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La mujer dijo a su marido:

— Mira, creo que ese que nos visita cada vez que pasa es un profeta santo. 10 Vamos a construirle en la terraza una habitación pequeña con una cama, una mesa, una silla y un candil, para que se aloje en ella cuando venga a visitarnos.

11 Un día que Eliseo llegó allí, subió a la terraza y se acostó en la habitación.

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