, pues(BP), las cosas que has visto, y las que son(BQ), y las que han de suceder después de estas(BR). 20 En cuanto al misterio(BS) de las siete estrellas(BT) que viste en mi mano derecha y de los siete candelabros de oro(BU): las siete estrellas(BV) son los ángeles[m] de las siete iglesias(BW), y los siete candelabros(BX) son las siete iglesias.

Mensaje a la iglesia de Efeso

Escribe al ángel de la iglesia en Efeso(BY):

«El que tiene las siete estrellas(BZ) en su mano derecha, el que anda entre[n] los siete candelabros(CA) de oro, dice esto: “Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia(CB), y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba(CC) a los que se dicen ser apóstoles(CD) y no lo son, y los has hallado mentirosos[o]. Tienes perseverancia, y has sufrido por mi nombre(CE) y no has desmayado. Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor(CF). Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete(CG), y haz las obras que hiciste al principio[p](CH); si no, vendré[q] a ti y quitaré tu candelabro de su lugar(CI), si no te arrepientes. Sin embargo tienes esto: que aborreces las obras de los nicolaítas(CJ), las cuales yo también aborrezco. El que tiene oído(CK), oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor[r](CL) le daré a comer del árbol de la vida(CM), que está en el paraíso de Dios(CN)”».

Mensaje a la iglesia de Esmirna

Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna(CO):

«El primero y el último(CP), el que estuvo muerto y ha vuelto a la vida(CQ), dice esto: “Yo conozco[s] tu tribulación(CR) y tu pobreza(CS) (pero tú eres rico(CT)), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos y no lo son(CU), sino que son sinagoga de Satanás(CV). 10 No temas lo que estás por sufrir. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis probados(CW), y tendréis tribulación por diez días(CX). Sé fiel hasta la muerte(CY), y yo te daré la corona de la vida(CZ). 11 El que tiene oído(DA), oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor[t](DB) no sufrirá daño de la muerte segunda(DC)”».

Mensaje a la iglesia de Pérgamo

12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo(DD):

«El que tiene la espada aguda de dos filos(DE), dice esto: 13 “Yo sé[u] dónde moras: donde está el trono de Satanás(DF). Guardas fielmente mi nombre y no has negado mi fe(DG), aun en los días de Antipas, mi testigo(DH), mi siervo fiel(DI), que fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás(DJ). 14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti(DK), porque tienes ahí a los que mantienen la doctrina de Balaam(DL), que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer actos de inmoralidad(DM). 15 Así tú también tienes algunos que de la misma manera mantienen la doctrina de los nicolaítas(DN). 16 Por tanto, arrepiéntete(DO); si no, vendré[v] a ti pronto(DP) y pelearé contra ellos con la espada de mi boca(DQ). 17 El que tiene oído(DR), oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor[w](DS) le daré del maná escondido(DT) y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita(DU) un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe(DV)”».

Mensaje a la iglesia de Tiatira

18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira(DW):

«El Hijo de Dios(DX), que tiene ojos[x] como llama de fuego(DY), y cuyos pies son semejantes al bronce bruñido, dice esto: 19 “Yo conozco tus obras(DZ), tu amor, tu fe, tu servicio y tu perseverancia(EA), y que tus obras recientes[y] son mayores que las primeras. 20 Pero tengo esto contra ti(EB): que toleras a esa[z] mujer Jezabel(EC), que se dice ser profetisa, y enseña y seduce a mis siervos a que cometan actos inmorales y coman cosas sacrificadas a los ídolos(ED). 21 Le he dado tiempo para arrepentirse(EE), y no quiere arrepentirse de su inmoralidad(EF). 22 Mira, la postraré[aa] en cama, y a los que cometen adulterio con ella(EG) los arrojaré en gran tribulación, si no se arrepienten de las obras de ella[ab]. 23 Y a sus hijos mataré con pestilencia[ac], y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña las mentes[ad](EH) y los corazones, y os daré a cada uno según vuestras obras(EI). 24 Pero a vosotros, a los demás que están en Tiatira(EJ), a cuantos no tienen esta doctrina, que no han conocido las cosas profundas de Satanás(EK), como ellos las llaman, os digo: No os impongo otra carga(EL). 25 No obstante, lo que tenéis(EM), retenedlo hasta que yo venga(EN). 26 Y al vencedor[ae](EO), al que guarda mis obras hasta el fin(EP), le daré autoridad sobre las naciones[af](EQ); 27 y las regirá[ag] con vara de hierro(ER), como los vasos del alfarero son hechos pedazos(ES), [ah]como yo también he recibido autoridad de mi Padre; 28 y le daré el lucero de la mañana(ET). 29 El que tiene oído(EU), oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”».

Mensaje a la iglesia de Sardis

Y escribe al ángel de la iglesia en Sardis(EV):

«El que tiene los siete Espíritus de Dios(EW) y las siete estrellas(EX), dice esto: “Yo conozco tus obras(EY), que tienes nombre de que vives, pero estás muerto(EZ). Ponte en vela y afirma las cosas que quedan, que estaban a punto de morir, porque no he hallado completas tus obras delante de mi Dios. Acuérdate(FA), pues, de lo que[ai] has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete(FB). Por tanto, si no velas, vendré(FC) como ladrón(FD), y no sabrás a qué hora vendré sobre ti(FE). Pero tienes unos pocos[aj](FF) en Sardis(FG) que no han manchado sus vestiduras(FH), y andarán conmigo vestidos de blanco(FI), porque son dignos. Así el vencedor[ak](FJ) será vestido de[al] vestiduras(FK) blancas y no borraré su nombre del libro de la vida(FL), y reconoceré su nombre delante de mi Padre(FM) y delante de sus ángeles. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias(FN)”».

Mensaje a la iglesia de Filadelfia

Y escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia(FO):

«El Santo(FP), el Verdadero(FQ), el que tiene la llave de David(FR), el que abre y nadie cierra[am], y cierra y nadie abre, dice esto: “Yo conozco tus obras(FS). Mira, he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar(FT), porque tienes un poco de poder, has guardado mi palabra y no has negado mi nombre(FU). He aquí, yo entregaré[an] a aquellos de la sinagoga de Satanás(FV) que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a[ao] tus pies(FW), y sepan que yo te he amado(FX). 10 Porque has guardado la palabra(FY) de mi perseverancia(FZ), yo también te guardaré(GA) de la hora de la prueba[ap](GB), esa hora que está por venir sobre todo el mundo[aq](GC) para poner a prueba[ar] a los que habitan sobre la tierra(GD). 11 Vengo pronto(GE); retén firme lo que tienes(GF), para que nadie tome tu corona(GG). 12 Al vencedor[as](GH) le haré una columna en el templo de mi Dios(GI), y nunca más saldrá de allí[at]; escribiré sobre él el nombre de mi Dios(GJ), y el nombre de la ciudad de mi Dios(GK), la nueva Jerusalén(GL), que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo(GM). 13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias(GN)”».

Mensaje a la iglesia de Laodicea

14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea(GO):

«El Amén(GP), el Testigo fiel y verdadero(GQ), el Principio[au] de la creación de Dios(GR), dice esto: 15 “Yo conozco tus obras(GS), que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente(GT)! 16 Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 17 Porque dices: ‘Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad’; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo(GU), 18 te aconsejo que de mí compres(GV) oro refinado por fuego(GW) para que te hagas rico, y vestiduras blancas(GX) para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez(GY), y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver. 19 Yo reprendo y disciplino a todos los que amo(GZ); sé, pues, celoso y arrepiéntete(HA). 20 He aquí, yo estoy a la puerta(HB) y llamo(HC); si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo(HD). 21 Al vencedor[av](HE), le concederé sentarse conmigo en mi trono(HF), como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono(HG). 22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias(HH)”».

Visión del trono de Dios

Después de esto miré(HI), y vi[aw] una puerta abierta en el cielo(HJ); y la primera voz que yo había oído, como sonido de trompeta(HK) que hablaba conmigo, decía: Sube(HL) acá y te mostraré las cosas que deben suceder después de estas(HM). Al instante estaba yo en el Espíritu[ax](HN), y vi[ay] un trono colocado en el cielo(HO), y a uno sentado en el trono(HP). Y el que estaba sentado era de aspecto semejante a una piedra de jaspe(HQ) y sardio[az](HR), y alrededor del trono había un arco iris[ba](HS), de aspecto semejante a la esmeralda(HT). Y alrededor del trono(HU) había veinticuatro tronos(HV); y sentados(HW) en los tronos, veinticuatro ancianos(HX) vestidos de ropas blancas(HY), con coronas de oro en la cabeza(HZ). Del trono salían relámpagos(IA), voces[bb] y truenos; y delante del trono había siete lámparas(IB) de fuego ardiendo, que son los siete Espíritus de Dios(IC). Delante del trono había como un mar transparente semejante al cristal(ID); y en medio del trono y alrededor del trono(IE), cuatro seres vivientes(IF) llenos de ojos por delante y por detrás(IG). El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo ser era semejante a un becerro; el tercer ser tenía el rostro como el de un hombre, y el cuarto ser era semejante a un águila volando(IH). Y los cuatro seres vivientes(II), cada uno de ellos con[bc] seis alas(IJ), estaban llenos de ojos alrededor y por dentro(IK), y día y noche(IL) no cesaban de decir[bd]:

Santo, Santo, Santo, es el Señor(IM) Dios,

el Todopoderoso(IN), el que era, el que es y el que ha de venir(IO).

Y cada vez que[be] los seres vivientes dan gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono(IP), al que vive por los siglos de los siglos(IQ), 10 los veinticuatro ancianos(IR) se postran[bf] delante del(IS) que está sentado en el trono(IT), y adoran[bg] al que vive por los siglos de los siglos(IU), y echan[bh] sus coronas delante del trono(IV), diciendo:

11 Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder(IW), porque tú creaste todas las cosas(IX), y por tu voluntad existen[bi] y fueron creadas.

El Cordero y el libro de los siete sellos

Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono(IY) un libro[bj] escrito por dentro y por fuera[bk](IZ), sellado con siete sellos(JA). Y vi a un ángel poderoso[bl](JB) que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y de desatar sus sellos? Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra(JC), podía abrir el libro ni mirar su contenido[bm]. Y yo lloraba mucho, porque nadie había sido hallado digno de abrir el libro ni de mirar su contenido[bn]. Entonces uno de los ancianos me dijo*: No llores; mira, el León(JD) de la tribu de Judá(JE), la Raíz de David(JF), ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos. Miré, y vi entre el trono (con los cuatro seres vivientes) y los ancianos[bo](JG), a un Cordero(JH), de pie, como inmolado(JI), que tenía siete cuernos(JJ) y siete ojos(JK), que son los siete Espíritus de Dios(JL) enviados por toda la tierra. Y vino, y tomó el libro de la mano derecha(JM) del que estaba sentado en el trono(JN). Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes(JO) y los veinticuatro ancianos(JP) se postraron(JQ) delante del Cordero(JR); cada uno tenía un arpa(JS) y copas[bp] de oro(JT) llenas de incienso, que son las oraciones de los santos(JU). Y cantaban* un cántico nuevo(JV), diciendo:

Digno eres de tomar el libro(JW) y de abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado(JX), y con tu sangre compraste[bq] para Dios(JY) a gente de toda tribu(JZ), lengua, pueblo y nación.

10 Y los has hecho[br] un reino(KA) y sacerdotes(KB) para nuestro Dios; y reinarán[bs] sobre la tierra(KC).

11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono(KD) y de los seres vivientes(KE) y de los ancianos(KF); y el número de ellos era miríadas de miríadas, y millares de millares(KG), 12 que decían a gran voz:

El Cordero(KH) que fue inmolado(KI) digno es de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza.

13 Y a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay(KJ), oí decir:

Al que está sentado en el trono(KK), y al Cordero(KL), sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos(KM).

14 Y los cuatro seres vivientes(KN) decían: Amén(KO). Y los ancianos(KP) se postraron y adoraron[bt](KQ).

Los primeros cuatro sellos

Vi cuando el Cordero(KR) abrió uno de los siete sellos(KS), y oí a uno de los cuatro seres vivientes(KT) que decía, como con voz de trueno(KU): Ven[bu]. Miré, y he aquí, un caballo blanco(KV); y el que estaba montado en él tenía un arco; se le dio una corona(KW), y salió conquistando y para conquistar(KX).

Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente(KY) que decía: Ven. Entonces salió otro caballo, rojo(KZ); y al que estaba montado en él se le concedió quitar la paz de la tierra(LA) y que los hombres se mataran unos a otros; y se le dio una gran espada.

Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente(LB) que decía: Ven. Y miré, y he aquí, un caballo negro(LC); y el que estaba montado en él tenía una balanza en la mano(LD). Y oí como una voz en medio de los cuatro seres vivientes(LE) que decía: Un litro[bv] de trigo por un denario[bw], y tres litros[bx] de cebada por un denario[by], y no dañes el aceite y el vino(LF).

Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente(LG) que decía: Ven. Y miré, y he aquí, un caballo amarillento[bz](LH); y el que estaba montado en él se llamaba Muerte(LI); y el Hades[ca](LJ) lo seguía. Y se les dio autoridad sobre la cuarta parte de la tierra(LK), para matar con espada, con hambre, con pestilencia[cb] y con las fieras de la tierra.

El quinto sello

Cuando el Cordero abrió el quinto sello, vi debajo(LL) del altar(LM) las almas(LN) de los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios(LO) y del testimonio que habían mantenido(LP); 10 y clamaban a gran voz, diciendo(LQ): ¿Hasta cuándo, oh Señor[cc](LR) santo(LS) y verdadero, esperarás para juzgar(LT) y vengar[cd] nuestra sangre de los que moran en la tierra(LU)? 11 Y se les dio a cada uno una vestidura blanca(LV); y se les dijo que descansaran un poco más de tiempo(LW), hasta que se completara(LX) también el número(LY) de sus consiervos y de sus hermanos que habrían de ser muertos como ellos lo habían sido.

El sexto sello

12 Vi cuando el Cordero abrió el sexto sello, y hubo un gran terremoto(LZ), y el sol se puso negro(MA) como cilicio(MB) hecho de cerda, y toda la luna se volvió como sangre, 13 y las estrellas del cielo cayeron a la tierra(MC), como la higuera(MD) deja caer sus higos verdes al ser sacudida por un fuerte viento. 14 Y el cielo desapareció[ce] como un pergamino[cf] que se enrolla(ME), y todo monte e isla fueron removidos de su lugar(MF). 15 Y los reyes de la tierra(MG), y los grandes, los comandantes[cg], los ricos, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; 16 y decían* a los montes y a las peñas(MH): Caed sobre nosotros y escondednos de la presencia[ch] del que está sentado en el trono(MI) y de la ira del Cordero(MJ), 17 porque ha llegado el gran día de la ira de ellos(MK), ¿y quién podrá[ci] sostenerse[cj](ML)?

Los ciento cuarenta y cuatro mil sellados

Después de esto, vi a cuatro ángeles(MM) de pie en los cuatro extremos[ck](MN) de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra(MO), para que no soplara viento alguno, ni sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol(MP). Y vi a otro ángel que subía de donde sale el sol(MQ) y que tenía el sello(MR) del Dios vivo(MS); y gritó a gran voz a los cuatro ángeles(MT) a quienes se les había concedido hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño, ni a la tierra ni al mar ni a los árboles(MU), hasta que hayamos puesto un sello(MV) en la frente a los siervos de nuestro Dios(MW). Y oí el número de los que fueron sellados(MX): ciento cuarenta y cuatro mil sellados(MY) de todas las tribus de los hijos de Israel; de la tribu de Judá fueron sellados doce mil; de la tribu de Rubén, doce mil; de la tribu de Gad, doce mil; de la tribu de Aser, doce mil; de la tribu de Neftalí, doce mil; de la tribu de Manasés, doce mil; de la tribu de Simeón, doce mil; de la tribu de Leví, doce mil; de la tribu de Isacar, doce mil; de la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José, doce mil, y de la tribu de Benjamín fueron sellados doce mil.

Los redimidos de todas las naciones

Después de esto miré, y vi[cl] una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas(MZ), de pie delante del trono(NA) y delante del Cordero(NB), vestidos con vestiduras blancas(NC) y con palmas en las manos(ND). 10 Y clamaban[cm] a gran voz, diciendo:

La salvación pertenece a nuestro Dios(NE) que está sentado en el trono(NF), y al Cordero.

11 Y todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono(NG) y alrededor de los ancianos(NH) y de los cuatro seres vivientes(NI), y cayeron sobre sus rostros(NJ) delante del trono, y adoraron a Dios, 12 diciendo:

¡Amén(NK)! La bendición(NL), la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén(NM).

13 Y uno de los ancianos habló[cn](NN) diciéndome: Estos que están vestidos con vestiduras blancas(NO), ¿quiénes son y de dónde han venido? 14 Y yo le respondí[co]: Señor mío, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que vienen de la gran tribulación(NP), y han lavado sus vestiduras(NQ) y las han emblanquecido(NR) en la sangre del Cordero(NS). 15 Por eso están delante del trono de Dios(NT), y le sirven(NU) día y noche en su templo[cp](NV); y el que está sentado en el trono(NW) extenderá su tabernáculo sobre ellos(NX). 16 Ya no tendrán hambre ni sed, ni el sol los abatirá[cq], ni calor alguno(NY), 17 pues el Cordero en medio del trono los pastoreará(NZ) y los guiará a manantiales de aguas de vida(OA), y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos(OB).

El séptimo sello

Cuando el Cordero abrió el séptimo sello(OC), hubo silencio en el cielo como por media hora. Y vi a los siete ángeles(OD) que están de pie delante de Dios, y se les dieron siete trompetas(OE).

Otro ángel(OF) vino y se paró ante el altar(OG) con[cr] un incensario de oro(OH), y se le dio mucho incienso(OI) para que lo añadiera[cs] a las oraciones de todos los santos(OJ) sobre el altar de oro(OK) que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió ante Dios el humo del incienso con[ct] las oraciones de los santos(OL). Y el ángel tomó el incensario, lo llenó con el fuego del altar(OM) y lo arrojó a la tierra(ON), y hubo truenos(OO), ruidos[cu], relámpagos y un terremoto(OP).

Las primeras cuatro trompetas

Entonces los siete ángeles que tenían las siete trompetas(OQ) se prepararon para tocarlas.

El primero tocó la trompeta, y vino granizo y fuego(OR) mezclados con sangre, y fueron arrojados a la tierra; y se quemó la tercera parte de la tierra(OS), se quemó la tercera parte(OT) de los árboles(OU) y se quemó toda la hierba verde(OV).

El segundo ángel tocó la trompeta, y algo como una gran montaña ardiendo en llamas(OW) fue arrojado al mar, y la tercera parte(OX) del mar se convirtió en sangre(OY). Y murió la tercera parte de los seres(OZ) que estaban en el mar y que[cv] tenían vida; y la tercera parte de los barcos fue destruida(PA).

10 El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo(PB) una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte(PC) de los ríos y sobre los manantiales de las aguas(PD). 11 Y el nombre de la estrella es Ajenjo; y la tercera parte(PE) de las aguas se convirtió en ajenjo(PF), y muchos hombres murieron por causa de las aguas, porque se habían vuelto amargas.

12 El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte(PG) del sol(PH), la tercera parte de la luna(PI) y la tercera parte(PJ) de las estrellas(PK), para que la tercera parte(PL) de ellos se oscureciera y el día no resplandeciera en su tercera parte(PM), y asimismo la noche.

13 Entonces miré, y oí volar a un águila[cw] en medio del cielo(PN), que decía a gran voz: ¡Ay, ay, ay(PO), de los que habitan en la tierra(PP), a causa de los toques de trompeta que faltan, que los otros tres ángeles están para tocar(PQ)!

La quinta trompeta

El quinto ángel tocó la trompeta(PR), y vi una estrella que había caído del cielo(PS) a la tierra, y se le dio la llave(PT) del pozo del abismo(PU). Cuando abrió el pozo del abismo, subió humo(PV) del pozo como el humo de un gran horno, y el sol y el aire(PW) se oscurecieron por el humo del pozo. Y del humo salieron langostas sobre[cx] la tierra(PX), y se les dio poder como tienen poder[cy] los escorpiones de la tierra(PY). Se les dijo que no dañaran(PZ) la hierba de la tierra(QA), ni ninguna cosa verde, ni ningún árbol, sino solo a los hombres que no tienen el sello de Dios en la frente(QB). No se les permitió matar a nadie[cz], sino atormentarlos por cinco meses(QC); y su tormento era como el tormento de un escorpión cuando pica[da] al hombre(QD). En aquellos días los hombres buscarán la muerte y no la hallarán(QE); y ansiarán morir, y la muerte huirá[db] de ellos. Y el aspecto[dc] de las langostas era semejante al de caballos dispuestos para la batalla(QF), y sobre sus cabezas tenían como coronas que parecían de oro, y sus caras eran como rostros humanos. Tenían cabellos como cabellos de mujer, y sus dientes eran como de leones(QG). También tenían corazas como corazas de hierro; y el ruido de sus alas era como el estruendo de carros, de muchos caballos que se lanzan a la batalla(QH). 10 Tienen colas parecidas a escorpiones(QI), y aguijones; y en sus colas está su poder para hacer daño a los hombres(QJ) por cinco meses(QK). 11 Tienen sobre ellos por rey al ángel del abismo(QL), cuyo nombre en hebreo(QM) es Abadón[dd](QN), y en griego se llama Apolión[de].

12 El primer ¡ay(QO)! ha pasado; he aquí, aún vienen dos ayes después de estas cosas.

La sexta trompeta

13 El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz que salía de los cuatro[df] cuernos(QP) del altar de oro(QQ) que está delante de Dios, 14 y decía al sexto ángel que tenía la trompeta: Suelta a los cuatro ángeles(QR) que están atados junto al gran río Eufrates(QS). 15 Y fueron desatados los cuatro ángeles que habían sido preparados para la hora, el día, el mes y el año(QT), para matar a la tercera parte de la humanidad[dg](QU). 16 Y el número de los ejércitos de los jinetes era de doscientos millones(QV); yo escuché su número(QW). 17 Y así es como vi[dh] en la visión(QX) los caballos y a los que los montaban: los jinetes tenían corazas color de fuego, de jacinto[di] y de azufre(QY); las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones, y de sus bocas salía fuego(QZ), humo y azufre(RA). 18 La tercera parte(RB) de la humanidad[dj] fue muerta por estas tres plagas: por el fuego(RC), el humo y el azufre que salían de sus bocas. 19 Porque el poder de los caballos está en su boca y en sus colas; pues sus colas son semejantes a serpientes, tienen cabezas y con ellas hacen daño. 20 Y el resto de la humanidad[dk], los que no fueron muertos por estas plagas, no se arrepintieron(RD) de las obras de sus manos(RE) ni dejaron de[dl] adorar a los demonios(RF) y a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, que no pueden ver ni oír ni andar(RG); 21 y no se arrepintieron de sus homicidios(RH) ni de sus hechicerías(RI) ni de su inmoralidad[dm](RJ) ni de sus robos.

El ángel y el librito

10 Y vi a otro ángel poderoso[dn](RK) que descendía del cielo(RL), envuelto en una nube; y el arco iris estaba sobre su cabeza(RM), y su rostro era como el sol(RN), y sus pies como columnas de fuego(RO); y tenía en su mano un librito(RP) abierto. Y puso el pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra(RQ); y gritó a gran voz, como ruge un león(RR); y cuando gritó, los siete truenos emitieron[do] sus voces(RS). Después que los siete truenos hablaron, iba yo a escribir(RT), cuando[dp] oí una voz del cielo(RU) que decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho y no las escribas(RV). Entonces el ángel que yo había visto de pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano derecha al cielo(RW), y juró por el que vive por los siglos de los siglos(RX), quien creó el cielo y las cosas que en Él hay, y la tierra y las cosas que en ella hay, y el mar y las cosas que en Él hay(RY), que ya no habrá dilación[dq](RZ), sino que en los días de la voz del séptimo ángel(SA), cuando esté para tocar la trompeta, entonces el misterio de Dios será[dr] consumado(SB), como Él lo anunció[ds] a sus siervos los profetas. Y la voz que yo había oído del cielo(SC), la de nuevo hablando conmigo, y diciendo: Ve, toma el libro[dt] que está abierto en la mano del ángel que está de pie sobre el mar y sobre la tierra(SD). Entonces fui al ángel y le dije que me diera el librito. Y él me dijo*: Tómalo y devóralo(SE); te amargará las entrañas, pero en tu boca será dulce como la miel. 10 Tomé el librito de la mano del ángel y lo devoré, y fue en mi boca dulce como la miel; y cuando lo comí, me amargó las entrañas. 11 Y me dijeron*[du](SF): Debes profetizar otra vez(SG) acerca de muchos pueblos, naciones, lenguas(SH) y reyes(SI).

Los dos testigos

11 Me fue dada una caña de medir[dv] semejante a una vara(SJ), y alguien dijo[dw](SK): Levántate y mide el templo[dx] de Dios y el altar, y a los que en él adoran. Pero excluye[dy] el patio[dz](SL) que está fuera del templo[ea], no lo midas, porque ha sido entregado a las naciones(SM), y estas hollarán(SN) la ciudad santa(SO) por cuarenta y dos meses(SP). Y otorgaré autoridad a mis dos testigos(SQ), y ellos profetizarán por mil doscientos sesenta días(SR), vestidos de cilicio[eb](SS). Estos son los dos olivos(ST) y los dos candelabros que están delante del Señor de la tierra. Y si alguno quiere hacerles daño, de su boca sale fuego(SU) y devora a sus enemigos; así debe morir(SV) cualquiera que quisiera hacerles daño. Estos tienen poder para cerrar el cielo(SW) a fin de que no llueva durante los días en que ellos profeticen[ec](SX); y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre(SY), y para herir la tierra con toda suerte de plagas todas las veces que quieran(SZ). Cuando hayan terminado de dar su testimonio, la bestia(TA) que sube(TB) del abismo(TC) hará guerra contra ellos(TD), los vencerá y los matará. Y sus cadáveres yacerán[ed] en la calle de la gran ciudad(TE), que simbólicamente[ee] se llama Sodoma(TF) y Egipto(TG), donde también su Señor fue crucificado. Y gente de todos los pueblos, tribus, lenguas y naciones(TH), contemplarán[ef] sus cadáveres[eg] por tres días y medio, y no permitirán[eh] que sus cadáveres sean sepultados(TI). 10 Y los que moran en la tierra(TJ) se regocijarán[ei] por[ej] ellos y se alegrarán[ek], y se enviarán regalos unos a otros(TK), porque estos dos profetas atormentaron a los que moran en la tierra(TL). 11 Pero después de los tres días y medio, el aliento de vida de parte de Dios vino a ellos(TM) y se pusieron en pie, y gran temor cayó sobre quienes los contemplaban. 12 Entonces oyeron una gran voz del cielo que les decía: Subid acá(TN). Y subieron al cielo en la nube(TO), y sus enemigos los vieron. 13 En aquella misma hora hubo un gran terremoto(TP) y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y siete mil personas[el] murieron en el terremoto, y los demás, aterrorizados, dieron gloria(TQ) al Dios del cielo(TR).

14 El segundo ¡ay! ha pasado(TS); he aquí, el tercer ¡ay! viene pronto.

La séptima trompeta

15 El séptimo ángel tocó la trompeta(TT), y se levantaron grandes voces en el cielo(TU), que decían:

El reino del mundo ha venido a ser el reino de nuestro Señor(TV) y de su Cristo[em](TW); y Él reinará por los siglos de los siglos(TX). 16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos(TY), se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios(TZ), 17 diciendo:

Te damos gracias, oh Señor Dios Todopoderoso(UA), el que eres y el que eras[en], porque has tomado tu gran poder y has comenzado a reinar[eo](UB). 18 Y las naciones(UC) se enfurecieron, y vino tu ira y llegó el tiempo de juzgar a los muertos(UD) y de dar la recompensa a tus siervos los profetas(UE), a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes(UF), y de destruir a los que destruyen la tierra.

19 El templo[ep] de Dios(UG) que está en el cielo fue abierto; y el arca de su pacto(UH) se veía[eq] en su templo[er], y hubo relámpagos(UI), voces[es] y truenos, y un terremoto y una fuerte granizada[et](UJ).

La mujer, el dragón y el niño

12 Y una gran señal(UK) apareció en el cielo(UL): una mujer(UM) vestida del sol(UN), con[eu] la luna debajo de sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; estaba encinta, y gritaba*(UO), estando de parto y con dolores de alumbramiento. Entonces apareció otra señal en el cielo(UP): he aquí, un gran dragón rojo(UQ) que tenía siete cabezas(UR) y diez cuernos(US), y sobre sus cabezas había siete diademas[ev](UT). Su cola arrastró* la tercera parte de las estrellas del cielo(UU) y las arrojó sobre la tierra(UV). Y el dragón(UW) se paró delante de la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo(UX) cuando ella diera a luz. Y ella dio a luz un hijo varón, que ha de regir[ew] a todas las naciones[ex] con vara de hierro(UY); y su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono(UZ). Y la mujer huyó al desierto, donde tenía* un lugar preparado por Dios, para ser sustentada[ey] allí, por mil doscientos sesenta días(VA).

Entonces hubo guerra en el cielo: Miguel(VB) y sus ángeles combatieron contra el dragón(VC). Y el dragón y sus ángeles lucharon(VD), pero no pudieron vencer[ez], ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue arrojado el gran dragón(VE), la serpiente antigua(VF) que se llama el diablo y Satanás(VG), el cual engaña al mundo entero[fa](VH); fue arrojado a la tierra(VI) y sus ángeles fueron arrojados con él. 10 Y oí una gran voz en el cielo(VJ), que decía:

Ahora ha venido la salvación(VK), el poder y el reino de nuestro Dios(VL) y la autoridad de su Cristo[fb], porque el acusador(VM) de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche, ha sido arrojado. 11 Ellos lo vencieron(VN) por medio de la sangre del Cordero(VO) y por la palabra del testimonio de ellos(VP), y no amaron sus vidas, llegando hasta sufrir la muerte(VQ). 12 Por lo cual regocijaos, cielos(VR) y los que moráis en ellos(VS). ¡Ay de la tierra y del mar(VT)!, porque el diablo ha descendido a vosotros(VU) con[fc] gran furor, sabiendo que tiene poco tiempo(VV).

13 Cuando el dragón(VW) vio que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón(VX). 14 Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila(VY) a fin de que volara de la presencia[fd] de la serpiente al desierto(VZ), a su lugar, donde fue* sustentada por un tiempo, tiempos y medio tiempo(WA). 15 Y la serpiente(WB) arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para hacer que fuera arrastrada por la corriente[fe]. 16 Pero la tierra ayudó a la mujer, y la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había arrojado de su boca. 17 Entonces el dragón se enfureció contra la mujer, y salió para hacer guerra(WC) contra el resto de la descendencia de ella(WD), los que guardan los mandamientos de Dios(WE) y tienen el testimonio de Jesús(WF).

La bestia que sube del mar

13 El dragón se paró[ff] sobre la arena del mar[fg].

Y vi que subía del mar una bestia(WG) que tenía diez cuernos(WH) y siete cabezas(WI); en sus cuernos había diez diademas[fh](WJ), y en sus cabezas había nombres blasfemos(WK). La bestia que vi era semejante a un leopardo(WL), sus pies eran como los de un oso(WM) y su boca como la boca de un león(WN). Y el dragón(WO) le dio su poder, su trono(WP) y gran autoridad. Y vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal(WQ) fue sanada. Y la tierra entera se maravilló(WR) y seguía tras la bestia; y adoraron al dragón, porque había dado autoridad(WS) a la bestia; y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién es semejante a la bestia(WT), y quién puede luchar contra ella? Se le dio una boca que hablaba palabras arrogantes[fi](WU) y blasfemias, y se le dio autoridad para actuar[fj] durante cuarenta y dos meses(WV). Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre y su tabernáculo, es decir, contra los que moran en el cielo(WW). Se le concedió hacer guerra contra los santos(WX) y vencerlos; y se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación(WY). Y la adorarán todos los que moran en la tierra(WZ), cuyos nombres no han sido escritos(XA), desde la fundación del mundo(XB), en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado[fk](XC). Si alguno tiene oído, que oiga(XD). 10 Si alguno es destinado a la cautividad, a la cautividad va(XE); si alguno ha de morir a espada(XF), a espada ha de morir. Aquí está la perseverancia(XG) y la fe de los santos.

La bestia que sube de la tierra

11 Y vi otra bestia(XH) que subía de la tierra; tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero(XI) y hablaba como un dragón(XJ). 12 Ejerce toda la autoridad de la primera bestia(XK) en su presencia[fl](XL), y hace que la tierra y los que moran en ella(XM) adoren a la primera bestia(XN), cuya herida mortal fue sanada(XO). 13 También hace grandes señales(XP), de tal manera que aun hace descender fuego del cielo(XQ) a la tierra en presencia de los hombres. 14 Además engaña(XR) a los que moran en la tierra(XS) a causa de las señales que se le concedió hacer(XT) en presencia de[fm] la bestia(XU), diciendo a los moradores de la tierra que hagan una imagen de la bestia que tenía* la herida de la espada(XV) y que ha vuelto a vivir. 15 Se le concedió dar aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia también hablara e hiciera[fn] dar muerte a todos(XW) los que no adoran la imagen(XX) de la bestia. 16 Y hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos(XY), se les dé[fo] una marca(XZ) en la mano derecha o en la frente, 17 y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca(YA): el nombre de la bestia(YB) o el número de su nombre(YC). 18 Aquí hay sabiduría(YD). El que tiene entendimiento, que calcule el número de la bestia, porque el número es el de un hombre(YE), y su número es seiscientos sesenta y seis[fp].

El Cordero y los ciento cuarenta y cuatro mil

14 Miré, y he aquí que el Cordero(YF) estaba de pie sobre el Monte Sión(YG), y con Él ciento cuarenta y cuatro mil(YH) que tenían el nombre de Él(YI) y el nombre de su Padre(YJ) escrito en la frente(YK). Y oí una voz del cielo, como el estruendo de muchas aguas(YL) y como el sonido de un gran trueno(YM); y la voz que oí era como el sonido de arpistas(YN) tocando sus arpas. Y cantaban* un[fq] cántico nuevo(YO) delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes(YP) y de los ancianos(YQ); y nadie podía aprender el cántico(YR), sino los ciento cuarenta y cuatro mil(YS) que habían sido rescatados[fr] de la tierra. Estos son los que no se han contaminado con mujeres(YT), pues son castos. Estos son los que siguen al Cordero(YU) adondequiera que va. Estos han sido rescatados[fs](YV) de entre los hombres como primicias(YW) para Dios y para el Cordero. En su boca(YX) no fue hallado engaño; están sin mancha(YY).

El mensaje de los tres ángeles

Y vi volar en medio del cielo(YZ) a otro ángel que tenía un evangelio eterno(ZA) para anunciarlo a los que moran en la tierra(ZB), y a toda nación, tribu, lengua y pueblo(ZC), diciendo a gran voz: Temed a Dios(ZD) y dadle gloria(ZE), porque la hora de su juicio ha llegado; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar(ZF) y las fuentes de las aguas(ZG).

Y le siguió otro ángel, el segundo, diciendo: ¡Cayó, cayó(ZH) la gran Babilonia(ZI)!; la que ha hecho beber a todas las naciones(ZJ) del vino de la pasión[ft] de su inmoralidad(ZK).

Entonces los siguió otro ángel, el tercero, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia(ZL) y a su imagen(ZM), y recibe una marca en su frente o en su mano(ZN), 10 él también beberá del vino del furor de Dios(ZO), que está preparado puro[fu] en el cáliz de su ira(ZP); y será atormentado con fuego y azufre(ZQ) delante de los santos ángeles y en presencia del Cordero(ZR). 11 Y el humo de su tormento asciende por los siglos de los siglos(ZS); y no tienen reposo, ni de día ni de noche(ZT), los que adoran a la bestia(ZU) y a su imagen(ZV), y cualquiera que reciba la marca de su nombre(ZW). 12 Aquí está la perseverancia de los santos(ZX) que guardan los mandamientos de Dios(ZY) y la fe de[fv] Jesús(ZZ).

13 Y oí una voz del cielo que decía: Escribe: «Bienaventurados los muertos(AAA) que de aquí en adelante mueren en el Señor(AAB)». Sí —dice el Espíritu(AAC)— para que descansen de sus trabajos(AAD), porque sus obras(AAE) van[fw] con ellos.

La siega de la tierra

14 Y miré, y he aquí una nube blanca(AAF), y sentado en la nube estaba uno semejante a hijo de hombre[fx](AAG), que tenía en la cabeza una corona de oro(AAH), y en la mano una hoz afilada. 15 Entonces salió del templo[fy] otro ángel(AAI) clamando a gran voz al que estaba sentado en la nube: Mete[fz] tu hoz y siega(AAJ), porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura[ga](AAK). 16 Y el que estaba sentado en la nube blandió[gb] su hoz sobre la tierra, y la tierra fue segada.

17 Salió otro ángel del templo[gc] que está en el cielo(AAL), que también tenía una hoz afilada. 18 Y otro ángel, el que tiene poder sobre el fuego(AAM), salió del altar(AAN); y llamó a gran voz al que tenía la hoz afilada, diciéndole: Mete[gd] tu hoz afilada(AAO) y vendimia los racimos de la vid de la tierra, porque sus uvas están maduras(AAP). 19 El ángel blandió[ge] su hoz sobre la tierra, y vendimió los racimos de la vid de la tierra y los echó en el gran lagar del furor de Dios(AAQ). 20 Y el lagar fue pisado[gf] fuera de la ciudad(AAR), y del lagar salió sangre(AAS) que subió hasta los frenos de los caballos por[gg] una distancia como de trescientos veinte kilómetros[gh].

Los siete ángeles con las siete plagas

15 Y vi otra señal en el cielo(AAT), grande y maravillosa: siete ángeles(AAU) que tenían siete plagas(AAV), las últimas(AAW), porque en ellas se ha consumado[gi] el furor de Dios.

Vi también como un mar de cristal(AAX) mezclado con fuego, y a los que habían salido victoriosos(AAY) sobre[gj] la bestia(AAZ), sobre[gk] su imagen(ABA) y sobre el[gl] número de su nombre(ABB), en pie sobre el mar de cristal(ABC), con[gm] arpas de Dios(ABD). Y cantaban* el cántico de Moisés(ABE), siervo de Dios(ABF), y el cántico del Cordero(ABG), diciendo:

¡Grandes y maravillosas son tus obras(ABH), oh Señor Dios, Todopoderoso(ABI)!
¡Justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones[gn](ABJ)!
¡Oh Señor! ¿Quién no temerá y glorificará tu nombre(ABK)?
Pues solo tú eres santo;
porque todas las naciones vendrán
y adorarán en tu presencia(ABL),
pues tus justos juicios(ABM) han sido revelados.

Después de estas cosas miré, y se abrió el templo[go](ABN) del tabernáculo del testimonio en el cielo(ABO), y salieron del templo[gp](ABP) los siete ángeles que tenían las siete plagas(ABQ), vestidos de lino puro[gq] y resplandeciente, y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro(ABR). Entonces uno de los cuatro seres vivientes(ABS) dio a los siete ángeles(ABT) siete copas[gr] de oro(ABU) llenas del furor de Dios(ABV), que vive por los siglos de los siglos(ABW). Y el templo[gs] se llenó con el humo de la gloria de Dios y de su poder(ABX); y nadie podía entrar al templo[gt] hasta que se terminaran las siete plagas de los siete ángeles.

Las siete copas de la ira de Dios

16 Y oí una gran voz que desde el templo[gu](ABY) decía a los siete ángeles(ABZ): Id y derramad en la tierra las siete copas[gv] del furor de Dios(ACA).

El primer ángel fue y derramó su copa[gw] en la tierra(ACB); y se produjo[gx] una llaga(ACC) repugnante y maligna en los hombres que tenían la marca de la bestia(ACD) y que adoraban su imagen.

El segundo ángel derramó su copa en el mar(ACE), y se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser viviente que había en[gy] el mar.

El tercer ángel derramó su copa en los ríos y en las fuentes de las aguas(ACF), y se convirtieron en[gz] sangre(ACG). Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú(ACH), el que eres, y el que eras(ACI), oh Santo(ACJ), porque has juzgado(ACK) estas cosas; pues ellos derramaron sangre de santos y profetas(ACL) y tú les has dado a beber sangre(ACM); lo merecen. Y oí al altar(ACN), que decía: Sí, oh Señor Dios(ACO) Todopoderoso, verdaderos y justos son tus juicios(ACP).

El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol(ACQ); y al sol le fue dado quemar a los hombres con fuego(ACR). Y los hombres fueron quemados con el intenso[ha] calor; y blasfemaron el nombre de Dios(ACS) que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron(ACT) para darle gloria(ACU).

10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia(ACV); y su reino se quedó en tinieblas(ACW), y se mordían la lengua de dolor. 11 Y blasfemaron(ACX) contra el Dios del cielo(ACY) por causa de sus dolores y de sus llagas(ACZ), y no se arrepintieron de sus obras(ADA).

12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates(ADB); y sus aguas se secaron(ADC) para que fuera preparado el camino(ADD) para los reyes del oriente[hb](ADE). 13 Y vi salir de la boca del dragón(ADF), de la boca de la bestia(ADG) y de la boca del falso profeta(ADH), a tres espíritus inmundos(ADI) semejantes a ranas(ADJ); 14 pues son espíritus de demonios(ADK) que hacen señales(ADL), los cuales van a los reyes de todo el mundo[hc](ADM), a reunirlos(ADN) para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso(ADO). 15 (He aquí, vengo como ladrón(ADP). Bienaventurado el que vela y guarda sus ropas(ADQ), no sea que ande desnudo y vean su vergüenza(ADR).) 16 Y los reunieron(ADS) en el lugar que en hebreo(ADT) se llama Armagedón[hd](ADU).

17 Y el séptimo ángel derramó su copa en el aire(ADV); y una gran voz salió(ADW) del templo[he](ADX), del trono, que decía: Hecho está(ADY). 18 Entonces hubo relámpagos, voces[hf] y truenos(ADZ); y hubo un gran terremoto(AEA) tal como no lo había habido desde que el hombre está sobre la tierra(AEB); fue tan grande y poderoso terremoto. 19 La gran ciudad(AEC) quedó dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones[hg] cayeron. Y la gran Babilonia(AED) fue recordada delante de Dios(AEE) para darle el cáliz del vino del furor de su ira(AEF). 20 Y toda isla huyó(AEG), y los montes no fueron hallados. 21 Y enormes granizos(AEH), como de un talento[hh] cada uno, cayeron*[hi] sobre los hombres; y los hombres blasfemaron contra Dios(AEI) por la plaga del granizo(AEJ), porque su plaga fue* sumamente grande.

La condenación de la gran ramera

17 Y uno (AEK) de los siete ángeles(AEL) que tenían las siete copas[hj](AEM), vino y habló conmigo, diciendo: Ven; te mostraré el juicio(AEN) de la gran ramera(AEO) que está sentada sobre muchas aguas(AEP); con ella los reyes de la tierra(AEQ) cometieron actos inmorales, y los moradores de la tierra(AER) fueron embriagados(AES) con el vino de su inmoralidad. Y me llevó(AET) en el Espíritu[hk](AEU) a un desierto(AEV); y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata(AEW), llena de nombres blasfemos(AEX), y que tenía siete cabezas y diez cuernos(AEY). La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata(AEZ), y adornada con oro, piedras preciosas[hl] y perlas, y tenía en la mano una copa de oro llena de abominaciones(AFA) y de las inmundicias de su inmoralidad, y sobre su frente había un nombre escrito, un misterio(AFB): BABILONIA LA GRANDE(AFC), LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA(AFD). Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos(AFE), y de la sangre de los testigos de Jesús. Y al verla, me asombré grandemente[hm]. Y el ángel me dijo: ¿Por qué te has asombrado? Yo te diré el misterio de la mujer y de la bestia(AFF) que la lleva, la que tiene las siete cabezas y los diez cuernos(AFG). La bestia que viste, era y no es(AFH), y está para subir(AFI) del abismo(AFJ) e ir a la destrucción[hn](AFK). Y los moradores de la tierra(AFL), cuyos nombres no se han escrito en el libro de la vida(AFM) desde la fundación del mundo(AFN), se asombrarán(AFO) al ver la bestia que era y no es(AFP), y que vendrá. Aquí está la mente que tiene sabiduría[ho](AFQ). Las siete cabezas son siete montes(AFR) sobre los que se sienta la mujer; 10 y son siete reyes(AFS); cinco han caído, uno es y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que permanezca un poco de tiempo. 11 Y la bestia que era y no es(AFT), es el octavo rey, y es uno de los siete y va a la destrucción[hp](AFU). 12 Y los diez cuernos que viste son diez reyes(AFV) que todavía no han recibido reino, pero que por una hora(AFW) reciben autoridad como reyes con la bestia. 13 Estos tienen un mismo propósito(AFX), y entregarán su poder y autoridad a la bestia. 14 Estos pelearán contra el Cordero(AFY), y el Cordero los vencerá(AFZ), porque Él es Señor de señores(AGA) y Rey de reyes(AGB), y los que están con Él(AGC) son llamados, escogidos y fieles(AGD). 15 Y me dijo*: Las aguas que viste(AGE) donde se sienta la ramera, son pueblos, multitudes, naciones y lenguas(AGF). 16 Y los diez cuernos que viste(AGG) y la bestia, estos odiarán a la ramera y la dejarán[hq] desolada(AGH) y desnuda(AGI), y comerán sus carnes(AGJ) y la quemarán con fuego(AGK); 17 porque Dios ha puesto en sus corazones(AGL) el ejecutar su propósito: que tengan ellos[hr] un propósito unánime(AGM), y den[hs] su reino a la bestia hasta que las palabras de Dios se cumplan(AGN). 18 Y la mujer que viste es la gran ciudad(AGO), que reina[ht] sobre los reyes de la tierra.

La caída de Babilonia

18 Después de esto vi a otro ángel(AGP) descender del cielo(AGQ), que tenía gran poder, y la tierra fue iluminada con su gloria(AGR). Y clamó con potente voz, diciendo: ¡Cayó, cayó la gran Babilonia(AGS)! Se ha convertido en habitación de demonios(AGT), en guarida[hu] de todo espíritu inmundo(AGU) y en guarida[hv] de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del[hw] vino de la pasión[hx] de su inmoralidad(AGV), y los reyes de la tierra(AGW) han cometido actos inmorales con ella, y los mercaderes de la tierra(AGX) se han enriquecido con la riqueza[hy] de su sensualidad[hz](AGY).

Y oí otra voz del cielo que decía: Salid de ella, pueblo mío(AGZ), para que no participéis de sus pecados y para que no recibáis de sus plagas; porque sus pecados se han amontonado[ia] hasta el cielo(AHA), y Dios se ha acordado de sus iniquidades(AHB). Pagadle tal como ella ha pagado(AHC), y devolvedle[ib] doble según sus obras; en la copa que ella ha preparado(AHD), preparad[ic] el doble para ella. Cuanto ella se glorificó a sí misma(AHE) y vivió sensualmente[id](AHF), así[ie] dadle tormento y duelo[if], porque dice en su corazón: «Yo estoy sentada como reina(AHG), y no soy viuda y nunca veré duelo[ig]». Por eso, en un solo día(AHH), vendrán sus plagas: muerte, duelo[ih] y hambre, y será quemada con fuego(AHI); porque el Señor Dios que la juzga es poderoso[ii](AHJ). Y los reyes de la tierra(AHK) que cometieron actos de inmoralidad y vivieron sensualmente[ij](AHL) con ella, llorarán y se lamentarán(AHM) por ella cuando vean el humo de su incendio(AHN), 10 mirando de pie desde lejos(AHO) por causa del temor de su tormento, y diciendo: «¡Ay, ay(AHP), la gran ciudad, Babilonia(AHQ), la ciudad fuerte!, porque en una hora(AHR) ha llegado tu juicio». 11 Y los mercaderes de la tierra(AHS) lloran y se lamentan(AHT) por ella, porque ya nadie compra sus mercaderías[ik]: 12 cargamentos de oro, plata, piedras preciosas[il], perlas, lino fino, púrpura, seda y escarlata(AHU); toda clase de maderas olorosas[im] y todo objeto de marfil y todo objeto hecho de maderas preciosas, bronce, hierro y mármol; 13 y canela, especias aromáticas[in], incienso, perfume, mirra, vino, aceite de oliva; y flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos, carros, esclavos[io] y vidas humanas[ip](AHV). 14 Y el fruto que tanto has anhelado[iq] se ha apartado de ti, y todas las cosas que eran lujosas y espléndidas se han alejado[ir] de ti, y nunca más las hallarán. 15 Los mercaderes(AHW) de estas cosas(AHX) que se enriquecieron a costa de ella, se pararán lejos(AHY) a causa del temor de su tormento, llorando y lamentándose, 16 diciendo: «¡Ay, ay(AHZ), la gran ciudad(AIA), que estaba vestida de lino fino, púrpura y escarlata(AIB), y adornada de oro, piedras preciosas y perlas[is]!, 17 porque en una hora(AIC) ha sido arrasada(AID) tanta riqueza». Y todos los capitanes, pasajeros[it] y marineros, y todos los que viven del mar(AIE), se pararon a lo lejos(AIF), 18 y al ver el humo de su incendio(AIG) gritaban(AIH), diciendo: «¿Qué ciudad es semejante(AII) a la gran ciudad(AIJ)?». 19 Y echaron polvo sobre sus cabezas(AIK), y gritaban, llorando y lamentándose, diciendo: «¡Ay, ay(AIL), la gran ciudad en la cual todos los que tenían naves en el mar se enriquecieron a costa de sus riquezas(AIM)!, porque en una hora(AIN) ha sido asolada(AIO)». 20 Regocíjate sobre ella(AIP), cielo, y también vosotros, santos, apóstoles y profetas(AIQ), porque Dios ha pronunciado juicio(AIR) por vosotros contra ella[iu].

21 Entonces un ángel poderoso[iv](AIS) tomó una piedra, como una gran piedra de molino(AIT), y la arrojó al mar, diciendo: Así será derribada con violencia Babilonia, la gran ciudad(AIU), y nunca más será hallada(AIV). 22 Y el sonido de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros(AIW) no se oirá más en ti; ni artífice de oficio alguno se hallará más en ti; ni ruido de molino(AIX) se oirá más en ti; 23 luz de lámpara no alumbrará más en ti; tampoco la voz del novio[iw] y de la novia[ix](AIY) se oirá más en ti; porque tus mercaderes(AIZ) eran los grandes de la tierra, pues todas las naciones fueron engañadas por tus hechicerías(AJA). 24 Y en ella fue hallada la sangre de los profetas, de los santos(AJB) y de todos los que habían sido muertos sobre la tierra(AJC).

Alabanzas en el cielo

19 Después de esto oí como una gran voz(AJD) de una gran multitud en el cielo, que decía:

¡Aleluya!(AJE)
La salvación(AJF) y la gloria y el poder(AJG) pertenecen a nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos(AJH),
pues ha juzgado a la gran ramera(AJI)
que corrompía la tierra con su inmoralidad,
y ha vengado la sangre de sus siervos en ella[iy](AJJ).

Y dijeron por segunda vez:

¡Aleluya(AJK)!
El humo de ella sube por los siglos de los siglos(AJL).

Y los veinticuatro ancianos(AJM) y los cuatro seres vivientes(AJN) se postraron y adoraron a Dios(AJO), que está sentado en el trono, y decían:

¡Amén(AJP)! ¡Aleluya(AJQ)!

Y del trono salió una voz que decía:

Alabad a nuestro Dios(AJR) todos sus siervos,
los que le teméis(AJS), los pequeños y los grandes.

Anuncio de las bodas del Cordero

Y oí como la voz de una gran multitud(AJT), como el estruendo de muchas aguas(AJU) y como el sonido de fuertes truenos(AJV), que decía:

¡Aleluya(AJW)!
Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina(AJX).
Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria(AJY),
porque las bodas del Cordero(AJZ) han llegado y su esposa se ha preparado(AKA).
Y a ella le fue concedido vestirse de lino fino(AKB), resplandeciente y limpio,
porque las acciones justas(AKC) de los santos son[iz] el lino fino.

Y el ángel(AKD) me dijo*: Escribe(AKE): «Bienaventurados los que están invitados[ja] a la cena de las bodas del Cordero(AKF)». Y me dijo*: Estas son palabras verdaderas de Dios(AKG). 10 Entonces caí a sus pies para adorarle(AKH). Y me dijo*(AKI): No hagas eso[jb]; yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos(AKJ) que poseen el testimonio de Jesús(AKK); adora a Dios. Pues el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.

El jinete del caballo blanco

11 Y vi el cielo abierto(AKL), y he aquí, un caballo blanco(AKM); el que lo montaba se llama Fiel y Verdadero(AKN), y con justicia juzga(AKO) y hace la guerra. 12 Sus ojos son una llama de fuego(AKP), y sobre su cabeza hay muchas diademas[jc](AKQ), y tiene un nombre escrito(AKR) que nadie conoce sino Él. 13 Y está vestido de un manto empapado en sangre(AKS), y su nombre es: El Verbo[jd](AKT) de Dios. 14 Y los ejércitos que están en los cielos, vestidos de lino fino(AKU), blanco y limpio(AKV), le seguían sobre caballos blancos. 15 De su boca sale una espada afilada(AKW) para herir con ella a las naciones(AKX), y las regirá[je] con vara de hierro(AKY); y Él pisa el lagar del vino del furor de la ira(AKZ) de Dios Todopoderoso. 16 Y en su manto y en su muslo tiene un nombre escrito(ALA): REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES(ALB).

17 Y vi a un ángel que estaba de pie en el sol. Y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan(ALC) en medio del cielo(ALD): Venid, congregaos(ALE) para la gran cena de Dios, 18 para que comáis carne de reyes, carne de comandantes[jf] y carne de poderosos, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de todos los hombres(ALF), libres y esclavos(ALG), pequeños y grandes(ALH).

19 Entonces vi a la bestia(ALI), a los reyes de la tierra y a sus ejércitos(ALJ) reunidos para hacer guerra contra el que iba montado en el caballo(ALK) y contra su ejército. 20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta(ALL) que hacía señales(ALM) en su presencia[jg](ALN), con las cuales engañaba(ALO) a los que habían recibido la marca de la bestia(ALP) y a los que adoraban su imagen(ALQ); los dos fueron arrojados vivos al lago de fuego(ALR) que arde con azufre(ALS). 21 Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del(ALT) que montaba el caballo(ALU), y todas las aves se saciaron de sus carnes(ALV).

Satanás atado durante el milenio

20 Y vi a un ángel que descendía del cielo(ALW), con[jh] la llave del abismo(ALX) y una gran cadena en su mano. Prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el Diablo(ALY) y Satanás, y lo ató por mil años(ALZ); y lo arrojó al abismo(AMA), y lo cerró y lo selló sobre él(AMB), para que no engañara más a las naciones(AMC), hasta que se cumplieran los mil años; después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.

También vi tronos(AMD), y se sentaron sobre ellos(AME), y se les concedió autoridad para juzgar(AMF). Y vi las almas de los que habían sido decapitados(AMG) por causa del testimonio de Jesús(AMH) y de la palabra de Dios, y a los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen(AMI), ni habían recibido la marca sobre su frente ni sobre su mano(AMJ); y volvieron a la vida[ji](AMK) y reinaron con Cristo por mil años(AML). Los demás muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años. Esta es la primera resurrección(AMM). Bienaventurado y santo es el que tiene parte en la primera resurrección(AMN); la muerte segunda no tiene poder sobre estos(AMO) sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo(AMP), y reinarán con Él por mil años(AMQ).

La derrota de Satanás

Cuando los mil años se cumplan, Satanás será soltado de su prisión(AMR), y saldrá a engañar a las naciones(AMS) que están en los cuatro extremos[jj] de la tierra(AMT), a Gog y a Magog(AMU), a fin de reunirlas para la batalla(AMV); el número de ellas es como la arena del mar(AMW). Y subieron sobre la anchura de la tierra(AMX), rodearon el campamento de los santos(AMY) y la ciudad amada(AMZ). Pero descendió fuego del cielo(ANA) y los devoró. 10 Y el diablo(ANB) que los engañaba(ANC) fue arrojado al lago de fuego y azufre(AND), donde también están la bestia(ANE) y el falso profeta(ANF); y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos(ANG).

El juicio ante el trono blanco

11 Y vi un gran trono(ANH) blanco y al que estaba sentado en él, de cuya presencia[jk] huyeron la tierra y el cielo(ANI), y no se halló lugar para ellos(ANJ). 12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños(ANK), de pie delante del trono, y los libros[jl] fueron abiertos(ANL); y otro libro[jm] fue abierto, que es el libro de la vida(ANM), y los muertos fueron juzgados por lo que estaba escrito en los libros[jn](ANN), según sus obras(ANO). 13 Y el mar entregó los muertos que estaban en él, y la Muerte y el Hades[jo](ANP) entregaron a los muertos que estaban en ellos(ANQ); y fueron juzgados, cada uno según sus obras(ANR). 14 Y la Muerte y el Hades(ANS) fueron arrojados al lago de fuego(ANT). Esta es la muerte segunda(ANU): el lago de fuego. 15 Y el que no se encontraba inscrito en el libro de la vida(ANV) fue arrojado al lago de fuego.

Un cielo nuevo y una tierra nueva

21 Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva(ANW), porque el primer cielo y la primera tierra pasaron(ANX), y el mar ya no existe.

Footnotes

  1. Apocalipsis 1:1 Gr., Apocalipsis
  2. Apocalipsis 1:1 O, manifestó
  3. Apocalipsis 1:5 Algunos mss. dicen: lavó
  4. Apocalipsis 1:5 O, en
  5. Apocalipsis 1:6 O, Dios y su Padre
  6. Apocalipsis 1:7 I.e., linajes, razas
  7. Apocalipsis 1:8 Algunos mss. agregan: el principio y el fin
  8. Apocalipsis 1:10 O, en espíritu
  9. Apocalipsis 1:11 Algunos mss. agregan: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último.
  10. Apocalipsis 1:11 O, rollo
  11. Apocalipsis 1:13 O, a un hijo de hombre
  12. Apocalipsis 1:18 I.e., la región de los muertos
  13. Apocalipsis 1:20 O, mensajeros
  14. Apocalipsis 2:1 Lit., en medio de
  15. Apocalipsis 2:2 O, falsos
  16. Apocalipsis 2:5 Lit., las primeras obras
  17. Apocalipsis 2:5 Lit., vengo
  18. Apocalipsis 2:7 O, Al que venza
  19. Apocalipsis 2:9 Algunos mss. agregan: tus obras y
  20. Apocalipsis 2:11 O, El que venza
  21. Apocalipsis 2:13 Algunos mss. agregan: tus obras y
  22. Apocalipsis 2:16 Lit., vengo
  23. Apocalipsis 2:17 O, Al que venza
  24. Apocalipsis 2:18 Lit., sus ojos
  25. Apocalipsis 2:19 O, postreras
  26. Apocalipsis 2:20 Lit., la
  27. Apocalipsis 2:22 Lit., arrojo
  28. Apocalipsis 2:22 Algunos mss. dicen: de ellos
  29. Apocalipsis 2:23 Lit., muerte
  30. Apocalipsis 2:23 Lit., los riñones; i.e., el hombre interior
  31. Apocalipsis 2:26 O, al que venza
  32. Apocalipsis 2:26 O, los gentiles
  33. Apocalipsis 2:27 O, pastoreará
  34. Apocalipsis 2:27 En el gr., aquí comienza el vers. 28
  35. Apocalipsis 3:3 Lit., cómo
  36. Apocalipsis 3:4 Lit., unos pocos nombres
  37. Apocalipsis 3:5 O, el que venza
  38. Apocalipsis 3:5 Lit., envuelto en
  39. Apocalipsis 3:7 O, cerrará
  40. Apocalipsis 3:9 Lit., doy
  41. Apocalipsis 3:9 Lit., delante de
  42. Apocalipsis 3:10 O, tentación
  43. Apocalipsis 3:10 Lit., la tierra habitada
  44. Apocalipsis 3:10 O, tentar
  45. Apocalipsis 3:12 O, Al que venza
  46. Apocalipsis 3:12 Lit., fuera
  47. Apocalipsis 3:14 I.e., el origen o la fuente
  48. Apocalipsis 3:21 O, Al que venza
  49. Apocalipsis 4:1 Lit., he aquí
  50. Apocalipsis 4:2 O, en espíritu
  51. Apocalipsis 4:2 Lit., he aquí
  52. Apocalipsis 4:3 O, cornalina
  53. Apocalipsis 4:3 O, una aureola
  54. Apocalipsis 4:5 O, ruidos
  55. Apocalipsis 4:8 Lit., teniendo
  56. Apocalipsis 4:8 Lit., no tienen descanso, diciendo:
  57. Apocalipsis 4:9 Lit., Y cuando
  58. Apocalipsis 4:10 Lit., se postrarán
  59. Apocalipsis 4:10 Lit., adorarán
  60. Apocalipsis 4:10 Lit., echarán
  61. Apocalipsis 4:11 O, eran
  62. Apocalipsis 5:1 O, rollo y así en el resto del cap.
  63. Apocalipsis 5:1 O, el anverso y el reverso
  64. Apocalipsis 5:2 O, fuerte
  65. Apocalipsis 5:3 Lit., ni mirarlo
  66. Apocalipsis 5:4 Lit., ni mirarlo
  67. Apocalipsis 5:6 Lit., Y vi en medio del trono, y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos
  68. Apocalipsis 5:8 O, tazones
  69. Apocalipsis 5:9 O, redimiste; algunos mss. dicen: nos ha comprado
  70. Apocalipsis 5:10 Algunos mss. posteriores dicen: nos has hecho
  71. Apocalipsis 5:10 Algunas versiones dicen: reinaremos
  72. Apocalipsis 5:14 Algunas versiones agregan: al que vive por los siglos de los siglos
  73. Apocalipsis 6:1 Algunos mss. agregan: y ve; también en los vers. 3, 5 y 7
  74. Apocalipsis 6:6 Gr., khoinix; i.e., medida de capacidad equivalente aprox. a un litro
  75. Apocalipsis 6:6 Un denario valía aprox. 4 gramos de plata, o el equivalente al salario de un día
  76. Apocalipsis 6:6 Gr., khoinix; i.e., medida de capacidad equivalente aprox. a un litro
  77. Apocalipsis 6:6 Un denario valía aprox. 4 gramos de plata, o el equivalente al salario de un día
  78. Apocalipsis 6:8 O, de color muy pálido
  79. Apocalipsis 6:8 I.e., la región de los muertos
  80. Apocalipsis 6:8 O, muerte
  81. Apocalipsis 6:10 O, Dueño
  82. Apocalipsis 6:10 Lit., no juzgas y vengas
  83. Apocalipsis 6:14 Lit., se separó
  84. Apocalipsis 6:14 Lit., rollo o libro
  85. Apocalipsis 6:15 Gr., quiliarcas; i.e., oficiales militares romanos al mando de mil soldados
  86. Apocalipsis 6:16 Lit., del rostro
  87. Apocalipsis 6:17 Lit., puede
  88. Apocalipsis 6:17 O, mantenerse en pie
  89. Apocalipsis 7:1 Lit., las cuatro esquinas; i.e., puntos cardinales
  90. Apocalipsis 7:9 Lit., he aquí
  91. Apocalipsis 7:10 Lit., claman
  92. Apocalipsis 7:13 Lit., respondió
  93. Apocalipsis 7:14 Lit., Y le he dicho
  94. Apocalipsis 7:15 O, santuario
  95. Apocalipsis 7:16 Lit., no caerá sobre ellos
  96. Apocalipsis 8:3 Lit., teniendo
  97. Apocalipsis 8:3 Lit., diera
  98. Apocalipsis 8:4 O, para
  99. Apocalipsis 8:5 O, voces
  100. Apocalipsis 8:9 Lit., los que
  101. Apocalipsis 8:13 Algunos mss. posteriores dicen: ángel
  102. Apocalipsis 9:3 Lit., hacia
  103. Apocalipsis 9:3 O, como el poder que tienen
  104. Apocalipsis 9:5 Lit., Y se les concedió no matarlos
  105. Apocalipsis 9:5 Lit., hiere
  106. Apocalipsis 9:6 Lit., huye
  107. Apocalipsis 9:7 Lit., las apariencias
  108. Apocalipsis 9:11 I.e., Destrucción
  109. Apocalipsis 9:11 I.e., Destructor
  110. Apocalipsis 9:13 Algunos mss. antiguos no incluyen: cuatro
  111. Apocalipsis 9:15 Lit., los hombres
  112. Apocalipsis 9:17 Lit., así vi
  113. Apocalipsis 9:17 O, zafiro
  114. Apocalipsis 9:18 Lit., los hombres
  115. Apocalipsis 9:20 Lit., los hombres
  116. Apocalipsis 9:20 Lit., para no
  117. Apocalipsis 9:21 O, fornicación
  118. Apocalipsis 10:1 O, fuerte
  119. Apocalipsis 10:3 O, hablaron
  120. Apocalipsis 10:4 Lit., y
  121. Apocalipsis 10:6 Lit., el tiempo no será más
  122. Apocalipsis 10:7 Lit., es
  123. Apocalipsis 10:7 Lit., anunció el evangelio
  124. Apocalipsis 10:8 O, rollo
  125. Apocalipsis 10:11 Lit., dicen
  126. Apocalipsis 11:1 Lit., caña
  127. Apocalipsis 11:1 Lit., diciendo
  128. Apocalipsis 11:1 O, santuario
  129. Apocalipsis 11:2 Lit., echa fuera
  130. Apocalipsis 11:2 O, atrio
  131. Apocalipsis 11:2 O, santuario
  132. Apocalipsis 11:3 I.e., vestidura áspera usada para penitencia
  133. Apocalipsis 11:6 Lit., los días de su profecía
  134. Apocalipsis 11:8 Algunos mss. antiguos dicen: Y su cadáver yacerá
  135. Apocalipsis 11:8 Lit., espiritualmente
  136. Apocalipsis 11:9 Lit., contemplan
  137. Apocalipsis 11:9 Lit., su cadáver
  138. Apocalipsis 11:9 Lit., no permiten
  139. Apocalipsis 11:10 Lit., regocijan
  140. Apocalipsis 11:10 Lit., sobre
  141. Apocalipsis 11:10 Lit., se alegran
  142. Apocalipsis 11:13 Lit., nombres de hombres, siete mil
  143. Apocalipsis 11:15 I.e., el Mesías
  144. Apocalipsis 11:17 Algunos mss. posteriores agregan: y el que has de venir
  145. Apocalipsis 11:17 Lit., reinaste
  146. Apocalipsis 11:19 O, santuario
  147. Apocalipsis 11:19 O, apareció
  148. Apocalipsis 11:19 O, santuario
  149. Apocalipsis 11:19 O, ruidos
  150. Apocalipsis 11:19 Lit., gran granizo
  151. Apocalipsis 12:1 Lit., y
  152. Apocalipsis 12:3 O, coronas
  153. Apocalipsis 12:5 O, pastorear
  154. Apocalipsis 12:5 O, todos los gentiles
  155. Apocalipsis 12:6 Lit., para que la sustentaran
  156. Apocalipsis 12:8 O, no fueron lo suficientemente fuertes
  157. Apocalipsis 12:9 Lit., a toda la tierra habitada
  158. Apocalipsis 12:10 I.e., el Mesías
  159. Apocalipsis 12:12 Lit., teniendo
  160. Apocalipsis 12:14 Lit., del rostro
  161. Apocalipsis 12:15 Lit., el río
  162. Apocalipsis 13:1 Algunos mss. posteriores dicen: Y yo me paré
  163. Apocalipsis 13:1 En el texto Gr. esta frase es el vers. 18 del cap. 12
  164. Apocalipsis 13:1 O, coronas
  165. Apocalipsis 13:5 Lit., grandes cosas
  166. Apocalipsis 13:5 Lit., hacer
  167. Apocalipsis 13:8 O, cuyos nombres no han sido escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde la fundación del mundo
  168. Apocalipsis 13:12 O, por su autoridad
  169. Apocalipsis 13:14 O, por la autoridad de
  170. Apocalipsis 13:15 Algunos mss. dicen: y hará
  171. Apocalipsis 13:16 Lit., les den
  172. Apocalipsis 13:18 Algunos mss. dicen: seiscientos dieciséis
  173. Apocalipsis 14:3 Algunos mss. antiguos dicen: cantan, como un
  174. Apocalipsis 14:3 Lit., comprados
  175. Apocalipsis 14:4 Lit., comprados
  176. Apocalipsis 14:8 Lit., del furor
  177. Apocalipsis 14:10 Lit., derramado sin mezclar
  178. Apocalipsis 14:12 O, su fe en
  179. Apocalipsis 14:13 Lit., siguen
  180. Apocalipsis 14:14 O, al Hijo del Hombre
  181. Apocalipsis 14:15 O, santuario
  182. Apocalipsis 14:15 Lit., Envía
  183. Apocalipsis 14:15 Lit., se ha secado
  184. Apocalipsis 14:16 Lit., echó
  185. Apocalipsis 14:17 O, santuario
  186. Apocalipsis 14:18 Lit., Envía
  187. Apocalipsis 14:19 Lit., echó
  188. Apocalipsis 14:20 I.e., las uvas fueron exprimidas
  189. Apocalipsis 14:20 Lit., desde
  190. Apocalipsis 14:20 Lit., 1,600 estadios
  191. Apocalipsis 15:1 O, completado
  192. Apocalipsis 15:2 Lit., de
  193. Apocalipsis 15:2 Lit., de
  194. Apocalipsis 15:2 Lit., del
  195. Apocalipsis 15:2 Lit., teniendo
  196. Apocalipsis 15:3 Algunos mss. antiguos dicen: los siglos
  197. Apocalipsis 15:5 O, santuario
  198. Apocalipsis 15:6 O, santuario
  199. Apocalipsis 15:6 Algunos mss. dicen: piedra pura
  200. Apocalipsis 15:7 O, tazones
  201. Apocalipsis 15:8 O, santuario
  202. Apocalipsis 15:8 O, santuario
  203. Apocalipsis 16:1 O, santuario
  204. Apocalipsis 16:1 O, los siete tazones
  205. Apocalipsis 16:2 O, tazón y así en el resto del cap.
  206. Apocalipsis 16:2 O, se convirtió en
  207. Apocalipsis 16:3 Algunos mss. antiguos dicen: viviente, las cosas en
  208. Apocalipsis 16:4 Algunos mss. antiguos dicen: se convirtió en
  209. Apocalipsis 16:9 Lit., gran
  210. Apocalipsis 16:12 Lit., del nacimiento del sol
  211. Apocalipsis 16:14 Lit., toda la tierra habitada
  212. Apocalipsis 16:16 O, Ar-Magedon
  213. Apocalipsis 16:17 O, santuario
  214. Apocalipsis 16:18 O, ruidos
  215. Apocalipsis 16:19 O, los gentiles
  216. Apocalipsis 16:21 El peso de un talento era de unos 34 kg.
  217. Apocalipsis 16:21 Lit., enorme granizo...cae
  218. Apocalipsis 17:1 O, los siete tazones
  219. Apocalipsis 17:3 O, en espíritu
  220. Apocalipsis 17:4 O, piedra preciosa
  221. Apocalipsis 17:6 Lit., con gran asombro
  222. Apocalipsis 17:8 O, perdición
  223. Apocalipsis 17:9 Algunas versiones traducen: Esto, para la mente que tenga sabiduría:
  224. Apocalipsis 17:11 O, perdición
  225. Apocalipsis 17:16 Lit., la harán
  226. Apocalipsis 17:17 Lit., y ejecutar
  227. Apocalipsis 17:17 Lit., y dar
  228. Apocalipsis 17:18 Lit., que tiene un reino
  229. Apocalipsis 18:2 O, prisión
  230. Apocalipsis 18:2 O, prisión
  231. Apocalipsis 18:3 Algunos mss. antiguos dicen: caído por el
  232. Apocalipsis 18:3 Lit., furor
  233. Apocalipsis 18:3 Lit., el poder
  234. Apocalipsis 18:3 O, lujo
  235. Apocalipsis 18:5 Lit., juntado
  236. Apocalipsis 18:6 Lit., dobladle el
  237. Apocalipsis 18:6 Lit., mezclado, mezclad
  238. Apocalipsis 18:7 O, lujosamente
  239. Apocalipsis 18:7 Lit., de la misma manera
  240. Apocalipsis 18:7 O, llanto
  241. Apocalipsis 18:7 O, llanto
  242. Apocalipsis 18:8 O, llanto
  243. Apocalipsis 18:8 O, fuerte
  244. Apocalipsis 18:9 O, lujosamente
  245. Apocalipsis 18:11 O, su cargamento
  246. Apocalipsis 18:12 Lit., piedra preciosa
  247. Apocalipsis 18:12 O, cidros
  248. Apocalipsis 18:13 Lit., amomo
  249. Apocalipsis 18:13 Lit., cuerpos
  250. Apocalipsis 18:13 Lit., almas de hombres
  251. Apocalipsis 18:14 Lit., del deseo de tu alma
  252. Apocalipsis 18:14 O, perecido
  253. Apocalipsis 18:16 Lit., piedra preciosa y perla
  254. Apocalipsis 18:17 Lit., los que navegan a cualquier parte
  255. Apocalipsis 18:20 Lit., juzgado vuestro juicio de ella
  256. Apocalipsis 18:21 O, fuerte
  257. Apocalipsis 18:23 O, desposado
  258. Apocalipsis 18:23 O, desposada
  259. Apocalipsis 19:2 Lit., de la mano de ella
  260. Apocalipsis 19:8 Lit., es
  261. Apocalipsis 19:9 O, llamados
  262. Apocalipsis 19:10 Lit., No, cuidado
  263. Apocalipsis 19:12 O, coronas
  264. Apocalipsis 19:13 O, La Palabra
  265. Apocalipsis 19:15 O, pastoreará
  266. Apocalipsis 19:18 Gr., quiliarcas; i.e., oficiales militares romanos al mando de mil soldados
  267. Apocalipsis 19:20 O, por su autoridad
  268. Apocalipsis 20:1 Lit., teniendo
  269. Apocalipsis 20:4 O, vivieron
  270. Apocalipsis 20:8 I.e., puntos cardinales
  271. Apocalipsis 20:11 Lit., cuyo rostro
  272. Apocalipsis 20:12 O, rollos
  273. Apocalipsis 20:12 O, rollo
  274. Apocalipsis 20:12 O, rollos
  275. Apocalipsis 20:13 I.e., la región de los muertos

Prólogo (1,1-3)

Esta es la revelación que Dios confió a Jesucristo en relación con los inminentes sucesos que era preciso poner en conocimiento de sus servidores. El ángel enviado por el Señor se la comunicó por medio de signos a Juan, su servidor. Y Juan es testigo de que todo lo que ha visto es palabra de Dios y testimonio de Jesucristo. ¡Dichoso quien lee y dichosos los que prestan atención a este mensaje profético y cumplen lo que en él está escrito! Porque la hora final está al caer.

I.— SIETE CARTAS PARA SIETE IGLESIAS (1,4—3,22)

Presentación y saludo

Juan a las siete iglesias de la provincia de Asia. Gracia y paz de parte del que es, del que era y del que está a punto de llegar; de parte de los siete espíritus que rodean su trono, y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los resucitados y el dominador de todos los reyes de la tierra.

Al que nos ama y nos ha liberado con su muerte de nuestros pecados, al que ha hecho de nosotros un reino y nos ha constituido sacerdotes para su Dios y Padre, a él la gloria y el poder por siempre. Amén.

¡Mirad cómo viene entre las nubes!
Todos lo verán,
incluso quienes lo traspasaron,
y todas las naciones de la tierra
prorrumpirán en llanto por su causa.
Sí. Amén.

“Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios— el que es, el que era y el que está a punto de llegar, el dueño de todo”.

Visión de Cristo glorioso

Yo soy Juan, vuestro hermano; unido a Jesús, participo con vosotros en el sufrimiento y en la espera paciente del Reino. Me hallaba desterrado en la isla de Patmos por haber proclamado la palabra de Dios y por haber dado testimonio de Jesús, 10 cuando el día del Señor caí en éxtasis y oí a mi espalda una voz poderosa, como de trompeta, 11 que ordenaba:

— Escribe en un libro todo lo que veas y envíalo a estas siete iglesias: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea.

12 Volví la cabeza para ver quién me hablaba; al volverme vi siete candeleros de oro, 13 y en medio de ellos vi una especie de figura humana, vestida con larga túnica y una banda de oro ciñéndole el pecho. 14 Los cabellos de su cabeza eran blancos como la lana blanca y como nieve; su mirada, como llama de fuego; 15 sus pies, semejantes al bronce que se está fundiendo en el horno; y su voz, como fragor de aguas caudalosas. 16 En su mano derecha tenía siete estrellas y de su boca salía una cortante espada de dos filos y su rostro era como el sol cuando brilla con todo su resplandor.

17 Apenas lo vi, caí fulminado a sus pies; pero él me tocó con su mano derecha y me dijo:

— No temas; yo soy el primero y el último. 18 Yo soy el que vive. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo en mi poder las llaves de la muerte y del abismo. 19 Escribe, pues, lo que has visto, lo que está sucediendo y lo que sucederá después. 20 En cuanto al misterio de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha y de los siete candeleros de oro, las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias y los siete candeleros son las siete iglesias.

A la iglesia de Éfeso: ¡Vuelve al primer amor!

Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y se pasea entre los siete candeleros de oro:

— Conozco tu comportamiento, tu esfuerzo y tu constancia. Sé que te dan náuseas los malvados y que has puesto a prueba a quienes se precian de apóstoles, sin serlo, y los has desenmascarado. Tienes constancia, has sufrido por mi causa y no has sucumbido al cansancio. Pero tengo una queja contra ti, y es que has dejado enfriar tu primer amor. Reflexiona, pues, sobre la altura de la que has caído, conviértete y vuelve a portarte como al principio. De lo contrario, si no te conviertes, vendré a ti y arrancaré tu candelero del lugar que ocupa. Aunque tienes a tu favor que aborreces la conducta de los nicolaítas, como la aborrezco yo también.

Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios.

A la iglesia de Esmirna: ¡Permanece fiel hasta la muerte!

Escribe al ángel de la iglesia de Esmirna. Esto dice el primero y el último, el que murió, pero ha vuelto a la vida:

— Conozco tus angustias y tu pobreza. Sin embargo, eres rico. Conozco también las calumnias de quienes presumen de judíos, y no son más que una sinagoga de Satanás. 10 No te acobardes ante los sufrimientos que te esperan. Es verdad que el diablo va a poner a prueba a algunos de vosotros metiéndolos en la cárcel; pero vuestra angustia durará poco tiempo. Tú, permanece fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de vida.

11 Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no será presa de la segunda muerte.

A la iglesia de Pérgamo: ¡Haz frente al error!

12 Escribe al ángel de la iglesia de Pérgamo: Esto dice el que tiene la espada cortante de dos filos:

13 — Ya sé que resides donde se ha hecho fuerte Satanás. A pesar de todo, te mantienes fiel a mí y no has abandonado la fe ni siquiera cuando ahí, en esa guarida de Satanás, visteis morir a mi fiel testigo Antipas. 14 Pero tengo algunas quejas contra ti: y es que toleras ahí a los que siguen las enseñanzas de Balaán, el que aconsejó a Balac que indujese a los israelitas a comer de lo ofrecido a los ídolos y a entregarse a la lujuria. 15 Igualmente, toleras a quienes se aferran a las enseñanzas de los nicolaítas. 16 Cambia, pues, de conducta, porque, si no, iré pronto a ti y entraré en combate contra esos con la espada que sale de mi boca.

17 Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del maná escondido, y le daré también una piedra blanca en la que hay escrito un nombre nuevo, que sólo quien lo reciba podrá descifrar.

A la iglesia de Tiatira: ¡Conserva intacta mi enseñanza!

18 Escribe al ángel de la iglesia de Tiatira: Esto dice el Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llama de fuego y los pies semejantes a bronce en fundición:

19 — Conozco tu comportamiento, tu amor, tu fe, tu entrega y tu constancia; sé que tu actual comportamiento mejora incluso el del pasado. 20 Pero tengo que reprocharte el que toleras a Jezabel, esa mujer que se las da de profetisa y que anda seduciendo con sus enseñanzas a mis servidores, incitándolos a vivir en la lujuria y a comer de lo ofrecido a los ídolos. 21 Le he dado tiempo para que se convierta, pero no quiere renunciar a su conducta licenciosa. 22 Pues bien, voy a encadenarla a un lecho de profunda angustia, junto con sus cómplices de adulterio, a menos que se aparten de su perverso proceder. 23 En cuanto a sus hijos, los heriré de muerte, para que todas las iglesias sepan que yo soy el que sondea las conciencias y los corazones y el que dará a cada uno de vosotros según su merecido.

24 A los demás que vivís en Tiatira sin haberos contaminado con esa doctrina —la de los secretos de Satanás, según la llaman—, ninguna otra obligación voy a imponeros. 25 Sólo os pido que lo que ahora poseéis lo conservéis intacto hasta mi venida. 26 Y al vencedor, al que me sea fiel hasta el fin, yo le daré poder sobre las naciones 27 para que pueda gobernarlas con cetro de hierro y quebrarlas como vasijas de barro, 28 conforme al poder que recibí de mi Padre. Y le daré también el lucero de la mañana.

29 Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias.

A la Iglesia de Sardes: ¡Cambia de conducta!

Escribe al ángel de la iglesia de Sardes: Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas:

— Conozco tu comportamiento y, aunque alardeas de estar vivo, sé que estás muerto. Despierta, pues, y reaviva lo que aún no ha muerto del todo, porque ante los ojos de mi Dios, tu comportamiento está lejos de ser irreprochable. ¿No recuerdas aquella tu disposición para escuchar y recibir? Pues mantenla y, si es preciso, cambia de conducta. Porque, si no estás en vela, vendré a ti como un ladrón, sin que puedas saber a qué hora llegaré contra ti. Bien es verdad que ahí, en Sardes, viven contigo unos cuantos de conducta irreprochable; un día me acompañarán vestidos de blanco, porque así lo han merecido. El vencedor, pues, vestirá de blanco, y no borraré su nombre del libro de la vida, sino que responderé por él ante mi Padre y ante sus ángeles.

Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias.

A la iglesia de Filadelfia: ¡Conserva lo que tienes!

Escribe al ángel de la iglesia de Filadelfia: Esto dice el Santo, el Veraz, el que tiene la llave de David, el que, cuando abre, nadie puede cerrar y, cuando cierra, nadie puede abrir:

— Conozco tu comportamiento y te he abierto una puerta que nadie podrá cerrar, porque, aunque eres débil, te has mantenido fiel tanto a mi mensaje como a mi persona. Por ello, voy a poner en tus manos a los de la sinagoga de Satanás, a esos que se precian de judíos, pero mienten, porque no lo son. Voy a hacer que se postren a tus pies, para que sepan que he puesto en ti mi amor. 10 Y ya que has sido fiel a mi consigna de aguantar con paciencia el sufrimiento, yo lo seré contigo en esta difícil hora que se avecina sobre el mundo entero, en la que serán puestos a prueba los habitantes de la tierra. 11 Estoy a punto de llegar. Conserva, pues, lo que tienes, para que nadie te arrebate la corona.

12 Al vencedor lo pondré de columna en el Templo de mi Dios, para que ya nunca salga de allí. Y grabaré sobre él el nombre de mi Dios, y grabaré también, junto a mi nombre nuevo, el nombre de la ciudad de mi Dios, la Jerusalén nueva, que desciende del trono celeste de mi Dios.

13 Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias.

A la iglesia de Laodicea: ¡Estoy llamando a la puerta!

14 Escribe al ángel de la iglesia de Laodicea: Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el que está en el origen de la obra creadora de Dios:

15 — Conozco tu comportamiento; no eres ni frío ni caliente, y más te valiera ser una cosa o la otra. 16 ¡Pero sólo eres tibio! No eres ni frío ni caliente, y por eso voy a vomitarte de mi boca. 17 Sé también que vas pregonando: “Soy rico, estoy forrado de dinero y nada necesito”. ¡Pobre infeliz! ¿No sabes que eres miserable y pordiosero y ciego y que estás desnudo? 18 Si de veras quieres enriquecerte, harías bien en comprarme oro pasado por el crisol, vestidos blancos con que cubrir tu vergonzosa desnudez y colirio con que ungir tus ojos para que puedas ver.

19 Yo reprendo y castigo a los que amo. Esfuérzate, pues, y cambia de conducta. 20 ¿No ves que estoy llamando a la puerta? Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré en su compañía. 21 Al vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí, así como yo he vencido y me he sentado junto a mi Padre en su trono.

22 Quien tenga oídos, preste atención a lo que el Espíritu dice a las iglesias.

II.— LOS SIETE SELLOS (4,1—8,1)

El trono de Dios

Después de todo esto tuve una visión. Vi una puerta abierta en el cielo, y aquella voz como de trompeta que me había hablado primero, me dijo:

— Sube aquí, que voy a mostrarte lo que tiene que suceder en adelante.

Al instante caí en éxtasis, y vi un trono colocado en medio del cielo y alguien sentado en él. El que estaba sentado resplandecía como el jaspe y el sardonio, mientras un halo de color esmeralda rodeaba el trono alrededor. Rodeando también el trono había otros veinticuatro tronos y, sentados en ellos, veinticuatro ancianos vestidos de blanco y ceñidas sus cabezas con coronas de oro. Relámpagos y truenos fragorosos salían del trono ante el que ardían siete lámparas, que eran los siete espíritus de Dios; y un mar transparente, como de cristal, se extendía también delante del trono. En medio del trono y a su alrededor había cuatro seres vivientes, todo ojos por delante y por detrás. El primero era semejante a un león; el segundo, como un toro; con rostro como de hombre el tercero; y el cuarto, semejante a un águila en pleno vuelo. Cada uno de los cuatro vivientes tenía seis alas y eran todo ojos por fuera y por dentro. Día y noche proclaman sin descanso:

— Santo, santo, santo,
Señor Dios, dueño de todo,
el que era, el que es,
el que está a punto de llegar.

Y cada vez que los cuatro vivientes tributan gloria y honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por siempre, 10 los veinticuatro ancianos caen de rodillas ante el que está sentado en el trono, adoran al que vive por siempre y arrojan sus coronas a los pies del trono, diciendo:

11 — Señor y Dios nuestro:
¡Nadie como tú merece recibir
la gloria, el honor y el poder!
Porque tú has creado todas las cosas;
en tu designio existían,
y conforme a él fueron creadas.

El libro y el Cordero

En la mano derecha del que estaba sentado en el trono vi un libro escrito por dentro y por fuera y sellado con siete sellos. Y vi también un ángel poderoso que clamaba con voz resonante:

— ¿Quién es digno de abrir el libro y romper sus sellos?

Y nadie, ni en el cielo, ni en la tierra, ni en los abismos, podía desenrollar el libro y ni siquiera mirarlo. Entonces rompí a llorar a lágrima viva porque nadie fue considerado digno de abrir el libro y ni siquiera de mirarlo. Pero uno de los ancianos me dijo:

— No llores. ¿No ves que ha salido victorioso el león de la tribu de Judá, el retoño de David? Él desenrollará el libro y romperá sus siete sellos.

Vi entonces, en medio, un Cordero que estaba entre el trono, los cuatro seres vivientes y los ancianos. Estaba en pie y mostraba señales de haber sido degollado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Se acercó el Cordero y recibió el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Apenas recibió el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero; todos tenían cítaras y copas de oro llenas de perfume, que son las oraciones de los santos. Y cantaban a coro este cántico nuevo:

— Digno eres de recibir el libro
y romper sus sellos,
porque has sido degollado
y con tu sangre has adquirido para Dios
gentes de toda raza,
lengua, pueblo y nación,
10 y has constituido con ellas
un reino de sacerdotes
que servirán a nuestro Dios
y reinarán sobre la tierra.

11 Y escuché en la visión la voz de innumerables ángeles que estaban alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos. Eran miles y miles, millones y millones, 12 y proclamaban en un inmenso coro:

— Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza,
la sabiduría, la fuerza, el honor,
la gloria y la alabanza.

13 Y oí también que las criaturas todas del cielo y de la tierra, las que estaban debajo de la tierra y en el mar decían:

— Alabanza, honor, gloria y poder
por los siglos sin fin
al que está sentado en el trono y al Cordero.

14 Los cuatro seres vivientes respondieron: “Amén”; y los ancianos se postraron en profunda adoración.

Los cuatro primeros sellos

Vi entonces cómo el Cordero rompió el primero de los siete sellos, al tiempo que uno de los cuatro seres vivientes decía con voz de trueno:

— ¡Ven!

Al mirar, vi un caballo blanco, cuyo jinete iba armado de un arco. Le dieron una corona, y salió como seguro vencedor. El Cordero rompió el segundo sello, y oí que el segundo ser viviente decía:

— ¡Ven!

Salió entonces otro caballo de color rojo. A su jinete se le dio una gran espada con la misión de borrar la paz de la tierra provocando guerras fratricidas.

Rompió el Cordero el tercer sello, y oí al tercer ser viviente que decía:

— ¡Ven!

Al mirar, vi un caballo negro, cuyo jinete sostenía una balanza en la mano. Emergiendo de entre los cuatro seres vivientes, una especie de voz proclamaba:

— Por un kilo de trigo, el jornal de un día; por tres kilos de cebada, el jornal de un día; no causes daño, sin embargo, al aceite y al vino.

El Cordero rompió el cuarto sello, y oí la voz del cuarto ser viviente, que decía:

— ¡Ven!

Al mirar, vi un caballo amarillo montado por un jinete que se llamaba “Muerte”. Detrás de él galopaba el “Abismo”, ambos con poder para aniquilar la cuarta parte de la tierra valiéndose de la espada, el hambre, la peste y los animales salvajes.

El quinto y sexto sello

El Cordero rompió el quinto sello, y vi debajo del altar, vivos, los que habían sido asesinados por haber proclamado la palabra de Dios y haber dado testimonio de su fe. 10 Y gritaron con voz poderosa:

— Señor santo y veraz, ¿cuánto vas a tardar en hacernos justicia y vengar la muerte que nos dieron los que habitan tierra?

11 Recibió entonces cada uno una túnica blanca, mientras les decían:

— Esperad todavía un poco hasta que se complete el número de vuestros compañeros y hermanos que han de morir como vosotros.

12 Vi cómo el Cordero rompía el sexto sello. Se produjo entonces un formidable terremoto; el sol se oscureció como si se vistiera de luto; la luna se volvió completamente como sangre; 13 las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como higos aún verdes sacudidos por un viento impetuoso; 14 el cielo se replegó sobre sí mismo como un pergamino que se enrolla, y todos los montes y las islas sintieron estremecerse sus cimientos. 15 Entonces, los reyes de la tierra, los nobles, los generales, los ricos, los poderosos, todos absolutamente, esclavos y libres, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes, 16 diciendo a cumbres y peñascos:

— Caed sobre nosotros; ocultadnos para que no nos vea el que está sentado en el trono, para que no dé con nosotros la ira del Cordero. 17 Porque ha llegado el gran día de su ira, y ¿quién podrá resistir en pie?

Los ciento cuarenta y cuatro mil

Vi después cuatro ángeles de pie sobre los cuatro puntos cardinales de la tierra. Sujetaban a los cuatro vientos, impidiendo que soplara viento alguno sobre la tierra, sobre el mar o sobre los árboles. Desde el oriente, entre tanto, subía otro ángel, que llevaba consigo el sello del Dios vivo y que gritaba con voz poderosa a los cuatro ángeles encargados de arrasar la tierra y el mar. Les decía:

— No causéis daño a la tierra, al mar o a los árboles hasta que marquemos en la frente a los servidores de nuestro Dios.

Y pude oír el número de los marcados: eran ciento cuarenta y cuatro mil, tomados de todas las tribus de Israel.

Doce mil marcados por tribu:
de Judá, de Rubén y de Gad;
de Aser, de Neftalí y de Manasés;
de Simeón, de Leví y de Isacar;
de Zabulón, de José y de Benjamín.
Una muchedumbre inmensa ante el trono.
Doce mil marcados por cada una de las tribus.

Vi luego una muchedumbre inmensa, incontable. Gentes de toda nación, raza, pueblo y lengua; todos de pie delante del trono y del Cordero; todos vestidos con túnica blanca, llevando palmas en la mano 10 y proclamando con voz poderosa:

— La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.

11 Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, cayeron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios, 12 diciendo:

— Amén. A nuestro Dios la alabanza,
la gloria, la sabiduría,
la acción de gracias, el honor,
el poder y la fuerza por siempre. Amén.

13 Entonces, uno de los ancianos me preguntó:

— ¿Quiénes son y de dónde han venido estos de las túnicas blancas?

14 Yo le respondí:

— Mi Señor, tú eres quien lo sabe.

Él me dijo:

— Estos son los que han pasado por la gran persecución, los que han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero. 15 Por eso están ante el trono de Dios, rindiéndole culto día y noche en su Templo; y el que está sentado en el trono los protege. 16 Ya no volverán a sentir hambre ni sed ni el ardor agobiante del sol. 17 El Cordero que está en medio del trono será su pastor, los conducirá a manantiales de aguas vivas, y Dios mismo enjugará toda lágrima de sus ojos.

El séptimo sello

Cuando, finalmente, el Cordero rompió el séptimo sello, se hizo en el cielo un silencio como de media hora.

III.— LAS SIETE TROMPETAS (8,2—14,20)

El ángel con el incensario de oro

Vi entonces cómo se entregaban siete trompetas a los siete ángeles que estaban en pie delante de Dios, mientras otro ángel se colocaba junto al altar con un incensario de oro. Recibió perfumes en abundancia para ofrecerlos, junto con las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que se levanta delante del trono de Dios. Y el aroma de los perfumes, junto con las oraciones de los santos, subió de la mano del ángel hasta la presencia de Dios. Entonces, el ángel tomó el incensario, lo llenó con las brasas del altar y lo arrojó sobre la tierra. Y retumbaron los truenos, los relámpagos cruzaron el cielo y se produjo un terremoto.

Las cuatro primeras trompetas

Los siete ángeles se prepararon para tocar las siete trompetas.

Tocó la trompeta el primero, y cayó sobre la tierra granizo y fuego mezclados con sangre. La tercera parte de la tierra quedó abrasada; la tercera parte de los árboles quedó abrasada; toda la hierba verde quedó abrasada.

El segundo ángel tocó la trompeta, y una especie de enorme montaña en llamas se precipitó en el mar. La tercera parte de las aguas del mar se convirtió en sangre; la tercera parte de los seres vivientes del mar perdió la vida; la tercera parte de las naves quedó aniquilada.

10 El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo un astro de grandes proporciones que, ardiendo como una antorcha, se abatió sobre la tercera parte de los ríos y de los manantiales. 11 “Ajenjo” se llamaba el astro, y en ajenjo se tornó la tercera parte de las aguas, y fue mucha la gente que murió a causa del amargor de las aguas.

12 El cuarto ángel tocó la trompeta, y la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas quedó como herida de muerte, la tercera parte de ellos se oscureció y las tinieblas invadieron la tercera parte del día y de la noche.

13 Miré entonces, y pude oír cómo un águila que volaba por lo más alto del cielo gritaba con voz poderosa:

— ¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra! ¿Qué va a ser de ellos cuando suenen las trompetas de los tres ángeles restantes, que ya se disponen a tocarlas?

La quinta trompeta

El quinto ángel tocó la trompeta, y vi cómo le fue entregada la llave del abismo a una estrella que había caído del cielo a la tierra. Abrió lo profundo del abismo, y de sus profundidades, como de un horno gigantesco, salió una densa humareda. El sol y el aire se oscurecieron a causa del humo del abismo, y de la humareda saltó sobre la tierra una plaga de langostas, con poder semejante al que tienen los escorpiones de la tierra. Se les ordenó que no hicieran daño a la hierba, ni a la vegetación, ni a los árboles. Sólo a quienes no llevasen en su frente la marca de Dios. Tampoco se les permitió que los mataran, sino únicamente que los sometieran a tortura durante cinco meses. Pero el tormento será atroz, como mordedura de escorpión. Serán días en que todos buscarán la muerte, y no la encontrarán; suspirarán por morir, y la muerte huirá de ellos.

Las langostas eran como caballos listos para el combate. Coronas como de oro ceñían sus cabezas, y tenían el rostro como de hombre, cabellos como de mujer y dientes como de león. Sus corazas parecían de hierro, y con sus alas producían un estrépito semejante al de carros de muchos caballos cuando corren a la batalla. 10 Sus colas eran como colas de escorpión, armadas de poderosos aguijones para herir a los humanos durante cinco meses. 11 Su rey es el ángel del abismo, llamado en hebreo Abadón, y en griego Apolion.

La sexta trompeta

12 Pasó la primera calamidad; pero he aquí que otras dos le vienen a la zaga. 13 El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz que, procedente de los ángulos del altar de oro que está delante de Dios, 14 decía al ángel que tenía en su mano la trompeta:

— Desata a los cuatro ángeles que están encadenados en la ribera del gran río Éufrates. 15 Y desató a los cuatro ángeles que estaban preparados para aniquilar en esa hora, día, mes y año a la tercera parte de la humanidad. 16 Y pude oír el número de soldados de este ejército de caballería: eran doscientos millones de jinetes. 17 Vi igualmente los caballos y sus jinetes, que vestían corazas de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como de león, y sus bocas despedían fuego, humo y azufre; 18 tres calamidades —fuego, humo y azufre— que salían de la boca de los caballos y que aniquilaron a la tercera parte de la humanidad. 19 El poder destructor de los caballos residía en su cabeza y en su cola, que estaba armada de mortíferas cabezas de serpiente.

20 A pesar de todo, quienes no fueron aniquilados por estas calamidades, se negaron a cambiar de conducta. Siguieron adorando a los demonios, a los ídolos de oro, plata, bronce, madera y piedra, dioses que no pueden ver, ni oír, ni caminar. 21 Siguieron aferrados a sus crímenes, a sus hechicerías, a su lujuria y a sus rapiñas.

El ángel con el libro abierto

10 Vi luego otro ángel lleno de poder. Bajaba del cielo envuelto en una nube y el arco iris coronaba su cabeza. Su rostro resplandecía como el sol y sus piernas eran semejantes a columnas de fuego. Tenía abierto en su mano un pequeño libro. Puso su pie derecho sobre el mar y su pie izquierdo sobre la tierra firme, y dejó oír su voz, poderosa como rugido de león. A su grito respondió el retumbar de siete truenos y una vez que resonaron los siete truenos, yo me dispuse a escribir. Pero una voz me dijo desde el cielo:

— No escribas. Mantén en secreto las palabras de los siete truenos.

Entonces el ángel que yo había visto de pie sobre el mar y la tierra firme, levantó al cielo la mano derecha y pronunció este juramento:

— Por el que vive por siempre y para siempre; por el que creó el cielo, la tierra, el mar y cuanto en ellos se contiene, juro que el plazo se ha cumplido y que en aquel día, cuando el séptimo ángel se disponga a tocar su trompeta, Dios cumplirá su plan secreto anunciado como buena noticia a sus servidores los profetas.

Y la misma voz que había escuchado desde el cielo, de nuevo me hablaba y me decía:

— Vete y toma el libro que tiene abierto en su mano el ángel que está en pie sobre el mar y la tierra firme.

Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el libro. Él me contestó:

— Tómalo y cómetelo. Aunque te amargue las entrañas, será en tu boca dulce como la miel.

10 Tomé, pues, el libro de la mano del ángel y me lo comí. Y resultó verdaderamente dulce como la miel en mi boca, pero amargo en mis entrañas una vez que me lo comí. 11 Y me dijo alguien:

— Debes aún proclamar un mensaje profético sobre multitud de pueblos, razas, lenguas y reinos.

Los dos testigos y la bestia

11 Recibí después una vara de medir semejante a un bastón, y me ordenaron:

— Ve, toma las medidas del Templo de Dios y de su altar y cuenta el número de sus adoradores. Pero no midas el patio exterior; déjalo aparte, porque ha sido entregado como botín a las naciones, que hollarán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses. Será entonces cuando yo envíe a mis dos testigos, para que, austeramente vestidos, proclamen el mensaje profético de Dios durante mil doscientos sesenta días. Me refiero a los dos olivos y a los dos candeleros que se mantienen firmes en presencia del Señor de la tierra. ¡Que nadie intente hacerles daño, pues de su boca sale fuego que devora a sus enemigos; irremisiblemente debe perecer quien intente hacerles daño! Tienen poder para cerrar el cielo e impedir que llueva mientras proclaman su mensaje profético; pueden convertir el agua en sangre; pueden herir la tierra cuantas veces quieran con toda clase de calamidades. Pero, una vez concluido su testimonio, surgirá del abismo la bestia, que entrará en combate contra ellos, los derrotará y los matará. Sus cadáveres estarán expuestos al público en la plaza de la gran ciudad a la que se da el nombre simbólico de Sodoma y Egipto, y en la que fue también crucificado su Señor. Tres días y medio estarán expuestos los cadáveres a la vista de gentes de todo pueblo, raza, lengua y nación, sin que nadie pueda darles sepultura. 10 Mientras tanto, se desbordará el júbilo y la alegría de los habitantes de la tierra por su muerte. Hasta se harán regalos unos a otros, ya que aquellos dos profetas les habían amargado la existencia. 11 Pero al cabo de los tres días y medio, Dios los hizo revivir y los puso de nuevo en pie, para asombro y terror de quienes los contemplaban.

12 Oí entonces una fuerte voz que les decía desde el cielo:

— Subid aquí.

Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos. 13 En ese momento se desencadenó un formidable terremoto: la décima parte de la ciudad se derrumbó, y siete mil personas perecieron víctimas del terremoto. Los supervivientes, sobrecogidos de espanto, alabaron al Dios del cielo.

14 Atrás ha quedado la segunda calamidad, pero la tercera está a las puertas.

La séptima trompeta

15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y se oyeron en el cielo voces poderosas que proclamaban:

— A nuestro Señor y a su Cristo pertenece el dominio del mundo, y lo ejercerá por siempre y para siempre.

16 Se postraron entonces rostro en tierra los veinticuatro ancianos que están sentados en sus tronos ante Dios, y adoraron a Dios, 17 diciendo:

— Gracias, Señor Dios, dueño de todo,
tú que existes desde siempre,
porque con tu inmenso poder
has establecido tu reinado.
18 Gracias, porque tu ira se ha hecho presente
destrozando el furor de las naciones
y porque ha sonado la hora del juicio,
la hora de premiar a tus siervos los profetas,
a los santos y a cuantos veneran tu nombre,
sean humildes o poderosos,
la hora de exterminar a los que corrompen la tierra.

19 En aquel instante se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y dentro de él apareció el Arca de su alianza en medio de relámpagos, truenos fragorosos, temblores de tierra y un recio granizar.

La mujer y el dragón

12 Apareció entonces en el cielo una figura prodigiosa: una mujer vestida del sol, con la luna por pedestal y una corona de doce estrellas en la cabeza. Embarazada y a punto de dar a luz, los dolores del alumbramiento le arrancaban gemidos de angustia.

Entonces otra figura prodigiosa apareció en el cielo: un enorme dragón color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y una diadema en cada una de sus siete cabezas. Con su cola arrastró un tercio de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se puso al acecho frente a la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a devorar al hijo en cuanto naciera. La mujer dio a luz a un hijo varón, destinado a regir todas las naciones con cetro de hierro; un hijo que fue puesto a salvo junto al trono de Dios. Mientras tanto, la mujer huyó al desierto, a un lugar preparado por Dios, donde será alimentada durante mil doscientos sesenta días.

Victoria de Miguel contra el dragón

En el cielo se libró un combate: Miguel y sus ángeles pelearon contra el dragón. Lucharon encarnizadamente el dragón y sus ángeles, pero no vencieron, y fueron arrojados del cielo para siempre. Así que aquel enorme dragón, es decir, la antigua serpiente, la que tiene por nombre Diablo y Satanás, la que continuamente está seduciendo al mundo entero, fue precipitado a la tierra junto con sus ángeles. 10 Y oí en el cielo una voz poderosa que decía:

— Ya está aquí la salvación,
el poder y el reino de nuestro Dios;
ya está aquí la soberanía de su Cristo.
Ha sido reducido a la impotencia
el que día y noche acusaba
a nuestros hermanos
delante de nuestro Dios.
11 Han sido ellos quienes lo vencieron
por medio de la sangre del Cordero
y por medio del mensaje con que testificaron,
sin que su amor a la vida
les hiciera rehuir la muerte.
12 ¡Alegraos, por tanto, cielos,
y quienes en ellos tenéis vuestra morada!
Temblad, en cambio, vosotros, tierra y mar,
porque el diablo ha bajado hasta vosotros
ebrio de furor, sabiendo que es corto
el tiempo con que cuenta.

13 Al verse arrojado a la tierra, el dragón se lanzó a perseguir a la mujer que había dado a luz al hijo varón. 14 Pero la mujer recibió dos alas de águila real, para que pudiera volar al lugar que tenía destinado en el desierto y ser allí alimentada, lejos de la serpiente, durante tres tiempos y medio. 15 La serpiente lanzó entonces de su boca agua como si fuera un torrente con el fin de anegar a la mujer. 16 Pero la tierra acudió en ayuda de la mujer: abrió su boca y absorbió el torrente que había salido de la boca del dragón. 17 Despechado por su fracaso con la mujer, el dragón se fue a hacer la guerra contra el resto de los hijos de la mujer, es decir, contra los que cumplen los mandamientos de Dios y se mantienen como testigos fieles de Jesús. 18 Y el dragón se puso al acecho junto a la orilla del mar.

Las dos bestias

13 Vi entonces cómo surgía del mar una bestia con diez cuernos y siete cabezas. En cada cuerno tenía una diadema, y en cada cabeza un título blasfemo. Era una bestia parecida a un leopardo, si bien sus patas eran como de oso y sus fauces como de león. El dragón le dio su fuerza, su imperio y su inmenso poderío. Me pareció que una de sus cabezas había sido herida de muerte, pero la herida mortal estaba ya curada; y toda la tierra corría fascinada tras la bestia. Adoraron al dragón, por cuanto había traspasado su poder a la bestia, y adoraron también a la bestia, exclamando:

— ¡No hay nadie como la bestia! ¿Quién se atreverá a pelear contra ella?

Se le permitió a la bestia proferir bravatas y blasfemias, y se le concedió autorización para actuar durante cuarenta y dos meses. Y así lo hizo: profirió blasfemias contra Dios, contra su nombre y su santuario, y contra los que habitan en el cielo. También se permitió a la bestia pelear contra los mismos consagrados a Dios, hasta vencerlos; y le fue concedido poder sobre gentes de toda raza, pueblo, lengua y nación. Y todos los habitantes de la tierra, salvo los inscritos en el libro de la vida que tiene el Cordero degollado desde el principio del mundo, rendirán vasallaje a la bestia. Quien tenga oídos, preste atención:

10 El que esté destinado a ser cautivo,
en cautivo se convertirá.
El que haya de morir a espada,
a filo de espada morirá.

¡Ha sonado la hora de poner a prueba la firmeza y la fe de los consagrados a Dios!

11 Vi luego cómo surgía de la tierra otra bestia, que tenía dos cuernos de carnero y hablaba como un dragón. 12 Tenía todo el poderío de la primera bestia y lo ejercía en su favor, logrando que todos los habitantes de la tierra adorasen a aquella primera bestia, cuya herida mortal había sido curada. 13 Realizaba prodigios formidables, como hacer bajar fuego del cielo a la tierra a la vista de la gente. 14 Con esos prodigios que se le había permitido hacer en presencia de la bestia, engañaba a los habitantes de la tierra animándolos a erigir una imagen en honor de aquella bestia que estuvo herida de muerte y revivió. 15 Se concedió a esta segunda bestia infundir vida a la imagen de la bestia hasta hacerla hablar y causar la muerte a todos cuantos se negaran a adorar esa imagen. 16 Mandó también que todos, humildes y poderosos, ricos y pobres, libres y esclavos, llevaran una marca tatuada en la mano derecha o en la frente. 17 Y sólo quien llevaba tatuado el nombre de la bestia o la cifra de su nombre era considerado ciudadano con plenitud de derechos. 18 Sabiduría se requiere aquí. El que presuma de sabio, pruebe a descifrar el número de la bestia, que es cifra humana. El seiscientos sesenta y seis es la cifra.

El cortejo del Cordero y el cántico nuevo

14 Volví a mirar, y vi al Cordero de pie sobre el monte de Sión. Lo acompañaban los ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban grabado en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre. Y escuché un sonido como de aguas caudalosas y de truenos fragorosos que venía del cielo; era, sin embargo, el sonido de arpistas tañendo sus cítaras. Entonaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos; un cántico que nadie era capaz de cantar, fuera de los ciento cuarenta y cuatro mil rescatados de la tierra. Estos son los que no se contaminaron con la idolatría manteniéndose vírgenes, los que forman el cortejo perenne del Cordero, los rescatados de entre la humanidad como primeros frutos para Dios y para el Cordero, los de palabras sinceras y de conducta intachable.

El mensaje de los tres ángeles

Vi también otro ángel que volaba por lo más alto del cielo. Tenía un evangelio eterno que anunciar a los habitantes de la tierra; a todas las razas, naciones, lenguas y pueblos. Decía con voz poderosa:

— Temed a Dios y dadle gloria, porque ha sonado la hora del juicio. Adorad al creador del cielo y de la tierra, del mar y de los manantiales de agua.

Un segundo ángel lo seguía, proclamando:

— ¡Por fin cayó la orgullosa Babilonia, la que emborrachó al mundo entero con el vino de su desenfrenada lujuria! Y un tercer ángel seguía a los dos anteriores, clamando con voz poderosa:

— ¡Adorad, si queréis, a la bestia y a su imagen! ¡Dejaos tatuar su marca, si os place, en la frente o en la mano! 10 Pero entonces, disponeos a beber el vino de la ira de Dios que ha sido vertido sin mezcla alguna en la copa de su furor, disponeos a ser torturados con fuego y azufre en presencia de los santos ángeles y del Cordero. 11 El tormento será eterno y no habrá descanso ni de día ni de noche para quienes adoren a la bestia y a su imagen, para quienes se hayan dejado tatuar su nombre. 12 ¡Ha sonado la hora de poner a prueba la firmeza de los consagrados a Dios, de los que cumplen los mandamientos de Dios y son fieles a Jesús!

13 Y oí una voz que decía: desde el cielo:

— Escribe esto: “Dichosos desde ahora los muertos que mueren en el Señor. El Espíritu mismo les asegura el descanso de sus fatigas, por cuanto sus buenas obras los acompañan”.

Tiempo de siega y de vendimia

14 Volví a mirar, y vi una nube blanca. Sentado sobre ella había un ser de aspecto humano que llevaba una corona de oro en la cabeza y una hoz afilada en la mano. 15 Salió del Templo otro ángel y gritó con voz poderosa al que estaba sentado en la nube:

— Empuña tu hoz y comienza a segar. Es el tiempo de la siega, pues ya está la mies en sazón.

16 Acercó su hoz a la tierra el que estaba sentado sobre la nube y segó la mies de la tierra.

17 A continuación salió del Templo celestial otro ángel, que también llevaba una hoz afilada. 18 Y todavía surgió del altar un ángel más —el que tiene poder sobre el fuego— y ordenó con fuerte voz al de la hoz afilada:

— Empuña tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, pues ya están las uvas en sazón.

19 Acercó el ángel su hoz a la tierra, vendimió la viña de la tierra y arrojó la vendimia al gran lagar de la ira de Dios. 20 En las afueras de la ciudad fue pisado el lagar y salió de él tanta sangre, que inundó la tierra hasta alcanzar la altura de las bridas de un caballo en un radio de trescientos kilómetros.

IV.— LAS SIETE COPAS (15,1—19,10)

El cántico de Moisés y del Cordero

15 Vi luego en el cielo otra señal formidable y maravillosa: siete ángeles llevaban las siete últimas calamidades con las que había de consumarse la ira de Dios. Vi también una especie de mar, mezcla de fuego y cristal, en cuya orilla, de pie, estaban los vencedores de la bestia, de su imagen y de su nombre cifrado. Acompañándose de arpas celestiales, cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo:

— Maravillas sin cuento has realizado,
Señor Dios, dueño de todo;
recto y fiel es tu proceder,
rey de las naciones.
¿Cómo no temerte, Señor?
¿Cómo no engrandecerte?
Sólo tú eres santo.
Todas las naciones
vendrán a postrarse ante ti,
porque tus designios de salvación
se han hecho manifiestos.

Los ángeles de las siete calamidades

Después de esto, vi cómo se abría en el cielo la puerta de la Tienda del testimonio. Y los siete ángeles que llevaban las siete calamidades salieron del Templo vestidos con sus resplandecientes túnicas de lino puro, y con su pecho ceñido de bandas doradas. Vi cómo uno de los cuatro seres vivientes entregaba a los siete ángeles siete copas de oro llenas a rebosar del furor del Dios que vive para siempre. El Templo se llenó del humo de la gloria y del poder de Dios, sin que nadie pudiera entrar allí mientras no se consumaran las siete calamidades que llevaban los siete ángeles.

Las primeras seis plagas

16 Oí entonces una voz poderosa que desde el Templo ordenaba a los siete ángeles:

— Id a derramar sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios.

Partió el primer ángel, derramó su copa sobre la tierra y llagas repugnantes y dolorosas se abatieron sobre los que estaban tatuados con la marca de la bestia y adoraban su imagen.

El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, que se convirtió en sangre de cadáver; y todo aliento de vida marina pereció.

El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos y los manantiales, que también se convirtieron en sangre. Y oí que el ángel de las aguas decía:

— Eres justo y has hecho justicia,
tú que eres santo
y que existes desde siempre.
Ellos derramaron la sangre
de tus consagrados y profetas
y sangre les has dado tú a beber.
¡Bien merecido lo tienen!

Oí también que alguien decía desde el altar:

— Efectivamente, Señor Dios, dueño de todo,
tú juzgas con verdad y con justicia.

El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol y se le concedió abrasar a los humanos. Todos quedaron horriblemente calcinados; pero aun así, blasfemaban y se negaron a convertirse y a reconocer la grandeza de Dios, quien tiene en su mano tales calamidades.

10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y su reino quedó sumido en tinieblas. 11 En el paroxismo del dolor y acosada por sus llagas, la gente se mordía la lengua y renegaba del Dios del cielo; pero siguió sin convertirse.

12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates. El agua del río se secó y el cauce quedó convertido en camino para los reyes procedentes del este. 13 Y vi cómo de la boca del dragón, de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta salían tres espíritus inmundos que parecían sapos. 14 Se trataba de espíritus diabólicos que realizaban prodigios y pretendían reunir a todos los poderosos del mundo con vistas a la batalla del gran día de Dios, el dueño de todo.

15 “Mirad que llego como un ladrón. ¡Dichoso el que se mantenga vestido y vigilante! No tendrá que andar desnudo, y nadie verá sus vergüenzas”. 16 Y reunieron a los reyes en el lugar llamado en hebreo Harmagedón.

La séptima copa

17 El séptimo ángel derramó, finalmente, su copa en el aire, y una voz poderosa procedente del Templo, de junto al trono mismo, clamó:

— ¡Hecho está!

18 Hubo entonces relámpagos y truenos fragorosos, y un terremoto tan formidable como jamás se dio desde que el mundo es mundo. 19 La gran ciudad se partió en tres; se desmoronaron las restantes ciudades del mundo, y Dios se acordó de la orgullosa Babilonia para hacerle apurar hasta las heces la copa de su terrible indignación. 20 Desaparecieron todas las islas, y de los montes nunca más se supo. 21 Una tromba de granizos descomunales se abatió desde el cielo sobre la gente que, a pesar de todo y más todavía a causa del azote del granizo, terrible sobremanera, siguió blasfemando contra Dios.

La gran prostituta

17 Se acercó entonces uno de los siete ángeles que llevaban las siete copas y me dijo:

— ¡Ven! Voy a enseñarte el castigo que tengo reservado a la gran prostituta, la que está sentada sobre aguas caudalosas y con la que adulteraron los poderosos de la tierra, mientras sus habitantes se emborrachaban con el vino de su lujuria.

Me llevó, pues, en visión a un desierto, donde vi a una mujer montada en una bestia de color rojo escarlata. La bestia tenía siete cabezas y diez cuernos y estaba cubierta de títulos blasfemos. La mujer iba vestida de púrpura y grana, resplandeciente de oro, piedras preciosas y perlas. En su mano sostenía una copa de oro rebosante de acciones abominables, como sucio fruto de su lujuria. Escrito en su frente tenía un nombre misterioso: “Babilonia, la poderosa, la madre de todas las prostitutas y de todas las aberraciones de la tierra”. Y vi cómo la mujer se emborrachaba con la sangre de los consagrados a Dios y de los que fueron mártires por amor a Jesús. Me asombré sobremanera al contemplarla, y el ángel me dijo:

— ¿De qué te asombras? Te explicaré el secreto significado de la mujer y de la bestia de siete cabezas y diez cuernos sobre la que va montada. La bestia que has visto, era, pero ya no es; va a surgir del abismo, pero marcha hacia la ruina. Los habitantes de la tierra que no están inscritos en el libro de la vida desde la creación del mundo, se quedarán estupefactos al ver reaparecer a la bestia que era, pero ya no es, aunque se va a hacer presente. ¡Esta es una buena piedra de toque para quien presuma de sabio! Las siete cabezas son siete colinas sobre las que está sentada la mujer. Son también siete reyes, 10 de los que cinco perecieron, uno reina actualmente y otro está todavía por llegar. Cuando llegue, será fugaz su reinado. 11 En cuanto a la bestia que era, pero ya no es, aunque ella misma es el octavo rey, pertenece también al grupo de los siete y marcha hacia la ruina. 12 Has visto también diez cuernos. Representan a diez reyes que aún no han comenzado a reinar, pero que durante muy breve tiempo compartirán el poder con la bestia. 13 Una sola intención los anima: entregar a la bestia toda su fuerza y su poder. 14 Ellos harán la guerra al Cordero; pero el Cordero, que es Rey de reyes y Señor de señores, los derrotará, y en su triunfo participarán los llamados, los elegidos y los creyentes.

15 Me dijo luego el ángel:

— Esas aguas que viste, sobre las que estaba sentada la prostituta, son naciones populosas, razas y lenguas. 16 Pero un día, los diez cuernos que has visto, y la bestia misma, traicionarán a la prostituta; la dejarán solitaria y desnuda; comerán sus carnes y la convertirán en pasto de las llamas. 17 Y es que Dios va a servirse de ellos para ejecutar sus planes, haciendo que se pongan de acuerdo para entregar su reino en manos de la bestia hasta que se cumplan los designios de Dios. 18 Y la mujer que has visto, es la gran ciudad, la que impera sobre los reyes de la tierra.

La caída de Babilonia

18 Vi después bajar del cielo a otro ángel con inmenso poder. Su resplandor iluminó la tierra, y proclamó con fuerte voz:

— ¡Por fin cayó Babilonia, la poderosa!
Hoy es mansión de demonios,
guarida de espíritus impuros
y de toda clase de aves
inmundas y asquerosas.
Porque ella emborrachó
con el vino de su desenfrenada lujuria
a gentes de toda procedencia;
adulteró con los reyes de la tierra,
y a costa de su lujo desmedido
se enriquecieron los traficantes del mundo.

Y oí otra voz que decía desde el cielo:

— Sal de ella, pueblo mío,
pues si te haces cómplice de sus pecados,
también te alcanzarán sus castigos.
Hasta el cielo se han amontonado sus pecados
y Dios no ha querido ignorar
por más tiempo sus crímenes.
Pagadle con su misma moneda,
y aun dadle el doble de su merecido:
en la copa de sus desenfrenos
verted doble amargura.
Cuanto se procuró de lujos y placeres,
dadle de tormentos y desdichas.
Ved cómo alardea en su interior:
“Ocupo un trono de reina;
no soy viuda y jamás conoceré el dolor.”
Pero en un solo día vendrán sobre ella
las calamidades que tiene merecidas
—muerte, luto y hambre—
y quedará abrasada por el fuego.
Poderoso es para ello el Señor Dios que la condenó.

Lamentación ante la ruina

Los poderosos de la tierra, los que con ella compartieron lujuria y placeres, prorrumpirán en llantos y gemidos cuando contemplen su humeante hoguera. 10 Estremecidos de horror ante el suplicio, exclamarán desde lejos:

— ¡Desgraciada de ti, la gran ciudad,
Babilonia, la ciudad tan poderosa!
¡Un instante ha bastado
para consumarse tu condena!

11 También los traficantes de la tierra prorrumpirán en llanto y gemidos por ella, porque ya nadie les comprará sus mercancías: 12 oro, plata, piedras preciosas y perlas; lino, púrpura, seda y escarlata; maderas aromáticas, objetos de marfil, de maderas preciosas, de bronce, de hierro y de mármol; 13 canela, clavo, perfumes, mirra e incienso; vino y aceite; trigo y flor de harina; ovejas y ganado mayor; caballos y carros; esclavos y vidas humanas.

14 Ya no gustarás más
los frutos sazonados que tanto apetecías;
ya todas tus riquezas y tus lujos
huyeron para no volver jamás.

15 Todos estos traficantes, enriquecidos a su costa, se mantendrán a distancia estremecidos de horror ante su tormento y entre lágrimas y lamentos 16 exclamarán:

¡Desgraciada de ti, la gran ciudad,
que en otro tiempo te vestías
de lino, púrpura y grana,
y te adornabas con oro,
piedras preciosas y perlas!
17 ¡Un instante ha bastado
para arrasar tanta riqueza!

A su vez, los capitanes de barco, los oficiales, los marineros y todos cuantos faenan en el mar, se mantenían de pie a lo lejos 18 y exclamaban al contemplar la humareda de la ciudad incendiada:

— ¿Hubo alguna vez una ciudad tan grande como esta? 19 Y, echándose polvo sobre la cabeza, lloraban y se lamentaban, diciendo:

— ¡Desgraciada de ti, la gran ciudad,
fuente de riqueza para cuantos
surcaban los mares con sus barcos!
¡Un instante ha bastado
para convertirte en ruinas!
20 ¡Alégrate, cielo, al contemplarla,
y vosotros también, los consagrados a Dios,
los apóstoles y los profetas,
porque Dios ha vengado en ella vuestra causa!

21 Un ángel poderoso levantó entonces un gran peñasco, como una gigantesca rueda de molino, y lo arrojó al mar, exclamando:

— Así, violentamente, será arrojada
Babilonia, la gran ciudad,
y nunca más se sabrá de ella.
22 Ya no se volverá a escuchar en ti
el son de los arpistas y los músicos,
el son de los que tocan
la flauta y la trompeta.
Ya no habrá en ti artesanos
ni se oirá el rumor
de la rueda molinera.
23 La luz de la lámpara
no alumbrará más en ti,
ni volverán a oírse en tus calles
los cantos del novio y de la novia.
Y es que tus traficantes
llegaron a ser los grandes de la tierra
y con tus sortilegios
engañaste a todas las naciones.
24 Estás manchada con la sangre
de profetas y de consagrados a Dios,
con la sangre de todos
los que han sido asesinados en la tierra.

Himno de triunfo y bodas del Cordero

19 Después de esto, oí algo como la voz sonora de una gran muchedumbre que cantaba en el cielo:

— ¡Aleluya!
Nuestro Dios es un Dios salvador,
fuerte y glorioso,
que juzga con justicia y con verdad.
Él ha condenado a la gran prostituta,
la que con su lujuria corrompía la tierra.
Ha vengado así en ella
la sangre de sus servidores.

Y el coro celestial repetía:

— ¡Aleluya!
El humo de su hoguera
sigue subiendo por siempre.

Los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes cayeron, entonces, rostro en tierra y, adorando a Dios, que está sentado en el trono, decían:

— ¡Amén! ¡Aleluya!

Salió también del trono una voz que decía:

— Alabad a nuestro Dios
todos cuantos le servís y veneráis,
humildes y poderosos.

Oí luego algo parecido a la voz de una muchedumbre inmensa, al rumor de aguas caudalosas, al retumbar de truenos fragorosos. Proclamaban:

— ¡Aleluya!
El Señor Dios nuestro, dueño de todo,
ha establecido su reinado.
Alegrémonos y gocémonos
y ensalcemos su grandeza,
porque ha llegado el momento
de las bodas del Cordero.
¡Está su esposa engalanada,
vestida de lino finísimo
y deslumbrante de blancura!
El lino que representa
las buenas acciones de los consagrados a Dios.

Alguien me dijo:

— Escribe: “Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero”.

Y añadió:

— Palabras verdaderas de Dios son estas.

10 Me postré entonces a sus pies con intención de adorarlo, pero él me dijo:

— ¿Qué haces? Yo soy un simple servidor como tú y tus hermanos, los que dan testimonio de Jesús. A Dios debes adorar. (Y es que tener espíritu profético y dar testimonio de Jesús es una misma cosa.)

V.— LAS SIETE VISIONES (19,11—22,5)

El jinete del caballo blanco y la bestia

11 Vi luego el cielo abierto y un caballo blanco, cuyo jinete, llamado “Fiel” y “Veraz”, juzga con justicia y se dispone a combatir. 12 Sus ojos son como llamas de fuego, múltiples diademas ciñen su cabeza y lleva un nombre escrito que sólo él es capaz de descifrar. 13 Viste un manto empapado en sangre y su nombre es “La Palabra de Dios”. 14 Cubiertos de finísimo lino resplandeciente de blancura, los ejércitos del cielo galopan tras sus huellas sobre blancos caballos. 15 Una espada afilada sale de su boca para herir con ella a las naciones, a las que gobernará con cetro de hierro; y se dispone a pisar el lagar donde rezuma el vino de la terrible ira de Dios, que es dueño de todo. 16 Y escrito en el manto y sobre el muslo tiene este título: “Rey de reyes y Señor de señores”. 17 Vi también un ángel que, de pie sobre el sol, gritaba con voz poderosa a todas las aves rapaces que volaban por lo más alto del cielo:

— ¡Acudid todas al gran festín preparado por Dios! 18 Podéis comer carne a discreción: carne de reyes, de generales y de valientes guerreros; carne de caballos y de sus jinetes; carne de toda clase de gente: libres y esclavos, humildes y poderosos.

19 Vi entonces cómo la bestia y los reyes de la tierra concentraban sus ejércitos para presentar batalla al que montaba el caballo y a su ejército. 20 Pero la bestia fue hecha prisionera, y con ella el falso profeta, el que, realizando prodigios a favor de la bestia, había logrado seducir a cuantos se dejaron tatuar la marca de la bestia y adoraron su imagen. Ambos fueron arrojados vivos al lago ardiente de fuego y azufre. 21 Los demás fueron exterminados por la espada del jinete del caballo blanco —la espada que sale de su boca— y todas las aves rapaces se hartaron de sus carnes.

Los mil años

20 Vi a un ángel que bajaba del cielo. Llevaba en la mano la llave del abismo y una gruesa cadena. Apresó al dragón, la antigua serpiente —es decir, el Diablo o Satanás— y lo encadenó por mil años. Lo arrojó después al abismo y allí lo encerró; y selló la entrada, para que en adelante no pueda seducir a las naciones hasta que hayan pasado los mil años. Pasados esos mil años, gozará de libertad por breve tiempo.

Vi también unos tronos; a los que se sentaron en ellos se les dio poder para juzgar. Y vi con vida a los que habían sido asesinados por haber dado testimonio de Jesús y por haber proclamado la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no llevaban tatuada en la frente ni en las manos la marca de la bestia. Todos estos recobraron la vida y reinaron con Cristo mil años. Los demás muertos, en cambio, no volvieron a la vida hasta pasados los mil años. Es la primera resurrección. ¡Dichosos quienes Dios ha elegido para tomar parte en ella! La segunda muerte no hará presa en ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él los mil años.

Derrota final de Satanás

Pero llegarán a su fin los mil años. Entonces Satanás será desencadenado y tratará de seducir a los habitantes de los cuatro puntos cardinales del mundo, a Gog y a Magog, cuyos ejércitos, innumerables como las arenas del mar, se pondrán en pie de guerra. Y, efectivamente, se extendieron a lo ancho de la tierra, sitiaron el campamento de los elegidos y pusieron cerco a la ciudad bienamada. Pero un fuego se abatió sobre ellos desde el cielo y los devoró. 10 Y el diablo, el que los había seducido, fue arrojado al lago de fuego y azufre donde, en compañía de la bestia y del falso profeta, sufrirá tormento por siempre, día y noche sin cesar.

La hora del juicio

11 Vi luego un trono majestuoso y resplandeciente; vi al que estaba sentado en él ante cuya presencia desaparecieron el cielo y la tierra sin dejar rastro tras de sí; 12 y vi a los muertos, tanto los humildes como los poderosos, que estaban de pie ante el trono. Entonces fueron abiertos los libros y también fue abierto otro libro: el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados conforme a las acciones que tenían consignadas en los libros. 13 Todos fueron juzgados conforme a sus acciones: los muertos devueltos por el mar y los devueltos por la muerte y el abismo. 14 Y la muerte y el abismo fueron después arrojados al lago de fuego, es decir, a la segunda muerte. 15 Y también fueron arrojados al lago de fuego aquellos cuyos nombres no están inscritos en el libro de la vida.

Un cielo nuevo y una tierra nueva

21 Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva. Nada quedaba del primer cielo ni de la primera tierra; nada del antiguo mar.