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Desechad, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias y toda maledicencia, y desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, ya que habéis gustado la bondad del Señor.

La piedra viva

Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, pero para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también dice la Escritura:

«He aquí, pongo en Sión la principal piedra del ángulo,
escogida, preciosa;
el que crea en él, no será avergonzado.»

Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso. En cambio para los que no creen:

«La piedra que los edificadores desecharon
ha venido a ser la cabeza del ángulo»

y:

«Piedra de tropiezo y roca que hace caer.»

Ellos, por su desobediencia, tropiezan en la palabra. ¡Ése es su destino!

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