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El monstruo de la tierra

11 Después vi otro monstruo, que subía de la tierra. Tenía dos cuernos que parecían de cordero, pero hablaba como un dragón. 12 Y tenía toda la autoridad del primer monstruo, en su presencia, y hacía que la tierra y sus habitantes adoraran al primer monstruo, el que había sido curado de su herida mortal. 13 También hacía grandes señales milagrosas. Hasta hacía caer fuego del cielo a la tierra, a la vista de la gente. 14 Y por medio de esas señales que se le permitía hacer en presencia del primer monstruo, engañó a los habitantes de la tierra y les mandó que hicieran una imagen de aquel monstruo que seguía vivo a pesar de haber sido herido a filo de espada. 15 Y al segundo monstruo se le dio el poder de dar vida a la imagen del primer monstruo, para que aquella imagen hablara e hiciera matar a todos los que no la adorasen. 16 Además, hizo que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, les pusieran una marca en la mano derecha o en la frente. 17 Y nadie podía comprar ni vender, si no tenía la marca o el nombre del monstruo, o el número de su nombre.

18 Aquí se verá la sabiduría; el que entienda, calcule el número del monstruo, que es un número de hombre. Ese número es el seiscientos sesenta y seis.

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11 Después vi otra bestia que subía de la tierra. Tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como un dragón. 12 Ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y sus habitantes adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. 13 También hace grandes señales, de tal manera que incluso hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. 14 Engaña a los habitantes de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, diciendo a los habitantes de la tierra que le hagan una imagen a la bestia que fue herida de espada y revivió. 15 Se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablara e hiciera matar a todo el que no la adorara. 16 Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente, 17 y que ninguno pudiera comprar ni vender, sino el que tuviera la marca o el nombre de la bestia o el número de su nombre.

18 Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.

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