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La mujer entonces le dijo a su marido: «Estoy segura de que este hombre que se detiene de vez en cuando aquí en nuestra casa es un profeta. 10 Hagamos una habitación en la terraza para que, cada vez que venga al pueblo, se quede ahí. Podemos poner una cama, una mesa, una silla y una lámpara. Así, cuando venga, tendrá un lugar donde quedarse».

11-12 Un día que Eliseo estaba descansando en la habitación, le dijo a su sirviente Guiezi:

―Dile a la mujer que quiero hablar con ella.

Cuando ella llegó,

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