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La multitud vestida de ropas blancas

Después de esto miré, y vi una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas y con palmas en sus manos. 10 Clamaban a gran voz, diciendo:

«¡La salvación pertenece a nuestro Dios,
que está sentado en el trono,
y al Cordero!»

11 Y todos los ángeles que estaban en pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, se postraron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios, 12 diciendo:

«¡Amén!
La bendición, la gloria,
la sabiduría, la acción de gracias,
la honra, el poder y la fortaleza
sean a nuestro Dios
por los siglos de los siglos.
¡Amén!»

13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: «Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?» 14 Yo le dije: «Señor, tú lo sabes.» Él me dijo: «Éstos son los que han salido de la gran tribulación; han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del Cordero. 15 Por eso están delante del trono de Dios y lo sirven día y noche en su templo. El que está sentado sobre el trono extenderá su tienda junto a ellos.

16 »Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno, 17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.»

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