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37 Entonces la mujer sunamita entró al cuarto y arrojándose a los pies de Eliseo se postró ante él. Entonces ella tomó a su hijo y salió.

Eliseo y la sopa envenenada

38 Eliseo otra vez fue a Guilgal en una época de gran escasez de alimentos en el país. El grupo de profetas estaba sentado ante Eliseo, quien le dijo a su siervo:

—Pon una olla grande en el fogón y haz sopa para los profetas.

39 Uno de los profetas salió al campo para juntar unas hierbas y encontró una planta de calabazas silvestres. Juntó las calabazas en su ropa y las llevó, las cortó y las cocinó en la sopa sin saber qué eran.

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