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Le hicieron las hombreras que se unían en sus dos extremos. El cinto que sujetaba el efod formaba una sola pieza con él y era de lo mismo, de igual labor: era de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido, como Jehová lo había mandado a Moisés.

Labraron las piedras de ónice montadas en engastes de oro, con grabaduras de sello, con los nombres de los hijos de Israel;

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