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19 (2-3) Cuando la gente supo que el rey lloraba y lamentaba la muerte de su hijo Absalón, fueron a decírselo a Joab. Y así aquel día la victoria se convirtió en motivo de tristeza. (4) El ejército mismo procuró disimular su entrada en la ciudad: avanzaban los soldados avergonzados, como si hubieran huido del campo de batalla. (5) Mientras tanto el rey, cubriéndose la cara, gritaba a voz en cuello: «¡Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!»

(6) Joab fue entonces a palacio, y le dijo al rey:

—Su Majestad ha puesto en vergüenza a sus servidores, que hoy han salvado la vida de Su Majestad y de sus hijos, hijas, esposas y concubinas. (7) Su Majestad ha demostrado hoy que nada le importan sus jefes y oficiales, pues ama a quienes lo odian, y odia a quienes lo aman. Hoy me he dado cuenta de que para Su Majestad sería mejor que Absalón estuviera vivo, aunque todos nosotros hubiéramos muerto. (8) Salga, pues, ahora Su Majestad, y aliente con sus palabras a sus seguidores, pues de lo contrario juro por el Señor a Su Majestad que esta noche no le quedará ni un solo partidario. Esto será para Su Majestad peor que todos los males que le han ocurrido desde su juventud hasta el presente.

(9) Entonces el rey se levantó y fue a sentarse a la puerta de la ciudad. Y cuando se informó a todo el pueblo de que el rey estaba sentado a la puerta, fueron todos a presentarse ante él.

David vuelve a Jerusalén

En cuanto a los de Israel, todos ellos habían huido a sus casas. (10) Y en todas las tribus de Israel la gente discutía y decía: «El rey David nos libró del dominio de nuestros enemigos, los filisteos; y, sin embargo, por causa de Absalón, ha tenido que huir del país. 10 (11) Y Absalón, a quien nosotros habíamos consagrado como nuestro rey, ha muerto en la batalla. ¿Qué esperamos, pues, que no hacemos volver al rey David?»

11 (12) Este comentario de todo Israel llegó hasta la casa del rey David. Entonces él mandó recado a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, diciéndoles: «Hablen ustedes con los ancianos de Judá, y pregúntenles por qué se retrasan en hacer que yo regrese a mi palacio; 12 (13) díganles que no hay razón para que ellos sean los últimos en hacerme volver, puesto que son mis hermanos de tribu.» 13 (14) Ordenó, además, que se dijera a Amasá: «Tú eres de mi misma sangre, así que de ahora en adelante tú serás el general de mi ejército, en lugar de Joab. Y si no te lo cumplo, que el Señor me castigue duramente.»

14 (15) Así convenció a los hombres de Judá, y todos ellos, como un solo hombre, mandaron decir al rey que volviera con todos sus oficiales. 15 (16) Entonces el rey emprendió el regreso, y llegó al río Jordán. Los de Judá, por su parte, fueron a Guilgal para recibirlo y ayudarlo a cruzar el Jordán. 16 (17) También Simí, que era hijo de Guerá, de la tribu de Benjamín, y natural de Bahurim, se apresuró a bajar con los hombres de Judá para recibir al rey David. 17 (18) Le acompañaban mil hombres de Benjamín. A su vez, Sibá, el criado de la familia de Saúl, acompañado de sus quince hijos y sus veinte esclavos, llegó al Jordán antes que el rey y 18 (19) atravesó el vado del río para ayudar a la familia del rey a cruzarlo, y así quedar bien con él. Cuando el rey se disponía a cruzar el Jordán, Simí se inclinó delante de él, 19 (20) y le dijo:

—Ruego a Su Majestad que no tome en cuenta mi falta ni recuerde el delito que este servidor suyo cometió el día en que Su Majestad salió de Jerusalén. No me guarde rencor, 20 (21) pues yo mismo reconozco mi culpa, y de toda la casa de José hoy he sido el primero en salir a recibir a Su Majestad.

21 (22) Entonces Abisai, hijo de Seruiá, dijo:

—¿Acaso no merece la muerte Simí, por haber maldecido al rey escogido por el Señor?

22 (23) Pero David respondió:

—¡Esto no es asunto de ustedes, hijos de Seruiá! ¿Por qué se oponen a mí? Ahora sé bien que soy el rey de Israel, así que nadie en Israel morirá en este día.

23 (24) Luego, dirigiéndose a Simí, le juró que no moriría.

24 (25) También salió a recibirlo Mefi-bóset, el hijo de Saúl. Desde el día en que el rey salió, y hasta que volvió sano y salvo, no se había lavado los pies, ni cortado la barba, ni lavado su ropa. 25 (26) Y cuando vino a Jerusalén para recibir al rey, éste le dijo:

—Mefi-bóset, ¿por qué no viniste conmigo?

26 (27) Él respondió:

—Mi criado me engañó, Majestad. Como soy inválido, le ordené que me aparejara un asno para montar en él e irme con Su Majestad. 27 (28) Pero él me ha calumniado ante Su Majestad. Sin embargo, Su Majestad es como un ángel de Dios y hará lo que mejor le parezca. 28 (29) Y aunque toda mi familia paterna era digna de muerte ante Su Majestad, este siervo suyo fue invitado a comer en la mesa de Su Majestad. ¿Qué más puedo pedir de Su Majestad?

29 (30) El rey le respondió:

—No hay nada más que hablar. Ya he ordenado que tú y Sibá se repartan las tierras.

30 (31) Pero Mefi-bóset le contestó:

—Que se quede él con todas. Lo importante es que Su Majestad ha vuelto sano y salvo a su palacio.

31 (32) En cuanto a Barzilai, el de Galaad, había bajado de Roguelim para acompañar al rey a cruzar el Jordán y allí despedirse de él. 32 (33) Era ya muy anciano, pues tenía ochenta años, y durante el tiempo en que el rey estuvo en Mahanaim había dado al rey todo lo necesario, porque era muy rico. 33 (34) El rey dijo entonces a Barzilai:

—Vente conmigo a Jerusalén, y allí me haré cargo de ti.

34 (35) Pero Barzilai le respondió:

—Me quedan pocos años de vida para irme ahora a Jerusalén con Su Majestad, 35 (36) pues ya tengo ochenta años; he perdido el gusto de lo que como y lo que bebo, y ya no puedo decir si tiene buen o mal sabor; tampoco puedo oír ya la voz de los cantores y cantoras. ¿Por qué he de convertirme en una carga para Su Majestad? 36 (37) Si únicamente voy a acompañar a Su Majestad a cruzar el Jordán, ¿por qué ha de ofrecerme Su Majestad esta recompensa? 37 (38) Antes rogaría a Su Majestad que me permita volver a mi pueblo para morir allá y ser enterrado en la tumba de mis padres. Pero aquí tiene Su Majestad a otro servidor: mi hijo Quimham. Que vaya él con Su Majestad, y haga Su Majestad por él lo que crea más conveniente.

38 (39) El rey contestó:

—Que venga conmigo Quimham, y haré por él lo que tú creas más conveniente. Y todo lo que me pidas, te lo concederé.

39 (40) Toda la gente cruzó el Jordán. Y cuando el rey lo cruzó, dio a Barzilai un beso de despedida. Entonces Barzilai regresó al lugar donde vivía. 40 (41) El rey, por su parte, se dirigió a Guilgal, acompañado de Quimham y de toda la gente de Judá, así como de la mitad de la gente de Israel. 41 (42) Todos los israelitas fueron entonces a ver al rey, y le dijeron:

—¿Por qué han de ser nuestros hermanos de Judá quienes se adueñen de Su Majestad, y quienes lo escolten a él y a la familia real, y a todo su ejército, en el paso del Jordán?

42 (43) Todos los de Judá respondieron a los de Israel:

—Porque el rey es nuestro pariente cercano. Pero no hay razón para que ustedes se enojen. ¿Acaso comemos nosotros a costa del rey, o hemos tomado algo para nosotros?

43 (44) Los de Israel contestaron:

—Nosotros tenemos sobre el rey diez veces más derecho que ustedes. Además, como tribus, somos los hermanos mayores de ustedes. Así pues, ¿por qué nos menosprecian? ¿Acaso no fuimos nosotros los primeros en decidir que regresara nuestro rey?

Sin embargo, los de Judá discutieron con mayor violencia que los de Israel.

Joab reprende a David

19 Entonces dieron aviso a Joab: «El rey está llorando y se lamenta por Absalón(A)». Y la victoria[a] aquel día se convirtió en duelo para todo el pueblo, porque el pueblo oyó decir aquel día: «El rey está entristecido por su hijo». Aquel día el pueblo entró calladamente en la ciudad, como pueblo que humillado, entra a escondidas cuando huye de la batalla. Y el rey con su rostro cubierto, clamaba[b](B) en alta voz: «¡Oh hijo mío Absalón, oh Absalón, hijo mío, hijo mío(C)!».

Entonces Joab entró en la casa del rey, y dijo: «Hoy usted ha cubierto de vergüenza el rostro de todos sus siervos que han salvado hoy su vida, la vida de sus hijos e hijas, la vida de sus mujeres y la vida de sus concubinas, al amar a aquellos que lo odian y al odiar a aquellos que lo aman. Pues hoy ha demostrado que príncipes[c] y siervos no son nada para usted; porque ahora en este día sé que si Absalón estuviera vivo y todos nosotros hoy estuviéramos muertos, entonces usted estaría complacido[d]. Ahora pues, levántese, salga y hable bondadosamente a[e] sus siervos, porque juro por el Señor que si no sale, ciertamente ni un solo hombre(D) pasará la noche con usted, y esto le será peor que todo el mal que ha venido sobre usted desde su juventud hasta ahora». Entonces el rey se levantó y se sentó a la puerta. Y cuando avisaron a todo el pueblo, diciendo: «Miren, el rey está sentado a la puerta(E)», entonces todo el pueblo vino delante del rey.

David regresa a Jerusalén

Pero los de Israel habían huido, cada uno a su tienda(F). Y todo el pueblo reñía en todas las tribus de Israel, diciendo: «El rey nos ha librado de mano[f] de nuestros enemigos y nos ha salvado de mano[g] de los filisteos(G), pero ahora ha huido de la tierra por causa de Absalón(H). 10 Sin embargo, Absalón, a quien ungimos sobre nosotros, ha muerto en combate. Ahora pues, ¿por qué guardan silencio respecto a restaurar al rey?».

11 Entonces el rey David envió mensaje a los sacerdotes Sadoc y Abiatar(I) y dijo: «Hablen a los ancianos de Judá, y díganles: “¿Por qué son los últimos en hacer volver al rey a su casa, ya que la palabra de todo Israel ha llegado al rey, a su casa? 12 Ustedes son mis hermanos; mi hueso y mi carne son(J). ¿Por qué, pues, son los últimos en hacer volver al rey?”. 13 Y díganle a Amasa(K): “¿No eres hueso mío y carne mía(L)? Así haga Dios conmigo y aun más si no has de ser comandante del ejército(M) delante de mí para siempre en lugar de Joab(N)”». 14 Así inclinó el corazón de todos los hombres de Judá como el de un solo hombre(O), y enviaron palabra al rey, diciendo: «Regresa, tú y todos tus siervos». 15 Volvió el rey y llegó hasta el Jordán. Y Judá vino a Gilgal para ir al encuentro del rey(P), para conducir al rey al otro lado del Jordán.

16 Entonces Simei, hijo de Gera, el benjamita que era de Bahurim, se dio prisa y descendió con los hombres de Judá al encuentro del rey David(Q). 17 Con él había 1,000 hombres de Benjamín, y Siba, siervo(R) de la casa de Saúl, y con él sus quince hijos y sus veinte siervos; y se apresuraron a pasar el Jordán delante del rey. 18 Y seguían cruzando el vado para pasar a toda la casa del rey, y hacer lo que le pareciera bien[h]. Y Simei, hijo de Gera, se postró ante el rey cuando este iba a pasar el Jordán. 19 Y dijo al rey: «No me considere culpable(S) mi señor, ni se acuerde del mal que su siervo hizo el día en que mi señor el rey salió de Jerusalén. Que el rey no lo guarde en su corazón. 20 Pues yo su siervo reconozco que he pecado; por tanto, hoy he venido, el primero de toda la casa de José, para descender al encuentro de mi señor el rey(T)». 21 Pero Abisai, hijo de Sarvia, respondió: «¿No ha de morir Simei por esto(U), porque maldijo al ungido del Señor(V)?». 22 Entonces David dijo: «¿Qué tengo yo que ver con ustedes, hijos de Sarvia(W), para que en este día me sean adversarios? ¿Ha de morir hoy hombre alguno en Israel(X)? ¿Acaso no sé que hoy soy rey sobre Israel?». 23 Y el rey dijo a Simei: «No morirás». Así el rey se lo juró(Y).

24 También Mefiboset, nieto de Saúl, descendió al encuentro del rey(Z); y no se había aseado[i] los pies, ni recortado[j] el bigote, ni lavado la ropa(AA), desde el día en que el rey se marchó hasta el día en que volvió en paz. 25 Y cuando vino de Jerusalén al encuentro del rey, este[k] le dijo: «¿Por qué no fuiste(AB) conmigo, Mefiboset?». 26 Y él respondió: «Oh rey, señor mío, mi siervo me engañó; pues su siervo se dijo: “Me aparejaré un asno para montar en él e ir con el rey”, porque su siervo es cojo(AC). 27 Además, ha calumniado a su siervo ante mi señor el rey(AD); pero mi señor el rey es como el ángel de Dios; haga, pues, lo que le parezca bien(AE). 28 Porque toda la casa de mi padre no era más que hombres muertos ante mi señor el rey(AF). Con todo, puso a su siervo entre los que comían a su propia mesa(AG). ¿Qué derecho tengo todavía para quejarme[l] más al rey?». 29 Y el rey le dijo: «¿Por qué sigues hablando de tus asuntos? Yo he decidido[m]: “Tú y Siba se repartirán las tierras”». 30 «Que él las tome todas, ya que mi señor el rey ha vuelto en paz a su propia casa», dijo Mefiboset al rey.

31 Barzilai el galaadita también había descendido de Rogelim(AH), y había cruzado el Jordán con el rey para despedirlo en el Jordán. 32 Barzilai era muy anciano, de ochenta años, y había dado provisiones al rey mientras este permanecía en Mahanaim(AI), porque era hombre muy poderoso[n]. 33 Y el rey dijo a Barzilai: «Pasa conmigo y yo te sustentaré[o] junto a mí en Jerusalén». 34 Pero Barzilai respondió al rey: «¿Cuánto tiempo me queda de vida[p](AJ) para que yo suba con el rey a Jerusalén? 35 Ahora tengo[q] ochenta años(AK). ¿Puedo distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿Puede su siervo saborear lo que come o bebe? ¿Puede oír aún la voz de los cantores o de las cantoras(AL)? ¿Por qué, pues, ha de ser su siervo otra carga más para mi señor el rey(AM)? 36 Su siervo no haría más que pasar el Jordán con el rey. ¿Por qué ha de concederme el rey esta recompensa? 37 Permita que su siervo vuelva, para morir en mi ciudad junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Sin embargo, aquí tiene a su siervo Quimam(AN); que pase él con mi señor el rey, y haz por él lo que le parezca bien». 38 Y el rey respondió: «Quimam pasará conmigo, y haré por él lo que te parezca bien; y todo lo que me pidas[r], lo haré por ti». 39 Todo el pueblo pasó el Jordán y el rey también pasó. Entonces el rey besó a Barzilai y lo bendijo, y este regresó a su lugar(AO).

40 El rey siguió hasta Gilgal y Quimam fue con él; y todo el pueblo de Judá y también la mitad del pueblo de Israel acompañaban al[s] rey(AP). 41 Y todos los hombres de Israel vinieron al rey y le dijeron[t](AQ): «¿Por qué te han secuestrado nuestros hermanos(AR), los hombres de Judá, y han hecho pasar el Jordán al rey y a su casa, y a todos los hombres de David con él?». 42 Entonces todos los hombres de Judá respondieron a los hombres de Israel: «Porque el rey es pariente cercano nuestro[u](AS). ¿Por qué, pues, están enojados por esto?[v] ¿Acaso hemos comido algo a costa del rey, o se nos ha dado algo[w]?». 43 Pero los hombres de Israel respondieron[x] a los hombres de Judá: «Nosotros tenemos diez partes(AT) en el rey, y por eso también tenemos más derecho que ustedes sobre David. ¿Por qué, pues, nos han despreciado? ¿No fue nuestro consejo[y] el primero que se dio para hacer volver a nuestro rey?». Pero las palabras de los hombres de Judá fueron más duras que las palabras de los hombres de Israel.

Footnotes

  1. 2 Samuel 19:2 Lit. la salvación.
  2. 2 Samuel 19:4 Lit. y el rey clamó.
  3. 2 Samuel 19:6 O jefes.
  4. 2 Samuel 19:6 Lit. porque entonces estaría bien ante tus ojos.
  5. 2 Samuel 19:7 Lit. al corazón de.
  6. 2 Samuel 19:9 Lit. la palma.
  7. 2 Samuel 19:9 Lit. la palma.
  8. 2 Samuel 19:18 Lit. lo bueno ante sus ojos.
  9. 2 Samuel 19:24 Lit. hecho.
  10. 2 Samuel 19:24 Lit. hecho.
  11. 2 Samuel 19:25 Lit. y el rey.
  12. 2 Samuel 19:28 Lit. clamar.
  13. 2 Samuel 19:29 Lit. dicho.
  14. 2 Samuel 19:32 O grande, o rico.
  15. 2 Samuel 19:33 O proveeré alimentos para ti.
  16. 2 Samuel 19:34 Lit. ¿Cuántos son los días de los años de mi vida.
  17. 2 Samuel 19:35 Lit. Hoy.
  18. 2 Samuel 19:38 Lit. lo que escojas de mí.
  19. 2 Samuel 19:40 Lit. pasaban con el.
  20. 2 Samuel 19:41 Lit. y dijeron al rey.
  21. 2 Samuel 19:42 Lit. mío.
  22. 2 Samuel 19:42 Lit. esto es algo que te quema?
  23. 2 Samuel 19:42 O se ha tomado regalo para nosotros.
  24. 2 Samuel 19:43 Lit. respondió; en el resto del vers.; los verbos y formas pronominales son también singular en Heb.
  25. 2 Samuel 19:43 Lit. palabra.

19 Avisaron a Joab que el rey estaba llorando amargamente por Absalón. Cuando las tropas se enteraron de que el rey estaba afligido por causa de su hijo, la victoria de aquel día se convirtió en duelo para todo el ejército. Por eso las tropas entraron en la ciudad furtivamente, como lo hace un ejército avergonzado por haber huido del combate. Pero el rey, cubriéndose la cara, seguía gritando a voz en cuello: «¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Ay, Absalón, hijo mío, hijo mío!».

Entonces Joab fue adonde estaba el rey y le dijo: «Hoy usted ha llenado de vergüenza a todos sus siervos que salvaron su vida, la de sus hijos e hijas, esposas y concubinas.[a] ¡Usted ama a quienes lo odian y odia a quienes lo aman! Hoy ha dejado muy en claro que nada le importan sus comandantes ni sus soldados. Ahora me doy cuenta de que usted preferiría que todos nosotros estuviéramos muertos, con tal de que Absalón siguiera con vida. ¡Vamos! ¡Salga usted y anime a sus tropas! Si no lo hace, juro por el Señor que para esta noche ni un solo soldado se quedará con usted. ¡Y eso sería peor que todas las calamidades que usted ha sufrido desde su juventud hasta ahora!».

Ante esto, el rey se levantó y fue a sentarse junto a la puerta de la ciudad. Cuando los soldados lo supieron, fueron todos a presentarse ante él.

David regresa a Jerusalén

Los israelitas, mientras tanto, habían huido a sus casas, y por todas las tribus de Israel se hablaba de la situación. Decían: «El rey nos rescató del poder de nuestros enemigos; él nos libró del dominio de los filisteos. Por causa de Absalón tuvo que huir del país. 10 Pero ahora Absalón, al que habíamos ungido como rey, ha muerto en la batalla. ¿Qué nos impide pedirle al rey que vuelva?».

11 Entonces el rey David mandó este mensaje a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: «Hablen con los jefes de Judá y díganles: “El rey se ha enterado de lo que se habla por todo Israel. ¿Serán ustedes los últimos en pedirme a mí, el rey, que regrese a mi palacio? 12 Ustedes son mis hermanos, ¡son de mi propia sangre! ¿Por qué han de ser los últimos en llamarme?”. 13 Díganle también a Amasá: “¿Acaso no eres de mi propia sangre? Tú serás de por vida el comandante de mi ejército, en lugar de Joab. ¡Que Dios me castigue sin piedad si no lo cumplo!”».

14 Así el rey se ganó el aprecio de todos los de Judá, quienes a una voz le pidieron que regresara con todas sus tropas, 15 de modo que el rey emprendió el viaje y llegó hasta el Jordán. Los de Judá se dirigieron entonces a Guilgal para encontrarse con el rey y acompañarlo a cruzar el río. 16 Pero el benjamita Simí, hijo de Guerá, oriundo de Bajurín, se apresuró a bajar con los de Judá para recibir al rey David. 17 Con él iban mil benjamitas, incluso Siba, que había sido administrador de la familia de Saúl, con sus quince hijos y veinte criados. Estos llegaron al Jordán antes que el rey 18 y vadearon el río para ponerse a las órdenes del rey y ayudar a la familia real a cruzar el Jordán. Cuando el rey estaba por cruzarlo, Simí, hijo de Guerá, se inclinó ante él 19 y dijo:

—Ruego a mi señor que no tome en cuenta mi delito ni recuerde el mal que hizo este servidor suyo el día en que mi señor el rey salió de Jerusalén. Le ruego al rey que olvide eso. 20 Reconozco que he pecado y por eso hoy, de toda la tribu de José, he sido el primero en salir a recibir a mi señor el rey.

21 Pero Abisay, hijo de Sarvia, exclamó:

—¡Simí maldijo al ungido del Señor y merece la muerte!

22 David respondió:

—Hijos de Sarvia, esto no es asunto de ustedes, sino mío. Están actuando como si fueran mis adversarios. ¿Cómo va a morir hoy alguien del pueblo, cuando precisamente en este día vuelvo a ser rey de Israel?

23 Y dirigiéndose a Simí, el rey juró:

—¡No morirás!

24 También Mefiboset, el nieto de Saúl, salió a recibir al rey. No se había lavado los pies ni la ropa, ni se había recortado el bigote, desde el día en que el rey tuvo que irse hasta que regresó sano y salvo. 25 Cuando llegó de Jerusalén para recibir al rey, este le preguntó:

—Mefiboset, ¿por qué no viniste conmigo?

26 —Mi señor y rey, como este servidor suyo es cojo, yo quería que me aparejaran un asno para montar y así poder acompañarlo. Pero mi criado Siba me traicionó, 27 y ahora me ha calumniado ante mi señor el rey. Sin embargo, mi señor el rey es como un ángel de Dios y puede hacer conmigo lo que mejor le parezca. 28 No hay nadie en mi familia paterna que no merezca la muerte en presencia de mi señor el rey. A pesar de eso, usted le concedió a este servidor suyo comer en la mesa real. ¿Qué derecho tengo de pedirle algo más a Su Majestad?

29 El rey dijo:

—No tienes que dar más explicaciones. Ya he decidido que tú y Siba se repartan las tierras.

30 —Él puede quedarse con todo —respondió Mefiboset—; a mí me basta con que mi señor el rey haya regresado a su palacio sano y salvo.

31 También Barzilay el galaadita bajó al Jordán. Había viajado desde Roguelín para escoltar al rey cuando cruzara el río. 32 Barzilay, que ya era un anciano de ochenta años, le había proporcionado al rey todo lo necesario durante su estadía en Majanayin, pues era muy rico. 33 El rey le dijo:

—Acompáñame. Quédate conmigo en Jerusalén y yo me encargaré de todo lo que necesites.

34 —Pero ¿cuántos años de vida me quedan? —respondió Barzilay—. ¿Para qué subir con el rey a Jerusalén? 35 Ya tengo ochenta años y apenas puedo distinguir lo bueno de lo malo, o saborear lo que como y bebo, o aun apreciar las voces de los cantores y las cantoras. ¿Por qué ha de ser este servidor una carga más para mi señor el rey? 36 ¿Y por qué quiere Su Majestad recompensarme de este modo, cuando tan solo voy a acompañarlo a cruzar el Jordán? 37 Déjeme usted regresar a mi propio pueblo, para que pueda morir allí y ser enterrado junto a la tumba de mi padre y mi madre. Pero aquí le dejo a Quimán para que sirva a mi señor el rey y lo acompañe a cruzar el río. Haga usted por él lo que haría por mí.

38 —Está bien —respondió el rey—, Quimán irá conmigo y haré por él lo que me pides. Y a ti te daré todo lo que quieras.

39 La gente y el rey cruzaron el Jordán. Luego el rey le dio un beso a Barzilay y lo bendijo, y Barzilay volvió a su pueblo.

40 El rey, acompañado de Quimán y escoltado por las tropas de Judá y la mitad de las tropas de Israel, siguió hasta Guilgal. 41 Por eso los israelitas fueron a ver al rey y le reclamaron:

—¿Cómo es que nuestros hermanos de Judá se han adueñado del rey al cruzar el Jordán y lo han escoltado a él, a su familia y a todas sus tropas?

42 Los de Judá respondieron:

—¿Y a qué viene ese enojo? ¡El rey es nuestro pariente cercano! ¿Acaso hemos vivido a costillas del rey? ¿Acaso nos hemos aprovechado de algo?

43 Pero los israelitas insistieron:

—¿Por qué nos tratan con tanto desprecio? ¡Nosotros tenemos diez veces más derecho que ustedes sobre el rey David! Además, ¿no fuimos nosotros los primeros en pedirle que volviera?

Entonces los de Judá les contestaron aun con más severidad.

Footnotes

  1. 19:5 Véase nota en Gn 22:24.

David vuelve a Jerusalén

19 Entonces avisaron a Joab: «El rey llora y se lamenta por Absalón.» Y se convirtió aquel día la victoria en luto para todo el pueblo; porque aquel día oyó decir el pueblo que el rey estaba afligido por su hijo. Y entró el pueblo aquel día en la ciudad escondiéndose, como suele entrar a escondidas el pueblo avergonzado que ha huido de la batalla. Pero el rey, cubierto el rostro, clamaba en alta voz: «¡Hijo mío Absalón, Absalón, hijo mío, hijo mío!»

Entonces Joab entró en la casa donde estaba el rey y le dijo: «Hoy has cubierto de vergüenza el rostro de todos tus siervos, que hoy han librado tu vida, la vida de tus hijos y de tus hijas, la vida de tus mujeres y de tus concubinas, amando a los que te aborrecen y aborreciendo a los que te aman; porque hoy has declarado que nada te importan tus príncipes y siervos; hoy me has hecho ver claramente que si Absalón viviera, aunque todos nosotros estuviéramos muertos, entonces estarías contento. Levántate pues, ahora, sal y habla bondadosamente a tus siervos; juro por Jehová que si no sales, no quedará ni un hombre contigo esta noche; y esto será peor para ti que todos los males que te han sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.»

Entonces se levantó el rey y se sentó a la puerta. Cuando se avisó a todo el pueblo: «El rey está sentado a la puerta», vino todo el pueblo delante del rey.

Mientras, los de Israel habían huido cada uno a su tienda. Y todo el pueblo discutía en todas las tribus de Israel diciendo: «El rey nos ha librado de manos de nuestros enemigos y nos ha salvado de manos de los filisteos; pero ahora ha huido del país por miedo de Absalón. 10 Y Absalón, a quien habíamos ungido sobre nosotros, ha muerto en la batalla. ¿Por qué, pues, estáis callados respecto de hacer volver al rey?»

11 Entonces el rey David mandó decir a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: «Hablad a los ancianos de Judá y decidles: “¿Por qué vais a ser vosotros los últimos en hacer volver el rey a su casa, cuando la palabra de todo Israel ha venido al rey para hacerlo volver a su casa? 12 Vosotros sois mis hermanos; mis huesos y mi carne sois. ¿Por qué, pues, seréis vosotros los últimos en hacer volver al rey?” 13 Asimismo diréis a Amasa: “¿No eres tú también hueso mío y carne mía? Traiga Dios sobre mí el peor de los castigos, si no te hago general de mi ejército para siempre, en lugar de Joab.”»

14 Así inclinó el corazón de todos los hombres de Judá, como el de un solo hombre, para que enviaran a decir al rey: «Vuelve tú y todos tus siervos.» 15 Volvió, pues, el rey, y llegó hasta el Jordán, mientras Judá venía a Gilgal para recibir al rey y hacerlo pasar el Jordán.

16 También Simei hijo de Gera hijo de Benjamín, que era de Bahurim, se dio prisa y descendió con los hombres de Judá a recibir al rey David. 17 Con él venían mil hombres de Benjamín; asimismo Siba, criado de la casa de Saúl, con sus quince hijos y sus veinte siervos, los cuales pasaron el Jordán delante del rey. 18 Y cruzaron el vado para hacer pasar a la familia del rey y complacer sus deseos. Simei hijo de Gera se postró delante del rey cuando éste pasó el Jordán, 19 y le dijo:

—¡No me culpe mi señor por mi falta! ¡No recuerdes los males que tu siervo hizo el día en que mi señor, el rey, salió de Jerusalén, ni los guarde el rey en su corazón! 20 Porque yo, tu siervo, reconozco haber pecado, pero soy hoy el primero de toda la casa de José que he descendido para recibir a mi señor, el rey.

21 Entonces intervino Abisai hijo de Sarvia y dijo:

—¿No ha de morir por esto Simei, que maldijo al ungido de Jehová?

22 Pero David respondió:

—¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia, para que hoy me seáis adversarios? ¿Acaso ha de morir hoy alguien en Israel? ¿Acaso no sé que hoy vuelvo a ser rey de Israel?

23 Luego el rey dijo a Simei:

—No morirás.

Y el rey se lo juró.

24 También Mefi-boset hijo de Saúl descendió a recibir al rey; no había lavado sus pies ni cortado su barba. Tampoco había lavado sus vestidos desde el día en que salió el rey hasta el día en que volvió en paz. 25 Y cuando llegó a Jerusalén para recibir al rey, éste le dijo:

—Mefi-boset, ¿por qué no viniste conmigo?

26 Él respondió:

—Rey y señor mío, mi siervo me engañó; tu siervo le había dicho: “Ensíllame un asno, montaré en él y me iré con el rey”, porque tu siervo es cojo. 27 Él ha calumniado a tu siervo delante de mi señor, el rey; pero mi señor, el rey, es como un ángel de Dios; trátame, pues, como mejor te parezca. 28 Porque toda la casa de mi padre era digna de muerte ante mi señor, el rey. Sin embargo, tú pusiste a tu siervo entre los convidados a tu mesa. ¿Qué derecho tengo aún de implorar algo al rey?

29 El rey le dijo:

—¿Para qué más palabras? Yo he determinado que tú y Siba os dividáis las tierras.

30 Mefi-boset dijo al rey:

—Deja que él las tome todas, puesto que mi señor el rey ha vuelto en paz a su casa.

31 También Barzilai, el galaadita, descendió de Rogelim y pasó el Jordán con el rey, para acompañarlo al otro lado del Jordán. 32 Era Barzilai muy anciano; tenía ochenta años y había dado provisiones al rey cuando estaba en Mahanaim, porque era hombre muy rico. 33 El rey le dijo:

—Sigue conmigo y yo me encargaré de tu sustento en Jerusalén.

34 Pero Barzilai dijo al rey:

—¿Cuántos años más habré de vivir para que yo suba con el rey a Jerusalén? 35 ¡Ya tengo ochenta años de edad! ¿Puedo distinguir entre lo que es agradable y lo que no lo es? ¿Gustará ahora tu siervo de lo que coma o beba? ¿Oirá aún la voz de los cantores y de las cantoras? ¿Por qué, pues, ha de ser tu siervo una carga para mi señor, el rey? 36 Tu siervo seguirá contigo un poco más allá del Jordán, pero ¿para qué ha de darme el rey tan gran recompensa? 37 Yo te ruego que dejes volver a tu siervo, para que muera en mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Aquí está tu siervo Quimam. Que siga él con mi señor, el rey, y haz con él lo que bien te parezca.

38 El rey dijo:

—Pues siga conmigo Quimam, y yo haré con él como bien te parezca; todo lo que tú me pidas, yo lo haré.

39 Todo el pueblo pasó el Jordán. Luego que hubo también pasado, el rey besó a Barzilai y lo bendijo, y él regresó a su casa. 40 Siguió entonces el rey hacia Gilgal, y con él pasó Quimam. Todo el pueblo de Judá acompañaba al rey, y también la mitad del pueblo de Israel. 41 En esto, todos los hombres de Israel vinieron a decir al rey:

—¿Por qué los hombres de Judá, nuestros hermanos, se han adueñado de ti, y han hecho pasar el Jordán al rey, a su familia y a todos los siervos de David con él?

42 Todos los hombres de Judá respondieron a todos los de Israel:

—Porque el rey es nuestro pariente. Pero ¿por qué os enojáis vosotros de eso? ¿Hemos nosotros comido a expensas del rey? ¿Hemos recibido de él algún regalo?

43 Entonces los hombres de Israel respondieron a los de Judá:

—Nosotros tenemos sobre el rey, y sobre el mismo David, diez veces más derechos que vosotros. ¿Por qué, pues, nos habéis menospreciado? ¿Acaso no fuimos nosotros los primeros que propusimos hacer volver a nuestro rey?

Sin embargo, las palabras de los hombres de Judá fueron más violentas que las de los hombres de Israel.

Joab reprende a David

19 Entonces dieron aviso a Joab: He aquí, el rey llora y se lamenta por Absalón(A). Y la victoria[a] aquel día se convirtió en duelo para todo el pueblo, porque el pueblo oyó decir aquel día: El rey está entristecido por su hijo. Aquel día el pueblo entró calladamente en la ciudad, como pueblo que humillado, entra a escondidas cuando huye de la batalla. Y el rey con su rostro cubierto, clamaba[b](B) en alta voz: ¡Oh hijo mío Absalón, oh Absalón, hijo mío, hijo mío(C)! Joab entró en la casa del rey, y dijo: Hoy has cubierto de vergüenza el rostro de todos tus siervos que han salvado hoy tu vida, la vida de tus hijos e hijas, la vida de tus mujeres y la vida de tus concubinas, al amar a aquellos que te odian y al odiar a aquellos que te aman. Pues hoy has demostrado que príncipes[c] y siervos no son nada para ti; porque ahora en este día sé que si Absalón estuviera vivo y todos nosotros hoy estuviéramos muertos, entonces tú estarías complacido[d]. Ahora pues, levántate, sal y habla bondadosamente a[e] tus siervos, porque juro por el Señor que si no sales, ciertamente ni un solo hombre(D) pasará la noche contigo, y esto te será peor que todo el mal que ha venido sobre ti desde tu juventud hasta ahora. Entonces el rey se levantó y se sentó a la puerta. Y cuando avisaron a todo el pueblo, diciendo: He aquí, el rey está sentado a la puerta(E), entonces todo el pueblo vino delante del rey.

David regresa a Jerusalén

Pero los de Israel habían huido, cada uno a su tienda(F). Y todo el pueblo reñía en todas las tribus de Israel, diciendo: El rey nos ha librado de mano[f] de nuestros enemigos y nos ha salvado de mano[g] de los filisteos(G), pero ahora ha huido de la tierra, de Absalón(H). 10 Sin embargo, Absalón, a quien ungimos sobre nosotros, ha muerto en combate. Ahora pues, ¿por qué guardáis silencio respecto a restaurar al rey?

11 Entonces el rey David envió mensaje a los sacerdotes Sadoc y Abiatar(I), diciendo: Hablad a los ancianos de Judá, y decidles[h]: «¿Por qué sois los últimos en hacer volver al rey a su casa, ya que la palabra de todo Israel ha llegado al rey, a su casa? 12 Sois mis hermanos; mi hueso y mi carne sois(J). ¿Por qué, pues, sois los últimos en hacer volver al rey?». 13 Y decid a Amasa(K): «¿No eres hueso mío y carne mía(L)? Así haga Dios conmigo y aun más si no has de ser comandante del ejército(M) delante de mí para siempre en lugar de Joab(N)». 14 Así inclinó el corazón de todos los hombres de Judá como el de un solo hombre(O), y enviaron palabra al rey, diciendo: Regresa, tú y todos tus siervos. 15 Volvió el rey y llegó hasta el Jordán. Y Judá vino a Gilgal para ir al encuentro del rey(P), para conducir al rey al otro lado del Jordán.

16 Entonces Simei, hijo de Gera, el benjamita que era de Bahurim, se dio prisa y descendió con los hombres de Judá al encuentro del rey David(Q). 17 Con él había mil hombres de Benjamín, y Siba, siervo(R) de la casa de Saúl, y con él sus quince hijos y sus veinte siervos; y se apresuraron a pasar el Jordán delante del rey. 18 Y seguían cruzando el vado para pasar a toda la casa del rey, y hacer lo que le pareciera bien[i]. Y Simei, hijo de Gera, se postró ante el rey cuando este iba a pasar el Jordán. 19 Y dijo al rey: No me considere culpable(S) mi señor, ni te acuerdes del mal que tu siervo hizo el día en que mi señor el rey salió de Jerusalén; que el rey no lo guarde en su corazón. 20 Pues yo tu siervo reconozco que he pecado; por tanto, he aquí que hoy he venido, el primero de toda la casa de José, para descender al encuentro de mi señor el rey(T). 21 Pero Abisai, hijo de Sarvia, respondió, y dijo: ¿No ha de morir Simei por esto(U), porque maldijo al ungido del Señor(V)? 22 Entonces David dijo: ¿Qué tengo yo que ver con vosotros, hijos de Sarvia(W), para que en este día me seáis adversarios? ¿Ha de morir hoy hombre alguno en Israel(X)? ¿Acaso no sé que hoy soy rey sobre Israel? 23 Y el rey dijo a Simei: No morirás. Así el rey se lo juró(Y).

24 También Mefiboset, hijo[j] de Saúl, descendió al encuentro del rey(Z); y no se había aseado[k] los pies, ni recortado[l] el bigote, ni lavado la ropa(AA), desde el día en que el rey se marchó hasta el día en que volvió en paz. 25 Y sucedió que cuando vino de Jerusalén al encuentro del rey, este[m] le dijo: ¿Por qué no fuiste(AB) conmigo, Mefiboset? 26 Y él respondió: Oh rey, señor mío, mi siervo me engañó; pues tu siervo se dijo: «Me aparejaré un asno para montar en él e ir con el rey», porque tu siervo es cojo(AC). 27 Además, ha calumniado a tu siervo ante mi señor el rey(AD); pero mi señor el rey es como el ángel de Dios; haz, pues, lo que te parezca bien[n](AE). 28 Porque toda la casa de mi padre no era más que hombres muertos ante mi señor el rey(AF); con todo, pusiste a tu siervo entre los que comían a tu propia mesa(AG). ¿Qué derecho tengo todavía para quejarme[o] más al rey? 29 Y el rey le dijo: ¿Por qué sigues hablando de tus asuntos? Yo he decidido[p]: «Tú y Siba os repartiréis las tierras». 30 Y Mefiboset dijo al rey: Que él las tome todas, ya que mi señor el rey ha vuelto en paz a su propia casa.

31 Barzilai galaadita también había descendido de Rogelim(AH), y había cruzado el Jordán con el rey para despedirlo en el Jordán. 32 Barzilai era muy anciano, de ochenta años, y había dado provisiones al rey mientras este permanecía en Mahanaim(AI), porque era hombre muy poderoso[q]. 33 Y el rey dijo a Barzilai: Pasa conmigo y yo te sustentaré[r] junto a mí en Jerusalén. 34 Pero Barzilai respondió al rey: ¿Cuánto tiempo me queda de vida[s](AJ) para que yo suba con el rey a Jerusalén? 35 Tengo ahora[t] ochenta años(AK). ¿Puedo distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿Puede tu siervo saborear lo que come o bebe? ¿Puede oír aún la voz de los cantores o de las cantoras(AL)? ¿Por qué, pues, ha de ser tu siervo otra carga más para mi señor el rey(AM)? 36 Tu siervo no haría más que pasar el Jordán con el rey. ¿Por qué ha de concederme el rey esta recompensa? 37 Permite que tu siervo vuelva, para morir en mi ciudad junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Sin embargo, aquí tienes a tu siervo Quimam(AN); que pase él con mi señor el rey, y haz por él lo que te parezca bien. 38 Y el rey respondió: Quimam pasará conmigo, y haré por él lo que te parezca bien; y todo lo que me pidas[u], lo haré por ti. 39 Todo el pueblo pasó el Jordán y el rey también pasó. Entonces el rey besó a Barzilai y lo bendijo, y este regresó a su lugar(AO).

40 El rey siguió hasta Gilgal y Quimam fue con él; y todo el pueblo de Judá y también la mitad del pueblo de Israel acompañaban al[v] rey(AP). 41 Y he aquí, todos los hombres de Israel vinieron al rey y le dijeron[w](AQ): ¿Por qué te han secuestrado nuestros hermanos(AR), los hombres de Judá, y han hecho pasar el Jordán al rey y a su casa, y a todos los hombres de David con él? 42 Entonces todos los hombres de Judá respondieron a los hombres de Israel: Porque el rey es pariente cercano nuestro[x](AS). ¿Por qué, pues, estáis enojados por esto?[y] ¿Acaso hemos comido algo a costa del rey, o se nos ha dado algo[z]? 43 Pero los hombres de Israel respondieron[aa] a los hombres de Judá, y dijeron: Nosotros tenemos diez partes(AT) en el rey, y por eso también tenemos más derecho que vosotros sobre David. ¿Por qué, pues, nos habéis menospreciado? ¿No fue nuestro consejo[ab] el primero que se dio para hacer volver a nuestro rey? Pero las palabras de los hombres de Judá fueron más duras que las palabras de los hombres de Israel.

Footnotes

  1. 2 Samuel 19:2 Lit., salvación
  2. 2 Samuel 19:4 Lit., y el rey clamó
  3. 2 Samuel 19:6 O, jefes
  4. 2 Samuel 19:6 Lit., porque entonces estaría bien ante tus ojos
  5. 2 Samuel 19:7 Lit., al corazón de
  6. 2 Samuel 19:9 Lit., la palma
  7. 2 Samuel 19:9 Lit., la palma
  8. 2 Samuel 19:11 Lit., diciendo
  9. 2 Samuel 19:18 Lit., lo bueno ante sus ojos
  10. 2 Samuel 19:24 I.e., nieto
  11. 2 Samuel 19:24 Lit., hecho
  12. 2 Samuel 19:24 Lit., hecho
  13. 2 Samuel 19:25 Lit., y el rey
  14. 2 Samuel 19:27 Lit., lo bueno ante tus ojos, y así en los vers. 37 y 38
  15. 2 Samuel 19:28 Lit., clamar
  16. 2 Samuel 19:29 Lit., dicho
  17. 2 Samuel 19:32 O, grande, o, rico
  18. 2 Samuel 19:33 O, proveeré alimentos para ti
  19. 2 Samuel 19:34 Lit., ¿Cuántos son los días de los años de mi vida
  20. 2 Samuel 19:35 Lit., hoy
  21. 2 Samuel 19:38 Lit., lo que escojas de mí
  22. 2 Samuel 19:40 Lit., pasaban con el
  23. 2 Samuel 19:41 Lit., y dijeron al rey
  24. 2 Samuel 19:42 Lit., mío
  25. 2 Samuel 19:42 Lit., esto es algo que te quema?
  26. 2 Samuel 19:42 O, se ha tomado regalo para nosotros
  27. 2 Samuel 19:43 Lit., respondió; en el resto del vers.; los verbos y formas pronominales son también singular en heb.
  28. 2 Samuel 19:43 Lit., palabra