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Esa noche, Dios se le apareció a Salomón y le dijo:

—Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré.

8-10 Salomón le respondió:

—Mi Dios, tú fuiste muy bueno con mi padre David, y a mí me has puesto a reinar en su lugar. Ser rey de un pueblo tan numeroso que no se puede contar, es muy difícil. Por eso, ahora te ruego que cumplas lo que le prometiste a mi padre. ¡Dame sabiduría e inteligencia para que pueda gobernar a un pueblo tan grande como el tuyo! Porque sin tu ayuda, nadie es capaz de hacerlo.

11 Entonces Dios le respondió a Salomón:

—Lo normal hubiera sido que me pidieras mucho dinero, poder y fama; o que te permitiera vivir por muchos años y destruyera a todos tus enemigos. Sin embargo, has pedido sabiduría e inteligencia para reinar sobre mi pueblo.

12 »Por eso, te concedo tu deseo, y además te haré el rey más rico, poderoso y famoso que haya existido. Nadie podrá igualarte jamás.

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