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Eliseo y la sunamita

Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem, y una mujer importante que allí vivía le invitó insistentemente a que se quedara a comer. Cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer. Entonces la mujer dijo a su marido:

—Mira, yo sé que este que siempre pasa por nuestra casa es un santo hombre de Dios. 10 Te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, pongamos allí una cama, una mesa, una silla y un candelabro, para que cuando él venga a visitarnos, se quede en él.

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