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Los hombres de David le dijeron:

―Ahora es tu oportunidad. Hoy es el día de que hablaba el Señor cuando dijo: “Entregaré a Saúl en tu poder para que hagas con él lo que quieras”.

David se acercó silenciosamente y cortó un pedazo del borde de la túnica de Saúl. Pero su conciencia comenzó a molestarlo.

―Jamás haré lo que me sugieren, —dijo a sus hombres—. Es un grave pecado agredir al rey escogido de Dios.

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