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29 Pues tú, Señor, eres mi lámpara;
el Señor ilumina mi oscuridad.
30 Contigo me lanzo al asalto,
con mi Dios franqueo la muralla.
31 El camino de Dios es perfecto,
la palabra del Señor, exquisita;
es un escudo para los que en él confían.

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